Este
plan, el segundo de Bush, intenta reactivar el mercado del
crédito y comprar activos hipotecarios
EE.UU.
lanza otro gigantesco salvataje
Nueva
intervención por 800.000 millones de dólares
Por
Hugo Alconada Mon
Corresponsal en EE.UU.
La Nación, 26/11/08
Washington.–
Nuevo día, nuevo y multimillonario plan de rescate
hipotecario, económico y financiero. Así podría resumirse
la dramática "rutina" en la que parece
encontrarse Estados Unidos desde hace semanas, sin que la
crisis que enfría su economía real llegue a su fin ni
modifique la percepción negativa que predomina entre los
norteamericanos sobre lo que se viene en 2009.
El
Departamento del Tesoro y la Reserva Federal (Fed)
anunciaron ayer el desembolso de otros 800.000 millones de dólares
que servirán para traspasar hipotecas en riesgo al sector público
y reactivar el consumo con tarjetas, la compra financiada de
automóviles y los préstamos universitarios.
Wall Street
reaccionó con agrado al anuncio, pero también lejos de la
euforia que en otros tiempos habría dominado entre los
inversores, más aún cuando la inyección acumulada de
fondos públicos ronda ya los 2 billones de dólares en
menos de seis meses. El índice promedio Dow Jones sólo
trepó 0,43%, mientras que el Standard & Poor´s 500
mejoró 0,66% y el Nasdaq, otro 0,50%.
La
estrechez del repunte bursátil se explica en otra mala
noticia que contrarrestó el anuncio oficial. Según informó
el Departamento de Comercio, la economía local se contrajo
0,5% entre julio y septiembre de este año –más de lo
previsto–, lo que se combinó con el recorte más drástico
del gasto de los consumidores de por lo menos los últimos
28 años.
La recesión
incipiente, sin embargo, podría resultar aún peor si se
cumplen los pronósticos privados que estiman que durante
este último trimestre del año la actividad económica
local podría reducirse entre el 4 y 5 por ciento, una
tendencia que temen que se extienda durante la primera mitad
del año próximo.
Promesa
Ante ese
panorama, el presidente electo Barack Obama prometió que su
equipo estará "a la altura de los desafíos",
mientras protagonizaba su segunda conferencia de prensa en sólo
dos días. Anunció quién dirigirá la Oficina de
Presupuesto de la Casa Blanca, Peter Orszag, y anticipó que
ordenará un recorte sustancial del gasto público para
compensar la erogación que implicará el paquete de estímulo
que preparan sus colaboradores, por otros 500.000 a 700.000
millones de dólares.
"En
estos tiempos desafiantes, cuando estamos afrontando los
riesgos de déficit y hundimiento económico, las reformas
del presupuesto no son una opción, sino algo
imperativo", afirmó Obama, en línea con lo que
anticipó anteayer. "Tendremos que revisar nuestro
presupuesto federal, línea por línea, y hacer cortes y
sacrificios significativos."
La
presencia de Obama frente a los micrófonos –que hoy sumaría
su tercera conferencia de prensa–reforzó también la
sensación de "doble comando" o, si se quiere, de
vacío de poder que rodea al presidente saliente, George W.
Bush, a quien aún le restan ocho semanas en el Salón Oval,
pero cuya influencia se licua con el correr de las horas.
Como el
lunes, cuando Obama irrumpió ante las cámaras minutos
después de que Bush defendió el salvataje del coloso
bancario Citigroup, ayer el mandatario electo inició su
conferencia de prensa desde Chicago poco después de que el
actual secretario del Tesoro, Henry Paulson, expuso los ejes
del nuevo plan.
Este último
intento por reactivar la economía incluirá dos grandes
partidas. La primera, por 600.000 millones de dólares,
servirá para comprar activos hipotecarios, de modo de
aligerar a bancos que podrán entonces destinar más fondos
propios a nuevos créditos en vez de a resguardar sus
balances.
La segunda
partida del paquete, por otros 200.000 millones de dólares,
apuntará a garantizar –y así bajar su costo– créditos
al consumo, estudiantes universitarios y las compras en
cuotas de automóviles.
"Este
plan da liquidez a las empresas y es crédito directo que
ayudará a los consumidores", estimó Paulson, que
detalló que 100.000 millones de dólares de la primera
partida se transferirán a los gigantes hipotecarios Fannie
Mae y Freddie Mac, que siguen en problemas a pesar de su
nacionalización, definida el 7 de septiembre.
El nuevo
paquete de salvataje confirma, además, el fuerte viraje que
mostró la Fed al mando de su titular, Ben Bernanke, durante
los últimos meses, con políticas cada vez más heterodoxas
y alejadas del ideario de su predecesor, Alan Greenspan.
Para los
defensores de Bernanke, el nuevo paquete demuestra su
pragmatismo para afrontar la crisis tras comprobar que la
mera reducción de la tasa de interés de referencia de la
Fed sirve ya de poco para reactivar el circuito de crédito,
en particular cuando se encuentra en el 1 por ciento.
