Como se bate el cóctel en la crisis global
Rebelión en la granja
Ricos, pobres y desocupados
Por Manuel Freytas (*)
IAR Noticias, 13/03/09
En la pirámide del colapso recesivo global, para un rico o un clase media
alta la "crisis social" significa un
"achicamiento del cinturón" (prescindir de
productos suntuarios o de algún confort), mientras que para
un clase baja significa quedar desocupado o perder la
capacidad de supervivencia. Esto marca la dinámica y la
resolución de la crisis social que se avecina.
La
crisis financiera recesiva (que se expande por todo el
planeta) ya derivó en "crisis social" por medio
de dos actores centrales: La baja de la capacidad de
consumo y la desocupación.
La
"crisis social" afecta de manera diferente en la
pirámide social: En las clases altas y medias se proyecta
como una "reducción del consumo" (principalmente
suntuario), en cambio en las clases bajas y marginales se
expresa en la desocupación y en una restricción del
consumo de los productos básicos para la supervivencia
(principalmente alimentos y servicios esenciales).
Mientras un rico o acomodado reducen servidumbre, viajes
turísticos o consumos superfluos, un clase baja o pobre
reduce compras de alimentos y consumo necesario para
sobrevivir.
En resumen, en la pirámide del colapso recesivo global,
para un rico o un clase media alta la "crisis
social" significa un "achicamiento del cinturón"
(prescindir de productos suntuarios o de algún confort),
mientras que para un clase baja significa quedar
desocupado o perder capacidad de supervivencia a través
de la reducción de su salario.
De manera tal, que en la crisis social se proyectan las
mismas variables del resto de la economía capitalista: El
peso de la crisis golpea con fuerza sobre la base del triángulo
social más desposeído (obreros asalariados y
pobres) mientras se atenúa en el medio y en el vértice
(empresarios, ejecutivos y profesionales) , donde se
concentra mayoría de la riqueza acumulada por la explotación
capitalista.
La misma ecuación (de proyección y efecto disímil de
la crisis social) se produce en la pirámide de países
capitalistas, claramente dividida entre el vértice (las
naciones centrales), el medio (las naciones
"emergentes") y la base (las naciones "en
desarrollo").
Esto es clave para entender, por ejemplo, porqué los efectos
de la crisis social en Europa (las huelgas y revueltas
sociales) ya comienzan a manifestarse por las naciones más
vulnerables del Este (las ex republicas soviéticas) que
mantienen una relación de dependencia estructural con las
ricas economías centrales de las potencias del euro.
Cuando se refieren a la "crisis social", los
periodistas, intelectuales y analistas del sistema hablan en
forma abstracta y genérica, sin precisar su impacto
(discriminado por sector) en la pirámide social del sistema
capitalista a escala global.
Así, por ejemplo, la prensa internacional sionista en los
últimos días expresa, con total impunidad (y sin
contrainformación masiva) cómo la crisis está "afectando
a los más ricos" cuya pirámide está encabezada
por los súper millonarios del ranking de la revista Forbes.
Los medios y analistas del sistema (que informan a las
sociedades a escala masiva) tienen centrada su
"preocupación en las pérdidas de los grandes
consorcios empresariales transnacionales, en la reducción
de las grandes fortunas de los súper ricos y en la
devaluación de los multimillonarios sueldos de los
ejecutivos de las metrópolis de EEUU y Europa.
Casi no hay informes (y los que hay son manipulados y
reducidos) de cómo la crisis de los países centrales ya impacta
en las economías y en las sociedades de los países
subdesarrollados de Asia, África y América Latina,
donde se concentra la mayoría del hambre y la pobreza a
escala planetaria.
De esta manera, los diarios, las radios y los canales
televisivos ponen el acento de la "noticia" en la
disminución de la cifra de la fortuna de los tres sionistas
que encabezan el ranking Forbes: Bill Gates, Warren
Buffett y Carlos Slim, cuyos patrimonios juntos
suman este año US$ 112.000 millones.
Por supuesto, que la prensa del sistema no aclara que esa
cifra (en mano de sólo tres personas) equivale a 0,8% del
presupuesto de US$ 896 millones que la ONU y el Banco
Mundial destinan a "combatir la pobreza en el
mundo".
El Programa para hacer frente a la crisis mundial de
alimentos, (GFRP, por sus siglas en inglés)
desarrollado por el Banco Mundial no alcanza ni siquiera al
1% de la suma acumulada por los tres capitalistas más
ricos, pero esto no es "noticia" para la prensa
sionista imperial.
El jueves, los medios internacionales, que esconden sistemáticamente
la relación simbiótica pobreza–riqueza (una es
consecuencia de la otra) comentaban con "preocupación"
como la crisis redujo el selecto club de súper
millonarios del ranking Forbes que pasó de 1.125
miembros en 2008 a 793 en 2009.
Según Forbes, por la caída de los mercados y de la
facturación empresarial, los hombres y mujeres más ricos
del planeta (el vértice de la pirámide) manejan una
fortuna de US$ 3 billones frente a los 4,4 billones
del año anterior.
Cabe destacar que esa cifra (en manos de 700 personas)
equivale casi al presupuesto anual de EEUU (la primera
potencia económica mundial), al PBI completo de Alemania
(la primera potencia económica de Europa), y a más de cien
veces el PBI de Bolivia.
Reinvertidos en salarios equitativos y en producción
distribuida socialmente, los US$ 3 billones (hoy en
manos de solo 700 personas) serían decisivos para terminar
con la pobreza, el hambre y la desocupación de más de
2.500 millones de personas concentradas en las áreas periféricas
de Asia, África y América Latina.
