Súper–rescate
estatal: Un negocio "privado" de los bancos que
controlan
la Reserva Federal
¿Cómo
funciona el "gran fraude"?
IAR
Noticias, 30/09/08
A la sombra del Estado USA, el
sistema bancario privado que controla la Reserva Federal está
a punto de consumar un desfalco billonario con los impuestos
públicos (el dinero de los contribuyentes que abonará el
"mega–rescate") lo que hará que el costo de la
crisis financiera privada sea pagado por todo el pueblo
norteamericano.
El Sistema
de Reserva Federal es un consorcio público/privado
(presentado como estatal) compuesto por una Junta de
Gobernadores, el Comité Federal de Mercado Abierto, doce
Bancos de Reserva Federal regionales, y una red de bancos
privados miembros.
Los
más grandes bancos de EEUU son miembros del Banco de la
Reserva de Nueva York y, en la práctica, el Banco de la
Reserva de Nueva York es la Reserva Federal, ya que
los cien bancos más poderosos de EEUU se encuentran en ese
distrito.
La
Junta de Gobernadores es una agencia gubernamental
independiente, y cada uno de los bancos de la Reserva
Federal es un cuasi–público (parte privada, parte del
gobierno), con una red de bancos comerciales privados
en el distrito que son miembros del Sistema.
Como
muchas de las agencias independientes, sus decisiones no
tienen que ser aprobadas por el Presidente o por alguna
persona de la rama ejecutiva o legislativa del gobierno.
Los
integrantes de la Junta y su presidente (el llamado titular
de la Reserva Federal) son designados por el Presidente
de EEUU y confirmados por el Senado, pero su función en
la práctica está orientada –antes que nada– a servir a
los intereses privados que controlan la Reserva Federal.
El
actual presidente de la Junta de Gobernadores (Reserva
Federal) es Ben Bernanke, que antes de ser designado
por el Presidente de EEUU (en este caso, Bush) contó con el
consenso de la red bancaria privada sionista, la que se vale
del Sistema de Reserva Federal como de una herramienta
para regular y controlar la actividad monetaria y financiera
imperial.
El
Sistema de Reserva Federal fue creado el 23 de diciembre de
1913 por la Ley de Reserva Federal (Federal Reserve Act).
Todos los bancos nacionales tuvieron que unirse al sistema.
Y un dato clave: En junio de 1963, John Kennedy, entonces
presidente de EEUU, ordenó al Departamento del Tesoro
emitir el dinero del país, lo que de hecho eliminaría
a la Reserva Federal en esa función. En noviembre de ese
mismo año Kennedy fue asesinado.
Aunque
ocultado oficialmente, el problema de la propiedad
privada de los bancos miembros de la Reserva Federal ha
sido cuestionado varias veces en los tribunales federales,
como en el caso de Lewis contra USA, que fue decidido por el
9º Circuito de la Corte de Apelaciones la que dictaminó
que los bancos de la Reserva son corporaciones
independientes, de propiedad privada y controladas
localmente.
El
Sistema (privado) de la Reserva Federal de EEUU es el máximo
nivel de decisión y ejecución del Imperio financiero
global con sede central en Wall Street por dos razones
centrales:
A)
El dólar es la moneda de cambio y de reserva
internacional, y los países de todos los continentes
(Europa, Asia, Latinoamérica y África) la utilizan en sus
transacciones comerciales y tienen la mayoría de sus
reservas en dólares.
B)
Un 80% de las transacciones internacionales, un 70%
de las importaciones y exportaciones mundiales y la
casi totalidad del comercio petrolero se realizan en
dólares.
Esto
lleva a que, en un escenario de economía mundial "dolarizada"
el Sistema Reserva Federal ("privado") de EEUU
(responsable de la emisión del dólar y de la regulación
del mercado financiero USA ) adquiera hegemonía
centralizadora de todo sistema capitalista a escala global.
Este
es el principal punto que explica porque EEUU y el dólar
(controlado por la Reserva) constituyen el "centro
hegemónico" de la red del sistema capitalista a
escala planetaria.
En
términos reales, la Reserva Federal es un prestador
de "servicios financieros" al Estado
norteamericano, con cuatro funciones principales:
Emisión de moneda (dólar), fijación de tasas
y regulación monetaria, prestación de dinero al
Estado y regulación y control del mercado
financiero.
El
sistema (público/privado) de la Reserva Federal provee
servicios financieros (presta dinero) a las
instituciones de depósito, al gobierno y a instituciones
oficiales extranjeras (incluyendo la operación del sistema
de pagos nacional).
