A
diferencia de Washington, el Banco Central Europeo teme el
impacto inflacionario;
se fortalece el euro
Europa
resiste la tentación de imprimir dinero
Por Carter Dougherty
International
Herald Tribune, 24/03/09
La
Nación, 26/03/09
Traducción
de Mirta Rosenberg
Francfort.–
En el Banco Central Europeo (BCE) ser disidente hoy en día
significa mantenerse firme mientras otros se dejan llevar
por el viento.
En
momentos en que Estados Unidos, Inglaterra y Japón están
recurriendo a las impresoras de moneda para evitar que sus
economías caigan en un pozo aún más profundo, el BCE se
resiste a adoptar esas políticas, las menos ortodoxas para
un banco central en la historia contemporánea.
Para
muchos observadores, e incluso para algunos políticos como
el presidente Nicolas Sarkozy, este enfoque es absolutamente
miope y podría dejar a Europa rezagada cuando los demás países
hayan recuperado su capacidad de crecimiento.
Sin
embargo, desde que aparecieron las fuertes convulsiones en
los mercados crediticios en 2007, la marca registrada del
BCE ha sido considerar, antes de romper el libro de reglas,
no sólo el momento de la crisis, sino también lo que viene
después. "Los cambios exagerados, carentes de
perspectiva, demorarían el regreso de la prosperidad
sustentable, porque socavarían la confianza, que es el
elemento más precioso en las actuales circunstancias",
dijo recientemente el presidente del BCE, Jean–Claude
Trichet.
Mientras
otros reducían bruscamente sus tasas de interés, el BCE
actuó con mayor lentitud. Cuando otros intervenían para
rescatar a las instituciones financieras, el BCE
constantemente limitaba sus poderes y les dejaba esas
medidas a los gobiernos nacionales.
Y
ahora, cuando otros bancos centrales se abocan a crear más
dinero de la nada porque ya no pueden hacer despegar el crédito
con reducciones aún mayores de las tasas de interés a
corto plazo, el BCE sigue atento al fantasma de la inflación
futura.
Esa
posición se basa en la aversión a cualquier cosa que huela
a "imprimir dinero". Esa expresión evoca las
peores pesadillas económicas de Europa: los reyes que
degradaban su moneda para poder mantener guerras
interminables hasta la hiperinflación y el derrumbe
monetario en Alemania tras haber perdido dos guerras en el
siglo XX.
Pero,
según los críticos, al no inyectar dinero, el BCE está
subestimando la peligrosa e imprevisible dinámica de la
recesión actual, que se extiende con la rapidez del rayo.
"Lo
que está haciendo simplemente no alcanza, y ésta no es una
de esas crisis de las que se puede salir fácilmente",
dijo Kenneth Wattret, el principal economista para la
eurozona del BNP Paribas en Londres.
Según
algunos economistas, otro peligro para el BCE fue que las
políticas de Washington y Londres pusieron presión sobre
el euro a través del tipo de cambio.
El
euro ha subido alrededor del 10% respecto del dólar. Es una
consecuencia absolutamente lógica de la decisión de la
Reserva Federal (Fed) de aumentar considerablemente la
cantidad de dólares circulantes. También el euro aumentó
mucho su valor respecto de la libra esterlina.
Un
fortalecimiento sostenido del euro aumentaría el precio de
las exportaciones europeas y las eliminaría de los mercados
mundiales mientras éstos se recobran. Así, le daría a la
economía estadounidense un impulso significativo sin
necesidad de que se adopte ninguna medida directa de
devaluación del dólar.
Pero
hasta el momento, el BCE ha evitado el frenesí de actividad
de la Fed, considerado aquí un intento desesperado de
reemplazar la falta de voluntad política para recomponer el
sistema bancario estadounidense.
Eso
sólo es necesario, según la opinión de algunos
funcionarios europeos, porque los reiterados planes de
reestructurar el sistema bancario norteamericano han
fracasado.
El
BCE no niega que Europa enfrenta una penosa recesión: la
economía de la eurozona podría caer 3,2% en 2009 y crecer
apenas 0,7% en 2010. Pero los funcionarios del BCE no
comparten el miedo a la deflación –una caída sostenida y
generalizada de los precios– subyacente en las medidas
adoptadas por la Fed.
Y
Europa, particularmente Alemania, sede del BCE, sigue siendo
un lugar donde el miedo a la inflación no está
profundamente sepultado, aun cuando los economistas se
dediquen actualmente a debatir si los precios caerán o
simplemente se mantendrán en el nivel que están.
La
decisión de la Fed de inyectar la semana pasada un billón
de dólares más en el sistema financiero llevó al
sensacionalista Bild , el diario más vendido en Alemania, a
publicar un titular alarmante sobre el "peligro de
inflación" que acecha a Europa.
Aunque
es una exageración, la medida de la Fed causó escalofríos
en el BCE, cuyo mandato es proteger el poder adquisitivo del
euro, que apenas tiene 10 años de vida.
Justo
después de la medida de la Fed, el precio de las materias
primas, clásico precursor de la inflación futura, subió
bruscamente, mientras el dólar caía. Eso indujo a los
inversores a prever, poco sutilmente, una futura devaluación
del dólar.
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