Situación
dramática: hambre y escasez
¿Por
qué suben los precios?
Por
Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa
Altereconomía.org,
16/06/08
Los
precios están subiendo en todo el mundo. En los países más
pobres el alza del precio de los alimentos está provocando
una situación dramática: hambre y escasez, "un crimen
contra la Humanidad", tal y como lo calificó con toda
razón el relator de las Naciones Unidas para los asuntos de
la Alimentación, Jean Ziegler. Los precios de materias
primas estratégicas como el petróleo se disparan y
provocan subidas sucesivas en todos los mercados y suben
también los precios al consumidor en casi todos los países.
Se
cierne de nuevo el fantasma de la inflación, pero
justamente cuando eso ocurre no podemos olvidar dos
cuestiones esenciales.
La
primera es que la subida de precios, aunque siempre objeto
del debate económico, es uno de los fenómenos económicos
conscientemente peor y más equivocadamente analizados, pues
las explicaciones teóricas de la inflación se utilizan
para justificar políticas radicalmente anti sociales.
La
segunda, que la inflación no solo tiene causas sino también
y sobre todo propósitos porque, en la mayoría de las
ocasiones, los grupos con poder pueden mejorar la posición
en la distribución de la renta desencadenándola.
Es
por estas dos razones que conviene ser inteligentes y no
dejarse llevar por los análisis tan sesgados que pueblan
los medios y los discursos políticos.
Respecto
a los precios al consumo en países europeos como España
hay que señalar en primer lugar que su alza no es del todo
nueva. La realidad es que se está produciendo desde la
entrada del euro, aunque se viene disimulando gracias a la
tramposa configuración de los indicadores estadísticos,
sucesivamente modificados para evitar que adquiera rango
oficial la efectiva sensación de pérdida de poder
adquisitivo que sienten los ciudadanos.
Y
sobre la subida de los precios de los alimentos, e incluso
del petróleo y otras materias primas, no hay que olvidar
que justamente se está produciendo cuando los especuladores
han tenido que dejar los mercados financieros como
consecuencia de la crisis inicial de las hipotecas.
Pero
ahora, como siempre, sea lo que sea que esté ocurriendo,
cuando los precios suben en mayor o menor medida, las
autoridades económicas de signo liberal no tienen en su
boca nada más que una misma cantinela: hay que moderar los
salarios (porque los precios suben –según dicen– como
consecuencia de subidas previas en los salarios) y hay que
subir los tipos de interés (porque también dicen que si
suben los precios es que hay excesiva cantidad de dinero en
circulación y para reducirla hay que subir su precio).
El
Banco de España, por ejemplo, ya ha recomendado públicamente
la congelación salarial a pesar de que España es el único
de los 30 países miembros de la OCDE en el que el poder
adquisitivo de los salarios está bajando desde 1995.
Y,
por su parte, el Banco central Europeo se empeña en subir
los tipos a pesar de las generalizadas voces que indican que
eso, en lugar de favorecer a la economía e incluso a los
precios, provocará una mayor crisis. Aunque, eso sí, también
grandes beneficios para la banca y los propietarios de
capital (sólo la subida que se produjo hace unos días como
consecuencia de la "indiscreción" de su
gobernador, ni siquiera como efecto de una medida formal,
provocó un coste de 3.000 millones de euros a las familias
hipotecadas, o lo que es lo mismo, un mayor ingreso de esa
misma magnitud a los bancos, lo que deja bien claro para quién
trabaja y al servicio de quién está el Señor Trichet).
En
suma, siempre una misma doble respuesta ante la inflación
que se traduce inexorablemente en una mejora de los
beneficios y las plusvalías en el conjunto de las rentas y
en la mayor explotación y pérdida de poder adquisitivo de
los trabajadores.
Pero
las verdaderas causas de las subidas de los precios hay que
buscarlas en otros sitios. Veamos, por ejemplo, el caso de
los precios y los salarios.