Mediante
operaciones llamadas de "mercado abierto", la
Reserva Federal autoriza a los bancos privados a
intervenir en operaciones financieras en el área de
las decisiones estatales.
El
banco JP Morgan Chase (uno de los grandes ganadores
de la crisis), por ejemplo, fue autorizado para el
rescate del gigante Bear Stearns, intervino en la
"liquidación" del gigante Lehman Brothers, y actuó
en el "rescate" (compra) de Washington Mutual
(WaMu), la mayor caja de ahorro de EEUU con más de US$
140.000 millones.
En
la misma línea operatoria, autorizado y con aval del
Sistema de la Reserva Federal, este lunes, el conglomerado Citigroup
compró las operaciones del banco Wachovia , otro de los
gigantes en problemas a raíz de la crisis financiera
global.
Citigroup
asumirá hasta US$ 42.000 millones en pérdidas en un fondo
de préstamos por 312.000 millones de dólares en manos de
Wachovia.
Por
medio de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos
(FDIC), el Sistema federal absorberá el resto de las pérdidas
y, en compensación, tomará una participación en Citigroup.
De
la misma manera, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos,
(FDIC), tomó el control de Washington Mutual e
inmediatamente le vendió las operaciones bancarias a
JPMorgan Chase por 1.900 millones de dólares, convirtiendo
una operación estatal en privada.
En
términos simples y reales, el Sistema de la Reserva Federal
toma el "salvataje" de las entidades y se lo
"deriva" a las red de bancos privados que hacen
negocio con los intereses y el proceso de compras y
fusiones.
Esto
indica claramente que el Estado norteamericano, desde el
punto de vista económico–financiero, es "nacional"
en la recaudación de impuestos públicos (aportados por el
conjunto de la población), y "privado" en
la utilización, control y regulación de esos fondos públicos
propiedad del pueblo estadounidense en su conjunto.
Este
concepto es central para entender la manipulación
deformadora (oficial y privada) que se hace cuando se
presenta el "mega–salvataje" como exclusivamente
"estatal".
En
este caso, el Estado norteamericano y sus instituciones
(Congreso, Tesoro, etc) solo actúan como
"reguladores políticos" de un préstamo entre
instituciones privadas ( la banca quebrada y los
bancos privados del Sistema de la Reserva Federal que
le prestan el dinero al Estado norteamericano.
Por
ejemplo, cuando la Reserva Federal acude al rescate
financiero de AIG por US$85 000 millones, no es
una "estatización" sino un préstamo bancario
(con intermediación del Estado) de una entidad privada (los
bancos miembros de la Reserva) a otra (el gigante quebrado AIG).
En
el caso de los US$ 700.000 en discusión del "súper–rescate"
emprendido por la Casa Blanca y el Tesoro, se trata de una
macro operación financiera en la cual los bancos (privados)
que integran el Sistema de la Reserva Federal prestarán ese
dinero al Estado norteamericano a tasas de interés
vigentes.
Ese
interés (esa es la trampa fraudulenta) será pagado
con dinero de los impuestos públicos (el dinero de toda la
ciudadanía) en una maniobra que transforma la deuda
privada en deuda nacional.
Con
un dato: A los intereses del macro préstamo
(equivalente a casi un cuarto del presupuesto anual de
EEUU), no lo fijan el Gobierno Federal ni el Congreso de
EEUU, sino la Reserva Federal controlada por el Sistema
de bancos privados.
De
manera tal, que el "mega–rescate estatal" no es
otra cosa que un monumental desfalco al pueblo
norteamericano (que paga los intereses a través de los
impuestos) y un fabuloso y multimillonario negocio de un
sector de la banca privada (el Sistema de la Reserva
Federal) que se vale del Estado USA para hacer
negocios con el sector más rentable de las crisis: Los
préstamos a las entidades quebradas.
Esto
implica que, y con garantía del Estado norteamericano,
el conjunto de bancos privados que conforman la Reserva
Federal actuarán en la práctica (y dentro del esquema
funcional del "súper–rescate" emprendido por el
Gobierno federal) como una supra–entidad prestataria que
manejará un fondo billonario orientado a hacer negocios
(también billonarios) con los cadáveres dejados por el
colapso financiero en EEUU.
Y
aquí volvemos axioma central:
Las
"crisis" del sistema capitalista (que aprovecha
tanto las "burbujas" como las "crisis"
para generar rentabilidad y concentración del capital )
permiten la consolidación de un puñado de conglomerados
financieros "ganadores" de la crisis
que se degluten a las instituciones quebradas mediante
compras o fusiones forzadas.
