El
mercado financiero norteamericano,
a pique de fundirse
Por
Michael R. Krätke
Freitag
– Die Ost–West Wochenzeitung, 25/07/08
Sin Permiso, 27/07/08
Traducción de Casiopea Altisench
Tras los
rumores sobre su insolvencia, en sólo 14 días los dos
grandes bancos hipotecarios estadounidenses Fannie Mae y
Freddie Mac han perdido el 50% de su valor accionarial;
desde comienzos de año, el 76%. Así, tres cuartos de su
"valor de mercado" se ha evaporado. Si todavía se
necesitaba una prueba de que la crisis financiera
norteamericana entra en un nuevo estadio, ésta ha sido
concluyente.
Durante la
cumbre del G–8 en Hokkaido, Angela Merkel se las dio de
economista mundial. "Hemos tenido –soltó la
cancillera— una crisis subprime; hoy, vuelve a gotear en
cierto modo". Apenas regresada a casa, la crisis
financiera anunciaba con un aldabonazo su entrada en el
siguiente estadio: bancos y cajas de ahorros se desploman,
los mercados están desjarretados, el gobierno
estadounidense y la Reserva federal se emplean a fondo para
contener el pánico.
Ahora
tienen también los EEUU su caso Northern–Rock, como la
Gran Bretaña (1); sólo que visiblemente más drástico.
Desde comienzos de año, centenares de pequeñas financieras
hipotecarias han desaparecido del mercado, o por quiebra o
por absorción. Hace dos semanas, le tocó el turno al
segundo mayor banco hipotecario norteameriacano
independiente: el californiano IndyMac Bankcorp quebró tras
tres semestres seguidos de pérdidas milmillonarias, luego
de que sus clientes, a la vista del desplome de sus valores
accionariales, entraran en pánico y retiraran en sólo 11 días
1.300 millones de dólares.
En apenas
un año, IndyMac ha perdido el 98% de su valor en bolsa y
está ahora intervenido por el fondo federal de garantía de
depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés). Así, el
grueso de sus depósitos (hasta 100.000 dólares) queda
asegurado; el pato lo pagan los accionistas. De los cerca de
de 53 mil millones de reservas de que dispone el FDIC, y
conforme a los cálculos más optimistas, se han perdido ya
8 mil millones, porque la compra del insolvente banco apenas
reportará nada. Es, permítase decirlo, la mayor quiebra
bancaria en los EEUU de los últimos 20 años, desde el
desplome del Continental Illinois National Bank en 1984, y
la onda expansiva se propaga rápidamente. A los pocos días,
las acciones del banco de inversiones Lehman Brothers caín
un 37%, luego de saberse que había perdido en el último
trimestre casi tres mil millones de dólares: mucho dinero,
pero casi nada comparado con las pérdidas de entre nueve y
seis mil millones que los pesos pesados Citigroup y Merrill
Lynch han tenido en el mismo período.
Tres
anillos de salvación
Harto más
grave es, empero, el crac que acaban de sufrir las dos
mayores instituciones financieras hipotecarias de los EEUU,
las empresas públicamente patrocinadas Fannie Mae y Freddie
Mac, y que ha situado al núcleo del mercado hipotecario
norteamericano a pique de fundirse. Fannie Mae y Freddie Mac
no tenían en principio nada que ver con las hipotecas de
baratillo del segmento subprime, pro en los últimos años
entraron de lleno en el negocio de los derivados financieros
hipotecarios.
A causa de
la colosal magnitud de ambos gigantes, el gobierno y la
Reserva federal tuvieron que intervenir , pues entre las dos
empresas suman, en hipotecas y derivados hipotecarios, la
fabulosa cifra de casi 5,3 billones de dólares: casi la
mitad del volumen de todo el mercado hipotecario
norteamericano y cerca de un tercio del PIB estadounidense.
Su colapso sería desastre, entre otras cosas por los bancos
centrales extranjeros que tienen en sus portafolios masas de
títulos de ambas financieras hipotecarias. Puesto que los
EEUU –particularmente en Asia— dependen financieramente
de esos bancos, no pueden ignorar los intereses de los
mismos. Según las estimaciones de los expertos, sólo en la
tesorería del Banco Cenral chino se hallan unos 600
millones de dólares en títulos de Fannie Mae y Freddie
Mac, una décima parte del volumen de emisión.
