Nuevo
escenario tras entierro de Doha
Por
Gustavo Capdevila
Inter Press Service (IPS), 31/08/08
Ginebra.–
La embestida de las dos economías más pujantes del mundo,
China e India, contra una tercera con su primacía
amenazada, Estados Unidos, no sólo sepultó la última
tentativa por salvar la Ronda de Doha sino que evidenció
los cambios producidos en el equilibrio de poderes desde la
instalación de la OMC, en 1995.
El intento
de la OMC (Organización Mundial del Comercio) de concertar
un acuerdo, que concluyera casi siete años de negociaciones
en aras de una mayor liberalización del comercio, se
derrumbó el martes en Ginebra a causa, principalmente, de
las diferencias entre esos tres países.
Nunca antes
en el sistema multilateral de comercio, algún país en
forma individual había desafiado de esta manera a Estados
Unidos y menos hasta el extremo de forzarlo a una frustración.
Ese
desenlace fue posible por un cambio registrado entre los
actores que debatieron hasta último momento, en esta ciudad
suiza sede de la OMC, la suerte de la Ronda de Doha.
En las épocas
de la anterior rueda de negociaciones globales, la Ronda
Uruguay (1986–1994), las decisiones clave se adoptaban en
un grupo selecto llamado el "Cuadrilátero", que
integraban Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión
Europea.
Esta vez,
durante la conferencia de ministros de unos 30 países
celebrada del 21 al 29 de este mes, esa instancia especial
de negociación se ensanchó con el ingreso de Australia,
Brasil, China e India, aunque ya la exclusión de Canadá
hizo que el nuevo ámbito pasara a llamarse Grupo de los
siete (G–7).
Pero la
mayor diferencia, con respecto a otras reuniones de la OMC,
ha sido la inclusión de China en el órgano principal de
decisiones, observó a IPS la representante del Instituto
sobre Políticas Agrícolas y Comerciales (IATP, por sus
siglas en inglés), Anne–Laure Constantin.
Este cambio
ha sido importante porque China es un país muy específico,
pues no necesitaba del acuerdo, finalmente frustrado, para
mejorar su balanza de intercambio o para beneficiarse más
con el comercio, razonó.
Un ministro
de un país latinoamericano, que prefirió reservar su
nombre, comentó que en la esfera del equilibrio en la OMC
el hecho más saliente de la pasada reunión ministerial ha
sido que "China abandonó su bajo perfil"
Beijing dio
ese paso bajo la presión de Estados Unidos, que pretendía
ver a la nación asiática más comprometida en las
negociaciones, opinó Constantin.
El gobierno
chino obtuvo el ingreso a la OMC durante la cuarta
conferencia ministerial celebrada en noviembre de 2001 en
Doha, la capital de Qatar, precisamente cuando se lanzó la
ronda.
China se
había resistido a involucrarse en el núcleo duro de las
negociaciones mientras se escudaba en su carácter de
miembro de reciente adhesión, una categoría que la OMC
reconoce sus nuevos adherentes y que premia con trato más
favorable, como los períodos más extensos para la aplicación
de los acuerdos comerciales.
Constantin
supone que India también convenció a Beijing, pues
necesitaba un aliado que compartiera sus posiciones
defensivas en agricultura.
La
representación china irrumpió en el G–7 con fuerza y
estableció de inmediato diferencias, señalo Romain
Benicchio, representante en Ginebra de Oxfam Internacional.
En particular sostuvo una posición extrema en la cuestión
aranceles sobre el algodón, dijo.
Unas 140
millones de personas dependen en China de la explotación
del algodón en todas sus fases, apuntó el experto de
Oxfam.
La otra
novedad ha sido la consolidación de India como líder de
los países en desarrollo más pobres que defienden a los
agricultores de subsistencia.