En
este caso, y a la sombra del Estado norteamericano, el
conglomerado financiero privado que controla la Reserva
Federal está a punto de consumar un desfalco billonario
con los impuestos públicos (el dinero de los
contribuyentes que abonará los intereses del
"mega–rescate") que hará que el costo de la
crisis bancaria privada sea pagado por todo el pueblo
norteamericano.
Pero
el negocio no termina ahí: Según analistas y medios
especializados en Wall Street, los US$700.000
millones solo cubren una parte de la operación para
"sanear" el sistema financiero estadounidense.
A
la larga o la corta, y si quiere cortar el colapso
financiero de raíz, señalan especialistas en Wall Street,
el Estado norteamericano tendrá que auxiliar a la
totalidad de las entidades quebradas para restaurar la
"liquidez faltante" (robada por las
"burbuja" especulativa) y normalizar la actividad
del sistema financiero.
Se
estima que la cifra final de la operación puede rondar los US$
5 billones (cerca de dos presupuestos anuales de EEUU)
para rescatar todos los títulos de derivados "tóxicos".
Se
calcula que la debacle inmobiliaria dejó en circulación préstamos
hipotecarios sin respaldo por más US$1billón, al que se
agregarían más de US$ 2 billones en hipotecas a
propietarios de vivienda privados, y US$1,6 billones
en hipotecas a empresas que operan en el mercado.
Esto
da una idea de las cifras que hoy rondan por la cabeza de
los miembros del Congreso y del Gobierno estadounidense que
deben poner en marcha el que probablemente se convierta en
el mayor desfalco financiero de todos los tiempos con
el Estado imperial como herramienta de ejecución.
Y
con la población estadounidense como la "gran
pagadora" de la crisis capitalista privada.
Mientras
EEUU y Europa discuten el "salvaje financiero" la
crisis pulveriza
sus economías
El
fantasma de la recesión mundial
IAR
Noticias, 02/10/08
Mientras
Europa y EEUU discuten el "salvataje financiero",
la crisis del crédito y el achicamiento del consumo ya se
perfilan como un impacto mortal sobre sus economías
estructurales en rojo. Los especialistas temen que el costo
final del plan de rescate, además de socializar la deuda
privada, profundice la
contracción del crédito y termine de asfixiar ambas
economías centrales proyectando (vía dólar y sistema
financiero) una recesión a escala global.
Pese
a que el Congreso y la Casa Blanca (en medio de a campaña
electoral) han puesto el "súper–rescate"
bancario en el centro del debate, la plaza financiera USA
sigue "seca".
En
consecuencia, la crisis del crédito y su emergente
inmediato, la baja del consumo, es el tema obligado
de los estadounidenses, según la prensa norteamericana.
La
inyección de "liquidez" de los bancos
USA–europeos resultó insuficiente para cubrir la demanda
del mercado. Los bancos se guardan el efectivo como un
"colchón" para enfrentar la crisis.
El
crédito a corto plazo sigue paralizado y las tasas están
por las nubes.
La
situación se complica por la sobredemanda de efectivo
para pagar deudas. Y para los expertos, el costo
billonario del super–rescate (que pagará la población a
través de los impuestos) potencia el proceso de crisis
estructural por el que atraviesan las economías
imperialistas centrales de EEUU y la Unión Europea.
La
crisis exportada por la debacle impactó en la economía
estructural de Europa que ya padece un proceso de
contracción del crédito y del consumo parecido al de EEUU,
mientras la UE anunciaba este martes el lanzamiento de un
plan de rescate financiero parecido al de la Casa Blanca.
Mientras
el Senado estadounidense vota el plan de rescate financiero, Europa
debate crear un fondo similar para contener la crisis, en
momentos en que la contracción del crédito amenaza con
asfixiar la economía del euro.
Según
agencias internacionales, Francia presentará un plan de
rescate el sábado, en una reunión convocada en París por
el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con los líderes de
los cuatro países europeos que integran el G7 (Alemania,
Francia, Gran Bretaña e Italia) y las máximas autoridades
económicas europeas.
Desde
EEUU, Francia y Alemania, pasado por Italia o España,
los últimos datos macroeconómicos (inflación, crecimiento
económico, productividad) son contundentes: la eurozona
ya traspuso la línea y se encuentra en los límites de la
recesión, a la que alcanzaría plenamente al cerrar con
dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, tal
como pronostica el BCE.
