La
guerra del dólar contra el mundo
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 06/11/08
El alza del
dólar se ha debido a la abundante salida de capitales (de
empresas e inversionistas) de la periferia del
dolarcentrismo para pretender colmar los agujeros negros del
queso gruyere financiero de Wall Street, como consecuencia
negativa de la desregulada globalización financiera.
Paul Craig
Roberts, conservador del Partido Republicano y prominente
funcionario de Reagan, explaya los dos factores
“temporales” del alza del dólar, que se ha revaluado
frente a prácticamente todas las divisas del mundo, con
excepción del yen japonés, “pese a la exposición
desproporcionada de Estados Unidos a la peor crisis
financiera desde la Gran Depresión” (“El mundo está
cansado de la hegemonía del dólar”, VDare, 29/10/08): la
“respuesta no se encuentra en la mejoría de los
fundamentos de su economía o en la mejor perspectiva del dólar
para retener su papel de divisa de reserva”.
El primer
factor radica en la “fuga tradicional a la divisa de
reserva” debido al pánico y el segundo se centra en el
“desdoblamiento” del carry trade, es decir, el método
que usan los especuladores que piden prestado yenes a baja
tasa de interés para comprar otras divisas inestables que
pagan mayores tasas y cuyo diferencial arroja descomunales
ganancias: los especuladores se desprendieron de sus
instrumentos financieros con altos rendimientos en los países
periféricos, “en una estampida por los dólares y los
yenes con el fin de pagar sus préstamos en Japón”.
Paul Craig
Roberts es conocido como “el padre de la reaganomics”
(el laissez–faire neoliberal), título que se ganó como
asistente del secretario del Tesoro de Reagan, además de
ser columnista en la prensa neoliberal (The Wall Street
Journal y Business Week).
Insiste en
que el alza del dólar es “temporal” cuando “su
perspectiva es sombría”, en medio del déficit comercial
de Estados Unidos (el mayor del mundo) y su “déficit
presupuestal cada vez mayor”.
El déficit
comercial “es financiado por los extranjeros que adquieren
más activos en dólares”, lo cual, de facto, “financia
el consumo, el presupuesto militar, las guerras y los
rescates financieros de Estados Unidos”, que “son cada
vez más resentidos por los extranjeros”.
Roberts
aduce el trascendente papel que devengará al BRIC (Brasil,
Rusia, India y China) en la próxima cumbre del 15 de
noviembre en Washington con el fin de “finiquitar la
hegemonía financiera de Estados Unidos”.
Comenta que
el viceprimer ministro de Tailandia (sin citar su nombre)
designó al yuan chino como la “ungida divisa convertible
por derecho propio en el mundo”. Con todo nuestro debido
respeto al viceprimer ministro de Tailandia, ensalzado por
Paul Craig Roberts, pero el yuan chino aún no es una divisa
“convertible” al mantener fija su paridad con el dólar,
lo cual, paradójicamente, le ha valido sortear los
vendavales de la hemorragia que han sufrido los países de
la periferia en la esfera de influencia del dólar, como México
y Brasil, supuestos aliados del régimen torturador bushiano
y vapuleados en sus divisas respectivas.
Roberts
refiere un feroz comentario de People’s Daily que acusa a
Estados Unidos de “saquear la riqueza global al explotar
el dominio del dólar”, lo cual deberá ser corregido
mediante la “exclusión del dólar de las relaciones
comerciales directas entre los países de Asia y Europa que
deberán usar solamente (sic) sus propias divisas”. Agrega
que Zhou Jiangong, editor del portal ChinaStakes.com, ha
reclamado la “captura de Wall Street por China para poner
fin a los excesos de Estados Unidos”, a lo que asiente
Paul Craig Roberts, quien concluye que los “prudentes
chinos realizarían una mejor tarea que la multitud de
bandidos (¡súper–sic!) de Wall Street, que han destruido
la reputación financiera de Estados Unidos mientras
explotan al mundo”.
A nuestro
entender, el alza del dólar se ha debido a la abundante
salida de capitales (de empresas e inversionistas) de la
periferia del dolarcentrismo para pretender colmar los
agujeros negros del queso gruyere financiero de Wall Street,
como consecuencia negativa de la desregulada globalización
financiera. Tal hemorragia deliberada, propiciada por Wall
Street, puede dilapidar las reservas de los países periféricos
y llevarlos hasta su bancarrota si no aplican con urgencia
los torniquetes proteccionistas: regulación, paridades
fijas y control de cambios.
El tsunami
financiero de Estados Unidos, que ha contagiado en forma
irresponsable al resto del mundo, exhibió el gran poderío
financiero de la dupla anglosajona y la vulnerabilidad de
dos gigantes geoeconómicos, Rusia y Brasil, que no disponen
del manejo financiero adecuado.
La hegemonía
del dólar es resultado del triunfo de Estados Unidos en dos
guerras mundiales y la guerra fría. Pese a su pronunciada
decadencia, aún conserva el dominio financiero global,
cuando en 2005 el dólar constituía 66.5 por ciento de las
reservas del mundo (el euro, 24.4 por ciento, y el yen, 3.6
por ciento), aunque su economía representa 25 por ciento
del PIB mundial (detrás del 31 por ciento de la Unión
Europea): ¡una tremenda anomalía!
En el
ranking del Índice de Desarrollo Financiero (IDF), del Foro
Económico Mundial de Davos, Estados Unidos y Gran Bretaña
descuelgan los dos primeros lugares. Los seis primeros
lugares son ocupados por seis integrantes del G–7 que
dominan el mundo de las finanzas globales, mientras el BRIC
aparece muy rezagado: Brasil (lugar 40), Rusia (36), India
(31) y China (24). Llama la atención el lugar 23 de Israel,
asombroso para su exigüidad económica (lo que delata el
predominio financiero del mundo por la plutocracia de
banqueros), mientras México se ubica en un mediocre lugar
43, pese a la entrega de su banca a las trasnacionales y a
su adopción fanática del neoliberalismo.
En el Comité
Consultor del IDF aparecen nombres que erizan los cabellos
hasta de un calvo, como el controvertido Jacob Aharon
Frenkel, anterior gobernador del banco central israelí y
vicepresidente de la quebrada AIG, la otrora empresa de
seguros más grande del mundo que cobró doble los percances
del 11/9 en las torres del World Trade Center por ser
“gemelas” (no es broma).
Lex de The
Financial Times (30/10/08) no se da por vencido y exulta el
estatuto del dólar “como la divisa de reserva mundial”
que significa un “recordatorio a los escépticos del poder
geoeconómico (sic) de Estados Unidos”. En forma
perturbadora, consigna que la “Reserva Federal se volvió
el banco central de todos los bancos centrales del mundo, o
al menos para aquellos que son aliados de Estados Unidos o
sus importantes socios comerciales”. ¿La Fed como banco
central global?
La euforia
de Lex proviene de la “aspersión de dinero al mundo por
la Reserva Federal” con la apertura de sendas líneas swap
por 30 mil millones de dólares (que arrojan un total de 120
mil millones de dólares) a Brasil, México, Corea del Sur y
Singapur, lo cual “conlleva un significado mayor que el
reciente recorte de las tasas de interés”. Lex festina en
forma cruel (british style) que Rusia no tendrá más
remedio que usar sus inmensas reservas de dólares, mientras
“otros podrían muy bien encontrarse caminando
trabajosamente cuesta abajo en rutas más solitarias y
pobres”. ¿Nos encontramos en el paroxismo de la “guerra
de las divisas”?.
|