El
repunte bursátil puede ser apenas un respiro en
una
tendencia negativa a largo plazo
Por
Tom Lauricella
Wall
Street Journal, 15/06/09
Muchos
inversionistas están considerando el repunte de las
acciones desde comienzos de marzo como el inicio de un
mercado alcista. Pero tal vez se trate de un alivio temporal
dentro un mercado bajista a largo plazo que data de
comienzos de esta década.
Los
antecedentes históricos y la frágil salud de la economía
estadounidense parecen señalar que el escenario más
probable es el segundo: algo que, en la jerga de Wall Street,
se conoce como un mercado alcista cíclico dentro de un
mercado bajista de largo plazo, o secular.
Por
ahora, las acciones están completamente en territorio
alcista. Después de caer el año pasado 33,8%, el Promedio
Industrial Dow Jones terminó la semana pasada 34% por
encima de su mínimo de 12 años alcanzado el 9 de marzo. El
Standard & Poor's 500 está 40% por encima de su mínimo
de esa misma fecha.
La
definición tradicional de un mercado alcista es una
ganancia de 20% frente a un mínimo y un mercado bajista es
un declive de 20% frente a un máximo. El Dow Jones sigue
38% por debajo de su cierre récord en octubre de 2007. Y el
S&P está casi 40% por debajo de su récord.
Incluso
quienes creen que una economía más estable y cantidades
significativas de dinero esperando una oportunidad para
invertir impulsarán un repunte no pierden la cautela.
"Tenemos algunos vientos en contra en el frente económico",
dice David Pedowitz, gestor de portafolio en Neuberger
Berman.
El
consumo sigue bajo presión y hay un exceso significativo de
capacidad en el sector manufacturero, agrega. Con ese telón
de fondo, añade, puede que se estén acumulando
expectativas exageradas de un repunte en las ganancias de
las empresas.
A
finales de 2001, Ned Davis Research, una firma de análisis
de mercado y gestión de patrimonio, planteó la idea de que
las acciones habían ingresado a un mercado secular: un período
prolongado en el que las acciones no registran cambios o
caen. La idea cobró impulso a finales del tercer trimestre
de 2008 cuando las acciones cayeron por debajo de los
niveles de una década atrás.
Ned
Davis considera al actual como el cuarto mercado secular
desde 1900. El último, entre 1966 y 1982, terminó cuando
la Reserva Federal subió las tasas agresivamente para
frenar la inflación. Estos ciclos son prolongados. Los
mercados seculares alcistas han durado entre 6 y 24 años y
los mercados seculares bajistas han durado de 13 y 16 años.
Dentro
de esos ciclos hay muchos más mercados alcistas y bajistas
cíclicos (más de tres decenas de cada uno desde 1900). Ned
Davis usa su propio criterio para definir un ciclo alcista o
bajista, con base principalmente en movimientos de 30%.
Durante
un mercado alcista secular, los mercados al alza cíclicos,
o más breves, dentro de éste ganaron en promedio 110% y
duraron casi tres años. Sin embargo, dentro de los mercados
bajistas seculares, las ganancias de los mercados alcistas cíclicos
promediaron 64% y generalmente terminaron en un año y
medio.
Esto
puede significar que el actual repunte tiene poco más de un
año de vida pero ya ha registrado más de la mitad de sus
ganancias.
Ned
Davis Research dice que el alza en las acciones desde el 9
de marzo puede ser considerada como un mercado alcista, pero
no ve que el mínimo más reciente esté dando paso a un
nuevo mercado secular. Esto se debe en parte a que, de
acuerdo a los cálculos de la firma, las valuaciones del
mercado no cayeron lo suficiente durante la venta masiva de
acciones.
Para
calcular las relaciones precio-ganancia, Ned Davis se
concentra en las ganancias reportadas, en lugar de en las
ganancias operativas, las cuales excluyen muchas
amortizaciones extraordinarias.
Además,
sus investigadores evitan las complicaciones causadas por
ganancias negativas, las cuales distorsionan las relaciones
precio ganancia y, en cambio, se concentran en la relación
precio ganancia promedio de las empresas que integran el índice
S&P 500. Sobre esa base, el S&P 500 cayó a una
relación precio ganancia de casi 12 a comienzos de marzo y
actualmente está muy cerca de 16, lo cual es cercano a la
media de 40 años de 16,5.
Tim
Hayes, estratega jefe de inversión de Ned Davis, dice que
es posible que el actual mercado alcista se prolongue hasta
el próximo año pero luego se descarrile por el alza en las
tasas de interés y la inflación.
