Sin
prisa pero también sin pausa...
Avanza
la crisis económica mundial
Por
Jorge Sandoval
Socialismo o Barbarie, periódico, 17/07/08
Sin prisa
pero también sin pausa, la crisis financiera y económica
que detonó hace ya un año en EEUU, ha ido avanzando en
intensidad y, al mismo tiempo, en extensión a
escala mundial.
Aunque con
importantes diferencias entre los distintos países y
regiones, el año transcurrido ha puesto fin al mito inicial
de que el resto de la economía mundial podría “desacoplarse”
de la crisis estadounidense. Los gobiernos que
aseguraron que sus economías estaban “blindadas” en
relación a los problemas de EEUU, han tenido que morderse
la lengua.
Sin tener
–por lo menos hasta ahora– los rasgos de una depresión
(como la clásica de 1929/32), el signo mundial es hacia la caída
o por lo menos el estancamiento de las actividades
económicas en general y en especial de la producción de
bienes materiales (como viviendas, automóviles, etc.).
Los
presidentes, ministros y demás funcionarios (especialmente
en EEUU) mantienen la ridícula norma de no usar palabras
desagradables como “recesión”, por ejemplo. Pero
eso no cambia en nada la realidad de esa tendencia al
estancamiento que, para los trabajadores se traduce en despidos
en masa (como ahora en EEUU, desde las entidades
financieras hasta las fábricas de automóviles), caída
de los salarios reales y saltos en la superexplotación
(como en la Unión Europea, con el escándalo de la semana
de 65 hs.).
Sin
embargo, este redoblado y brutal ataque del capitalismo para
hacer pagar la crisis a los trabajadores, tiene también
otras consecuencias contradictorias: más deterioro de la
“legitimidad” y de las ilusiones de las masas en el
capitalismo neoliberal, la polarización de las tensiones
sociales y también, aunque muy desigualmente, el
crecimiento de los conflictos obreros.
La novedad
de este año en el curso de la crisis ha sido el retorno
mundial de la inflación. Esta
combinación de estancamiento + inflación
–bautizada como “estanflación”– no es
novedosa en el capitalismo. Por diversos motivos, en el
siglo pasado, se presentó en la crisis de mediados de los
’70 y también en los años posteriores a la Primera
Guerra Mundial (1914-18).
Más allá
de las causas concretas de esta “estanflación del
siglo XXI” (que aquí no hay espacio para
desarrollar), la inflación generalizada significa para los
trabajadores del mundo un recorte masivo de su salario
real, que va a parar al bolsillo de los capitalistas. Es
uno de los medios que el capitalismo tiene para que los
asalariados paguemos la crisis.
Por último,
este desarrollo en “cámara lenta” –lenta, pero hasta
ahora imparable– pone cada vez más al desnudo las contradicciones
estructurales de la economía mundial. Sus desbalances
hacen cada vez más insostenible la configuración
que viene desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
(1939-45): es decir, de EEUU como centro económico y
financiero del planeta.
La
vertiginosa caída del dólar en relación al euro y otras
divisas –y también, indirecta y parcialmente, la
desenfrenada especulación con los precios de las materias
primas– son el reflejo monetario de la declinación
estadounidense. ¡Es ya un absurdo que la “moneda
mundial” sea emitida y regulada por el mayor deudor
insolvente del planeta: los Estados Unidos!
Pero esta
situación, intolerable para las “normas” del
capitalismo, sigue sin cambios, en primer lugar, porque los
principales estados capitalistas y sus burguesías tienen
intereses contradictorios al respecto, pero están unidos en
el temor de que la bancarrota de EEUU precipite un colapso
financiero mundial.
Sin
embargo, frente a esto comienza a asomar la peor de las
alternativas: que lo que no arreglen preventivamente los
estados mediante acuerdos y regulaciones, lo terminen
“solucionando” las fuerzas ciegas del mercado
capitalista.
Los últimos
acontecimientos en EEUU, de los que informamos en el artículo
“Nuevos temblores en Wall Street ”, son un timbre
de alarma en ese sentido.
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