La "bomba laboral" de la crisis
La chispa del estallido: 60% de la población laboral
mundial trabaja
"en negro"
IAR Noticias, 10/04/09
La crisis financiera recesiva (que se expande por todo el planeta) ya derivó
en "crisis social" por medio de dos actores
centrales: La baja de la capacidad de consumo y la
desocupación, que afecta principalmente a los sectores más
pobres y vulnerables de la sociedad mundial. A este
escenario, según un informe de la OCDE, se agrega un dato
central: El 60% de la población laboral mundial trabaja sin
contrato de trabajo ni prestaciones sociales. Esta situación
-según los especialistas- va a derivar en que ese sector,
sin cobertura ni protección legal, sea despedido en masa cuando la crisis recesiva se profundice y las empresas
decidan "achicar costos laborales"
para preservar su rentabilidad.
La "crisis social"
afecta de manera diferente en la pirámide social: En las
clases altas y medias se proyecta como una "reducción
del consumo" (principalmente suntuario), en cambio en
las clases bajas y marginales se expresa en la desocupación
y en una restricción del consumo de los productos básicos
para la supervivencia (principalmente alimentos y servicios
esenciales).
Pero a ese escenario emergente de la crisis que se proyecta desde el
capitalismo central a la periferia, hay que agregar un
informe presentado el martes
por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE) en París: El 60% de la población
activa mundial trabaja sin contrato de trabajo ni
prestaciones sociales.
"Hay un claro vínculo entre empleo informal -sin contrato- y la
pobreza", indicó uno de los autores del informe, que
pronostica que en 2020 el trabajo sumergido implicará al
66% de la población.
"Claro vínculo entre empleo informal y pobreza", fue lo que
resaltó en
conferencia de prensa Johannes Jütting, coautor del
informe, que precisó que unos 700 millones de esos
trabajadores viven en la pobreza extrema y 1.200 millones
tienen ingresos inferiores a dos dólares diarios.
Según la OCDE, este hecho provoca que "más de la mitad de la población
no posea beneficios sociales". Esta situación va a ser
más alarmante con el correr de los años y puede alcanzar a
los dos tercios de la población activa en el año 2020.
"En los países en desarrollo donde la indemnización por desempleo no
existe, aquellos a los que la crisis financiera priva de su
empleo declarado se ven obligados a aceptar empleos
informales", precisa el informe.
El informe advierte que "el empleo informal tiene un costo" en
primer lugar por la precariedad de los trabajadores,
sometidos al riesgo de una caída de los salarios en tiempos
de crisis (ante la competencia de los despedidos del sector
formal) y en segundo lugar por una ausencia de protección
social que los expone a la pobreza creciente.
Al mismo tiempo, el documento admite que "el recurso de los circuitos
informales puede tener efectos positivos en el desarrollo
económico de ciertos países donde las formalidades
administrativas son un obstáculo a la creación de
empresas".
En los países subdesarrollados y emergentes más de 900 millones de
trabajadores se pueden considerar informales -sin seguridad
social- y si se incluyen los del sector agrícola la cifra
se eleva a cerca de 2.000 millones, según el informe de la
OCDE.
Los autores del estudio señalan que uno de los efectos del incremento de la
competencia internacional por la globalización es que,
"en un intento de abaratar costos, ciertos trabajadores
de los propios países de la OCDE pasan a engrosar las filas
del empleo informal, a veces bajo la forma de autónomos".
La
chispa del estallido social
Pero este escenario de masa laboral "desprotegida", que el sistema
puede expulsar cuando quiere y sin ningún tipo de
compensación, es parte integrante de un "cuadro
general" de la exclusión y la marginalidad formado
por: 1.400 millones de pobres, 963 millones de hambrientos y
190 millones de desempleados, en total 2.553 millones de
personas (un 38% de la población humana), registrados -según
la ONU y el Banco Mundial-
en situación precaria antes del colapso financiero
en las metrópolis imperialistas.
