Financistas
en ruinas piden el socorro publico
Ahora
el estado no parece tan malo
Por
Mark Steel
The Independent / PáginaI12, 17/09/08
Traducción de
Celita Doyhambéhère
Hemos
tenido treinta años de banqueros y financistas
insondablemente ricos que eran justificados como parte del
libre mercado. De manera que se jactaban: “Acabo de
recibir mis dividendos del verano y gasté parte de ellos en
una pequeña nación africana que incendié para
divertirme”, o iban a restaurantes que cobraban mil libras
por comidas tales como espárragos hervidos en lágrimas de
pandas o compraban automóviles que funcionaban con
diamantes líquidos y todo eso era una prueba de que vivíamos
en una sociedad libre en la que nos pagaban lo que valíamos
y no podíamos confiar en dávidas del estado.
Luego
cuando la mentira se cae a pedazos, van directamente al
gobierno chillando: “Podemos recibir una dávida de estado
gratis por favor, nuestro banco ha quebrado”.
Son como
estudiantes malcriados que buscan a sus padres para que les
den más dinero porque han gastado la suma del año en una
semana. Pero este gobierno sensiblero dirá: “Ya
recibieron cincuenta mil millones de libras, ¿qué han
hecho con ellas? Bueno, está bien, acá hay otros cincuenta
mil millones que estábamos reservando para aparatos de diálisis,
pero esta vez tengan cuidado”.
Como Gordon
Brown se ha hecho tan amigo de Thatcher, quizá la pueda
utilizar. Ya que ella está por dar un discurso en la
conferencia conservadora, en una habitación llena de
ejecutivos, la debería mandar a decir: “No pueden seguir
gastando más de lo que ganan. No podemos permitir que
aquellos que no se pueden sostener por sí solos vivan a
costa del Estado”.
Luego debería
mandarlos al centro de empleos. Al principio se quejarán:
“No hay nada para mí aquí. Me entrené durante dos horas
enteras para conseguir mis calificaciones de parásito y no
hay empleos para parásitos en ningún lado por el
momento”.
Luego,
igual que la gente que reclamaba beneficios, tiene que
devolver el dinero cuando esté trabajando, todos los
dividendos que recibieron por fomentar las acciones de sus
empresas tendrán que ser devueltos, ahora que las acciones
no valen nada.
Y si no lo
tienen, deberían ser arreados a una nueva categoría social
llamada “pensión para esclavos”, en la cual pasen el
resto de sus vidas haciendo recados para todas aquellas
personas cuyas pensiones arruinaron.
En cambio,
los políticos y los empresarios se juntarán y dirán:
“Parece que todo lo que hemos dicho durante 30 años
resulta ser una mentira. En estas circunstancias, es
imperativo que esas personas que se han hecho inmensamente
ricas creando esta mentira, debieran ser compensadas en gran
forma.
Es también
de gran importancia que no le prestemos atención a nadie
que nos advirtiera que esto iba a terminar en una porquería,
ya que las únicas personas confiables que nos pueden sacar
de aquí son aquellas que nos pusieron aquí”.
Ahora el
Estado no parece tan malo.
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