Crisis mundial

Estados Unidos

¿Estamos asistiendo al final de la República?

Por Jesse Jackson (*)
Counterpuch, 23/09/08
Sin Permiso, 28/09/08
Traducción de Mínima Estrella

¿Estamos asistiendo al final de la República? ¿Suena histérico? Pues miren cómo el secretario del Tesoro, Hank Paulson, propone administrar los 700 mil millones de dólares –unos 2 mil dólares por cada hombre, mujer y niño de los EEUU– que precisa para rescatar a los bancos.

Exige poder para comprar "los activos en dificultades de todas las instituciones financieras… en los términos y bajo las condiciones que determine el Secretario", y sus decisiones "no podrán ser revisadas por ningún tribunal de justicia ni por agencia pública alguna", de acuerdo con el texto de la propuesta legislativa del Departamento del Tesoro de los EEUU. En otras palabras, dadle 700 mil millones de dólares para que los gaste según le acomode y cerrad el pico.

La ocasión propiciatoria de este insulto a la Constitución republicana es la peor catástrofe financiera desde los tiempos de la Gran Depresión. En sustancia, se nos mantiene bajo chantaje: o nos dais el dinero en los términos exigidos, o los bancos se cargarán la economía global.

Sabemos cómo se ha llegado hasta aquí. Décadas de políticas económicas temerarias y de ideas insensatas –desregulación, desmantelamiento de las agencias reguladoras, aparición de un sistema bancario en la sombra al que se consintió desarrollarse sin límite alguno, fundamentalistas de mercado sermoneando sinsentidos sobre mercados siempre eficientes y siempre autocorrectores– dejaron a los tahúres de Wall Street vía libre para especular a sus anchas. Tomaron a préstamo cantidades ingentes, inventaron nuevos y complejos instrumentos y, de paso, se metieron millones en los bolsillos. Buena parte de todo eso dependía del alza de los precios inmobiliarios. Prestamistas predadores perpetraron préstamos a gentes que carecían de medio alguno para devolverlos.

Cuando los precios de la vivienda llegaron a su punto máximo, los bancos se encontraron con miles de millones de papel tóxico y con billones atrapados en créditos de permuta financiera. Ahora exigen disponer libremente de 700 mil millones de dólares que, dicen, permitirán controlar la crisis.

El secretario del Tesoro Paulson dice que el Congreso debe actuar sin dilación. Bien, un momento. Si se precisan 700 mil millones para rescatar a los antiguos colegas de Paulson en Wall Street, antes hay que plantearse algunas cuestiones:

¿Quién paga? Los beneficios del crecimiento económico en la pasada década han ido a parar abrumadoramente a los norteamericanos más ricos. Pásele la factura a los que tuvieron la fiesta. Necesitamos un impuesto extra sobre los ingresos altos para deshacer el entuerto.

¿Quién decide? No podemos permitir que las gentes que han originado esta catástrofe se encarguen de arreglarla. Necesitamos una entidad independiente, gobernada por una comisión de la que formen parte representantes sindicales y de los consumidores y con capacidad para fijar las reglas de cualquier rescate.

¿Quién se beneficia?  Si el contribuyente tiene que rescatar a los bancos, el contribuyente debería acceder, ya fuera parcialmente, a la propiedad de los mismos: así, si los bancos vuelven a ser rentables, recuperaríamos parte de nuestro dinero.

¿A quién se ayuda? No podemos limitarnos a rescatar Wall Street e ignorar al resto de la población. El rescate debe ser de abajo arriba, no de arriba abajo. Cualquier rescate debe incluir cláusulas de renegociación de las hipotecas, frenando las ejecuciones hipotecarias y los embargos y manteniendo a la gente en sus casas.

¿A dónde va la economía?  No basta con rescatar a los bancos. Necesitamos inversión seria en la economía real: para reconstruir nuestras escuelas y nuestras alcantarillas, para crear puestos de trabajo verdes y conservar el medio ambiente de forma que se incorpore de nuevo a la gente al trabajo.

¿Quién es independiente? Los comités de control y los supervisores no pueden estar a sueldo de Wall Street. Los lobistas del sector financiero deberían quedar fuera de circuito por lo menos durante un año. Los legisladores deberían rechazar honorarios y donativos de Wall Street durante al menos los dos próximos años.

¿A quién hay que exigir responsabilidades? Ningún ejecutivo de una empresa rescatada debería poder cobrar más que el Presidente de los EEUU.

¿Actuará el Congreso con sabiduría bastante como para reencarrilarnos? ¿O despilfarrará más dinero todavía en Wall Street sin que los EEUU mejoren? Más nos valdría a todos que el Congreso no se equivocara esta vez.


(*) El Reverendo Jesse Jackson Sr. es un conocido dirigente político afroamericano que compitió varias veces en los 80 para su nominación como candidato demócrata a la Presidencia de los EEUU.