Después
del optimismo, asoman las dudas sobre
la salud de la economía
Por
Sudeep Reddy y David Wessel
Wall Street Journal, 18/08/09
Los
mercados bursátiles desde Shanghai hasta Nueva York cayeron
con fuerza el lunes y ahuyentaron el optimismo de las últimas
jornadas en medio de los temores acerca de la sostenibilidad
de la incipiente recuperación de la economía global.
El Índice
Compuesto de Shanghai descendió 5,8%, su caída diaria más
pronunciada desde noviembre. El Nikkei de Japón tuvo su
peor día desde marzo. El Promedio Industrial Dow Jones cerró
con un declive de 186,06puntos, 2%, para quedar en 9.135,34
unidades. Los precios de las materias primas cayeron en
forma generalizada.
El dólar
estadounidense, un refugio tradicional para los
inversionistas que huyen del riesgo, subió contra la mayoría
de las monedas. También lo hicieron los precios de la deuda
del Tesoro de EE.UU., considerada la más segura a pesar del
enorme aumento del déficit fiscal del país.
La caída
de las bolsas mundiales se produce después de una serie de
datos optimistas. La semana pasada, Alemania y Francia
anunciaron que sus economías crecieron en el segundo
trimestre. El lubes, Japón reportó un alza anualizada de
3,7% en el segundo trimestre luego de cuatro trimestres de
contracción.
El lunes,
asimismo, surgió un nuevo indicio de que lo peor ya pasó
para el sector de bienes raíces en EE.UU. La Asociación
Nacional de Constructores de Viviendas indicó que su índice
del estado de ánimo de los constructores en agosto alcanzó
su punto más alto desde junio de 2008. La entidad, sin
embargo, resaltó que una exención impositiva para los
compradores de primeras viviendas vence el 30 de septiembre.
"La pregunta es qué ocurre después de eso",
afirmó Joe Robson, un constructor de Oklahoma que preside
el organismo.
Los
mercados reflejan los temores de que la economía mundial
tenga problemas para cortar su dependencia de los estímulos
gubernamentales. "Una recuperación sostenida en EE.UU.
y otros lugares eventualmente requerirá un rebalanceo del
gasto público al privado", escribió Olivier Blanchard,
economista jefe del Fondo Monetario Internacional, en un
ensayo que será publicado esta semana.
En momentos
en que los consumidores estadounidenses se ajustan el cinturón,
una recuperación sostenida también requerirá de una
demanda más fuerte en otros lugares, en especial de Asia.
La economía
estadounidense está saliendo de su recesión más profunda
y prolongada desde la Gran Depresión. Algunos economistas
anticipan una recuperación saludable y otros una más
moderada. Algunos incluso contemplan la posibilidad de un
breve repunte seguido de una recaída.
Más allá
de la forma que adopte la recuperación, muchos consumidores
no detectarán un cambio en su situación. Se han perdido
tantos trabajos que el desempleo seguirá siendo alto una
vez que la economía repunte.
Además,
algunas industrias probablemente se recuperarán antes que
otras. Los sectores manufacturero y de la vivienda, por
ejemplo, se han contraído tanto que es probable que pronto
empiecen a crecer. El alicaído sector financiero, no
obstante, sigue en proceso de contracción a medida que los
bancos reestructuran sus balances, lo que pospone aún más
su recuperación.
Ante la
amplia gama de posibles escenarios, los estadounidenses
muestran sentimientos que van desde un fuerte optimismo
hasta una preocupante cautela. En los últimos meses, los
inversionistas manifestaron su optimismo acerca de una
robusta recuperación al impulsar los precios de las
acciones más de 40% desde sus mínimos de marzo.
Los
economistas del sector privado que participaron en la última
encuesta de The Wall Street Journal, a su vez, afirman que
la economía estadounidense empieza a expandirse, aunque
esperan un crecimiento moderado de entre 2% y 3% el próximo
año. La mayoría de las empresas mantiene la cautela y se
prepara para otro año difícil.
Un
repunte pronunciado
El camino más
común para la economía después de una severa contracción
ha sido un marcado repunte de la actividad. Habitualmente,
las empresas recortan drásticamente su personal y su
producción y los consumidores postergan las compras
importantes durante la etapa más álgida de la recesión,
de modo que una vuelta al crecimiento viene acompañada de
una fuerte expansión.
Los
analistas que pronostican un sólido repunte esperan que la
economía se expanda a una tasa anualizada de entre 3% y 5%
hasta el final del año con la potencia necesaria para
impulsar una recuperación a más largo plazo.
Después de
un repunte natural de entre tres y seis meses, la mayor
parte del programa de estímulo fiscal entraría en vigor,
lo que ayudaría a sostener la actividad a fines de 2009 y
principios de 2010 y sacaría a economía de la recesión.
Un
crecimiento débil
La economía
tal vez repunte, pero aún hay muchos escollos en el camino
hacia una recuperación sostenida. La debilidad del consumo
y del crédito podría restarle fuerza a la recuperación.
La
confianza del consumidor cae a medida que aumenta el
desempleo —aunque a un menor ritmo que antes— y los
propietarios de viviendas reestructuran sus finanzas luego
de los grandes declives en el valor de sus hogares. Las
familias están ahorrando más que durante la mayor parte de
esta década en desmedro del consumo, que representa el 70%
de la economía de EE.UU.
Quienes
vaticinan un lento crecimiento señalan que, después de un
rápido repunte, la economía se expandiría a una tasa
anualizada de entre 1% y 2% el próximo año, muy por debajo
del 4% o 5% que se necesitaría para que el mercado laboral
se recupere.
Las
recesiones causadas por estallidos de burbujas, como el
reciente colapso inmobiliario —a diferencia de grandes
incrementos en las tasas de interés por parte de la Reserva
Federal— parecen ser seguidas de recuperaciones sin creación
de empleos.
Una
recaída
Es probable
que la economía se beneficie en los meses venideros de un
repunte en la producción. Posteriormente, recibirá un
empujón del programa de estímulo fiscal a fines de este año
e inicios del próximo. ¿Y luego qué?
La
capacidad ociosa en la economía es tan grande que los
consumidores no verán aumentos de sueldo durante años y
tendrán menos capacidad de endeudarse para impulsar su
gasto. Los consumidores, por ende, podrían hacer algunas de
las grandes compras que han postergado para luego cerrar sus
billeteras.
Las
empresas, mientras tanto, lo pensarán dos veces antes de
aumentar la producción tras una recesión severa.
Una vez que
disminuya el estímulo estatal, la economía podría carecer
de un gran motor como el consumo o la inversión
empresarial, lo que podría hacerla volver a su fase de
contracción.
Los temores
son agravados por el enorme gasto gubernamental. Algunos
economistas temen que el alto déficit fiscal haga subir las
tasas de interés para los consumidores y las empresas.
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