Colapso
financiero global
Por Michel
Chossudovsky (*)
Global
Research, 25/09/08
Lunes
sangriento: 15 de septiembre de 2008
La media
industrial del Dow Jones (DJIA, en sus siglas inglés) bajó
ese día 504 puntos (4,4%), la mayor caída registrada desde
el 17 de septiembre de 2001, fecha en la que se reanudaron
las actividades tras los ataques del 11–S.
El desplome
financiero prosigue incontenible y el Dow Jones ha llegado a
bajar 800 puntos en menos de una semana. Los mercados bursátiles
del mundo están interconectados “alrededor del reloj” a
través de los enlaces instantáneos vía ordenador. La
volatilidad de Wall Street se “derrama” así a toda
velocidad sobre los mercados bursátiles asiáticos y
europeos, empapando todo el sistema financiero.
La
crisis financiera más seria desde el Crac de Wall Street de
1929
Las
implicaciones de esta crisis, al situarlas en un contexto
global y teniendo en cuenta la inestabilidad generada por el
comercio especulativo, son de largo alcance.
Sin
embargo, la crisis no ha tocado fondo aún en modo alguno.
Y, potencialmente, podría llegar a trastocar los cimientos
mismos del sistema monetario internacional. Las
repercusiones que tendría sobre la vida de la gente en EEUU
y en todo el planeta serían muy graves.
La crisis
no se limita al colapso de los mercados financieros, también
está en peligro la economía real –nacional e
internacional–, así como sus instituciones y
subestructuras productivas.
Cuando los
valores de la bolsa se derrumban, los ahorros de toda la
vida de las familias merman o se evaporan, por no mencionar
los fondos de pensiones.
El colapso
financiero repercute inevitable y violentamente en los
mercados de consumo, en el mercado de la vivienda y, más
ampliamente, en el proceso de inversión en la producción
de bienes y servicios.
La
guerra y la crisis de la economía
El hecho más
destacable es que ese desplome de los valores de la bolsa se
produce en la encrucijada de una aventura militar
importante. La crisis financiera global va íntimamente
relacionada con la guerra.
Al dedicar
un presupuesto desbocado al sector de la defensa se incide
de forma nefasta en los sectores civiles de la actividad
económica. La economía de guerra repercute directamente
sobre la política monetaria y fiscal. Los gastos en defensa
suponen más de 500.000 millones de dólares. Además, hay
otros 70.000 millones de dólares destinados ya a “cubrir
costes de guerra en los primeros meses de la próxima
administración”. Estas sumas, combinadas, representan el
grado más alto de gastos militares desde el final de la
Segunda Guerra Mundial (una vez hechos los ajustes
necesarios por la inflación)”. (Csmonitor.com, 6 de
febrero de 2008).
“La
guerra es buena para hacer negocios”: Los poderosos grupos
financieros que rutinariamente manipulan los mercados de
valores, los mercados de la moneda y las materias primas están
también fomentando la continuación y escalada de la guerra
en Oriente Próximo. La crisis financiera se refiere a la
estructura de la inversión pública estadounidense en la
economía de guerra frente a la financiación, mediante los
dólares de los impuestos, de programas sociales civiles.
“Esto cuestiona también, en un plano más amplio, el
papel del Tesoro y del sistema monetario estadounidenses,
dedicados de forma implacable a financiar el complejo
industrial militar y la guerra en Oriente Próximo a costa
de la mayoría de sectores de la actividad económica
civil”. (Véase Michel Chossudovsky, The Democrats endorse the “Global War on
Terrorism”: Obama “goes after” Osama, 29 de agosto de
2008)
La guerra
se emprende para cosechar beneficios y se financia con la
expansión masiva de dólares por todo el mundo a través de
deuda pública. Guerra y Globalización van de la mano. Wall
Street, las compañías petroleras y los contratistas de la
defensa tienen intereses simultáneos y coincidentes. Las
compañías petroleras están detrás del aumento
especulativo de los precios del crudo en el mercado energético
londinense.
