EEUU
no tiene activos propios que le sirvan para continuar su
control sobre el mundo
¿Una
superpotencia hegemónica...
dependiente del capital extranjero?
Por
Paul Craig Roberts (*)
Information Clearing House, 24/09/08
Rebelión,
26/09/08
Traducido por Germán Leyens
¿Recordáis
los buenos tiempos en los que la amenaza económica1 era sólo
una recesión? La Reserva Federal estimulaba la economía
con bajos tipos de interés hasta que la economía se
sobrecalentaba. Los precios aumentaban, y los sindicatos hacían
huelgas para mejorar las prestaciones. Entonces la Reserva
Federal apretaba los frenos y elevaba las tasas de interés.
El aumento del suministro de dinero disminuía. Los
inventarios crecían, y causaban despidos. Al enfriarse la
economía, el ciclo se reiniciaba.
Lo lindo de
las recesiones del Siglo XX era que los puestos de trabajo
volvían cuando la Reserva Federal reducía las tasas de
interés, al aumentar la demanda de los consumidores. En el
Siglo XXI, los puestos de trabajo han sido llevados al
extranjero para no volver. Más de tres millones de puestos
manufactureros de EEUU fueron perdidos con Bush en la Casa
Blanca. Esos puestos de trabajo representan ingresos de
consumidores y oportunidades profesionales que EEUU nunca
volverá a tener.
En el Siglo
XXI la economía de EEUU sólo ha creado nuevos puestos de
trabajo globales en tareas domésticas de baja paga, como
ser meseras, cantineros, personal sanitario, y oficinistas
en el comercio minorista. Trabajos que ofrecían
posibilidades de movilidad ascendiente hacia la clase media
están siendo exportados u ocupados por extranjeros que
llegan con visas de trabajo. Actualmente, cuando alguien
compra algo con marca estadounidense, está apoyando el
crecimiento económico y los ingresos de consumidores en
China e Indonesia, no en Detroit y Cincinnati.
En el Siglo
XX, el crecimiento económico resultaba de la mejora de
tecnologías, de nuevas inversiones, y de aumentos en la
productividad del trabajo, que aumentaban los ingresos de
los consumidores y su poder de compra. Al contrario, en el
Siglo XXI, el crecimiento económico ha resultado de la
expansión de la deuda.
La mayoría
de los estadounidenses han visto poco, si algún, aumento de
sus ingresos en el Siglo XXI. En su lugar, los consumidores
han mantenido en marcha la economía utilizando al máximo
sus tarjetas de crédito y refinanciando sus hipotecas a fin
de consumir el valor de sus casas.
Los que han
recibido mejoras de sus ingresos en el Siglo XXI han sido
los altos ejecutivos corporativos, los accionistas de
corporaciones que subcontratan en el extranjero, y
corporaciones financieras.
Mediante el
reemplazo de mano de obra estadounidense a 20 dólares por
hora por la china a 1 dólar por hora, los beneficios de las
corporaciones que subcontratan en el extranjero han
prosperado muchísimo, haciendo subir los precios de las
acciones y bonificaciones por “rendimiento” de los
presidentes de las corporaciones. Con Bush/Cheney, los
republicanos han resucitado su política de favorecer a los
ricos por sobre los pobres. John McCain hizo suya la actual
clase de altos ingresos con su pulla de que eres de clase
media si tienes un ingreso anual de menos de 5 millones de dólares.
Las compañías
financieras han logrado enormes beneficios securitizando
flujos de ingresos contra riesgos desconocidos y vendiendo
valores respaldados por activos a fondos de pensión y a
inversionistas dentro y fuera del país.
La actual
recesión es sólo una pequeña parte de la amenaza que
enfrentamos. La desregulación financiera, las bajas tasas
de interés de Alan Greenspan, y la creencia en que el
mercado es el mejor regulador de riesgos, han creado una pirámide
de riesgo altamente apalancada sin el respaldo adecuado de
capital o colateral del riesgo. Consecuentemente, una amplia
variedad de instituciones financieras están amenazadas por
la insolvencia, amenazando con un colapso comparable a las
quiebras de bancos que redujeron el suministro de dinero y
de crédito y produjeron la Gran Depresión.