Mientras que en la pirámide del colapso recesivo global, para un rico o un
clase media alta la "crisis social" significa un
"achicamiento del cinturón" (prescindir de
productos suntuarios o de algún confort), para un
integrante de la clase baja significa quedar desocupado o
perder capacidad de supervivencia a través de la reducción
de su salario.
De manera tal, que en la crisis social se proyectan las mismas variables que
en el resto de la economía capitalista: El peso de la
crisis golpea con fuerza sobre la base del triángulo social
más desposeído (obreros asalariados y pobres) mientras se
atenúa en el medio y en el vértice (empresarios,
ejecutivos y profesionales) , donde se concentra la mayoría
de la riqueza acumulada por la explotación capitalista.
Se estima que en el actual proceso de crisis financiera recesiva, que tuvo
su epicentro en EEUU y Europa y que ya se extiende por las
potencias centrales y el mundo periférico, unas 1000
millones de personas van a ser expulsadas del circuito del
consumo por la desocupación masiva desatada sobre los
trabajadores y sus grupos familiares por el cierre de fábricas
y empresas.
La amenaza de desocupación masiva es el núcleo esencial, el detonante
central de los conflictos sociales que hoy ya se extienden
por Europa y que se van a proyectar a corto plazo (por vía
de los bancos y empresas transnacionales que despiden masa
laboral a escala global) a toda la periferia de Asia, África
y América Latina.
Los medios y analistas del sistema (que informan a las sociedades a escala
masiva) tienen centrada su "preocupación en las pérdidas
de los grandes consorcios empresariales transnacionales, en
la reducción de las grandes fortunas de los súper ricos y
en la devaluación de los multimillonarios sueldos de los
ejecutivos de las metrópolis de EEUU y Europa.
Casi no hay informes (y los que hay son manipulados y reducidos) de cómo la
crisis de los países centrales ya impacta en las economías
y en las sociedades de los países subdesarrollados de Asia,
África y América Latina, donde se concentra la mayoría
del hambre y la pobreza a escala planetaria.
Mientras las potencias capitalistas centrales se concentran en
"combatir la pobreza" con un presupuesto de US$
896 millones, los primeros veinte supermillonarios de la
lista Forbes concentran juntos una cifra de más de US$
400.000 millones.
Esa cifra (en manos de sólo veinte personas) equivale casi al PBI completo
de Sudáfrica, la economía central de Africa, cuya producción
equivale a un cuarto de la producción total africana.
Mientras 20 súper multimillonarios acumulan una fortuna equivalente a un
cuarto de la producción total africana, según la FAO, en
el África subsahariana, una de cada tres personas (236
millones en 2007) sufre de desnutrición crónica.
La gran mayoría de las personas desnutridas en el mundo (mil millones) vive
en países en desarrollo, según la FAO, y de ellas, el 65
por ciento se concentra en siete países: la India, China,
la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia,
Pakistán y Etiopía. Casi dos tercios (583 millones en
2007) de los hambrientos del mundo viven en Asia.
Como contrapartida (y demostración de lo que produce el capitalismo), esas
zonas marcadas por una altísima y creciente concentración
de hambre y pobreza, figuran en las estadísticas económicas
mundiales como las mayores generadoras de riqueza y
rentabilidad empresarial capitalista de los últimos diez años.
Tanto el "milagro asiático" como el "milagro
latinoamericano" (del crecimiento económico sin
reparto social) se construyeron con mano de obra esclava y
con salarios en negro. Esto lleva a que, al caerse el "modelo"
por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de la
crisis social emergente con despidos laborales en masa se
vuelque en esas regiones.
Y tampoco es casualidad que en estas regiones subdesarrolladas o
"emergentes" de Asia, África y América Latina se
registre el
mayor índice de población laboral en "negro" y
la mayor cantidad de pobres, desocupados y excluidos que
registra el sistema capitalista a escala global.