El ministro
de Comercio de India, Kamal Nath, llevó a Estados Unidos
casi hasta posiciones de bloqueo de las negociaciones por su
oposición a la iniciativa de reconocer a los países en
desarrollo, agrupados en el Grupo de los 33 (G–33), el
derecho a aplicar un mecanismo de salvaguardias especiales
para protegerse de aumentos imprevistos de importaciones agrícolas.
El rechazo
de Estados Unidos a esas salvaguardias fue finalmente el
detonante del derrumbe de las negociaciones.
Respecto de
Brasil, Constantin observó que era probablemente uno de los
países que más se hubieran beneficiado con el modelo de
acuerdo de Doha que se venía diseñando en los últimos.
Benicchio
indicó que la posición de Brasil en la última conferencia
de la OMC "es difícil de desentrañar".
Tradicionalmente lideró una gran coalición de países en
desarrollo, pero en esta ocasión "no se los escuchó
mucho", estimó.
Ahora debe
haber "una gran diferencia en sus intereses",
dedujo.
Constantin
comparó la actitud de Brasil en la quinta conferencia
ministerial de la OMC, realizada en 2003 en el sudoriental
balneario mexicano de Cancún, con la de esta semana en
Ginebra.
En Cancún,
la delegación brasileña fue más defensiva y más radical
en el impulso de la causa de los países en desarrollo,
comentó la experta de IATP.
Por el
contrario, en esta reunión ministerial de Ginebra, tal vez
sintiendo que se jugaban las últimas cartas de Doha, Brasil
se mostró más dispuesto a hacer concesiones y a permitir
que Estados Unidos continúe con sus subvenciones que
distorsionan el comercio agrícola, reflexionó.
Igualmente
puede ser que Brasil ahora haya sido más realista respecto
de lo que Estados Unidos podía hacer, arriesgó Constantin.
El Grupo de
los 20 (G–20), creado en Cancún por países en desarrollo
con algunas afinidades en las negociaciones sobre
agricultura, sufrió sacudones con la finalización
frustrada de la conferencia ministerial reducida de Ginebra.
Aunque no
hayan chocado directamente, Brasil e India estuvieron
enfrentados en el momento de adoptar las decisiones que
finalmente condujeron al fracaso de la Ronda de Doha.
Brasil no
acompañó a India en la defensa de sus posiciones agrícolas
y quedó alineado junto a Estados Unidos, la Unión Europea,
Australia y Japón, todas naciones industrializadas.
El ministro
Nath y el canciller brasileño Celso Amorim trataron de
demostrar que las diferencias no han quebrado al G–20, al
exhibirse en actitudes amistosas ante los medios de
comunicación al término de la fallida conferencia.
A su vez,
el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge
Taiana, declaró a IPS que "el tiempo va a decir"
si algunas alianzas salen maltrechas de la conferencia de
Ginebra.
Argentina
también quedó descolocada porque Brasil, su socio en el
Mercado Común del Sur (Mercosur) y en el G–20, no lo apoyó
en la negociación sobre productos industriales.
"La
solidaridad brasileña con Argentina es eterna", repitió
varias veces en Ginebra el propio Amorim, quien empero
afronta en su país las críticas de algunos sectores que
cuestionan su política de alianzas con países en
desarrollo.
José
Botafogo Gonçalvez, un prestigioso diplomático que preside
el Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI),
criticó esta semana el diagnóstico del presidente de su país,
Luiz Inácio Lula da Silva, de que en la OMC hay una
confrontación entre países ricos y pobres.
Por el
contrario, nuestros rivales ya no son más los países
industrializados sino los países en desarrollo, sostuvo
Botafogo en una entrevista periodística.
Lo que
interesa actualmente a Brasil es el mercado agrícola asiático,
especialmente de India y China, dijo. Es que Brasil exporta
ahora manufacturas a Estados Unidos e importa esos mismos
bienes de ese país, apuntó. La relación de "comercio
imperialista" que tenemos hoy es con China, no con
Estados Unidos, insistió el experimentado diplomático.
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