Pero para
otros, como el economista que anticipó el desmadre
financiero, Nouriel Roubini, serán necesarias "aún más
políticas radicales y no ortodoxas" para evitar una
dinámica deflacionaria similar a la que padeció Japón
durante los 90. Esas políticas "extremas", alertó,
podrían no resultar suficientes "una vez que se está
en una trampa de iliquidez y hay fuerzas deflacionarias
fundamentales en la economía".
La
expansión de las líneas de crédito ha abultado la deuda
de la Fed
Nuevo
plan de rescate
Por
Jon Hilsenrath y Deborah Solomon
Wall Street Journal, 27/11/08
El gobierno
de Estados Unidos prometió inyectar otros US$800.000
millones en los alicaídos mercados de crédito. La mayor
parte de los fondos provendrán directamente de la Reserva
Federal, lo que transforma al banco central en un
prestamista de casi todos los rincones de la economía del
país.
La Fed,
cuyo papel tradicional es prestar a los bancos, comprará en
los próximos meses hasta un total de US$600.000 millones de
deuda emitida por las firmas hipotecarias Fannie Mae,
Freddie Mac, Ginnie Mae y Federal Home Loan, todas las
cuales tienen estrechos lazos con el gobierno. Además, la
Fed y el Departamento del Tesoro ofrecerán financiamiento
de hasta US$200.000 millones a inversionistas, de modo que
puedan comprar valores ligados a préstamos estudiantiles,
créditos automotrices, tarjetas de crédito y préstamos a
pequeñas empresas.
La osada
intervención, la última en una serie de pasos sin
precedentes del gobierno, hizo caer de inmediato las tasas
hipotecarias, algo que ayudaría a las personas que buscan
comprar una vivienda o refinanciar su crédito hipotecario y
podría apuntalar el mercado de bienes raíces.
A pesar de
una reacción inicial positiva, no hay ninguna garantía de
que las medidas vayan a poner punto final a la crisis
financiera o a la recesión que ha cobrado fuerza en las últimas
semanas. La Fed y el gobierno estadounidense han tenido que
cambiar de rumbo en repetidas ocasiones desde septiembre en
su esfuerzo por contener la tormenta financiera.
Las últimas
medidas se producen días después de que el secretario del
Tesoro, Henry Paulson, insinuara que no volvería a utilizar
los fondos del plan de rescate de US$700.000 millones
aprobado por el Congreso en octubre. El programa de la Fed
para financiar US$200.000 millones en créditos de consumo
cuenta con el respaldo de US$20.000 millones en fondos del
Tesoro y se anuncia un día después del rescate de
Citigroup Inc.
Paulson señaló
que los problemas del mercado hubiesen sido mucho más
graves sin los planes de rescate. Agregó que el objetivo de
las últimas decisiones es aumentar el acceso al crédito de
los consumidores y los deudores hipotecarios. "No hay
nada más importante para superar esta corrección
inmobiliaria que la disponibilidad de financiamiento
hipotecario a precios razonables", dijo. Añadió que
el mercado para los valores respaldados por hipotecas dejó
de funcionar el mes pasado, haciendo que fuera imposible que
las personas pudieran financiar una serie de gastos, desde
el pago de la universidad a la compra de una computadora.
Estos
mercados se han deteriorado bruscamente en las últimas
semanas en Estados Unidos. La emisión de deuda respaldada
por tarjetas de crédito, préstamos estudiantiles y otros
tipos de deuda de consumo se ha agotado desde octubre.
Mientras tanto, los rendimientos sobre la deuda hipotecaria
han aumentado.
La semana
pasada, la deuda emitida por Fannie Mae tenía un
rendimiento de 1,8 puntos porcentuales por encima de los
bonos del Tesoro de idéntico vencimiento. Eso se compara
con una diferencia, o spread, de 0,7 punto porcentual en
septiembre. Los inversionistas, incluyendo los bancos
centrales de otros países, no han comprado deuda de Fannie
y Freddie debido a la incertidumbre que reina respecto del
respaldo del gobierno. A su vez, el gobierno le ha dado un
respaldo explícito a otros tipos de deuda. El alza en los
rendimientos de la deuda de Fannie y Freddie ha sido acompañada
por el aumento en los rendimientos de los créditos
hipotecarios.
El papel
tradicional de la Fed es fijar las tasas de interés de
corto plazo. Pero su tasa de referencia se ubica en 1%, un
nivel que ya es bajo y el banco central podría volver a
reducirla en su próxima reunión que tendrá lugar en
diciembre. La Fed también le presta a los bancos que
necesitan financiamiento de corto plazo. Los nuevos
programas, sin embargo, transforman a la Fed en un
prestamista gigantesco y con un alcance mucho más amplio.
En los últimos
meses, la Fed ya había expandido sus líneas de crédito
para abarcar a las corredoras bursátiles y empresas no
financieras. También ha anunciado planes para empezar a
adquirir una parte de los complicados valores que se
encuentran en el epicentro de la crisis financiera,
conocidos como obligaciones de deuda colateralizada o CDO
por sus siglas en inglés, como parte del rescate de la
aseguradora American International Group.
La expansión
de las líneas de crédito ha abultado la deuda de la Fed,
que ha pasado de US$900.000 millones en agosto a US$2
billones (millones de millones). Tras el anuncio de los
nuevos programas, crecerá aún más.
|