A su vez y
como consecuencia de la agenda militar, la economía civil
estadounidense está en crisis, mientras los recursos de la
nación, incluidos los dólares de los impuestos, se desvían
para financiar una guerra multimilmillonaria en Oriente Próximo.
La
avalancha especulativa
La
contienda mundial para apoderarse de las riquezas a través
de la “manipulación financiera” es la fuerza motriz que
subyace en esta crisis. Es la fuente del torbellino económico
y de la devastación social.
¿Cuáles
son las causas subyacentes? Lo que prevalece es un entorno
financiero sin regla alguna, caracterizado por un comercio
especulativo extenso.
La historia
de la desregularización data de los comienzos de la
administración Reagan. Debido al colapso de mercado bursátil
de 1987, Wall Street advirtió al Tesoro estadounidense que
no interfiriera en los mercados financieros. Una vez
liberadas del control gubernamental, se invitó a las bolsas
de Nueva York y Chicago a que establecieran sus propios
procedimientos reglamentarios.
La
autoridad para regular el mercado ya no recaía en el Estado
sino en los directivos bursátiles que sirven directamente a
los intereses de los especuladores institucionales.
La crisis
de Wall Street es parte de un proceso de guerra financiera.
Desde la
crisis de 1987, se ha venido desplegando una nueva era de
intensa competencia financiera.
La
desreglamentación financiera en EEUU ha creado un entorno
que favorece una concentración sin precedentes del poder
financiero global.
A lo que
nos estamos enfrentando es a un conflicto entre
conglomerados financieros en competencia.
El colapso
financiero está íntimamente relacionado con el crecimiento
incontrolado de operaciones especulativas muy apalancadas.
Los
fondos de cobertura
Los fondos
de cobertura juegan un papel principal en todo este proceso
de reestructuración. Esas transacciones especulativas (toda
la panoplia de fondos derivados, opciones, futuros, fondos
de inversión relacionados con los índices de mercado,
etc.) negociadas a menudo mediante fondos de cobertura
ocultan el funcionamiento de las transacciones bursátiles y
su relación con la actividad económica real.
Los fondos
de cobertura son fondos de inversión privados que
administran la agrupación de fondos de inversores
adinerados. Aunque van unidos a menudo a instituciones
financieras importantes, están fuera de cualquier
reglamentación. Operan con grandes fondos comunes de
dinero–capital que se utilizan para emprender
transacciones especulativas muy apalancadas. Estas tienen la
característica de que pueden cosechar beneficios cuando el
mercado está al alza, pero también cuando está a la baja.
Ventas
al descubierto
El colapso
del mercado bursátil puede ser una operación absolutamente
rentable. Con información previa desde dentro, el colapso
del mercado de valores constituye (mediante las ventas al
descubierto) una oportunidad lucrativa para ganar muchísimo
dinero para toda una categoría selecta de especuladores
poderosos que tienen capacidad para manipular el mercado en
la dirección apropiada en el momento adecuado.
Hay
indicios de que ha existido una conspiración cuidadosamente
orquestada para provocar el colapso de varias instituciones
financieras importantes mediante descaradas manipulaciones.
“Las
ventas al descubierto”, junto a la propagación de falsos
rumores, se han utilizado como estrategia para provocar el
colapso de acciones en Wall Street, incluyendo las de
Lehman, Morgan Stanley y Goldman Sachs.
“Los
vendedores al descubierto tienen como objetivo aprovecharse
de la bajada de las acciones comprando habitualmente
acciones con dinero prestado para venderlas y comprarlas de
nuevo cuando su precio ha bajado. En las ventas al
descubierto “manifiestamente” abusivas, el vendedor no
ha pedido dinero prestado para comprar las acciones y no se
las ha llegado a traspasar al comprador”.
Algunos
participantes en el mercado dicen que vendedores abusivos al
descubierto han contribuido a la quiebra de compañías
tales como Lehman Brothers al obligar a bajar los precios de
las acciones.
