Mutación
de la crisis financiera que entra
en una fase crítica
Por
Jon Hilsenrath, David Enrich y Carrick Mollenkamp
Wall
Street Journal, 12/09/08
Cuando
ya se ha cumplido más de un año de la crisis de crédito
que empezó con las hipotecas de alto riesgo, el sistema
financiero vuelve a tambalear. Pese a los denodados
esfuerzos de las autoridades por contener los problemas, la
crisis amenaza con arrastrar a una amplia gama de
instituciones financieras.
En
momentos en que los precios de las acciones de Lehman
Brothers, Merrill Lynch y otras firmas de valores se
encuentran en una verdadera montaña rusa, es posible que la
crisis esté a punto de entrar en una fase crítica.
La
Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ya recortó
abruptamente las tasas de interés para contrarrestar el
congelamiento del crédito y puso a disposición de los
bancos líneas de crédito que no se utilizaban desde la
Gran Depresión, con la intención de mantener los mercados
financieros en funcionamiento. A su vez, el Departamento del
Tesoro colocó a las dos principales firmas hipotecarias del
país, Fannie Mae y Freddie Mac, bajo el control del
gobierno.
Las
autoridades federales y participantes del mercado enfrentan
los mismos problemas: ¿Por qué no han mejorado las cosas?
¿Qué se puede hacer ahora? ¿Debería el gobierno de
Estados Unidos dejar que una gran institución se hunda? ¿O
debería orquestar otro oneroso rescate?
Lehman,
una de las últimas grandes firmas independientes de Wall
Street, vio cómo su acción se precipitó un 42% el día
después de anunciar un plan para reducir su tamaño como
una forma de salir de la crisis. Ahora está en
conversaciones para ponerse en venta, aunque no está nada
claro quiénes serían los compradores.
La
acción de Merrill Lynch cayó 16,6%, a US$19,43. La de
Washington Mutual, el mayor banco de ahorros y préstamos de
EE.UU., fue vapuleada en la mañana de ayer pero cerró la
jornada con un alza de 22%.
De
momento, los mercados financieros en general no han entrado
en pánico. El Promedio Industrial Dow Jones ha oscilado
desde julio entre los 11.200 y los 11.800 puntos. Pese a que
registra una caída en lo que va del año, muchas bolsas de
Europa, Asia y América Latina han mostrado un desempeño
mucho peor. Las tasas de interés de referencia a corto
plazo se han mantenido estables en las últimas semanas.
Sin
embargo, otros indicadores financieros han vuelto a los
niveles de marzo, cuando la Fed y el Tesoro orquestaron el
repentino rescate de Bear Stearns, que quedó en manos de
J.P. Morgan. Los bonos chatarra, por ejemplo, rinden 8,55
puntos porcentuales más que los bonos del Tesoro, una
diferencia o spread similar al de marzo. Estos spreads se
amplían cuando los inversionistas se vuelven más temerosos
frente al riesgo.
A
los bancos, por su parte, les cuesta financiarse. El mes
pasado, sin ir más lejos, Citigroup Inc., AIG y American
Express Co. recibieron una débil demanda por emisiones de
bonos, lo cual subió los retornos que tuvieron que pagar.
"El
mercado no tiene tolerancia para la incertidumbre",
dice Laurence Fink, presidente ejecutivo de la gestora de
fondos BlackRock Inc.
Tres
factores ayudan a explicar la actual ola de incertidumbre.
Primero, la economía estadounidense muestra signos de
debilidad a medida que se desvanece el efecto del paquete de
estímulo fiscal. Un grupo de economistas encuestados por
WSJ.com pronostica que el consumo se contraerá durante el
tercer trimestre por primera vez en 17 años. El
abaratamiento de la energía está ayudando, pero no basta
para contrarrestar los daños provocados por el colapso
inmobiliario y el aumento del desempleo.
En
segundo lugar, los hogares y las instituciones financieras
no han concluido el doloroso proceso conocido como
desapalancamiento, en el que reducen su endeudamiento.
Todos
estos procesos se retroalimentan, creando un círculo
vicioso. El desapalancamiento contribuye a la caída en los
precios de las viviendas, lo que a su vez fuerza a las
instituciones financieras a un mayor desapalancamiento. De
igual manera, el descenso en los precios de los bienes raíces
exprime a los hogares, lo que hace que las personas reduzcan
sus gastos y retrasen la recuperación inmobiliaria. Las
numerosas intervenciones por parte del gobierno buscan
interferir en este ciclo, pero aún no han rendido frutos.
"No hay una tendencia hacia la mejoría. No hay una
mejoría, ni siquiera paulatina", dice Laurence Meyer,
ex gobernador de la Fed y ahora vicepresidente de la
consultora Macroeconomic Advisers LLC.
El
tercer problema es que las firmas financieras están pasando
cada vez más apuros para recaudar el capital que necesitan
para acelerar el proceso de desapalancamiento. En los últimos
doce meses, los fondos soberanos y otras instituciones han
inyectado miles de millones de dólares de capital fresco en
Lehman, Merrill Lynch, Citigroup, y otros gigantes de Wall
Street. Sin embargo, tras absorber pérdidas gigantescas en
estas inversiones, ahora se han mantenido al margen.
Las
autoridades europeas enfrentan un reto similar. Los bancos
centrales buscan dar con el financiamiento más adecuado
para los bancos en problemas. Los ingleses decidieron no
ampliar un plan de financiamiento extraordinario que expira
el 21 de octubre. "Los bancos centrales no pueden
proveer financiamiento indefinidamente", señaló el
gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King.
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