Brasil en vísperas del G–20
Derrumbe de la economía real
Por Mario Osava
Inter Press Service (IPS), marzo de 2009
Río de Janeiro.– La crisis internacional golpeó de
forma inesperada la economía real de Brasil. El producto
interno bruto (PIB) cayó 3,6 por ciento entre el tercer y
el cuarto trimestre de 2008, lo que representa una reducción
de 15,2 por ciento en el índice anualizado que se usa en
Estados Unidos.
El derrumbe es similar al de algunos países asiáticos,
como Corea del Sur, Tailandia y Taiwán, cuyas economías,
mucho más internacionalizadas, se preveían muy vulnerables
a la crisis financiera global. En Brasil se esperaba un
impacto moderado, por la menor dependencia relativa de las
exportaciones y del crédito externo.
Pero a los efectos de la depresión, que llegan a través
del comercio y del crédito, aunque menos fuertes que en
otros países, se sumaron una notable retracción del crédito
interno y la "pasividad" del Banco Central brasileño,
opinó Julio de Almeida, consultor del Instituto de Estudios
para el Desarrollo Industrial, un vinculado a las empresas
del sector.
No solo el Banco Central, con su política monetaria que
mantiene tasas de interés en los niveles más elevados del
mundo, sino todo el sistema bancario nacional mostró su
"conservadurismo", frenando bruscamente el crédito
que venía expandiéndose 30 por ciento al año, observó
Almeida, profesor de la Universidad de Campinas.
Como los préstamos bancarios venían creciendo
aceleradamente, la interrupción de la tendencia tuvo un
impacto expandido. "La caída es proporcional a la
altura", señaló Almeida. En una situación
consolidada y más estable, el efecto sería menos brutal,
dijo.
Si el Banco Central fuera menos conservador, se podría
"atenuar" el golpe, aunque "ninguna política
económica puede neutralizar grandes procesos económicos"
de la magnitud que se vive en el mundo, matizó. En su opinión,
ante una caída anualizada del PIB de 15 por ciento, una política
monetaria seria reduciría los intereses en cuatro o cinco
puntos porcentuales.
La autoridad monetaria elevó de 13 a 13,75 por ciento su
tasa básica en septiembre, cuando la crisis financiera ganó
fuerza de tsunami, y la mantuvo en ese nivel hasta enero,
cuando finalmente la bajó a 12,75 por ciento. Ya se conocían
los primeros resultados catastróficos de la crisis en la
industria de bienes durables.
La reacción tardía e insuficiente del Banco Central, a
contravía de las fuerte rebajas de las tasas de interés en
el mundo industrializado, impide que la política monetaria
ayude a "abreviar y amenizar" los impactos
inevitables, criticó Almeida.
La economía brasileña vuelve así a presentar gran
inestabilidad, extremando las oscilaciones, pero esta vez
por motivos distintos de los de los años 90. Ahora es la
"economía real" la más afectada, mientras las
cuentas externas, el sector público y los bancos no fueron
contaminados, al contrario de la recesión de la década
pasada, comparó el economista.
Pese al desastre del último trimestre, el PIB brasileño
creció cinco por ciento en 2008, según el Instituto
Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Eso se
explica porque en los tres primeros trimestres el
crecimiento del producto se acercó a siete por ciento.
La industria sufrió el más duro golpe, retrocediendo 7,4
por ciento entre octubre y diciembre, en comparación con el
trimestre anterior, mientras las inversiones cayeron 9,8 por
ciento y, por primera vez en seis años, el consumo familiar
se redujo en dos por ciento, indicando que el mercado
interno tampoco sostiene la economía.
Gran parte de los analistas ya prevén recesión para
2009, contradiciendo el optimismo del presidente Luiz Inácio
Lula da Silva, que ha negado esa posibilidad, si bien admitió
un crecimiento "cercano a cero por ciento".
Se interrumpe un ciclo de buena expansión de la economía
nacional, en el que el PIB creció entre 3,2 y 5,7 por
ciento al año desde 2004, contribuyendo a la elevada
popularidad de Lula. La brusca interrupción está generando
desempleo y puede influir en las elecciones presidenciales
de 2010.
La caída del producto, en una proporción mucho mayor que
en países directamente afectados por la crisis financiera,
como Estados Unidos, se debe exactamente al ritmo acelerado
en que venía creciendo, según Carlos Thadeu de Freitas, ex
director del Banco Central y actual jefe del departamento
económico de la Confederación Nacional del Comercio. Es
"un freno de ajuste", definió.
El sector comercial siente los efectos desde octubre, pero
de forma más lenta y menos profunda que la industria. En
este año aún podría registrar un pequeño crecimiento,
dependiendo de la evolución de la masa salarial y del nivel
de empleo, evaluó.
La gran preocupación es la industria, cuyas ventas
cayeron 13,4 por ciento en enero en comparación con el
mismo mes de 2008. La recesión industrial tiene efectos
directos en los demás sectores, por ocupar el centro de una
cadena de producción, distribución y comercialización. Su
retracción reduce la adquisición de insumos, los
servicios, la distribución y el comercio.
Es imposible prever la duración de la crisis en Brasil,
pese a las ventajas económicas de este país, como el
sistema bancario preservado y buenas cuentas externas, según
Almeida.
Su economía no tiene el grado de internacionalización de
la mayoría de los países emergentes de Asia, pero sí lo
tienen algunos sectores, como los que exportan materias
primas agrícolas y minerales, observó.
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