El miércoles
pasado, John Mac, jefe ejecutivo de Morgan Stanley, dijo a
los empleados en un memorándums: “¿Qué es lo que está
sucediendo ahí fuera? Para mí está muy claro, estamos en
medio de un mercado controlado por el miedo y los rumores, y
los vendedores al descubierto están haciendo caer nuestras
acciones”. (Financial Times, 17 de septiembre de 2008).
Las
autoridades reguladoras han reconocido que el colapso de
Bear Sterns del pasado marzo fue consecuencia de las ventas
al descubierto. “Los reguladores han estado investigando
una combinación de ventas al descubierto y rumores falsos
como parte del problema”. (Wall Street Journal, 18 de
septiembre de 2008)
Merril
Lynch está en venta y Lehman Brothers en bancarrota. Esos
no son acontecimientos fortuitos. Son el resultado de las
manipulaciones de poderosas instituciones financieras
rivales, que ponen en marcha operaciones especulativas
altamente apalancadas para conseguir sus objetivos
desplazando o adquiriendo el control de una institución
financiera rival.
El actual
colapso financiero no tiene nada que ver con las fuerzas del
mercado: se caracteriza por ser una guerra financiera entre
especuladores institucionales rivales.
El
mercado del crudo
El comercio
especulativo apalancado empujó al alza el precio del crudo
hasta grados extremos, alcanzándose el pico en julio de
2008, momento a partir del cual se invirtió rápidamente la
orientación del comercio especulativo, llevando a un
desplome espectacular en los precios del petróleo (Ver gráfico).
Esas
instituciones financieras y/o inversores que tienen
capacidad para manipular el movimiento de los precios del
crudo, y que tenían conocimientos previos y capacidad para
determinar el calendario del aumento especulativo y del
consiguiente colapso, pudieron cosechar inmensas cantidades
de beneficios tanto durante los movimientos al alza como a
la baja del precio del petróleo.
“El
movimiento en los precios globales en los valores
mercantiles de Nueva York y Chicago no guarda relación
alguna con los costes de producción del petróleo. La
espiral en el precio del crudo no es consecuencia de una
escasez de petróleo. Se estima que el coste de un barril de
petróleo en Oriente Próximo no supera los 15 dólares. Los
costes de un barril de petróleo extraído de las arenas de
alquitrán de Alberta, Canadá, es del orden de 30$”. (Para
ampliar detalles, véase: Michel Chossudovsky, The Global
Crisis: Food, Water and Fuel, Three Fundamental Necessities
of Life in Jeopardy”, Global Research, julio 2008)
Reestructuración
económica global
La crisis
económica es el resultado de un proceso de reestructuración
macroeconómica y financiera que se inició en los primeros
años de la década de 1980. Es la consecuencia de un marco
político: las reformas de los sectores comerciales y
financiero bajo los auspicios de la Organización Mundial
del Comercio, por no mencionar la imposición de las
terribles reformas macroeconómicas del Fondo Monetario
Internacional, habitualmente denominadas programas de ajuste
estructural. Todo ello unido al empobrecimiento de grandes
sectores de la población mundial.
La crisis
de la deuda de los primeros años de la década de 1980
desencadenó una oleada de fusiones corporativas, compras de
acciones y bancarrotas. Esos cambios prepararon a su vez el
camino para la consolidación de una nueva generación de
financieros agrupados alrededor de grandes bancos
mercantiles, inversores institucionales, firmas de correduría
de bolsa, grandes compañías de seguros, etc. En este
proceso, las funciones de la banca comercial se unen a las
de los bancos inversores y los broker, llevando todo ello a
la consolidación de un puñado de conglomerados financieros
globales.
El uso no
controlado de instrumentos especulativos complejos ha hecho
que Wall Street disponga de los medios necesarios para
extender su imperio financiero global. El principal avance
de este proceso no consiste en la supervisión del mercado
de valores per se. Más bien reside en el control de los
mercados lucrativos a través de instrumentos especulativos
–derivativos, opciones, futuros, coberturas, etc.– donde
el ámbito para la manipulación y el tráfico de información
confidencial son mucho más grandes.