Además,
y como efecto inmediato de la crisis USA–UE, la crisis
crediticia también empieza a afectar a Asia. La
creciente renuencia de los bancos de Hong Kong a prestarse
entre sí motivó a las autoridades a anunciar medidas para
aumentar la liquidez.
El
gobierno de Corea del Sur, por su parte, ofreció préstamos
y garantías de préstamos para aliviar la situación de
pequeñas y medianas empresas con problemas de
financiamiento. El Banco Central de India trató de inyectar
más liquidez a través de subastas diarias, pero eso no
previno un alza en el costo del dinero.
Lejanos
de los fulgores coyunturales, medios especializados de
Wall Street comenzaron la semana pasada a echar "paños
fríos" sobre la fiebre bursátil describiendo la
realidad del sistema financiero aquejado por una
creciente crisis de iliquidez que se proyecta en la retracción
del crédito y en la suba de tasas.
De
acuerdo con The Wall Street Journal, con el
mercado "seco" y los bancos sin efectivo en
ventanilla se ponen de relieve los problemas que ha
aquejado a los bancos centrales desde el comienzo de la
contracción del crédito y que en las últimas jornadas se
ha agudizado.
El
efectivo no está llegando adonde tiene que estar
para mantener a los mercados operando con normalidad y
alimentar al resto de la economía, afirma el Journal.
Otros
medios de Wall Street coinciden en la falta de dinero
efectivo continúa horadando los cimientos de todo el
sistema financiero, donde el negocio de los bancos y las
firmas de valores gira en torno a las deudas dejadas por
la crisis.
Esto
creó una sobredemanda que rebalsa la suma inyectada
por la Reserva Federal y el resto de los bancos centrales.
Los
fondos inyectados hasta ahora resultan insuficientes, apenas
un goteo, en un mercado donde los préstamos a un día
entre los bancos bordean US$1 billón (millón de
millones), dinero que utilizan para cubrir gastos
inesperados.
Además,
señalaba este martes la CNN, el dinero desaparece
de los mercados casi tan pronto como los bancos centrales lo
inyectan debido a que los bancos se abalanzan sobre uno de
los activos más seguros: el efectivo.
En
consecuencia, señala la CNN, los bancos siguen
reticentes a conceder préstamos a clientes, inversionistas
y otras entidades financieras y prefirieren conservar
los fondos para preservar sus finanzas de las
convulsiones del sistema financiero.
"Los
bancos actualmente dependen del respirador artificial
provisto por los bancos centrales", señaló Thomas
Mayer, economista de Deutsche Bank.
Los
indicadores ponen en evidencia las tensiones y las
dificultades que experimentan los mercados de crédito. La
tasa interbancaria en EEUU, que cubre préstamos a un día
entre los bancos, se disparó el lunes a 7%, muy por encima
del objetivo de la Reserva Federal de 2%.
En
Europa, la tasa de referencia a la que los bancos se prestan
dinero a un día en dólares, conocida como Libor, saltó de
2,57% el lunes a 6,88% el martes. Los bancos europeos que
buscaban obtener dólares en la última subasta del Banco
Central Europeo tuvieron que pagar una tasa de 11%, casi
cuatro veces más del 3% que pagaron el lunes.
Además,
en el contexto de un déficit fiscal que, en 2009,
ascendería a los US$500.000 millones, los números
finales del súper–salvataje bancario de Bush dejan más
dudas que certezas sobre el impacto que tendrán en la
maltrecha economía imperial norteamericana.
A
este costo deberán sumarse el impacto de corto plazo de
los multimillonarios rescates de Bear Stearns Cos., Fannie,
Freddie y AIG. Fannie Mae y Freddie Mac son pilares del
mercado inmobiliario con más de US$5 billones (millones de
millones) en créditos hipotecarios garantizados por el
Estado norteamericano.
Tomando
en cuenta toda la incertidumbre en torno a los rescates,
"es como lanzar una moneda al aire", señala
Robert Reischauer, ex director de la Oficina Presupuestaria
del Congreso durante la crisis de las instituciones de
ahorro y préstamo en los años 90.
Pero
lo que más divide las aguas es el debate sobre el costo que
la sociedad norteamericana deberá pagar por los
"platos rotos" del festival especulativo privado
con la "burbuja hipotecaria" colapsada.
Los
precios de la energía registraron un aumento mensual del
4% y ya acumulan un encarecimiento interanual del 29,3%, mientras
que los precios de los alimentos subieron nueve décimas en
agosto y suben un 6% en el último año.
