Bomba laboral: la crisis mundial se recalienta con la desocupación
La recuperación no tiene sustento
Por Manuel Freytas (*)
IAR Noticias, 04/09/09
La
información viene cruzada: Salida débil de la recesión
(con potencias que siguen desaceleradas), mercados
financieros volátiles (vuelta a la desconfianza del sube y
baja), contracción del crédito internacional orientado a
la producción, consumo social sin recuperación, bajas de
recaudación y subas siderales del déficit, desempleo
masivo (y recortes salariales) en ascenso en las diez
primeras potencias económicas mundiales. La bomba laboral
(emergente de la crisis social con desocupación) ya asoma
como el desenlace más lógico de este proceso.
Los expertos en general coinciden: El crecimiento débil (como producto de
los estímulos financieros estatales) no alcanza para
recuperar el consumo y restaurar el empleo.
Es más, influyentes medios del sionismo financiero como The Wall Street
Journal y The Financial Times hablan de una "recaída"
económica a escala global una vez que se disipen los
efectos de los rescates estatales con dinero de los
impuestos (pagados por toda la sociedad), que generan como
contrapartida endeudamiento público y una suba sideral del
déficit fiscal en EEUU y en las potencias centrales.
Empresas centralizadoras de la actividad económica mundial privilegian la
rentabilidad (achicar costos despidiendo personal) y los
grandes bancos no utilizan los fondos de ayuda estatal para
estimular el crédito, sino para especular en los mercados
financieros.
De acuerdo con los especialistas, el nuevo
crecimiento no garantiza que se detenga la crisis social, ya
que las empresas no toman personal ni aumentan su producción
luego de una crisis, hasta estar seguros de la revitalización
del proceso de crecimiento.
Las bolsas mundiales, por su lado, generaron un "microclima" de
especulación financiera con los fondos de rescate estatal
("burbuja" en la crisis) que
llevó nuevamente al Dow Jones a superar la barrera
de los 9.000 puntos, pero, frente a los números en rojo de
los déficit, el consumo y el desempleo, han retomado su dinámica
de toma de "ganancias rápidas", creando
volatilidad y desconfianza generalizada.
La nueva escalada de especulación financiera con el petróleo y las
materias primas, a su vez, amenaza con un proceso
inflacionario que puede potenciar la crisis social
acelerando la desocupación y achicando a niveles inéditos
el consumo de las mayorías.
Los pronósticos oficiales son contradictorios: El FMI estimó
el martes que la economía mundial crecerá a una tasa
levemente inferior al 3% en 2010, cifra que supera la
estimación del 2,5% emitida por el FMI en julio, según el
economista Jorg Decressin.
El funcionario del FMI dijo que, en algún momento,
la demanda privada (el consumo) tendrá que reemplazar el
impulso que recibe la economía mundial de la expansión
monetaria y fiscal (los rescates estatales), pero no la dio
por segura.
Pero el análisis por separado de las diez primeras economías mundiales
dice otra cosa: En EEUU y la Unión Europea (más de la
mitad de la economía mundial) la desocupación en masa y el
descenso de los niveles del consumo marcan la dinámica económica.
Datos oficiales revelados el martes indican que en Europa (un cuarto del PBI
mundial) ya se verifican con toda crudeza las consecuencias
sociales de la crisis.
En la zona de la comunidad que utiliza el euro
–como moneda común e integrada por 16 países– la
desocupación ha llegado casi a las 22 millones de personas.
Hace diez años que la tasa de desempleo no llegaba tan alto, el 9,5%, con
España encabezando la lista de los más castigados con un
18,5%. En España ya hay un millón de desocupados que
agotaron el seguro de desempleo y este drama se extiende por
toda Europa, principalmente por los ex
países soviéticos del Este.
El récord de tasa de desempleo tiene como primer efecto negativo la
disminución de la confianza de los consumidores y del gasto
de las familias, retroalimentado los despidos que las
empresas realizan para mantener la rentabilidad vendiendo
menos.
Hasta ahora, en la Unión Europea sólo los dos países más pujantes,
Francia y Alemania, han crecido levemente un 0,3% en el último
trimestre, mientras el resto, España, Italia, Gran Bretaña
e Irlanda y los otros países, incluidos los del Este, de la
comunidad de 27 naciones de la Unión (cuya población roza
los 500 millones de habitantes) siguen con sus economías
estancadas y padeciendo desocupación en masa.