Wall Street
consiguió el dominio financiero a través del control
institucional de los canales del comercio especulativo. Este
control también le facilitó, como en el caso de la crisis
asiática, la base para debilitar el papel de los bancos
centrales, haciéndose con el dominio de los reinos de la
política monetaria, de los mercados bursátiles y de los
mercados monetarios. Tan sólo en la crisis asiática de
1997 se llegaron a confiscar, en cuestión de meses, más de
100.000 millones de dólares de las bóvedas de los bancos
centrales de Asia; similares asaltos especulativos se
llevaron a cabo en Rusia en 1998 y en Brasil en 1999.
Esos
acontecimientos fueron seguidos de una burbuja espectacular
y de la quiebra de las acciones de dot.com, cuando el índice
compuesto NASDAQ subió a más de 5.000 puntos en marzo de
2000, con el consiguiente colapso, provocando una cadena de
ventas a causa del pánico (Véase abajo)
“NASDAQ
(1994–2008). Pico alcanzado por Dot.com en marzo de
2000”
El
Acta de Modernización de los Servicios Financieros de 1999
[1]
En 1999, el
Congreso estadounidense adoptó el Acta de Modernización de
los Servicios Financieros (Gramm–Leach Bliley Act). Tras
largas negociaciones, se revocaron “de un plumazo” todas
las restricciones reglamentarias existentes sobre los
poderosos conglomerados bancarios de Wall Street.
Bajo las
nuevas normas ratificadas por el Senado estadounidense y
aprobadas por el presidente Clinton, los bancos comerciales,
las firmas de broker, los inversores institucionales y las
compañías de seguros podían invertir libremente en
cualquier negocio e integrar completamente sus operaciones
financieras. La legislación revocó el Acta
Glass–Steagall de 1933, un pilar de la “política de
recuperación económica y social de los años 30” [New
Deal] del Presidente Roosevelt, puesta en marcha en
respuesta al ambiente de corrupción, manipulación
financiera y “tráfico de influencias” que provocaron más
de 5.000 quiebras bancarias en los años siguientes al crac
de Wall Street de 1929. (Véase Martin, MacLaughlin, Clinton Republicans agree to deregulation of
US banking system, World Socialist Website, 1 de noviembre
de 1999).
El
frenesí de las fusiones
Se
realizaron varias fusiones bancarias elefantíacas
(incluidas las del National Bank Corp con el Bank of America
y la del Citibank con Traveler Group), que fueron aprobadas
por la Junta de la Reserva Federal (en abierta violación de
la legislación anterior a la aprobación del Acta de
Modernización Financiera de 1999).
En los años
anteriores a la inauguración de la administración Bush, se
había desarrollado un proceso de intensa rivalidad
financiera. El Nuevo Orden Mundial, en gran medida bajo
dominio del capital financiero estadounidense, trataba de
aplastar a los conglomerados bancarios rivales de Europa
Occidental y Japón y de sellar alianzas estratégicas con
un “club selecto” de gigantes bancarios británicos y
alemanes.
“The
Shape of Things to Come” [2] (La forma de las cosas por
venir)
Las
fusiones de los bancos (llevadas a cabo antes de la
legislación de 1999 en violación del Acta
Glass–Steagall) no fueron más que “la punta del
iceberg”, la forma de las cosas por venir. La revocación
del Acta Glass–Steagall había creado un contexto que se
trasladó a un puñado de conglomerados financieros.
Actualmente,
lo que prevalece de facto es un sistema de regulaciones
privadas. El cambiante “supermercado financiero global”
está controlado por los gigantes de Wall Street. Por todo
el país, los bancos de ámbito estatal acabaron desplazados
o absorbidos por los gigantes financieros, provocando una
serie mortal de quiebras bancarias.
A su vez,
los poderes de supervisión de la Junta de la Reserva
Federal, cada vez más directamente dominada por Wall
Street, aparecían significativamente debilitados. En EEUU,
los gigantes financieros tienen capacidad para estrangular
negocios de ámbito local y ensombrecer la economía real.