Con
el tiempo, una inflación significativamente más alta
probablemente impulse las ganancias pero deprima los precios
accionarios.
Mientras
tanto, Hayes recomienda que los inversionistas aprovechen el
mercado secular alcista de las materias primas que ya lleva
entre siete y nueve años. "Recomendamos alguna
exposición a los commodities y el oro, dice.
¿Están
los rescates fiscales creando otra burbuja?
Por
E.S. Browning
Wall
Street Journal, 15/06/09
El
Promedio Industrial Dow Jones acumula un alza de 34% en los
últimos tres meses, lo que lo ubica en territorio positivo
en lo que va del año. Uno de los motores del repunte no
podría ser más sencillo: los gigantescos paquetes de estímulo
lanzados por los gobiernos han ido a parar a los mercados
financieros. El Dow subió 28,34 puntos el viernes para
cerrar en 8.799,26, lo que todavía lo deja un 34% por
debajo del máximo de 14.164,53 unidades registrado en 2007.
Los
gobiernos del mundo están inyectando dinero en sus economías
a un ritmo vertiginoso. Debido a que las empresas no pueden
colocar miles de millones de dólares en la economía en un
lapso tan breve, los fondos han empezado a llegar a los
mercados financieros. Algunos inversionistas ya han empezado
a hablar de una "burbuja de rescate" en ciertos
mercados.
"Todo
ese dinero impreso tiene que ir a alguna parte", dice
Joachim Fels, codirector de economía global para Morgan
Stanley. "Ha estado elevando los precios de las
materias primas y las acciones, comenzando en los mercados
emergentes para luego pasar a los desarrollados".
Estados
Unidos, sin ir más lejos, ha destinado US$11,4 billones
(millones de millones) en planes de estímulos directos e
indirectos en los últimos dos años, de los cuales ya se
han gastado US$2,4 billones, según los cálculos de Daniel
Clifton, director de estudios de Strategas Research Partners.
China,
asimismo, anunció un paquete de estímulo del orden de los
US$600.000 millones, al paso que Rusia gastará US$290.000
millones, Gran Bretaña US$147.000 millones y Japón US$155.000
millones, según los datos de Strategas.
"Se
trata, de lejos, del mayor estímulo fiscal combinado en la
historia moderna", dice Jim O'Neill, economista jefe de
Goldman Sachs. "Esa liquidez impactará todo lo que sea
susceptible, desde valores de renta fija a corto plazo a
precios bursátiles, precios inmobiliarios y el patrimonio
de las personas".
El
alza también refleja la postura de los inversionistas de
que lo peor de la recesión quedó atrás y que las empresas
vinculadas al crecimiento de la economía global saldrán
beneficiadas. La llegada de cuantiosas sumas de dinero al
sistema financiero ha exacerbado esas apuestas.
Si
la recesión se prolonga más de lo previsto por los
optimistas, la abundancia de liquidez tal vez no sea
suficiente para impedir un repliegue del mercado. Los
consumidores estadounidenses, por ejemplo, recién han
empezado a controlar sus gastos y reducir su deuda, un
proceso que, según muchos economistas, podría tardar años.
La
creciente liquidez también está creando grandes desafíos
para las autoridades. Varios economistas, incluyendo el
presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Ben Bernanke,
han advertido que el gobierno no puede seguir endeudándose
a su actual ritmo sin crear problemas financieros severos.
En los próximos años, los gobiernos tendrán que aumentar
los impuestos, reducir el gasto o ambas cosas para absorber
la liquidez que han inyectado. Ese proceso podría
menoscabar el crecimiento o frenar el repunte bursátil.
Los
activos tóxicos siguen infectando a los bancos
Por
David Wessel
Wall
Street Journal, 14/06/09
Hace
ocho meses, durante el momento más álgido del Gran Pánico
de 2008, el entonces secretario estadounidense del Tesoro,
Henry Paulson, convenció al Congreso para que otorgara
US$700.000 millones para financiar lo que calificó como la
tarea crítica de comprar créditos hipotecarios y valores
de baja calificación, los llamados "activos tóxicos",
en poder de los bancos del país.
