EEUU
y sus socios–rivales no logran actuar de conjunto frente a
la crisis
¿Dónde
está el piloto?
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 23/10/08
El
fin de semana pasada, una delegación de la Unión Europea
integrada principalmente por el presidente francés Sarkozy
y el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso se
reunió con Bush para plantearle “la necesidad de convocar
una cumbre internacional para refundar las bases del
capitalismo y buscar una respuesta internacional a la
actual crisis”.
El
mismo día, el primer ministro británico Gordon Brown,
consagrado por los capitalistas del mundo como el Superman
de los rescates financieros, daba una conferencia reclamando
la convocatoria a “una nueva Conferencia de Breton
Woods”. Recordemos que la conferencia internacional de
Breton Woods, realizada en esa localidad de EEUU a mediados
de 1944, sentó las bases del sistema económico–financiero
mundial que en gran medida aún está vigente. Allí, entre
otras medidas, se consagró al dólar como moneda mundial y
se constituyó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y lo
que luego sería el Banco Mundial. La esencia fue que se
“legalizó” formalmente la estructura yanqui–céntrica
de la economía mundial, hoy totalmente cuestionada
por la crisis.
Del
otro del Atlántico, las apelaciones europeas no han tenido
aceptación real. En las conferencias de prensa dadas por
Bush junto a Sarkozy y Barroso luego de las reuniones, se
representó la comedia diplomática de costumbre:
declaraciones rimbombantes sin mayor contenido substancial.
Todos,
por supuesto, concuerdan en la necesidad de “cooperar
estrechamente” y Bush hasta admite llamar (sin fecha ni
temario alguno), a “reuniones internacionales”. Pero,
acerca de qué se trata esa “cooperación” y qué
contenido y alcances concretos tendrían esas cumbres, no
hay acuerdos.
Bush,
mucho más que un “pato rengo”
El
primer obstáculo para decidir y actuar en común que tienen
los principales imperialismos, es la crisis política
de EEUU, quizás tan grave como su crisis económica.
A
los presidentes desprestigiados que están por finalizar su
mandato y no pueden tomar decisiones importantes, se los
llama en EEUU “lame duck” (pato rengo). Pero Bush
es un caso mayúsculo, que mas bien habría que calificar
como “pato muerto”. Es evidente que las decisiones de
fondo deberán esperar la próxima administración, muy
probablemente la de Obama.
Sin
embargo, este “pato muerto” del gobierno Bush ha
conservado suficiente vida como para recompensar con billones
de dólares de “ayuda” las fechorías de los tiburones
de Wall Street. Es que en esta operación criminal está más
o menos de acuerdo la gran mayoría de la burguesía
estadounidense. A lo sumo se critican las formas y el
reparto de la torta. Pero acordar con Sarko una conferencia
mundial para “refundar el capitalismo” o con Gordon
Brown un “nuevo Breton Woods” es algo completamente
distinto: sería comenzar a negociar el destronamiento de
EEUU.
Grave
contradicción: ya es insostenible el yanqui–centrismo de
la economía mundial pero no hay cómo cambiarlo “por las
buenas”
Como
señalamos, los acuerdos de Breton Woods de 1944 institucionalizaron
la estructura yanqui–céntrica de la economía y
las finanzas mundiales.
En
verdad, no hicieron más que legalizar una situación de
hecho, tanto a nivel económico–financiero como geopolítico
(es decir, a nivel del sistema mundial de estados).
EEUU
en 1944 ya era el gran vencedor (junto con la URSS) de la
Segunda Guerra Mundial de 1939–45. Tenía el 50% del
producto bruto mundial y la absoluta primacía tecnológica,
era acreedor neto de casi todos los países del planeta, en
Fort Knox se acumulaban las mayores reservas de oro
mundiales, el dólar ya reinaba como moneda mundial habiendo
desplazado a la libra esterlina (y por supuesto al marco
alemán y el yen japonés incinerados en la guerra), etc.,
etc.
Es
evidente que el 2008 presenta un cuadro completamente
diferente. Un “nuevo Breton Woods” del capitalismo
mundial, si es en serio, no podría menos que registrar que
–como dice el economista francés citado en otro artículo–
“la era de la superpotencia norteamericana se acabó. La
economía y la sociedad norteamericanas, en tanto potencias,
entraron en una dinámica de ocaso irreversible”.
