Crisis mundial

México, Brasil y Europa del Este especialmente afectados

Crisis global de los mercados “emergentes”

Por Joanna Slater, en Nueva York y
John Lyons, en São Paulo
Wall Street Journal, 24/10/08

En cuestión de semanas, la tormenta que azota los mercados globales ha borrado de un plumazo lo que las economías emergentes demoraron años en edificar.

En los últimos 30 días, el costo del financiamiento para los países emergentes se ha disparado a niveles que no se habían visto en seis años. El jueves, siguió aumentando.

Los inversionistas son particularmente recelosos de los países que podrían caer en una crisis más profunda debido a sus necesidades de financiamiento y el deterioro de sus fundamentos macroeconómicos. Pero incluso los países cuyas finanzas están en buen pie se están viendo afectados por un menor acceso al crédito y la marcada desaceleración de la economía global.

Según un índice elaborado por la firma de valores J.P. Morgan, la prima exigida por los inversionistas para invertir en deuda de los mercados emergentes es de ocho puntos porcentuales por encima de los bonos del Tesoro estadounidense. Hace apenas un mes, era de cuatro puntos porcentuales. Eso dificulta mucho que los gobiernos obtengan el financiamiento que necesitan para pagar sus deudas o aumentar el gasto para contener un enfriamiento de la economía.

En una muestra del impacto de la crisis en América Latina, los bancos centrales de México y Brasil invirtieron el jueves miles de millones de dólares de sus reservas para frenar el acelerado declive de sus divisas que está poniendo a prueba la estabilidad económica de la región.

Las medidas simultáneas sirven como una fotografía instantánea de una región que ha sido tomada por sorpresa por la celeridad y virulencia del derrumbe de sus monedas. "Estos son tiempos excepcionales que exigen medidas excepcionales", dijo Paulo Leme, economista de Goldman Sachs que sigue América Latina.

El banco central de México vendió US$1.000 millones de sus reservas en dólares mientras el peso alcanzó el nivel más bajo de su historia respecto a la moneda estadounidense. La medida, orquestada por el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, parece haber funcionado en el corto plazo, desatando un repunte del peso. México ha gastado más del 10% de sus reservas en el combate de esta crisis.

En Brasil, donde el real ha perdido cerca de un tercio de su valor desde agosto, el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, ha inundado el mercado local con dólares. Ayer, anunció su mayor intervención hasta la fecha: un programa de canje cambiario de US$50.000 millones cuyo objetivo es proveer la liquidez a los mercados cambiarios a futuro, que prácticamente se ha agotado por la falta de dólares. Brasil también suspendió un impuesto a la inversión extranjera en un intento por interrumpir el éxodo de dólares del mercado.

Las medidas extraordinarias reflejan el rápido giro de los acontecimientos en Latinoamérica, donde hasta hace poco algunas autoridades predecían que sus economías saldrían ilesas de la crisis. Estas previsiones se esfumaron rápidamente en las últimas semanas, a medida que algunas de las empresas más importantes de la región, como la cementera mexicana Cemex SAB y la productora brasileña de celulosa Aracruz Celulose SA reportaban cuantiosas pérdidas ligadas a fallidas apuestas cambiarias.

Aunque el sistema financiero de la región prácticamente no ha estado expuesto a los valores hipotecarios tóxicos que están en el corazón de la crisis financiera, Latinoamérica ha sentido el impacto. El declive en los precios de las materias primas, por ejemplo, está forzando a los gobiernos a replantearse sus planes de gasto.

La mayor sacudida de la crisis, sin embargo, se ha sentido en Europa del Este. Ayer, Standard & Poor's advirtió de posibles rebajas en la calificación de riesgo de Bulgaria y Rusia. Bulgaria depende del capital extranjero para cerrar la brecha considerable entre lo que importa y lo que exporta. Ahora enfrenta "el riesgo de un declive abrupto del financiamiento externo", escribió S&P. Rusia, mientras tanto, podría enfrentar mayores costos relacionados al rescate de su sistema bancario, añadió.

Muchos de estos países no han repetido los errores de finales de los años 90, cuando el alto endeudamiento fiscal en moneda extranjera contribuyó a provocar crisis cambiarias o cesaciones de pagos. Esa experiencia los hace estar mejor preparados para enfrentar la tormenta actual.

Sin embargo, la actual combinación de factores representa "un cóctel relativamente explosivo", dice Michael Gómez, codirector de mercados emergentes para Pacific Investment Management Co. Esos factores incluyen la estampida súbita de los inversionistas extranjeros; el declive de los precios de los commodities; nuevas vulnerabilidades como las apuestas cambiarias fallidas y, en lugares como Argentina, políticas poco ortodoxas como la propuesta de nacionalizar los fondos de pensiones.