Guilles Moec, economista del Deutsche Bank, incluso augura que Francia y
Alemania pueden volver a experimentar aumentos de la
desocupación "porque los estímulos del gasto público
comienzan a expirar".
Según el Fondo Monetario Internacional, durante el segundo trimestre de
2009, 22 economías de Europa, Asia y Norteamérica
registran cifras rojas en el comportamiento del Producto
Bruto Interno (PBI), promediando entre –3,4% y –6,4%,
como consecuencia de la crrisis recesiva global.
Varias de las potencias mundiales, como Estados Unidos, Japón y países del
Reino Unido y la Eurozona, entraron en recesión desde el año
pasado, es decir, han sufrido una caída de su actividad
económica durante un periodo de al menos tres trimestres.
Más grave aún es la situación de los cuatro estados que componen el Reino
Unido –Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales–,
a los que debe agregarse el Japón (la segunda economía
mundial con un PBI de US$ 4.923.761), ya que sus economías
mostraron contracciones de –5,6% y –6,4%,
respectivamente, pese a tratarse de países con notables
desarrollos tecnológicos e industriales.
Desde que estallara el colapso bancario y bursátil en septiembre de 2008,
el sistema nunca pudo recuperarse, y finalmente la crisis de
la "economía de papel" terminó impactando en la
"economía real", primero en las metrópolis
imperiales de EEUU y Europa, extendiéndose luego por toda
la periferia "subdesarrollada" y
"emergente" de Asia, África y América Latina.
Nuevos datos publicados sobre las economías de América Latina indican que,
si bien se verifican algunas señales débiles y parciales
de recuperación, la contracción general continúa
motorizada por la caída del comercio exterior, la baja del
consumo y la escalada del desempleo y de los recortes
salariales (crisis social) que retroalimentan el proceso
recesivo (crisis estructural) e impiden una recuperación
plena de las variables económicas.
Según datos difundidos la semana pasada por la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), el comercio de América Latina y
el Caribe sufre un bajón sin precedentes y este año sus
exportaciones e importaciones registrarán una caída récord
del 13 %.
También se prevé que la inversión extranjera en América Latina y el
Caribe se reduzca en hasta 45% durante 2009 debido
principalmente a la desaceleración del sector
manufacturero.
Simultáneamente, la economía de la primera potencia imperial, EEUU (casi
un cuarto del PBI mundial) colapsa en todas sus variables, y
los sectores más desprotegidos ya sufren los
"ajustes" mientras una crisis social, todavía de
efectos imprevisibles, asoma de la mano de los despidos
masivos.
Canadá y México, ubicados simultáneamente en el puesto nueve y trece de
la economía mundial, sufren una contracción sin
precedentes de sus procesos económicos.
La economía canadiense se desaceleró más de lo previsto en el segundo
trimestre, y su PBI se contrajo a una tasa anualizada de
3,4%, tras una lectura revisada de una caída de 6,1% en los
tres primeros meses del año, más pronunciada que la
estimación original de una baja de 5,7% y que el 3,7% del
cuarto trimestre de 2008, informó el lunes la agencia de
estadísticas canadiense.
El presidente de México, Felipe Calderón, entregó el martes al Congreso
un informe según el cual la economía del país enfrenta su
peor recesión en más de una década y analistas privados
pronostican que concluirá el año con una contracción del
7,2%.
El Banco Central informó el martes que
las remesas de los mexicanos en el exterior –la segunda
fuente de ingresos detrás de la exportación de crudo–
cayeron 12,5% en los primeros 7 meses del año, en un
entorno de fuerte crisis global.
Como se puede apreciar, los datos de la economía real empalidecen los
borrosos pronósticos de "crecimiento débil" que
los gobiernos y las instituciones oficiales vienen
derramando con la finalidad de mantener a las expectativas
de una salida de la crisis que nadie visualiza con claridad.
La
bomba laboral
De una forma brutal el sistema capitalista (Estado y empresas privadas)
descarga el costo del colapso recesivo económico (la
crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y
la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad
(población pobre con limitados recursos de supervivencia),
por medio de los despidos laborales y la reducción del
gasto social ("ajustes"), que incrementan los
niveles sociales de precariedad económica y de exclusión
masiva del mercado laboral.