Es
verdad que si los salarios subieran de modo continuado eso
aumentaría los costes de las empresas. Pero, ¿necesariamente
se produciría entonces inflación, es decir, trasladarían
inevitablemente las empresas esos costes más altos a los
precios de venta? Lógicamente, sólo podrían hacerlo... si
pudieran.
No
es un juego de palabras. Es que las empresas pueden subir
los precios cuando suben los costes sólo si tienen poder de
mercado, si se enfrentan a una demanda cautiva (o, como
decimos los economistas, muy inelástica, es decir, que
apenas disminuye cuando sube el precio). Si eso no ocurre,
las empresas que ven subir sus costes salariales (u otros
cualquiera) tienen que reaccionar de otro modo si no quieren
salir del mercado: mejorando la calidad, las condiciones de
venta, la productividad mejorando las técnicas de producción,
etc.
¿Qué
ocurre en España? Pues que ni siquiera teniendo salarios más
bajos las empresas son capaces de hacer frente a las subidas
de costes que soportan, y lo que buscan es procurar tener
poder de mercado e imponer a los consumidores precios más
altos que les proporcionen beneficios extraordinarios.
Los
economistas del Banco de España que estudian la inflación,
y sus responsables políticos, deberían ser más
perspicaces antes de decir siempre lo mismo: que hay que
bajar los salarios.
¿Por
qué no mencionan en el hecho de que en España, donde se
quejan por precios más altos, hay salarios más bajos y que
crecen menos, pero beneficios empresariales siete veces más
altos que en el entorno europeo? Una muestra indiscutible de
que no son los salarios lo que sube los precios, aunque no
parece que eso llame la atención la inteligentsia de Banco.
Lo
que ocasiona la inflación, al contrario de lo que los
poderosos y los economistas a su servicio nos quieren hacer
creer, es el mayor poder de mercado de las empresas. Gracias
a él influyen en el gobierno para que acepte tarifas más
elevadas, para que no combata las estrategias anti
competitivas y las que despilfarran millones de euros para
fidelizar a los clientes y así disfrutar de una demanda más
rígida. Y gracias a él pueden imponer a sus consumidores
precios más altos. Y esto no solo pasa en España con los
precios al consumidor.
Los
precios de los alimentos o los del petróleo están subiendo
por la misma razón de fondo: porque las grandes
corporaciones imponen su ley, porque los gobiernos las dejan
hacer, porque hablan y hablan de mercados libres y de
competencia cuando lo que existe de verdad son mercados
sumamente imperfectos, oligopolios con más poder que los
gobiernos y con influencia suficiente en los mercados como
para imponer precios que constantemente les garantizan
beneficios extraordinarios.
Siempre
hablan de salarios para explicar las subidas de precios,
pero nunca se refieren, por el contrario, a los enormes
gastos financieros que imponen bancos que actúan en
mercados corruptos, en donde no ha existido competencia prácticamente
nunca. No hablan de los despilfarros en publicidad, en
financiamiento a grupos de presión, en inversiones
irracionales, en los costes que supone la especulación
debido al riesgo que lleva consigo y que se trata de
conjugar logrando beneficios muy altos en las operaciones
exitosas. No se dice, por ejemplo, que si el coste de
producción de un barril de petróleo de Arabia Saudí es de
unos 6 dólares, la especulación añade un coste de entre
30 y 40 dólares. Ni, por supuesto, tampoco hablan de los
costes que imponen los grandes intermediarios.
Diversas
organizaciones agrarias y de consumidores han calculado en
España un Índice de Precios en Origen y Destino de los
alimentos (IPOD) que les ha permitido comprobar que los
alimentos se encarecen de media un 436% (y en algunos casos
hasta un 900%) desde el campo hasta la mesa.
No
se habla, en suma, del PODER para maquinar sobre el mercado,
que no es algo que precisamente esté al alcance de los
trabajadores, ni de su desigual distribución.
Si
quisieran que los precios no subieran como están subiendo
donde habría que actuar es sobre ese poder antisocial,
desigual y nefasto. Lo demás son excusas con un único propósito:
hacer que los beneficios suban sin cesar.
|