Hace
cuatro meses, el actual secretario del Tesoro, Timothy
Geithner, propuso una alianza entre entidades privadas y el
gobierno para comprar hasta US$1 billón (millón de
millones) de lo que delicadamente llamó "activos de
legado" de los bancos para sanear sus balances y
conseguir que vuelvan a prestar. El gobierno todavía no ha
comprado ninguno de estos activos. En su lugar, invirtió
unos US$200.000 millones en acciones de los bancos y esta
semana permitió que 10 de las mayores entidades financieras
de Estados Unidos devolvieran US$68.300 millones facilitados
por los contribuyentes. La clave: los grandes bancos han
recaudado unos US$65.000 millones en los mercados de capital
en las últimas semanas, un logro que parecía inconcebible
hace apenas unos meses.
Entonces,
¿sigue siendo necesario que el gobierno retire los activos
tóxicos de los los libros de los bancos para conseguir que
el crédito vuelva a fluir a la economía? ¿Reforzar el
capital bancario puede sustituir la eliminación de los préstamos
y valores incobrables?
Estamos
a punto de descubrirlo. Hasta este episodio histórico, la fórmula
internacionalmente aceptada para corregir una crisis
bancaria tenía tres elementos: eliminar los activos tóxicos
de los balances, garantizar la deuda y depósitos
temporalmente y recapitalizar los bancos. La idea era que
eliminar los activos tóxicos normalmente era un paso
necesario antes de que un banco pudiera captar capital o
atraer a un comprador.
Los
bancos necesitan capital para absorber las pérdidas que se
producen cuando los deudores no pagan sus préstamos. Si el
capital de un banco es lo suficientemente robusto, puede
absorber todas las pérdidas y permanecer solvente.
Las
pruebas de resistencia llevadas a cabo por los reguladores
tenían como objetivo determinar cuánto capital los grandes
bancos necesitarían para sobrevivir en una economía muy
deteriorada, aunque no el peor de los escenarios. Si los
bancos recaudan suficiente capital, entonces no existe la
necesidad de que el gobierno compre los activos tóxicos y
el cuento tiene un final feliz.
Tal
vez. Pero eliminar activos tóxicos también consigue otras
dos cosas. Primero, elimina cualquier duda sobre pérdidas
no reportadas. Mientras los activos tóxicos sigan en los
balances, existe incertidumbre sobre si han sido lo
suficientemente rebajados como para reflejar la realidad. Si
no están, eso pierde importancia.
Segundo,
elimina una gran distracción para la gerencia, algo que
podría ser un requisito previo para centrarse en realizar
nuevos préstamos, el objetivo final de todos estos
esfuerzos. Michael Bleier, que pasó 14 años como abogado
principal de Mellon Bank, dice que esta cuestión es de suma
importancia. En 1988, Mellon creó un "banco tóxico"
para tener y vender US$1.400 millones de préstamos
incobrables a la industria energética y de bienes raíces
que valían en esos momentos 47 centavos sobre el dólar.
"Una de las principales razones por las que lo hicimos
era que el tiempo y atención de la gerencia estaban siendo
acaparados por cuestiones como qué hacer con estos
activos", dijo Bleier. "No desprenderse de estos
activos hace que la atención de la gerencia se desvíe
hasta cierto punto".
El
banco tóxico fue un éxito. Vendió los activos y cerró
sus puertas en 1995. Y el banco saludable, Mellon, fue lo
suficientemente fortalecido para realizar compras a fines de
1989. Más tarde fue adquirido por Bank of New York.
El
Programa Público-Privado de Geithner para comprar préstamos
tóxicos no está dando resultado, pero en algún momento
podría materializarse. Si los mercados y los bancos
consideran que ya no es necesario porque el sistema
financiero se aleja del abismo y los bancos han recaudado más
capital del esperado, eso es positivo.
Sin
embargo, no es la única explicación posible. Los banqueros
siempre se rehusarán a vender si tienen que rebajar el
valor de sus préstamos; preferirían esperar a que las
cosas mejoren. Pero el Tesoro le extendió una buena oferta
a los inversionistas y encontró pocos interesados, debido a
la ansiedad sobre si participar en el programa sometería a
los inversionistas al escrutinio del Congreso y a límites
en los salarios a los ejecutivos. Si la falta de apetito por
esta oferta refleja la preocupación de Wall Street sobre el
riesgo político de hacer negocios con el gobierno de
EE.UU., eso es menos positivo.
En
una audiencia en el Senado esta semana, Geithner manifestó
que la falta de interés en los activos tóxicos refleja
elementos de ambas explicaciones. Y no está dispuesto a
abandonar el esfuerzo. Si la economía se deteriora o las
actitudes hacia los bancos cambian, particularmente hacia
los bancos no considerados lo suficientemente fuertes como
para devolver los fondos del gobierno, un mecanismo para
eliminar activos tóxicos aún podría ser esencial para
lograr el final feliz.