Pero el capitalismo y sus leyes históricas funcionales
(la rentabilidad y la concentración de riqueza en pocas
manos) es incompatible con otro proceso que no sea el
actual: Si los capitalistas (y sus empresas y bancos)
reorientaran la producción hacia la distribución social,
el sistema capitalista perdería su razón histórica y
desaparecería.
Y como nadie se suicida voluntariamente esa hipótesis está
descartada: El sistema sólo va a desaparecer por medio
de un apocalipsis, sea social, natural o nuclear. No
antes, ya que la hegemonía del control del planeta está en
manos de las superpotencias y de los bancos y corporaciones
sionistas.
Mientras las potencias capitalistas centrales se
concentran en "combatir la pobreza" con un
presupuesto de US$ 896 millones, los primeros veinte
supermillonarios de la lista Forbes concentran juntos una
cifra de más de US$ 400.000 millones.
Esa cifra (en manos de sólo veinte personas) equivale
casi al PBI completo de Sudáfrica, la economía
central de Africa, cuya producción equivale a un cuarto de
la producción total africana.
Mientras 20 súper multimillonarios acumulan una
fortuna equivalente a un cuarto de la producción total
africana, según la FAO, en el África subsahariana, una de
cada tres personas (236 millones en 2007) sufre de
desnutrición crónica.
La gran mayoría de las personas desnutridas en el mundo
(mil millones) vive en países en desarrollo, según
la FAO, y de ellas, el 65 por ciento se concentra en siete
países: la India, China, la República Democrática del
Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Casi dos
tercios (583 millones en 2007) de los hambrientos del mundo
viven en Asia.
Como contrapartida (y demostración de lo que produce el
capitalismo), esas zonas marcadas por una altísima y
creciente concentración de hambre y pobreza, figuran en las
estadísticas económicas mundiales como las mayores
generadoras de riqueza y rentabilidad empresarial
capitalista de los últimos diez años.
Tanto el "milagro asiático" como el
"milagro latinoamericano" (del crecimiento económico
sin reparto social) se construyeron con mano de obra esclava
y con salarios en negro. Esto lleva a que, al caerse el
"modelo" por efecto de la crisis recesiva global,
el grueso de la crisis social emergente con despidos
laborales en masa se vuelque en esas regiones.
Pero de esta cuestión estratégica, vital para la
comprensión de la crisis global y de su impacto social
masivo en el planeta, la prensa internacional no se
ocupa. Los medios locales e internacionales están ocupados
en dilucidar la disminución de las fortuna
Si bien se estima que la presente crisis recesiva global
va a arrojar (como consecuencia de los despidos y reducción
de salarios) a más de 1000 millones de personas a la
pobreza y a la marginalidad, la "gran preocupación"
de los analistas y periodistas del sistema está centrada en
las pérdidas empresariales.
Y cuando se ocupan de los "efectos sociales" de
la crisis, sólo toman como parámetro la reducción del
consumo en los países centrales, a los que clasifican
genéricamente como "sociedades", sin discriminar
entre clases altas, medias o bajas que integran la pirámide
social capitalista en EEUU, Europa y en las naciones
"emergentes".
No dicen, por ejemplo, que la crisis más aguda del
consumo y de la desocupación, tanto en EEUU como en
Europa, la sufren los empleados y obreros de baja calificación
que están conformando un peligroso bolsón masivo de
protestas y conflictos sociales que hoy ya comenzaron por la
periferia europea.
Y volvemos al principio: Mientras las clases altas y
medias altas proyectan la crisis como una "reducción
del consumo" (principalmente suntuario), las
clases bajas viven la crisis como perdida del trabajo y
restricción del consumo básico para la supervivencia
(principalmente alimentos y servicios esenciales).
Los estallidos y revueltas sociales en EEUU a causa
de la crisis, que proyectan desde la CIA hasta los
estrategas de Obama, no van a ser protagonizados por los
ricos que disminuyeron sus fortunas, ni por los ejecutivos o
profesionales que disminuyeron sus ingresos, sino por los
cientos de miles de obreros y empleados que van ser
expulsados del mercado laboral.
Los sujetos y actores de la crisis social, los
motorizadores de las revueltas sociales (tanto en los países
centrales como en las periferias de Asia, África y América
Latina) van ser los millones de desocupados y expulsados del
mercado del consumo que no van a tener medios de
subsistencia para sus familias.
La maquinaria mediática, que habla de "crisis
global" mezclando en una misma bolsa de
"perjudicados" a las víctimas (los sectores más
bajos de la pirámide) con los victimarios (los ricos del vértice
de la pirámide), tiene como misión central ocultar lo que
se avecina: Una rebelión mundial generalizada de los
pobres contra los ricos.
Esa rebelión (como ya se está mostrando en Europa del
Este) se va a expresar, a nivel de países, en un auge del
nacionalismo en los países de la periferia emergente y
subdesarrollada y en un cuestionamiento creciente del
centralismo explotador y proteccionista de las potencias
regentes.
A nivel social, el proceso recesivo con desocupación va a
ir generando escaladas masivas de conflictos sociales
protagonizados por dos actores centrales: Los pobres y
desocupados.
Y los ricos, los del vértice de la pirámide (tanto de
los países centrales como periféricos) van a estar todos
juntos del lado de una sola trinchera: La represión
policial y militar.
Los planificadores y estrategas del sistema ya tienen un
nombre: Democracia Blindada.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en
inteligencia y comunicación estratégica.
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