El
Gobierno y los líderes demócratas llegan a un
acuerdo sobre un plan de rescate para las automotrices
Por
Greg Hitt
Wall Street Journal, 10/12/08
Washington.–
La Casa Blanca y los principales legisladores demócratas
alcanzaron un acuerdo en principio sobre un amplio paquete
de rescate para las tres mayores automotrices de Estados
Unidos y esperan que el Congreso le de el visto bueno esta
semana a una inyección de miles de millones de dólares a
los alicaídos fabricantes, dijeron un funcionario del
Gobierno y asesores en el Congreso.
La
legislación ofrecería miles de millones de dólares en préstamos
a la industria automotriz a cambio de una posible
participación del Gobierno en las automotrices y un rol
directo en la reestructuración de la industria, allanando
el camino para uno de las mayores intervenciones del Estado
en la industria estadounidense en décadas.
El plan
proveería fondos en el corto plazo, aproximadamente US$15.000
millones, y daría inicio a conversaciones sobre un posible
financiamiento de largo plazo.
General
Motors Corp., Chrysler LLC y Ford Motor Co. buscan préstamos
o líneas de crédito por US$34.000 millones para capear la
recesión y la severa caída en las ventas de vehículos.
Ford ha señalado que no necesita financiamiento de corto
plazo, pero que busca una línea de crédito a largo plazo.
GM y Chrysler han dicho que necesitan los fondos antes de
fin de año para no correr el riesgo de colapsar.
Los últimos
detalles de la legislación, que podría empezar a ser
debatida y quizás votada a partir de hoy, se acordaron el
martes por la noche después de varias horas de
negociaciones sobre los términos, desde protecciones para
los contribuyentes hasta lo que la industria debería
otorgar a cambio de los préstamos.
Los
expertos en política industrial compararon la escala de las
propuestas a los recates del fabricante de aviones Lockheed
Aircraft Corp. y la automotriz Chrysler Corp. en los años
70, pero recalcaron que la ayuda al sector automotriz
impondría condiciones mucho más estrictas.
Con un
acuerdo en mano, el próximo desafío para los aliados de la
industria automotriz es conseguir la aprobación del
Congreso.
Las
perspectivas parecen favorables en la Cámara de
Representantes, donde los demócratas, que debatieron el
tema a puertas cerradas el martes, tienen un control firme y
han encabezado los esfuerzos para impedir un colapso de la
industria.
El panorama
es mucho menos claro en el Senado, donde se necesitarán 60
votos para lograr la aprobación del plan de rescate. Hasta
fines de año, los demócratas operan con una leve mayoría
de 50 a 49 escaños.
Respaldo
tibio
La
propuesta de socorrer a las automotrices estadounidenses con
recursos fiscales cuenta con un tibio respaldo entre la
población, resignada a otro rescate del sector privado.
Según una
nueva encuesta de The Wall Street Journal/NBC News, 46% de
los estadounidenses está en contra del rescate y 42% está
a favor. El sondeo tiene un margen de error de más o menos
tres puntos porcentuales.
El apoyo a
las automotrices es mucho mayor que el apoyo al plan de
US$700.000 millones para socorrer al sector financiero, cuya
aprobación cayó en comparación a dos meses atrás: la
mitad de los entrevistados está en contra del rescate del
sector financiero.
El plan de
rescate de Detroit también causó menos irritación que su
antecesor. El monto –US$34.000 millones– es mucho menor.
Además, el rescate de las automotrices involucra a la clase
obrera y ha sido presentado por políticos y empresas como
una medida que salvará empleos, en vez de salvar a los
titanes financieros de Wall Street.
La encuesta
fue realizada entre el cinco y el nueve de diciembre, cuando
los presidentes ejecutivos de GM, Ford Motor y Chrysler acudían
por segunda vez al Congreso estadounidense en busca de
fondos.
El
plan podría superar los US$ 15.000 millones e incluye la
figura de un "zar"
Avanza
el rescate para las automotrices
La
Nación, 09/12/08
Hugo Alconada Mon
Corresponsal en EE.UU.
Washington.–
Los líderes de la mayoría demócrata en el Congreso
enviaron anoche a la Casa Blanca el borrador de un plan de
rescate –que podría superar los US$ 15.000 millones–
para la amenazada industria automotriz, de la que dependen
millones de trabajadores.