Según la OIT, el impacto social de la crisis global no se atenúa y una de
sus mayores consecuencias, el desempleo, ya bate varios récords
en diferentes países y dispara los cálculos oficiales
sobre las cifras que puede alcanzar.
Recientes análisis de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
indican que la recesión terminó con medio millón de
puestos de trabajos en los últimos dos meses. En el sector
financiero, los despidos rondan ya los 155.000 y en el resto
supera los 360.000.
De acuerdo con las proyecciones de la OIT, la desocupación
anual se ubicará dentro del 6.7% al 7.1% a finales
de 2009, frente al 6 por ciento registrado el año pasado.
Dentro de esas estimaciones, el número de afectados podría llegar a los 52
millones de personas, mientras un centenar de países
enfrentan posibilidades de inestabilidad social y de
ingobernabilidad política.
La OIT estima que, incluso con un proceso débil de recuperación económica
mundial, las tasas de empleo se mantendrán a la baja, tanto
en los países centrales como en los emergentes o
subdesarrollados.
Los efectos del aumento del desempleo se reflejan en la quiebra de empresas,
despidos y reducción de jornada laboral, según consignan
las estadísticas oficiales.
En general, los especialistas coinciden en que el costo de los rescates de
empresas y bancos (que
pagará la población a través de los impuestos) potencia
el proceso de crisis estructural con desocupación por el
que atraviesa la economía estadounidense.
En EEUU, la mayoría de los analistas proyectan un agravamiento de la presión
fiscal (suba de impuestos) y un recorte de planes y
beneficios sociales como el emergente más inmediato del
mega–salvataje estatal a la banca imperial iniciada por
Bush y continuada por Obama.
Lo que incidirá en una mayor suba de precios y recorte del consumo (ya
desatados), que se sumarán a los estragos de la crisis
crediticia para potenciar el proceso
inflacionario–recesivo en que se encuentra la economía de
la primera potencia imperial del planeta.
La primer ley histórica del capitalismo es la preservación de la
rentabilidad (base de la concentración de riqueza en pocas
manos), aún durante las crisis.
De manera tal que, cuando estallan las crisis de "sobreproducción"
(por recesión y achicamiento de demanda) el sistema aplica
su clásica fórmula para
preservar la rentabilidad vendiendo y produciendo menos:
Achicamiento de costos.
En esa receta de "achicar costos" sobresalen claramente, en
primera línea, los laborales (de las empresas) y los
sociales (del Estado) para compensar la falta de ventas y de
recaudación fiscal.
En consecuencia (y como ya está probado históricamente): Las empresas
mantienen sus rentabilidades, sube la recesión, sube la
desocupación, cae el consumo, y se expande la pobreza y la
exclusión social.
Hay una estimación –alimentada por números oficiales– que expresa que
la presente crisis recesiva global va a arrojar (como
consecuencia de los despidos y del achicamiento del consumo)
a más de 1000 millones de personas a la pobreza y a la
marginalidad.
Los analistas y periodistas del sistema se preocupan
por las
pérdidas empresariales y por los efectos de la crisis en
los países centrales, obviando que la crisis más aguda del
consumo y de la desocupación, tanto en EEUU como en Europa,
la sufren los empleados y obreros de baja calificación que
están conformando un peligroso bolsón masivo de protestas
y conflictos sociales.
El actual proceso económico recesivo prueba nuevamente que durante las
crisis los consorcios directrices del sistema capitalista
descargan ( y trasladan) sus "pérdidas" al
conjunto de la sociedad mientras concentran ganancias
privadas dentro de un nuevo ciclo económico.
Las masas asalariadas (la fuerza laboral mayoritaria) y los sectores más
desposeídos de la sociedad (los pobres estructurales) pagan
el grueso de la crisis capitalista por medio de los ajustes
sociales, despidos, suspensiones, reducción de salarios,
supresión de beneficios sociales, abolición de indemnización
por despidos, reducción de aportes patronales, etc.
En este escenario, hay un "costo laboral" y un "costo
social" de la crisis capitalista que pagan los
asalariados y las mayorías más desposeídas.
Alimentado por el déficit, el achique del consumo popular y la reducción
del gasto social por parte del Estado, se configura el nuevo
cuadro que los expertos ya denominan: La bomba laboral.
Una amenaza concreta y matemática a la estabilidad económica y la
gobernabilidad del sistema capitalista, a corto plazo.
(*)
Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de
estructuras del poder, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica.
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