De hecho, debido a la ausencia de competencia, la legislación
de 1999, que fue una iniciativa del Senador Phil Gramm,
autorizó también a los gigantes de los servicios
financieros (eludiendo a la Junta de la Reserva Federal y
actuando en tácita colusión unos con otros) para que
fijaran la estructura de tasas de interés como a ellos les
conviniera:
“A pesar
de las inminentes señales de peligro, la legislación de
1999 parece ignorar totalmente la historia de los fracasos
de los mercados bursátiles desde el comienzo de la
“crisis asiática” a mediados de 1997. Las repercusiones
económicas y sociales en un sistema financiero globalmente
integrado –por no mencionar los riesgos de un colapso
financiero global consecuencia de la ausencia de
regulaciones financieras– son mucho más graves hoy [1999]
que durante los años que siguieron al crac de Wall Street
de 1929. (Michel Chossudovsky, notas no publicadas sobre el
Acta de Modernización de los Servicios Financieros de 1999,
Legislación, noviembre de 1999).
Arquitectura
financiera global
El Acta de
Modernización de los Servicios Financieros no debería
considerarse de forma aislada como un procedimiento doméstico
limitado al paisaje financiero estadounidense.
El impacto
de la legislación se extendió más allá de las fronteras
del sistema financiero estadounidense. Los cambios
institucionales que trajo consigo, incluida la concentración
y centralización de poder en manos de un pequeño número
de gigantes financieros, contribuyeron en gran medida a la
inquebrantable búsqueda de la dominación financiera global
por parte de Wall Street.
La pelea de
ámbito mundial para apropiarse de las riquezas mediante la
“manipulación financiera” era la fuerza motor existente
tras esa reestructuración de la arquitectura financiera
global de la que era parte integral la legislación
estadounidense de 1999, estableciendo un modelo de reforma
financiera en diferentes partes del mundo.
Aunque la
legislación de 1999 no rompía por sí misma las barreras a
los movimientos de capital, en la práctica capacitaba a
jugadores clave de Wall Street para entrar en los mercados
de servicios financieros de los países en desarrollo y
consolidar una posición hegemónica en la banca mundial,
eclipsando y finalmente desestabilizando los sistemas
financieros de Asia, Latinoamérica y Europa Oriental…
El
Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización
Mundial del Comercio (OMC)
Bajo los
auspicios del FMI y de la OMC, la desregulación financiera
estadounidense ejerció una influencia decisiva a la hora de
“marcar el paso” de la reforma financiera global. La
Legislación de 1999 era parte de una agenda financiera
global, que consistía en desregular los movimientos de
capital, liberalizando la banca doméstica y los mercados de
capital por todo el mundo y abriendo los mercados nacionales
de servicios financieros a los conglomerados financieros
globales, todo ello auspiciado por la OMC.
En función
de la agenda de la OMC, fue implementándose toda esa
legislación junto con la reorganización del comercio
global y la arquitectura financiera. Bajo el Acuerdo General
de los Servicios Comerciales (GATS, en sus siglas en inglés),
los países en vías de desarrollo se habían comprometido a
liberalizar completamente sus servicios financieros, es
decir, que los gobiernos nacionales, que ya estaban
controlados por sus acreedores externos, no podían impedir
que los gigantes de Wall Street entraran y absorbieran los
bancos nacionales y las instituciones financieras.
Conjuntamente
con las provisiones del Acuerdo de Servicios Financieros y
el GATS, la legislación bancaria de 1999 adoptada en EEUU
posibilitó que un puñado de conglomerados bancarios
tuvieran capacidad para desestabilizar el escenario
financiero interno de los países en desarrollo.
La radical
desregulación de la banca estadounidense confirió poderes
sin precedentes a los conglomerados financieros de Wall
Street para adquirir y apoderarse de las instituciones
bancarias de todo el mundo.
Lo que se
pretendía era avanzar hacia un supermercado financiero
mundial controlado por un puñado de instituciones
financieras globales que penetran e impregnan la estructura
de las economías nacionales.