La
suba de precios y la desaceleración del consumo que
conlleva ya impacta en el empleo: El Departamento de
Trabajo informó que las peticiones de subsidio por
desempleo se vienen incrementando semana tras semana.
La
contracción del crédito y la cautela de los consumidores
golpearon duramente a las automotrices de EEUU en
septiembre. Tanto Toyota Motor Corp. como Ford Motor Co.
anunciaron caídas de más de 30% en sus ventas de
septiembre en comparación con igual mes del año pasado.
El
sector manufacturero también registró un brusco descenso
en septiembre. El indicador mensual de actividad industrial,
elaborado por el Instituto para la Gestión del
Abastecimiento (ISM), se precipitó a su nivel más bajo
desde octubre de 2001, indicando que la economía está
entrando en territorio recesivo.
En
este escenario, el monto billonario del plan de "súper–rescate"
se perfila como un impacto mortal sobre una economía
estructural en rojo como la de EEUU (a la que debe agregarse
la europea).
"La
economía global se está deslizando hacia una recesión",
advirtieron a sus clientes economistas de J.P. Morgan Chase
& Co., en un correo electrónico despachado después de
que se conocieran los datos manufactureros esta semana.
El
riesgo de que se produzca un severo bajón económico, cuya
probabilidad sigue siendo baja pero cuyos efectos serían
enormes, ha vuelto a aparecer en las últimas semanas, señala
The Wall Street Journal.
Ben
Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, advirtió en
su testimonio ante el Congreso la semana pasada sobre
"graves amenazas a la estabilidad financiera" y
sugirió que el daño causado por la crisis financiera
impactará a la economía real.
Hay
un grupo de macroeconomistas que están advirtiendo que si
el gobierno de EEUU (por medio del gran plan de rescate
anunciado) se hace cargo de las deudas de las entidades
quebradas por la especulación financiera, lo que va a
conseguir es convertir una crisis del capitalismo
financiero privado en una crisis estructural del Estado
norteamericano.
Y
hay punto de partida explicativo para esta afirmación: El
Estado norteamericano no se maneja con el dinero de los
inversionistas privados sino con el dinero cautivo de los
contribuyentes que pagan impuestos en forma compulsiva.
Es
decir, si el Gobierno federal se hace cargo de los "papeles
quebrados" del sistema financiero privado, lo que
estaría haciendo es transferir la deuda privada (producto
del robo financiero sin respaldo) a las finanzas públicas
alimentadas con la contribución de toda la población
estadounidense.
La
inyección de efectivo estatal en los mercados implica una
"socialización de las perdidas" donde la
crisis financiera de los privados termina siendo pagada por
toda la población contribuyente.
El
premio Nobel Joseph Stiglitz, dijo a la agencia EFE
que "este es sólo el principio de la crisis"
y que el plan no va a la raíz y es
"insuficiente", pues en vez de ayudar a la gente
común afectada por las hipotecas salva la deuda "tóxica"
de los bancos.
"Esta
huida hacia lo seguro ha cortado el crédito de muchos
negocios, incluyendo el de los principales actores de la
industria financiera, y eso, a su vez, nos conduce a nuevas
grandes quiebras y más pánico. También está deprimiendo
el gasto de las empresas, un mal asunto cuando las señales
apuntan que la contracción económica se está
agudizando", señala Paul Krugman, profesor de Economía
en la Universidad de Princeton, refiriéndose al impacto del
mega–salvataje financiero emprendido por la Casa Blanca.
En
general, la prensa norteamericana coincide en que el costo
billonario del super–rescate (que pagará la población a
través de los impuestos) potencia el proceso de crisis
estructural por el que atraviesan las economías
centrales de EEUU y la Unión Europea.
La mayoría de los analistas
proyectan un agravamiento de la presión fiscal (suba
de impuestos) y un recorte de planes y beneficios
sociales como el emergente más inmediato del
mega–salvataje estatal a la banca imperial en quiebra que
incian EEUU y la UE.
Lo
que incidirá en una mayor suba de precios y recorte del
consumo (ya desatados), que se sumarán a los estragos de la
crisis crediticia para potenciar el proceso
inflacionario–recesivo en que se encuentran las economías
de Europa y de EEUU.
En
consecuencia: El cóctel crisis del crédito–caída de
la producción–desempleo masivo–recesión ya se
proyecta como efecto inmediato de la crisis financiera con
caída bancaria y derrumbe de bolsas con epicentro en EEUU y
Europa.
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