Alemania:
entrevista
a Elmar Altvater
(*)
Encalla
la aspiradora del comercio mundial
Freitag,
26/03/09
Sin
Permiso 12/04/09
Traducción
de Casiopea Altisench
¿Considera
usted realista la previsión de un retroceso del 7% para la
economía alemana para fines de 2009?
Yo
no tengo a mi disposición ningún instituto que pueda hacer
cálculos econométricos. En este aspecto tengo que fiarme
de lo que dicen los investigadores económicos que disponen
del instrumental analítico necesario. Con todo lo que se
puede observar ahora, se puede desde luego prever que el
rendimiento económico va a retroceder mucho; el 7% entra
dentro de lo posible. Si las exportaciones de Japón y China
se van a reducir un 50%, y si cifras análogas se prefiguran
posiblemente para Alemania, entonces hay que esperar una
dura sacudida en el conjunto de la economía.
Una
situación única, desconocida hasta ahora en la historia de
la República Federal de Alemania.
Este
país tuvo un crecimiento ininterrumpido positivo hasta
fines de los años sesenta –se habló de milagro económico—,
y a su hora lo ha habido también en Latinoamérica o en los
llamados Trigres asiáticos, luego en China y en India.
También podría decirse que ese período fue la excepción.
Ahora volvemos a aproximarnos a la regla, que son las caídas
profundas. Y ahora son mucho más profundas que nunca antes
en la historia del capitalismo posterior a 1945. Lo que
también se reflejará en las cifras de desempleo.
¿A
costa de la inestabilidad interna?
Desde
luego habrá que contar con conflicto sociales graves.
La
extraordinaria caída experimentada por nuestros productos
en los mercados exportadores, ¿ha de explicarse sobre todo
por unas fuentes del crédito cegadas?
Desde
luego es una de las razones, pero no la única, tal vez ni
siquiera la de mayor peso. La caída hay que retrotraerla de
manera decisiva a los cambios en la distribución del
producto social: los beneficios han crecido monstruosamente,
mientras que los ingresos de las masas se mantienen muy por
detrás, y por doquiera. Hoy tenemos muchísimos más
milmillonarios que nunca antes en la historia. Y éstos
consumen relativamente poco. Millones de trabajadores con
modestos ingresos no pueden compensar eso, así que se
desploma la demanda.
¿Y
no tiene igualmente efectos sobre la demanda una distinta
manera de producir, por ejemplo, en el caso de los bienes de
inversión?
Sí.
Hay que partir del hecho de que los grandes rendimientos se
han obtenido en el sector de la especulación financiera,
mientras que la rentabilidad de las inversiones productivas
decaía parcialmente.
Lo
que Marx analizó como caída de la tasa de beneficio sigue
siendo tan verdadero como antes. Con la caída de la tasa de
beneficio desaparece también, huelga decirlo, la demanda de
inversiones, de lo que no se libra ningún mercado en el
mundo.
Pero
permítame observar las cosas también desde otro punto de
vista: en Heiligendamm, con ocasión de la Cumbre del G–8
en 2007, se tocó también el tema de los desequilibrios
estructurales en el mundo. Ya entonces se dijo que, de no
reducirse esos desequilibrios, y señaladamente los enormes
déficits estadounidenses –tanto presupuestarios como de
balanza de pagos—, y de no moderarse los excedentes en
China, Japón y otros países (entre ellos, Alemania), se
llegaría a una grave crisis –un terremoto—, que haría
las veces de regulador.
En
2007 ya estaba completamente claro: los EEUU, con sus
excedentes extremadamente grandes de importación (de los
que se benefició también la República Federal en forma de
excedentes de exportación), caerían, a la corta o a la
larga, en su papel de gran “aspiradora” del comercio
mundial.
¿No
habría que haber procurado más bien generar una demanda
que pudiera compensar parcialmente esas caídas?
Desgraciadamente,
no se ha hecho así, en la distribución del ingreso se ha
dado primacía a los réditos del capital, lo que ha
ocurrido a costa de los sueldos y los salarios. No hubo
redistribución en el otro sentido en 2007, cuando se dio la
última oportunidad para proceder a una reestructuración
fiscal.
Hoy
pagamos las consecuencias de ello, pero la gran pregunta es:
¿con qué resistencias de grupos capitalistas choca eso?
Nos hallamos en una situación en la que el desastre de los
bancos aparece como un síntoma de crisis particularmente
peligroso, porque amenaza con la quiebra de todo el sistema
financiero, lo que significaría el estrangulamiento de los
ciclópeos paquetes de rescate.
(*)
Elmar Alvater, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO,
es profesor emérito de Ciencia Política en el Instituto
Otto–Suhr de la Universidad Libre de Berlín. Perteneció
entre 1999 y 2002 a la Comisión de Investigación sobre
Globalización de la Economía Mundial del Parlamento
federal alemán (Bundestag) y es miembro del Consejo Científico
de attac. Su último libro traducido al castellano: E.
Altvater y B. Mahnkopf, “Las Limitaciones de la
globalización. Economía, ecología y política de la
globalización”, Siglo XXI editores, México, D.F., 2002.
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