La
crisis irlandesa es un espejo del que se debe aprender
EEUU
podría convertirse en otra Irlanda
Por
Paul Krugman
The New York Times,
19/04/09
Clarín,
24/04/09
"¿Cuál
es la peor perspectiva para la economía mundial?"
preguntó mi interlocutor. Recién un día después se me
ocurrió la respuesta correcta. "Estados Unidos podría
volverse Irlanda".
Lo
malo es que el gobierno irlandés vaticina que este año el
PBI va a caer más de un 10%, con lo que cruzaría la línea
que se usa para diferenciar una recesión de una depresión.
Pero
hay algo más: para satisfacer a los nerviosos prestamistas.
Irlanda es obligada a aumentar impuestos y rebajar drásticamente
el gasto del gobierno a la luz de la depresión económica.
Y es esta eliminación de opciones la que me temo podría
ocurrirnos al resto de nosotros.
¿Cómo
hizo Irlanda para quedar sumida en el aprieto en el que se
encuentra hoy? Siendo como nosotros, sólo que más. Al
igual que Islandia, Irlanda se lanzó con arrojo al mundo de
los mercados globales no controlados. En 2008, la Fundación
Heritage declaró a Irlanda la tercer economía más libre
del mundo, detrás de Hong Kong y Singapur.
Una
parte de la economía irlandesa que se volvió especialmente
libre fue el sector bancario, que usó esa libertad para
financiar una monstruosa burbuja inmobiliaria. Luego, la
burbuja estalló.
El
colapso de la construcción hizo que la economía cayera a
pique mientras los alicaídos precios de las viviendas
dejaban a mucha gente con una deuda mucho mayor del valor de
sus casas. El resultado, al igual que en EE.UU., fue una
creciente ola de defaults y fuertes pérdidas para los
bancos.
Por
la crisis, Irlanda anunció un plan para comprar muchos de
los activos tóxicos de los bancos mientras aumentaba los
impuestos y recortaba el gasto para tranquilizar a los
prestamistas. ¿Está haciendo lo correcto? Muchos
especialistas irlandeses critican el plan de los bancos.
Pero en lo que no hay demasiado desacuerdo es en la
necesidad de austeridad fiscal. Parece que la única opción
para Irlanda es confiar en una recuperación que venga desde
el extranjero y cuando el resto del mundo repunte.
Por
ahora, EE.UU. no tiene un corset fiscal al estilo irlandés.
Los mercados financieros todavía consideran a la deuda
norteamericana algo más seguro que cualquier otra cosa.
Pero puede no siempre ser. Nadie quiere tener, como Irlanda,
que castigar a su propia economía para salvar a los bancos.
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