Crisis
financiera
El
capitalismo obsceno
Por
Michel Husson (*)
corriente[a]lterna, 17/10/08
El desastre
financiero se llevó, en su caída, a
todo el edificio ideológico de los abogados de la
"mundialización feliz". Se harán constataciones
obvias: la financiarización es un chancro que pudre la vida
de miles de millones de seres humanos y que les inflige una
doble pena. En realidad, todo será hecho para que sean las
víctimas las que paguen los platos rotos, y que desatasquen
la situación de una minoría de delincuentes sociales.
Los diez
objetivos del Milenio para el desarrollo pretenden, de aquí
al 2015, hacer retroceder la pobreza, la mortalidad
infantil, garantizar el acceso al agua potable, etc. ¿Cuál
es su costo de realización para el conjunto de los países
del planeta? Sería necesario un flujo de recursos que va de
121 mil millones de dólares desde el
2006 hasta 189 mil millones en el 2051[1]. Esto es,
evidentemente, mucho más que la
ayuda pública consagrada a estos objetivos, que es
hoy de 28 mil millones de dólares.
Pero si
acumulamos las necesidades estimadas de aquí al 2015,
llegamos a cerca de 1200 miles de millones. Dicho de otra
manera, la crisis financiera acaba de tragarse el
equivalente a las sumas necesarias para arrancar a una buena
parte de la humanidad de la miseria más negra. Entramos en
la era del capitalismo obsceno, y el cobarde alivio de las
Bolsas, con el anuncio de que las finanzas serán
suficientemente irrigadas de liquidez, es una lección de
cosas que tendremos todo el tiempo para meditar.
Porque nada
está acabado, porque las diferentes crisis se encajan como
muñecas rusas. La crisis propiamente financiera llevó al
capitalismo al borde de la embolia, pero es la
crisis económica la que recibe el testimonio: lo que
está a la orden del día a partir de ahora es simplemente
la recesión económica. El FMI acaba de rever hacia la baja
sus previsiones [2]: en el 2009, el crecimiento será prácticamente
nulo (0,5%) en los países desarrollados, después de una
fuerte desaceleración en el 2008 (1,5%). El crecimiento
mundial, sustentado por los países emergentes y en
desarrollo caería para el 3%. Para el FMI, "a
reactivación todavía no está a la vista" y solo podrá
ser "gradual, cuando llegue". Un escenario como
ese es cualitativamente el único hacia el cual podemos
avanzar. La salida de la crisis financiera será, y ya es,
extremamente costosa y la recesión tomará
inmediatamente su lugar. Contrariamente a otros episodios
semejantes pero de menor amplitud, la vuelta a la normalidad
va a demorar un tiempo proporcional a las sumas absorbidas,
y el escenario más probable es a la japonesa,
con una desaceleración durable. Mucho más imposible
es volver a los modelos de crecimiento seguidos por los
Estados Unidos, la Unión Europea o China.
Los grandes
críticos de nariz empolvada del capitalismo financiero van
a volverse rápidamente, con la violencia de aquellos que
sintieron haber escapado por muy poco, contra sus verdaderos
adversarios: van a congelar los salarios en nombre de la
"unidad nacional", van a promover nuevas
reducciones de los presupuestos con fines sociales porque es
preciso enjugar todo el dinero público desbaratado, etc.
Sumándose
a la crisis
económica, acecha la sombra de la crisis socio–ambiental.
Los precios del petróleo y de las materias primas bajaron
mucho, pero ¿será que eso borró el aumento del hambre y
la carrera loca del consumo de energía? Claro que no, pero
la crisis inmediata va a ser un pretexto para relegar para más
tarde el esfuerzo ecológico necesario, con el argumento de
que esas preocupaciones son, a pesar de todo, una especie de
lujo.
Todo esto
conlleva el riesgo de que no suceda como cuando uno manda
una carta por correo postal (privatizado): Una vez pasado el
efecto del shock, la realidad se va a venir encima. ¿Es
justo congelar los salarios para poder continuar pagando los
dividendos? ¿Es normal ganar con el costo de la crisis? ¿Es
razonable inundar los bancos [de liquidez] sin
contrapartida, y proveerles la munición para la próxima
burbuja? ¿Por que fue tan difícil encontrar 3 mil millones
para el RSA (Revenu de Solidarité Active, o rendimiento de
solidariedad activa), cuando bastó un chasquido de dedos
para encontrar la misma cantidad para salvar el banco Dexia?
A partir de todas estas cuestiones, un verdadero proyecto de
transformación social puede ganar en credibilidad, a partir
de esta idea simple: no se puede confiar más en un sistema
decididamente tan podrido y tóxico como sus títulos
financieros.
(*)
Economista y militante de izquierda francés.
[1]
Invertir en el desarrollo: plano práctico para realizar los
objetivos del Milenio para el desarrollo. Ver en la página
XII la lista de los 10 objetivos, y la tabla 17.3 en pág.
300 para la evaluación de su costo.
[2]
FMI, World Economic Outlook, Octubre de 2008.
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