Y
aquí comienzan los problemas. El primero de ellos es que la
burguesía estadounidense, lógicamente, se niega por
completo a “sincerar” la situación. Es que estaría
en cuestión el control de las finanzas mundiales
(que pese a todo mantiene EEUU) y sobre todo la emisión
de la moneda mundial, el dólar. Y, más ampliamente, la
forma neoliberal salvaje de configuración del capitalismo
mundial, que se impuso desde los ‘80 y que favoreció
principalmente a EEUU.
Las
contestaciones a las propuestas europeas de parte de la
prensa yanqui aclaran esto mejor que los comunicados diplomáticos
de la Casa Blanca. Un buen ejemplo es el New York Times,
que rechaza indignado las pretensiones europeas de
establecer controles internacionales sobre el sistema
financiero estadounidense. Subraya que tampoco “los
funcionarios de la Casa Blanca quieren que otras naciones
controlen nuestro sistema bancario”. Además, cualquier
debate internacional debe hacerse a partir de “preservar
los cimientos del capitalismo democrático: mercados libres,
libertad de empresa y comercio libre”.[1] O sea... dejar
todo como está...
¿Dónde
está el piloto del capitalismo mundial?
Los
clamores de EEUU –como, por ejemplo, “no nos controlen
el sistema bancario y financiero”– son escandalosos. ¿No
es acaso su sistema el epicentro y desencadenante de
esta crisis internacional?
Por
un lado, el “sistema bancario” norteamericano fue
impuesto por el mismo imperialismo yanqui como el centro
del sistema financiero mundial; por eso su crisis tiene
consecuencias también mundiales. ¡Y ahora, en medio
de este desastre, se acuerdan que los bancos son
norteamericanos y que, entonces, nadie tiene derecho a
controlarlos!
Pero
no se trata sólo de los bancos. ¿EEUU, el mayor deudor
insolvente del planeta puede seguir siendo el emisor absolutamente
incontrolado de la moneda mundial, el dólar? ¿Hasta
cuando va a seguir empapelando al mundo de papeles color
verde, para tapar su bancarrota?
Los
períodos de (relativo) “orden” financiero en la
historia del capitalismo estuvieron signados por el
predominio (inevitablemente temporal) de alguna gran
potencia imperialista. Por ejemplo, el Imperio Británico
con su libra esterlina. Y esa posición, que ya venía
cuestionada, la perdió en la Primera Guerra Mundial
(1914–18), no en una “conferencia internacional”.
Por
su parte, Wall Street y el dólar se impusieron
internacionalmente no mediante “conferencias”, sino
arrasando Europa y Asia en la Segunda Guerra Mundial, al
costo de 60 millones de muertos. Estos problemas siempre se
han solucionado así bajo el capitalismo. No vemos síntomas
que las cosas puedan a cambiar en este sentido.
Hoy,
evidentemente, EEUU no puede seguir ocupando el trono económico–financiero
que asumió en
1944–45. Pero simultáneamente no aparece reemplazante.
La Unión Europea es una “colcha de retazos”, una mera
asociación de burguesías nacionales, que está a años–luz
de constituir un nuevo estado (ni siquiera
federativo), y que ahora la crisis pone también a prueba.
Historiadores,
sociólogos y economistas serios como Wallerstein, Arrighi y
el fallecido Gunder Frank (y hoy también una nube de
charlatanes de la prensa) han apuntado a un desplazamiento
a Asia del centro económico y de la hegemonía mundiales.
Sin embargo, el deslucido papel de China y Japón en esta
crisis, no los señala por ahora como los nuevos pilotos del
capitalismo mundial.
En
verdad, las crisis y sus peleas interburguesas nos remiten a
una contradicción central e imposible de resolver
por el capitalismo, subrayada desde siempre por el marxismo:
que mientras la economía y las finanzas son mundiales
(y hoy en una escala mucho mayor que en el pasado), los
estados siguen siendo nacionales. No existe –ni
podrá existir bajo el capitalismo– un estado mundial
que venga a poner orden en este caos.
Sólo
el socialismo, al
acabar con los explotadores y sus conflictos de intereses, puede
encarar esa tarea imprescindible si se quiere salvar a
la humanidad de un curso catastrófico, que amenaza hasta la
supervivencia de la especie.
1.–
“Leaders Move Toward Meetings on Economic Crisis”, New
York Times, 18/10/08.
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