Los países con grandes déficit que requieren financiamiento externo se encuentran en una situación complicada. Varios ya se han acercado al Fondo Monetario Internacional para conversar sobre sus necesidades, incluyendo Paquistán, Hungría, Ucrania y Bielorrusia.

El miércoles, Hungría subió sus tasas de interés en tres puntos porcentuales para ayudar a su debilitada moneda, el florín, una medida llamativa en una economía que enfrenta una posible recesión. Tales alzas de tasas son "una píldora peligrosa que podría matar al paciente", escribieron analistas de Danske Bank.


La crisis ahora se propaga a Europa del Este

Por Marcus Walker
Wall Street Journal, 22/10/08

Budapest.–La crisis financiera global está causando escalofríos en Europa del Este y otros países del continente que dependen del endeudamiento externo para impulsar sus economías emergentes.

Mientras Europa Occidental empieza a pensar que lo peor de la crisis bancaria ya pasó, sus vecinos más pobres –que no pueden darse el lujo de inyectar miles de millones de euros en sus bancos– están perdiendo el acceso al crédito extranjero que ha propulsado su crecimiento.

Hungría es el ejemplo más reciente de una economía al borde del precipicio. El banco central subió el miércoles las tasas de interés en tres puntos porcentuales como un recurso de emergencia para frenar la espiral descendiente de su moneda. Esto representa una clara señal de que la crisis financiera global está tocando la economía real y amenaza con asestar nuevos golpes.

El primer ministro, Ferenc Gyurcsány, dijo que la moneda nacional, el florín húngaro, "está bajo una fuerte presión especulativa". El banco central aumentó la tasa de interés de referencia de 8,5% a 11,5% para tratar de aumentar el atractivo del florín.

La decisión, sin embargo, no pareció ser de gran ayuda. La moneda se desplomó a su nivel más bajo contra el euro, para cerrar en 284,50 florines, frente a los 277,63 del martes. Frente al dólar, perdió incluso más, para acabar en 221,27respecto a los 211,35 florines del día anterior.

El alza en el costo del financiamiento amenaza con asfixiar a las empresas y consumidores y Hungría corre el riesgo de sufrir su mayor caída económica desde principios de los años 90. "Todos estamos esperando un milagro", dijo Zsolt Zelei, un vendedor de autos usados de Budapest, mientras inspecciona filas de autos embargados que están en subasta en un viejo complejo industrial de la era comunista. A medida que avanza la subasta, los compradores ofrecen 250.000 florines (US$1.172) por Volkswagens y Suzukis usados. Su temor es que no serán capaces de pedir mucho más por ellos.

La ansiedad también está llegando a otras partes. El banco central de Estonia, por ejemplo, advirtió que la economía está a punto de caer en una recesión de dos años. Es una realidad muy diferente para el país báltico que hasta 2006 registraba un crecimiento de más de dos dígitos.

Según economistas, es poco probable que el alza de las tasas de interés sea suficiente para restaurar la confianza en Hungría. El gobierno, los bancos y las compañías necesitan pagar o reprogramar unos 27.000 millones de euros (US$35.270 millones) en deuda externa que vence en los próximos 12 meses. Sin embargo, las reservas de divisas extranjeras del país apenas llegan a los 17.000 millones de euros, según un informe de Barclays Capital. Eso podría obligar a Hungría a recurrir al Fondo Monetario Internacional o a la Unión Europea, señala el documento.

Gyurcsány, el primer ministro, dijo que el país seguía en conversaciones con el FMI. El organismo le ofreció ayuda a Hungría, pero el país dijo que sólo la aceptaría si no le quedaba otro remedio. Hungría ya consiguió un préstamo de 5.000 millones de euros del Banco Central Europeo.

La cola cada vez más larga de países que tocan a la puerta del FMI está dándole nueva vida al Fondo, que en los últimos años parecía haber perdido relevancia debido a que el crédito barato del sector privado circulaba por todo el mundo. La última instancia en la que el FMI jugó un papel trascendente fue en los años 90, cuando rescató a países endeudados, desde México al Sudeste Asiático, imponiendo duros recortes en los presupuestos de sus gobiernos.

A diferencia de Europa Occidental, la mayor amenaza en Europa del Este no es que los bancos puedan caer como piezas de un dominó, ya que la región no tiene muchos. La mayoría de sus instituciones financieras son filiales de grandes grupos de Occidente que probablemente no permitirán que sus unidades del Este se hundan. Los bancos locales que no cuentan con una matriz en Occidente, como el húngaro OTP, podrían infligir una profunda llaga en las finanzas fiscales en caso de necesitar un rescate, apuntan los economistas. La deuda pública de Hungría ya es de casi un 66% de su Producto Interno Bruto, uno de los niveles más altos de la región.