Dos
importantes acuerdos (negociados bajo la OMC) contribuyeron
a “afianzar los derechos de los bancos globales” en el
derecho internacional, lo que supuso (según los críticos)
la concesión de “derechos fundamentales” a los bancos
que anularan los contenidos de sus constituciones
nacionales. Las provisiones tanto del GATS como del Acuerdo
de Servicios Financieros (FTA, siglas en inglés) sirvieron
para desarticular los impedimentos que aún quedaban frente
a los flujos de capital, lo que significó que el Bank of
America o el Citigroup podían ir donde se les antojara y
provocar la bancarrota de bancos e instituciones financieras
nacionales.
Además,
con el apoyo del FMI, los conglomerados de Wall Street y sus
socios japoneses y europeos reforzaron y consolidaron su
papel como las instituciones acreedoras más importantes del
mundo, financiando rutinariamente la deuda pública,
supervisando la conducta de la política presupuestaria
estatal, concediendo préstamos sindicados a corporaciones
industriales, supervisando la privatización de las
corporaciones estatales sacadas a subasta en el contexto de
un acuerdo de rescate económico del FMI, etc.
Guerra
financiera: Los poderes del engaño
Las armas
desplegadas por Wall Street son el conocimiento previo y la
información interna, la capacidad de manipular con la
capacidad de predecir los resultados, la difusión de
información engañosa o falsa sobre los acontecimientos
económicos y las tendencias del mercado. Todos estos
diversos procedimientos están bien descritos como “los
poderes del engaño” que las instituciones financieras
utilizan de forma habitual para embaucar a los inversores.
El arte del
engaño se dirige también contra sus competidores
bancarios, que están apostando en los mercados de derivados
y futuros, en valores, moneda y materias primas.
Aquellos
que tienen acceso a información privilegiada (política, de
inteligencia, militar, científica, etc.) llevarán
invariablemente ventaja en la gestión de esas transacciones
especulativas muy apalancadas, que son fuente de inmensas
ganancias financieras. La CIA tiene sus propias
instituciones financieras en Wall Street.
A su vez,
los corredores de la banca privada y de la banca exterior,
posibilitan que las instituciones financieras transfieran
con facilidad sus beneficios de un lugar a otro. Se usa
también este procedimiento como una red segura para
proteger los intereses de actores financieros clave,
incluyendo a directores ejecutivos, accionistas importantes,
etc., de instituciones con problemas financieros. Así
pueden moverse grandes sumas de dinero en el momento
oportuno antes de que la compañía desaparezca del mercado
bursátil (e.g. Lehman, Merril Lynch y AIG).
El Banco de
la Reserva Federal de Nueva York y sus poderosas partes
interesadas disponen de “información interna” sobre el
comportamiento de la política monetaria de EEUU. Están por
tanto en buena posición para predecir resultados y fusionar
sus apuestas en operaciones muy apalancadas sobre mercados
de derivados y de futuros. Esto crea un obvio conflicto de
intereses, porque sus conocimientos previos acerca de
determinadas decisiones de la Junta de la Reserva Federal
posibilitan que puedan conseguir beneficios
multimilmillonarios en dólares como instituciones privadas
de la banca.
Los
contactos con la inteligencia estadounidense, con la CIA,
con Seguridad, con el Pentágono son esenciales para la
gestión del comercio especulativo, ya que permite a los
especuladores prever acontecimientos a través del
conocimiento previo de las decisiones de política exterior
y/o seguridad nacional que afectan directamente a los
mercados financieros. Un ejemplo: las opciones de venta en
las acciones de compañías aéreas en los días que
precedieron a los ataques del 11–S.