Washington
ha tardado en reconocer el problema actual. Una rueda de
molino alrededor del cuello de cada institución financiera
es la regla de ajuste al mercado, una “reforma”
inconsiderada de una crisis previa por la que se culpó a la
contabilidad fraudulenta que sobre-evaluó activos en los
libros. Como resultado, las instituciones actuales tienen
que evaluar sus activos al valor del mercado actual.
En la
actual crisis esa regla ha resultado ser una maldición.
Valores respaldados por activos, como ser las obligaciones
hipotecarias colateralizadas, enfrentaron su ajuste a
precios de mercado en circunstancias motivadas por el pánico.
El propietario de un bono respaldado por 1.000 hipotecas no
sabe cuántas de las hipotecas son buenas y cuántas son
malas. La inseguridad erosiona el valor del bono.
La
insolvencia surge amenazante cuando cantidades importantes
de tales valores no-probados forman parte del balance. Los
bonos son vendidos bajo su valor a fin de conseguir una
parte de su valor. Merrill Lynch vendió sus valores
respaldados por activos a veinte centavos por dólar, aunque
es poco probable que un 80% de los instrumentos hayan
carecido de valor
La regla de
ajuste al mercado, junto con los valores sospechosos de los
valores respaldados por activos y obligaciones de deuda
colateralizada y swaps, permitieron que vendedores al
descubierto ganaran fortunas haciendo bajar los precios de
las acciones de los bancos de inversión, empeorando así la
crisis. Con la reducción de su capitalización, los bancos
de inversión ya no pudieron pedir prestado. Las autoridades
tardaron bastante antes de detener las ventas al
descubierto, y éstas deben recomenzar el 3 de octubre o
cerca de esa fecha.
Si se
hubiera suspendido la regla de ajuste al mercado y prohibido
las ventas al descubierto, la crisis podría haber sido
mitigada. En su lugar, la crisis se intensificó, provocando
que el Tesoro de EEUU propusiera tomar la responsabilidad
por 700.000 millones de dólares más en instrumentos
financieros con problemas, aparte de los planes de rescate
de Fannie Mae, Freddie Mac, y AIG. Al parecer las garantías
del Tesoro también se extienden a fondos del mercado
monetario.
Todo esto
tiene sentido a un cierto nivel. ¿Pero qué pasará si los
700.000 millones de dólares no detienen la marea y se
necesitan otros 700.000 millones? ¿En qué punto erosiona
la asunción de obligaciones por el Tesoro su propia imagen
crediticia?
Esta crisis
llega en el peor momento posible. Guerras injustificadas y
gastos militares en busca de la hegemonía mundial de EEUU
han inflado el déficit del presupuesto federal, que aumenta
aún más con la recesión. Masivos déficit comerciales,
aumentados por la subcontratación en el extranjero de
bienes y servicios, no pueden ser eliminados por la
capacidad de exportación de EEUU.
Estos
grandes déficit son financiados por extranjeros, y la
intranquilidad extranjera han llevado a una disminución del
valor del dólar de EEUU en relación a otras divisas
negociables, metales preciosos, y petróleo.
El Tesoro
de EEUU no tiene a mano 700.000 millones de dólares para
comprar los activos conflictivos de las instituciones
problemáticas. El Tesoro tendrá que pedir prestados los
700.000 millones de dólares en el extranjero.
La
dependencia del plan de rescate del Secretario del Tesoro
Paulson de la disposición extranjera de absorber más papel
del Tesoro a fin de que éste tenga el dinero necesario para
rescatar a las instituciones con problemas es una prueba
concreta de que EEUU está en una posición dependiente en
lo financiero que es incongruente con el estatus de
“superpotencia” de EEUU.
