¿De
dónde saldrá el dinero para salvar a los ricos y
a los bancos?
Por
Juan Torres López (*)
Sistema Digital, 03/10/08
Una de las
cuestiones que más llama la atención de los ciudadanos
normales es de dónde van a salir o de dónde están
saliendo los cientos y cientos de miles de millones de dólares
que los bancos centrales y el tesoro norteamericano están
poniendo a disposición de los bancos.
La pregunta
es pertinente porque realmente sorprende la magnitud del
apoyo que se destina a los ya de por sí más ricos del
mundo. Y sorprende, sobre todo, si se compara con otras
necesidades para las que nunca hay dinero.
Según las
Naciones Unidas cada día que pasa mueren alrededor de 5.000
niños de sed. Para dar agua potable a todo el planeta se
necesitarían32.000 millones de dólares (y frenar la
avaricia criminal de algunas de las grandes multinacionales,
claro está).
En el mundo
hay 925 millones de personas que pasan hambre y quizá otros
tantas severamente desnutridas.
Para acabar
con ese drama la FAO afirma que serían necesarios 30.000
millones de dólares. Es decir, que para que nadie en el
mundo muriera de hambre o de sed, sólo sería necesario más
o menos el 40% de lo que el Banco Central Europeo inyectó
en los mercados solo el pasado día 29 de septiembre. Es
normal que los ciudadanos se hagan preguntas sobre este
asqueroso e inmoral contraste. Que se pregunten cómo es
posible que el hambre y la sed de1000 millones de personas
no se considere una crisis suficientemente seria como para
que los bancos centrales aporten la financiación que
pudiera resolverla. Y, como he dicho al principio, que se
pregunten de dónde sale tantísimo dinero a disposición de
los ricos.
La
respuesta a esta última cuestión es clara y para
ejemplarizarla me referiré al caso particular de Estados
Unidos. El dinero con que Bush pretende hacer frente a la
crisis financiera tendrá que salir de tres grandes fuentes.
Conociéndolas, podremos aventurar también lo que va a
ocurrir en el mundo en los próximos tiempos. Veamos.
• En
primer lugar, los recursos saldrán de un mayor
endeudamiento exterior de la economía estadounidense.
Para ello tendrá que lograr colocar en el exterior bonos y
otros títulos de deuda, lo que entre otras cosas va a ir
cambiando irremediablemente el mapa político y la
distribución de poder en el mundo. China, India y otros países
irán haciéndose más fuertes, mientras que la economía de
Estados Unidos se va a ir debilitando y haciéndose más
dependiente.
• En
segundo lugar, los recursos procederán de la impresión de
más dólares. Esto es algo que ya viene sucediendo de
forma premeditada aunque no se suele hablar mucho de ello.
En diciembre de 2005, la Reserva Federal acordó que a
partir de marzo de 2006 ya no se iba a publicar la cifra que
los economistas llamamos M3 (la cantidad de dólares que
circulan en forma de billetes, monedas y depósitos a la
vista).
No hace
falta ser un lince para percatarse de lo que había detrás
de esa decisión: un crecimiento vertiginoso de la cantidad
de dólares en circulación. Estimaciones no oficiales señalan
que M3 pasó de representar algo más del 7% del PIB de
Estados Unidos en junio de 2006 al 18% en febrero de 2008
(desde entonces comenzó a desplomarse vertiginosamente
hasta el nivel más bajo alcanzado desde 1959, pero como
consecuencia de la retirada de liquidez bancaria que produjo
la crisis).
Para que
esta fuente de obtención de recursos sea viable, Estados
Unidos tendrá que recurrir a su poder imperial para colocar
en el mundo una moneda cada vez más depreciada y menos
valiosa. La consecuencia más que previsible no es muy
agradable: incrementará su presencia militar y tratará de
provocar focos de inestabilidad que justifiquen su presencia
para asentar así su poder como primera potencia mundial.
•
Finalmente, los recursos provendrán también de los propios
ciudadanos, directamente en forma de impuestos o
indirectamente como renuncia a gastos públicos que
representan ingresos indirectos (como la sanidad o la
educación) o diferidos (como las pensiones).
Me atrevo
así a predecir que dentro de poco comenzaremos a oír el
discurso contrario al que hasta ahora hemos venido
escuchando. Ahora nos volverán a decir que los impuestos
son buenos, que hay que contribuir entre todos a lograr
estabilidad económica y que todos hemos de arrimar el
hombre. Ya han empezado de hecho con la desvergonzada
cantinela de que para salir de esta crisis hay que moderar
los salarios.
De esas
fuentes saldrá el dinero para que los ricos que han
provocado la crisis con su codicia criminal salgan de ella
sin despeinarse ni un pelo.
Salvo que
los ciudadanos nos opongamos y reclamemos soluciones más
justas, que no impliquen semejantes privilegios, que hagan
responder de su culpa a los responsables y que devuelvan a
los ciudadanos los recursos que son suyos.
(*)
Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la
Universidad de Málaga.
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