Hay
emprendida una guerra interna dentro del sistema financiero:
Lehman Bros se va a la bancarrota, se compra Merril Lynch…
El gobierno adquiere los gigantes hipotecarios Fannie Mae y
Freddie Mac... Bear Stearns se va al garete, las acciones de
la compañía más grande de seguros estadounidense, AIG, se
desploman el 9 de septiembre, desde 22,19$ a menos de 4,00$
en el momento del cierre de la bolsa el 16 de septiembre,
una bajada de más del 80% de su valor… Goldman Sachs,
junto con el JP Morgan Chase, está negociando con el Tesoro
para tramitar un préstamo de 85.000 millones de dólares a
AIG que sería financiado por el Banco de la Reserva Federal
de Nueva York…
¿Quién
recoge los vidrios rotos? ¿Qué nos deparará el futuro?
Es probable
que el proceso de fusiones y adquisiciones avance hasta
nuevas cotas llevando a una centralización sin precedentes
del poder financiero, con el Bank of America, JP Morgan
Chase y el Banco de la Reserva Federal de Nueva York jugando
un papel dominante.
El colapso
propiciará la desintegración de numerosos bancos e
instituciones financieras, que desaparecerán totalmente del
paisaje financiero o serán adquiridos por gigantes
financieros.
Se espera
que el Bank of America compre Merril Lynch, lo que llevará
a la formación de la mayor institución financiera del
mundo, en competición con el Citigroup y JP Morgan Chase.
Debe indicare que aunque Citigroup y JP Morgan Chase son
instituciones rivales, están sin embargo entrelazadas a
través de diversos matrimonios entre las familias
Rockefeller y Stillman.
En las últimas
dos décadas, el Bank of America se ha desarrollado hasta
convertirse en un gigante financiero a través de una serie
de fusiones y adquisiciones. En 2004, adquirió el
FleetBoston Financial, en 2005, compró el gigante de las
tarjetas de crédito MBNA y, en 2007, adquiere LaSalle Bank
Corporation y Corporate Finance, del banco holandés ABM
Amro. El 14 de septiembre de 2008, el Bank of America anunció
su intención de adquirir Merril Lynch por 50.000 millones
de dólares.
Nos
enfrentamos a un choque entre un puñado de instituciones
financieras importantes que han ido desarrollándose
mediante fusiones y adquisiciones de gigantes financieros de
talla mundial.
El desastre
financiero de Wall Street beneficia en gran medida al Bank
of America y al JP Morgan Chase, que es parte del imperio
Rockefeller, a expensas de Lehman Brothers, Merril Lynch,
Goldman Sachs y Morgan Stanley. Lehman Brothers se declaró
en bancarrota, por el Capítulo 11, el lunes sangriento del
15 de septiembre. Los activos de Lehman son del orden de
639.000 millones de dólares.
Potenciales
perdedores:
Citigroup
Inc., bajó un 15%, hasta 15,24$, la caída más profunda
desde julio de 2002 [el 15 de septiembre].
American
Express Co., la mayor compañía de tarjetas de crédito
para compras, cayó un 8,9%, hasta 35,48$ [el 15 de
septiembre].
Goldman
Sachs, cayó un 12%, hasta 135,50$, la mayor bajada desde
abril del 2000. El descenso fue consecuencia de las ventas
al descubierto [el 15 de septiembre].
Morgan
Stanley, la mayor firma de seguros, aparte Goldman Sachs,
cayó un 14%, hasta 32,19$. La bajada fue consecuencia de
las ventas al descubierto [15 de septiembre].
En el año
2000, JP Morgan se fusionó con el Chase Manhattan, lo que
llevó a la integración en la entidad única de JP Morgan,
Chase, Chemical and Manufacturers Hanover. Este imperio
bancario, controlado por la familia Rockefeller, tiene
activos por más de 1.600 billones de dólares.
Con activos
por 1.700 millones de dólares, el futuro del Citigroup
sigue siendo confuso. Enfrenta serias dificultades
financieras que podrían llevarle a la bancarrota. Los
precios de sus acciones se han desmoronado en los últimos
meses, junto con las de Fannie Mae. La debacle de Lehman ha
precipitado aún más los precios de las acciones del
Citigroup.