El Estado
norteamericano ha dispuesto tres anillos de salvación
alrededor de Fannie y Freddie. Primero, levantará
provisionalmente el límite crediticio actual de ambas, que
es de 2,25 mil millones de dólares . En segundo lugar, el
estado comprará por vez primera acciones de empresas
patrocinadas por él mismo, cosa que debe autorizar el
Congreso. En tercer lugar, la Rserva federal abrirá su
ventana de descuentos y permitirá el acceso de Fannie Mae y
Freddie Mac a créditos de urgencia a los que hasta ahora sólo
podían acceder negocios y bancos de inversión privados. Un
detalle con pimienta: la Reserva federal exige garantías;
es decir, que se pongan a la venta títulos garantizados,
como los bonos del tesoro u obligaciones emitidas por
empresas públicamente patrocinadas (GSE, por sus siglas en
inglés). Ello es que, Fannie y Freddie son, con diferencia,
las mayores empresas públicamente patrocinadas; de modo que
la Reserva federal lo que hace, en la práctica, es
permitirles imprimir títulos de obligaciones o emitir
acciones que valdrán inmediatamente como préstamos de la
propia Rserva federal. Un negocio aventurero.
Hasta donde
alcanza a verse, Fannie y Freddie necesitarán ulteriores
inyecciones de capital en cantidades milmillonarias, de modo
que el gobierno estadounidense no tendrá más remedio la próxima
vez que nacionalizarlas. Si se llegara a un acto de salvación
de ese tenor, las deudas públicas de los EEUU se doblarían
de golpe.
Nuevas
burbujas especulativas
La
mencionada agencia pública de garantía de depósitos
(FDIC) tiene bajo su protección a más de 8.500 bancos y
cajas de ahorros. En su último informe trimestral, incluía
un listado de 90 bancos o cajas amenazados (¡el IndyMac
Bancorp no figuraba en la lista!). Desde entonces circulan
dossiers con listas de más de 150 candidatos a la quiebra
que podrían llegar a ejecutarse concurso antes de fin de año,
con pérdidas imposibles de compensar para la FDIC. Viene
aquí a la memoria la gran crisis bancaria norteamericana de
1990–91, cuando cientos de pequeñas y medianas cajas de
ahorros se desplomaron.
Hace sólo
unos días, la mayor caja de ahorros de los EEUU, la
Washington Mutual, perdió en la bolsa de Nueva York un 37%
del valor de sus acciones luego de saberse que había
perdido 26 mil millones de dólares en sus negocios con créditos
hipotecarios basura. Otros bancos regionales han vivido
también estos días pérdidas bursátiles de entre el 18 y
el 29 por ciento. Hay que esperar más noticias de este
tipo, porque en las próximas semanas vendrá la revisión
de una muchedumbre de créditos hipotecarios a interés
variable. Dicho de otra manera: la carga de los intereses si
disparará para millones de propietarios de vivienda.
No es,
pues, sorprendente que las financieras de automóviles y
empresas de tarjetas de crédito caigan en el hoyo de la
crisis, arrastrando así a otros bancos que nada tienen que
ver con los créditos hipotecarios. Puesto que las
aseguradoras estadounidenses, que responden a escala mundial
por préstamos por valor de 2,6 billones de dólares, están
también atrapadas en el dilema y negocian con los bancos un
plan de salvación, no se puede esperar de ellas mucha
ayuda. Aun cuando los bancos lleguen a un acuerdo con
grandes aseguradoras como Ambac y FGIC, caerán en los
ratings, de modo que los riesgos de desplome para todos los
bancos se dispararán y habrá que contar con ulteriores
amortizaciones y depreciaciones milmillonarias.
El jefe de
la Reserva federal, Ben Bernanke, ha hablado por primera vez
ante la comisión bancaria del Congreso de la amenaza de una
crisis sistémica del mercado financiero nacional. Casi al
mismo tiempo, habló en la misma sede, junto con Thomas
Jenkins, un alto ejecutivo de la "industria
financiera" norteamericana. Fue transparente: el actual
desastre sólo tiene una salida: más burbujas
especulativas. Sin un paso así, el sector financiero no
saldrá del cieno, la economía norteamericana no puede
sobrevivir sólo con "inversiones sanas".
De lo que se trataría es de encontrar (o de
inventar) lo antes posible nuevos objetos de especulación y
de hacérselos apetitosos al público, a fin de que la
industria financiera pueda compensar las pérdidas actuales
y las venideras. Una verdad digna de ser notada sobre el
capitalismo actual, en el que la relación entre booms y
bubbles –entre la economía "real" y la
financiera— se ha invertido.
(*)
Michael Krätke, miembro del Consejo Editorial de
SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho
fiscal en la Universidad de Ámsterdam e investigador
asociado al Instituto Internacional de Historia Social de
esa misma ciudad.
1.–
Este banco británico, duramente golpeado por la crisis, fue
salvado de la quiebra con una nacionalización provisional
el pasado febrero.
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