La
propuesta que estudiaba anoche la Casa Blanca contempla la
creación de un "zar" de los autos, que sería el
encargado de controlar toda la marcha del proceso de
reestructuración que se le exigirá a cambio.
Tan increíble
como suena para la cultura capitalista de este país, el
"zar" fue una de las condiciones impuestas por los
demócratas para abrir la canilla de fondos públicos que
aliviará las cuentas de General Motors, Ford y Chrysler,
los tres gigantes que están en la cuerda floja. Pero no es
la única. Los demócratas piden también la cabeza de por
lo menos uno de sus máximos ejecutivos.
Pero lejos
de responder a la movida con un rechazo generalizado y un
derrumbe bursátil, en Wall Street soplan otros vientos.
Hasta tal punto que todos los mercados reaccionaron ayer con
alivio, alentados por el ambicioso plan económico y laboral
que el futuro presidente Barack Obama presentó el sábado y
su anuncio de que no dejará caer el crucial sector
automotriz (ver aparte).
Obama lanzó
un programa que aspira a crear 2,5 millones de puestos de
trabajo entre 2009 y 2011, con inversiones que superarían
el medio billón de dólares, aun cuando también remarcó,
dos veces, que "las cosas van a empeorar antes de que
comiencen a mejorar". Sin embargo, para una economía
que suma golpes, malas noticias y traspiés desde
septiembre, todo anuncio es bienvenido o, por lo menos,
recibido con interés. Eso explica, también, por qué los
legisladores que hasta la semana pasada repudiaban la idea
de una ayuda avanzaban anoche hacia un acuerdo.
Entre
aquella negativa y ayer, comentó el titular del comité de
Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, el
demócrata Barney Frank, se conocieron "los desastrosos
números de la tasa de desempleo", que empujó la idea
de "una ley de corto plazo", que les dé a las
compañías fondos suficientes para sobrevivir hasta marzo.
El plan de
rescate también podría incluir la posibilidad de
retirarles los fondos de ayuda si los supervisores deciden
que las empresas no han adoptado las medidas adecuadas para
reformarse, que incluye la obligación de construir vehículos
de consumo más eficiente.
El
desembolso estatal podría superar los US$ 15.000 millones a
cambio de garantías por hasta el 20% de sus acciones, según
adelantaron fuentes del Congreso. Pero podría no ser
suficiente. Las tres automotrices pidieron un total de US$
34.000 millones y expertos independientes creen que la
cuenta final podría trepar hasta los US$ 125.000 millones
en el mediano plazo. La primera chequera, por lo pronto,
quedará en manos de ese "zar", en la senda de los
que deciden y controlan todo en la lucha contra la droga o
la inteligencia de los Estados Unidos. En este caso,
coordinará sus pasos con los secretarios de los
departamentos del Tesoro, Comercio, Trabajo, Transporte y
Energía, así como con la Agencia para la Protección del
Medio Ambiente.
Lo más
notable, sin embargo, es la cantidad y el alcance de las
condiciones que irían atadas al desembolso, que podría
concretarse tan pronto como el lunes próximo. El
"zar" podría redactar directrices que los tres
colosos de Detroit deberán respetar a rajatabla. Y aquel
que demore en la implementación de esas órdenes más allá
de mediados de febrero no recibirá más fondos.
Tan
sensibles son las facultades que asumirá ese futuro
funcionario –idea que defiende la Casa Blanca– que los
demócratas buscaron ayer diluir su poder en una junta de
supervisores o, por lo menos, en un binomio o triunvirato.
Muchas de
las condiciones que se impondrían a las automotrices, de
todos modos, ya tendrían un antecedente en el paquete de
US$ 700.000 que se aprobó para los bancos. A cambio de esos
fondos, las entidades acordaron limitar los salarios de sus
máximos ejecutivos, cortaron el pago de dividendos,
entregarán al gobierno parte de las ganancias futuras y
garantizaron que reintegrarán el dinero antes de repartir
ingresos entre sus accionistas.
El futuro
para los ejecutivos de las automotrices podría ser aun más
negro. "Creo que hay que considerar un nuevo
liderazgo", reclamó el presidente del Comité Bancario
del Senado, el demócrata Chris Dodd, que le puso nombre a
su demanda. El jefe máximo de General Motors, Rick Wagoner,
"debe renunciar", dijo.
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