Pero de esta cuestión estratégica, vital para la comprensión de la crisis
global y su impacto social masivo en las clases sociales más
desprotegidas del planeta, la prensa internacional no se
ocupa.
Los medios locales e internacionales están ocupados en dilucidar la
"disminución de las fortunas de los ricos" y la pérdida
de rentabilidad de las empresas y bancos que han generado la
crisis por exceso de depredación capitalista y de
concentración de riqueza, por medio de la explotación y
apropiación del trabajo social colectivo.
En este escenario, y como sucede cíclicamente, nuevamente los sujetos y
actores de la crisis social, los motorizadores de las
revueltas colectivas (tanto en los países centrales como en
las periferias de Asia, África y América Latina) van ser
los millones de desocupados y expulsados del mercado del
consumo que no van a tener medios de subsistencia para sus
familias.
Estados Unidos
La caída más dura de los empleos desde
los años 1930-31
Por Charles-André Udry (*)
Revista La Breche
Enviado por Correspondencia de Prensa, 09/04/09
Traducción de Ernesto Herrera
La amplitud y la rapidez de las destrucciones de empleos, es una de las
características de la recesión mundial presente. Y las
marcas distan mucho de alcanzarse. Así a principios del mes
de marzo - según New York Times y Wall Street Journal - las
grandes y medianas empresas industriales así como las de
los servicios que se conectan con ellas, lo mismo que la
rama de la construcción, son los sectores que suprimen más
empleos.
El sector bancario y financiero contribuye también al aumento de las
personas despedidas. Pero, además: escuelas,
administraciones públicas y bibliotecas, despiden
asalariados/as en este sector público. Son
California, Illinois, Pensylvania, Georgia y
Massachusetts que están en primera fila. La reducción de
los "gastos públicos" es la causa.
En la industria, una empresa tan prestigiosa como United Tecnologías - un
conglomerado transnacional, asentado en Connecticut y activo
en la aeronáutica (los helicópteros Sikorsky, los motores
Pratt & Whitney) o en los ascensores Otis, sistemas
antifuego, etc. - anunció, a principios de marzo, 15.000
"reducciones de empleos" en Estados Unidos.
Manpower Internacional, en su investigación adjunta para los patrones sobre
las perspectivas de compromiso de nuevos empleos, de abril a
junio 2009, registra su resultado más bajo desde que
estableció este censo en 1982. El resultado neto es
negativo.
El
hacha para los empleos
La simple enumeración de los empleos suprimidos entre enero 2008 y febrero
2009 (ver tabla) da una imagen de lo que ocurre en la
principal economía capitalista a escala mundial.
Empleos
perdidos en EEUU
(acumulativo)
|
Enero
2008
|
72.000
|
Febrero
|
216.000
|
Marzo
|
338.000
|
Abril
|
498.000
|
Mayo
|
635.000
|
Junio
|
796.000
|
Julio
|
924.000
|
Agosto
|
1.099.000
|
Septiembre
|
1.420.000
|
Octubre
|
1.800.000
|
Noviembre
|
2.397.000
|
Diciembre
|
3.078.000
|
Enero
2009
|
3.733.000
|
Febrero
|
4.384.000
|
Fuentes: Wall Street Journal y CNBC
|
El 6 de marzo 2008, el Bureau of Labor Statistic (BLS) anunciaba que el
desempleo había alcanzado el porcentaje del 8,1%. Este
resultado valía un gran título, en primera plana, del
diario británico Financial Times (7-03-09): "El número
de personas estadounidenses desempleadas es el peor desde
hace 25 años". Durante los cuatro meses (noviembre
2008-febrero 2009), la economía norteamericana perdió,
como promedio, 600.000 empleos al mes.
Para representarse mejor la situación, es útil recordar la duración, en
meses, de las recesiones registradas oficialmente en Estados
Unidos: en 1973-1975: 17 meses; 1981-1982: 16 meses (sin
contar la recesión de julio de 1980); 1990-1991 (9 meses);
2001 (9 meses); diciembre de 2007 a ¿?. Ahora con 16 meses
de recesión se dista mucho de una reactivación.
