Ganó
la postura de Bush de evitar la “sobrerregulación
que
atente contra el libre mercado”
La
Jornada, 16/11/08
Washington,
DC.– Los jefes de gobierno de 20 países que reúnen más
de tres cuartas partes del producto interno bruto (PIB)
mundial acordaron instrumentar a escala nacional medidas de
estímulo fiscal para hacer frente a la recesión, pero
dejaron sin resolver las diferencias que existen entre
Europa y Estados Unidos sobre la intervención estatal y la
regulación en los mercados financieros.
En
lo que fue considerado un “acuerdo de compromiso”, los líderes
del Grupo de los 20 (G–20), que reúne a naciones
industrializadas y en vías de desarrollo, se dieron cuatro
meses para adoptar medidas concretas para regular a los
mercados financieros, el tema considerado fundamental por
Europa a la luz de la crisis actual, que estalló por fallas
en la regulación de instrumentos financieros.
Contra
la “regulación excesiva”
El
encuentro, convocado hace un mes por los presidentes de
Estados Unidos y Francia, George W. Bush y Nicolás Sarkozy,
finalizó con el compromiso de los participantes de reformar
y fortalecer los mercados financieros, pero con la
advertencia de que la responsabilidad es de cada país y que
hay que evitar, “por contraproducente, la regulación
excesiva”. Es decir, que Estados Unidos logró imponer su
tesis de que no conviene crear nuevos organismos y
supervisores internacionales, al contrario de lo que defendía
Europa, así como su oposición a caer en un control
excesivo que atente contra el libre mercado.
La
cumbre, sin embargo, no arrojó planteamientos concretos
sobre reglas para la regulación de los mercados
financieros, un tema que fue dejado para un encuentro
posterior el 30 de abril, cuando el presidente electo de
Estados Unidos, Barack Obama, lleve 101 días ejerciendo el
cargo.
Al
término de la reunión, en la que además de los países
que componen el G–20 han participado España y Holanda,
los jefes de Estado y de gobierno presentes en Washington
dieron a conocer una declaración final de 10 páginas en
las que se perfilan las futuras reformas que deberán
acometer los países antes del 31 de marzo. En esencia, se
trata de un plan de acción que incluye la adopción a
escala nacional de medidas de estímulo fiscal para hacer
frente a la recesión y la puesta en marcha de colegios de
supervisores para controlar a los bancos más importantes
del mundo.
Como
puntos importantes, el documento muestra la determinación
del grupo a dar un mayor peso a los países emergentes y en
desarrollo en los organismos internacionales, lo que incluye
la propuesta de reformar el Fondo Monetario Internacional y
al Banco Mundial, y de dar continuidad al trabajo coordinado
con la convocatoria de una nueva cumbre antes del 30 de
abril, ya con la presencia del nuevo presidente estaduniense,
Barack Obama.
El
rechazo a la regulación excesiva y el proteccionismo queda
expresado así en el texto: “Aunque reconocemos la
necesidad de mejorar la regulación de los mercados
financieros, debemos evitar la sobrerregulación, que pondría
en peligro el crecimiento económico y aumentaría la
contracción de los flujos de capital, incluidos los países
en desarrollo”, dice la declaración. “Subrayamos la
importancia crítica que tiene el rechazo del
proteccionismo, y el no encerrarnos en tiempos de
incertidumbre financiera”, añade. En esta línea, el
texto anima a concluir antes de finales de año la Ronda de
Doha de liberalización comercial, y pide a los países que
en los próximos 12 meses no adopten ninguna medida
proteccionista.
No
obstante, los líderes del G–20 reconocen que es necesario
fortalecer la transparencia y la regulación de los
mercados, aunque dejan claro que ello debe ser
responsabilidad de cada país. Los gobiernos nacionales
constituyen “la primera línea de defensa contra la
inestabilidad de los mercados”, señalan. Cada país deberá,
además, poner su grano de arena para reforzar la cooperación
internacional en materia de regulación y de vigilancia.
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