El
BCE advierte sobre riesgos para la economía
europea pero
prevé menores pérdidas que el FMI
Por
Joellen Perry
Wall
Street Journal, 16/06/09
Francfort—
El Banco Central Europeo (BCE) señaló que los bancos de la
zona euro necesitarán realizar rebajas contables del orden
de los US$283.000 millones para fines del próximo año y
estima las pérdidas totales del bloque relacionadas con la
crisis en US$649.000 millones, muy por debajo de los US$904.000
millones que había pronosticado en abril el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
En
una sombría edición de su Reseña de Estabilidad
Financiera, que se publica dos veces al año, el BCE, que
establece las tasas de interés de los 16 países que
comparten el euro, advirtió que los riesgos para la
estabilidad financiera de la zona euro "se mantienen
altos" a pesar de algunas señales de estabilización
en la economía y los mercados bursátiles y monetarios.
Entre
las preocupaciones del BCE se encuentran caídas más
pronunciadas que lo esperado en los precios de las viviendas
en Estados Unidos, una mayor reducción de los colchones de
capital de los bancos de la zona euro y la posibilidad de
que se intensifiquen los trastornos económicos en toda
Europa central y del este, donde algunos bancos de la zona
euro tienen grandes inversiones.
Otras
fuentes de preocupación incluyen índices cada vez más
altos de cesación de pagos entre las empresas, el descenso
en los precios de las propiedades de algunos países de la
zona euro y el potencial de que la recesión en el bloque
sea peor de lo previsto. La semana pasada, el banco central
pronosticó que la producción de la zona euro se contraerá
por lo menos 4,6% este año y alrededor de 0,3% en 2010.
La
mayoría de los bancos de la zona euro "parece estar lo
suficientemente bien capitalizada para resistir escenarios
negativos severos pero posibles", afirmó el
vicepresidente del BCE, Lucas Papademos, ante periodistas el
lunes. El economista afirmó que la participación de los
bancos en los esfuerzos de los gobiernos para apuntalar
instituciones financieras con problemas hasta ahora ha sido
"satisfactoria".
Papademos,
no obstante, afirmó que las pérdidas pendientes,
provenientes principalmente de préstamos domésticos
incobrables, implican que los bancos deberían recurrir más
a los fondos gubernamentales.
"Pensando
en el futuro, los bancos deberían ser alentados a sacar
ventaja de los compromisos de los gobiernos... y fortalecer
sus colchones de capital", indicó Papademos. Eso,
insistió, podría ayudar a que los bancos reanuden sus préstamos
y refuercen sus balances.
La
sombría evaluación sembró dudas acerca de la salud de los
bancos europeos y arrastró al euro hasta su mínimo de dos
semanas, dejándolo por debajo de US$1,38.
De
todos modos, el BCE estima que la crisis no afectará a los
bancos de la zona euro tanto como había previsto el FMI.
Desde
que el FMI publicó sus pronósticos en abril, muchas
autoridades europeas han cuestionado los resultados,
afirmando que las cifras no toman en cuenta la forma en que
los estándares contables y de apalancamiento en Europa
difieren de los de EE.UU. Papademos sostuvo que los datos
del BCE reflejan esas diferencias, al igual que la forma en
que las tasas de cesación de pagos de préstamos de la zona
euro difieren de las de EE.UU.
En
abril, el FMI afirmó que los bancos de la zona euro aún
tenían US$750.000 millones en rebajas contables pendientes,
una cifra que no incluía rebajas contables realizadas desde
enero hasta mayo de este año. Tomando en cuenta esa
diferencia, el BCE afirmó que la metodología del FMI daría
como resultado un pronóstico de US$539.000 millones en
rebajas contables por realizarse antes de fines de 2010, aún
muy por encima de la estimación del BCE de US$283.000
millones.
Papademos
señaló que las estimaciones de potenciales rebajas
contables están "sujetas a un margen de error
considerable". El FMI no realizó comentarios sobre la
diferencia en las estimaciones.
Los
cálculos del FMI de rebajas contables marcadamente mayores
en todo el mundo sustentaron su opinión, que indicaba que
en 2009 la economía global se encaminaba hacia su primera
contracción desde la Gran Depresión, y que a continuación
se produciría sólo una recuperación débil. También
reforzaron el mensaje del FMI, que señaló que los
gobiernos de EE.UU. y Europa tenían que actuar de forma
audaz para poner en orden los balances de los bancos.
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