La parte de la población empleada (que dispone de un empleo) pasó de un
63,4%, en diciembre 2006 al 60,3% en febrero 2009. Esta caída
es ya superior a la registrada en el repliegue económico de
los años ochenta.
Ahora bien, para mantener el número de empleos teniendo en cuenta la
llegada al mercado laboral de nuevas personas, habría sido
necesario aumentar el número de puestos de trabajo en 1,8
millón desde diciembre 2007. No se contabilizan aquí en
las estadísticas, las personas encarceladas: 2,7 millones
en diciembre 2007. La tasa de desempleo de los
afro-americanos es, en febrero 2009, del 13,4% y el
desempleo de los hispánicos
del 10,9%; y es sólo la punta del iceberg. La
"desafiliación social", entre otras cosas, de una
fracción de estas poblaciones crea las condiciones que
legitiman una política carcelaria de una extraordinaria
brutalidad. Por fin, es necesario recordar que el desempleo
se prolonga bien después del final, formal, de una recesión;
es decir, en la fase dicha de reactivación. Se lo constatará
en Suiza en 2010 y 2011; lo que no significa que 2010 suene
como final de la recesión suiza.
En realidad, más de 23,1 millones
Para disponer de una medida más exacta de la situación del empleo, es
necesario tener en cuenta el subempleo. Es decir, las
personas que trabajan a tiempo parcial y que buscan un
empleo a tiempo completo. Ahora bien, según el BLS, el
porcentaje de personas subempleadas pasó de 13,9 en enero
2009 a 14,8 en febrero. Desde el principio de la recesión,
el número de asalariado/as obligados/as a un tiempo parcial
- con la pérdida de renta que eso implica, fuera mencionar
la inexistencia de protección social, esencialmente -
aumentó en 4 millones. En efecto, la estadística indica la
cifra de 8,6 millones para febrero 2009, con relación a 4
millones en diciembre 2007.
En total, el subempleo afecta a 23,1 millones de personas por esta pandemia
consustancial al sistema capitalista. A eso se añade el
desempleo a largo plazo, es decir, los que en Estados Unidos
se encuentran en desempleo duradero por más de un período
de seis semanas. Es muy elevado: 23,1%, lo que no tiene nada
de asombroso cuando se sabe que la relación entre los
"lugares vacantes" de los desempleados y las
desempleadas es de 1 a 4 (un lugar vacante por 4 sin
empleo). Mientras tanto, las "personas
desalentadas" de buscar un empleo, no figuran en estas
cifras mencionadas aquí. Ahora bien, durante este año van
a multiplicarse las quiebras, por lo que se sumarán los
efectos sobre la cascada del desempleo.
El volumen de los empleos que se suprimirán - además de el ya efectuado -
en la industria del automóvil será enorme. El conjunto del
sector (fabricantes de equipos, minoristas, etc.) que
dependen del "núcleo duro" será afectado, como
ya se vio en los casos de General Motors, Ford, Chrysler,
pero también en Toyota y Honda cuyas ventas declinan cada
vez más. En este sector, ya siniestrado, despidos masivos
desembocan en pérdidas no sólo de salario, sino también
de seguro de enfermedad y jubilación.
Estas constataciones ponen de manifiesto que los "planes de reactivación"
de la administración Obama, distan mucho de responder a las
necesidades de empleos, fuera de mencionar la calidad de
estos empleos. Esta crisis pone abiertamente en cuestión la
capacidad del sistema capitalista para responder a las
necesidades sociales. Y la brutalidad con la cual este
sistema trata a los seres humanos (los "recursos
humanos") sólo es otra faceta de la rudeza con la cual
"agota los recursos del planeta".
(*) Economista marxista. Militante del Movimiento Por el Socialismo (MPS) de
Suiza. Editor de la revista La Breche y de los Cahiers
libres, Editions Page deux.
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