Es el síndico
“para acreedores no garantizados a los que Lehman Brothrs
debe 155.000 millones de dólares”, pero, según
declaraciones del Citigroup, “corren poco o ningún riesgo
ante el quebrantado banco de inversiones”.
Esto
significa que el colapso de Lehman provocará el impago de
préstamos masivos en relación con las carteras de los
clientes de Citigroup y NY Mellon, tanto instituciones
bancarias como inversores individuales.
Los 30 primeros bancos de Estados Unidos al 30 de mayo de
2008
Posición
|
Nombre (ciudad,
estado)
|
Activos consolidados
|
1.
|
Citigroup (New York,
N.Y.)
|
$2,199,848
|
2.
|
Bank of America Corp. (Charlotte, N.C.)
|
1,743,478
|
3.
|
J. P. Morgan Chase & Company (Columbus, Ohio)
|
1,642,862
|
4.
|
Wachovia Corp. (Charlotte, N.C.)
|
808,575
|
5.
|
Taunus Corp. (New York, N.Y.)
|
750,323
|
6.
|
Wells Fargo & Company (San Fransisco, Calif.)
|
595,221
|
7.
|
HSBC North America Inc. (Prospect Heights, Ill.)
|
493,010
|
8.
|
U.S. Bancorp (Minneapolis, Minn.)
|
241,781
|
9.
|
Bank of the New York Mellon Corp. (New York, N.Y.)
|
205,151
|
10.
|
Suntrust, Inc. (Atlanta, Ga.)
|
178,986
|
11.
|
Citizens Financial Group, Inc. (Providence, R.I.)
|
161,759
|
12.
|
National City Bank (Cleveland, Ohio)
|
155,046
|
13.
|
State Street Corp. (Boston, MA)
|
154,478
|
14.
|
Capital One Financial Corp. (McLean, Va.)
|
150,608
|
15.
|
Regions Financial Corp. (Birmingham, Ala.)
|
144,251
|
16.
|
PNC Financial Services Group, Inc. (Pittsburg, Pa.)
|
140,026
|
17.
|
BB&T Corp. (Winston–Salem, N.C.)
|
$136,417
|
18.
|
TD Bank North, INC. (Portland, Maine)
|
118,171
|
19.
|
Fifth Third Bankcorp (Cincinatti, Ohio)
|
111,396
|
20.
|
Keycorp (Cleveland, Ohio)
|
101,596
|
21.
|
Northern Trust Corp. (Chicago, Ill.)
|
77,480
|
22.
|
Bancwest Corp. (Honolulu, Hawaii)
|
74,808
|
23.
|
Harris Financial Corp. (Wilmington, Del.)
|
69,172
|
24.
|
Comerica Incorporated (Dallas, Tex.)
|
67,167
|
25.
|
M&T Bank Corp. (Buffalo, N.Y.)
|
66,085
|
26.
|
Marshall & Ilsley Corp. (Milwaukee, Wis.)
|
63,432
|
27.
|
BBVA USA Bancshares, Inc. (The Woodlands, Tex.)
|
59,953
|
28.
|
Unionbancal Corporation (San Fransisco, Calif.)
|
57,933
|
29.
|
Huntington Bancshares, Inc. (Columbus, Ohio)
|
55,985
|
30.
|
Zions Bancorporation (Salt Lake City, Utah)
|
53,597
|
Fuente:
Federal Reserve System, National Information Center
(*)
Michel Chossudovsky es profesor de economía en la
Universidad de Ottawa y director del Center for Research on
Globalization (CRG). Es autor de “The Globalization of Poverty and the New World”, segunda
edición, Global Research, 2003.
Notas:
1.– Esta
sección se basaba en una serie de notas no publicadas sobre
el Acta de Modernización de los Servicios Financieros,
Legislación, que escribí en noviembre de 1999.
2.–
“The Shape of Things to Come”
es el título de un libro de ciencia–ficción de H.G.
Wells, publicado en 1933, que especula con posibles
acontecimientos futuros desde ese año hasta el año 2106.
Podría traducirse como “La forma de las cosas por
venir”.
|