¿Comprar $700 mil millones de activos
tóxicos es el mejor camino para recapitalizar
el sistema
financiero? ¡No!
Es una estafa que sólo beneficia a los
accionistas
y acreedores de los bancos
Por Nouriel Roubini (*)
Global EconoMonitor, 03/10/08
La Tribuna Hispana USA, Nueva York,
05/10/08
Traducción de Luis Aguilar
En cualquier crisis sistémica
bancaria, existe la necesidad de recapitalizar el sistema
financiero bancario para evitar una contracción excesiva y
destructiva del crédito. Pero comprar activos no líquidos
/ tóxicos del sistema financiero no es la forma más
efectiva y eficiente para hacerlo. Tal recapitalización
–vía el uso de recursos públicos– puede ocurrir en
otras formas alternativas: La compra de malos activos /préstamos;
La inyección de gobierno a acciones preferidas; La inyección
del gobierno a acciones comunes; La compra del gobierno de
deuda subordinada; La emisión de bonos del gobierno a ser
colocados en los balances de los bancos; La inyección del
gobierno con dinero en efectivo; Líneas de crédito del
gobierno extendidas a los bancos; La presunción del
gobierno de adeudos del gobierno; etc.
Un estudio reciente del FMI (Fondo
Monetario Internacional) de 42 crisis sistémicas bancarias
a través del mundo, dan evidencias de cómo diferentes
crisis fueron resueltas. Ante todo, sólo en 32 de los 42
casos hubo intervención financiera del gobierno de algún
tipo; En 10 casos se resolvió sin la intervención
financiera el gobierno. De los 32 casos donde el gobierno
recapitalizó el sistema bancario, sólo siete incluyeron un
programa de compra de malos activos /préstamos (como el
propuesto por el Secretario del Tesoro estadounidense). En
25 otros casos no hubo compra del gobierno de tales activos
tóxicos. En 6 casos el gobierno compró acciones
preferenciales; En 4 casos el gobierno compró acciones
comunes; En 11 casos el gobierno compró deuda subordinada;
En 12 casos el gobierno inyectó dinero en efectivo a los
bancos; En 2 casos se extendió crédito a los bancos; Y en
3 casos el gobierno asumió las deudas bancarias. Aun en los
casos dónde los malos activos fueron comprados –como en
Chile– los dividendos fueron suspendidos y todas las
ganancias y recuperaciones fueron usados para volver a
comprar los malos activos. Por supuesto, en la mayoría de
los casos el gobierno uso múltiples formas de
recapitalización bncaria.
Pero la compra de gobierno de malos
activos fue la excepción en vez de la regla. Esto fue usado
sólo en México, Japón, Bolivia, República Checa,
Jamaica, Malasia, y Paraguay. Incluso en seis de estos siete
casos, donde la recapitalización de bancos ocurrió vía la
compra de malos activos por parte del gobierno, la
recapitalización fue una combinación de compra de malos
activos junto con otras formas de recapitalización (como la
compra de acciones preferidas o deuda subordinada).
En el caso de la crisis de la banca
escandinava (Suecia, Noruega, Finlandia) que son un modelo
de cómo debería resolverse una crisis bancaria, no hubo
compra del gobierno de malos activos; La mayor parte de la
recapitalización ocurrió a través de diversas inyecciones
directas de capital público en el sistema bancario. En
lugar de eso, la compra de activos tóxicos –en los casos
que ocurrió– hizo que el costo fiscal de la crisis fuera
mucho más alta y costosa (como en Japón y México).
Así, el reclamo que hacen la Reserva
Federal y el Tesoro, de que gastar $700 mil millones del
dinero público es la mejor forma para recapitalizar bancos,
no tiene justificación o base objetiva. Esta forma de
recapitalizar las instituciones financieras es un timo total
que, en su mayor parte, beneficiará –con un gasto enorme
para el contribuyente estadounidense– a los accionistas
comunes y preferenciales, e incluso a los acreedores no
asegurados de los bancos. Incluso, la última garantía de
que el gobierno pondrá a cambio una inyección masiva de
dinero público, es sólo una hoja de parra cosmética de
dudoso valor, dado que la forma y el tamaño de tales garantías
son completamente ambiguas y borrosas.