EEUU no es
una superpotencia. EEUU es un país dependiente en lo
financiero que dirigentes extranjeros pueden cerrar cuando
quieran.
Washington
aún no lo sabe. La arrogancia estadounidense puede llevar
al gobierno y al Congreso a una solución de salvataje que
el resto el mundo, que tiene que financiarla, podría
rechazar.
Actualmente
la lucha entre el gobierno y el Congreso respecto al plan de
rescate tiene que ver con si el salvataje va a incluir a los
electores potenciales pobres de los demócratas así como a
los ricos de los republicanos. Los republicanos, en su mayor
parte, y los embaucadores de los medios, hacen lo posible
por excluir al estadounidense de a pie del plan de rescate.
Una
característica menos apreciada del plan de rescate de
Paulson es su demanda de libertad de responsabilización. El
Congreso se negó a aceptar la demanda de Paulson de que la
conducción del salvataje por parte del poder ejecutivo no
sea verificable por el Congreso o los tribunales: “Las
decisiones del Secretario en conformidad con la autoridad de
esta Ley no son verificables y sometidas a la discreción de
la agencia.” Sin embargo, el Congreso sustituyó para su
propia autoridad un “consejo” que posiblemente consistirá
de las partes rescatadas, con lo que quiero decir los
electorados republicanos y demócratas. El control sobre el
sistema financiero que daría el salvataje al poder
ejecutivo significaría, en efecto, capitalismo de Estado o
fascismo.
Si
agregamos el capitalismo de Estado al éxito del gobierno de
Bush en la erosión de la Constitución de EEUU y del poder
del Congreso, podríamos estar presenciando la muerte
definitiva del gobierno constitucional responsable.
EEUU podría
estar a un paso de una decisión de prestatarios extranjeros
de dejar de financiar a un país que pretende ser una
potencia hegemónica con el derecho y la virtud de imponer
su voluntad al resto del mundo. EEUU puede estar en guerra
en Iraq y Afganistán y puede iniciar enfrentamientos con Irán,
Pakistán y Rusia, porque los chinos, los japoneses y los
fondos de riqueza soberana de los reinos petroleros
financian las guerras y los presupuestos militares de EEUU.
Aparte de armas nucleares, que también poseen otros países,
EEUU no tiene activos propios que le sirvan para continuar
su control sobre el mundo.
EEUU no
puede ser una potencia hegemónica sin financiamiento
extranjero. Todo indica que el resto del mundo se está
cansando de la arrogancia de EEUU.
Si la
asunción por el Tesoro de EEUU de responsabilidades por el
rescate se hace excesiva, el dólar de EEUU perderá su
papel de moneda de reserva. El minuto en que eso ocurra,
cesará el financiamiento extranjero de los déficit
mellizos de EEUU, así como del salvataje. El gobierno de
EEUU tendría que recurrir a la impresión de papel moneda
como lo hizo la Alemania de Weimar.
Por ahora,
este problema pendiente está oculto a la vista, porque en
tiempos de pánico, la tradición es huir hacia la
“seguridad”, es decir, hacia obligaciones de la deuda
del Tesoro de EEUU La seguridad de los títulos de deuda del
Tesoro será revelada por la dimensión del salvataje.
(*)
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el
gobierno de Ronald Reagan. Asimismo, fue redactor jefe
asociado del Wall Street Journal, en su sección de
editoriales, durante 16 años columnista de Business Week, y
columnista de Scripps Howard News Service and Creator’s
Syndicate en Los Angeles. Ha ocupado numerosas cátedras
universitarias, incluyendo la Cátedra William E. Simon
Chair en Economía Política, Centro de Estudios Estratégicos
e Internacionales, Universidad de Georgetown e Investigador
Invitado Sénior, Hoover Institution, Universidad Stanford.
Fue condecorado con la Legión de Honor por el Presidente de
Francia y con la Medalla de Plata del Tesoro de EEUU por
“sobresalientes contribuciones a la formulación de la política
económica de EEUU” Es co-autor de “The Tyranny of Good
Intentions.”
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