Así, este plan de rescate es una
enorme y masiva fianza para salvar a los accionistas y los
acreedores no asegurados de las firmas financieras (no solo
de los bancos sino también de las instituciones financieras
no bancarias); Con $700 mil millones, del dinero de los
contribuyentes, los banqueros imprudentes y los
inversionistas se harán más gordos, bajo el falso
argumento de que pagar la fianza de Wall Street es necesario
para rescatar a los pequeños empresarios y a la población
de una severa recesión. En lugar de eso, la restauración
de la salud financiera de las angustiadas firmas financieras
pudo lograrse con un uso más barato y eficiente del dinero
público.
Ciertamente, el plan tampoco se ocupa
de la necesidad de recapitalizar a las instituciones
financieras que están severamente infracapitalizadas: Esto
pudo haberse logrado usando una parte de los $700 mil
millones, para inyectar fondos públicos en otras formas más
efectivas que comprar activos tóxicos: Con inyecciones públicas
a las acciones preferidas de estas firmas; Con inyecciones
de capital que exijan a los actuales accionistas asumir las
pérdidas de primera fila ante la recapitalización pública;
Vía suspensión de pagos de dividendos; O por la conversión
de una parte de la deuda no asegurada en patrimonios netos
(un trueque de la deuda por patrimonios).
Todas estas acciones habrían implicado
un costo fiscal muy inferior para el gobierno, a la vez que
hubiera obligado a los accionistas y los acreedores de los
bancos a contribuir a la recapitalización de los bancos. Así,
menos de $700 mil millones del dinero público se pudo haber
gastado si los accionistas privados y los acreedores se
hubieran visto forzados a contribuir a la recapitalización;
Y sea cual fuere el tamaño de la contribución pública a
ser distribuida entre las compras de malos activos y formas
más eficientes de recapitalización (acciones
preferenciales, acciones comunes, sub deudas), hubiera sido
diferente.
Por ejemplo, si el sector privado
hubiera cumplido con su parte sólo se hubiera usado $350
mil millones del dinero público; Y de esa suma la mitad
pudo haberse usado en la compra de malos activos y la otra
mitad a través de una inyección de capital público en
estas instituciones financieras. Así, en lugar de adquirir
–probablemente a un precio excesivo– $700 mil millones
de activos tóxicos, el gobierno pudo haber logrado el mismo
resultado –o uno mejor recapitalizando los bancos–
gastando $175 mil millones en la compra directa de activos tóxicos.
Y aun después de que el gobierno
derroche $700 mil millones activos tóxicos, muchos bancos
que aún no han hecho provisiones para perdidas/retiros
estarán aún más infracapitalizados. De modo que este plan
ni siquiera logra el objetivo básico: recapitalizar bancos
infracapitalizados. El plan del Tesoro tampoco incluye explícitamente
un programa estilo-HOLC (Home Owners' Loan Corporation) para
reducir la carga de la deuda al sector angustiado de las
viviendas; Sin tal componente la deuda de los propietarios
de viviendas continuará deprimiendo el consumo y exacerbará
la contracción económica actual.
Así, el plan del Secretario del Tesoro
es una desgracia: Un rescate de banqueros imprudentes,
prestamistas e inversionistas, que provee poco alivio a los
grupos familiares agobiados financieramente por las deudas
hipotecarias y se convertirá en un costo muy alto para el
contribuyente estadounidense. Y el plan tampoco hace nada
para resolver la severa depresión en los mercados de
valores, y los mercados inter-bancarios que ahora están próximos
a un colapso sistémico. Es patético que el Congreso no
haya consultado con cualquier de los muchos economistas
profesionales que han presentado –como muchos los han
hecho en el foro del blog RGE Monitor Financian– planes
alternativos que hubieran sido más justos, eficientes y
menos costos para resolver esta crisis. Otra vez, éste es
un caso de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas;
Un rescate y un socialismo para los ricos, los bien
relacionados y Wall Street. E incluso es un escándalo de
que el Congreso Demócrata haya caído en esta estafa del
Tesoro Público, que hace poco por resolver la deuda de
millones de afligidos dueños de casas.
(*) Nouriel Roubini es profesor
de la escuela de negocios Stern de Nueva York, uno de los
pocos que, desde su blog Global EconoMonitor, predijo la
actual crisis económica.
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