Cada
vez más desempleo
La
fiesta de los mercados
Por
Joseph Halevi (*)
Il
Manifesto, 09/08/09
Sin
Permiso, 06/09/09
Traducción
de Casiopea Altisench
247.000
personas han perdido el empleo en EEUU durante el pasado mes
de junio, pero los mercados están exultantes porque la caída
ha sido menor de lo previsto, aun habiendo sido las pérdidas
de mayo harto superiores a las expectativas. El factor que
ha permitido rebajar la desocupación estadounidense del
9,5% al 9,4% ha sido el abandono de la búsqueda activa de
trabajo por parte 440.000 personas. Se trata de los
desocupados desmoralizados que, abandonada toda esperanza de
encontrar empleo, salen de las estadísticas y, paradójicamente,
contribuyen a reducir el desempleo. Del desplome de la
producción industrial y del PIB en Italia a las pérdidas
de empleo en los EEUU, los datos positivos son prácticamente
inexistentes.
En
cambio, los negativos se acumulan: hace apenas unos días
llegó la noticia de que (también) en Japón los salarios
han caído, cerca de un 7%. ¿Cómo puede reiniciarse la
actividad económica, si la masa de los consumidores, los
asalariados, sufre tales memas de ingreso? Huelga decir que,
tras cerca de dos años de caída ininterrumpida, se llega
al llamado bottoming out, punto a partir del cual las
sucesivas caídas son menos drásticas. Así sucedió también
en los años 30, pero la recuperación no llegó a los EEUU,
tratándose más bien de oscilaciones, harto pronunciadas,
en torno al nivel cero de crecimiento.
Hoy,
gracias precisamente a la existencia de gastos
incomprimibles, como el pago de pensiones de jubilación y
el más elevado porcentaje de empleos públicos —atacados
por años, afortunadamente sin demasiado éxito—, es muy
posible que el fondo no se precipite a los niveles abisales
de los años treinta. Pero de aquí a decir que estamos ya
en vías de recuperación media el trecho de una ideología
falsaria.
Pero
es lo cierto que los mercados danzan felices y contentos,
ajenos por completo a la economía de la que depende la vida
de la inmensa mayoría de la población.
Recapitulemos
la razones principales del renovado resurgir de las
finanzas. Esas razones radican todas en la intervención de
los gobiernos y los dineros ofrecidos a los bancos en
crisis. Bajo el capitalismo, todo ha de representarse como
una transacción que refleje la forma de la propiedad
privada, de aquí que las dádivas se presenten al público
como préstamos del Estado al sistema bancario privado. En
realidad, como ha explicado el jefe de la Fed, Bern Bernanke,
a la cadena televisiva CBS, de lo que se ha tratado es de
imprimir moneda con objeto de remitirla electrónicamente a
la banca.
Todo
este proceso lo que ha hecho es facilitar la concentración
financiera, en un contexto en el que los megabancos no sólo
reciben los dineros del gobierno, sino que este último
carga con las pérdidas de las sociedades fagocitadas por
las nuevas concentraciones bancarias. En ese contexto, no se
precisa de la menor inteligencia gestionarial para lograr
ganancias que, en realidad, nacen de los mecanismos
institucionales puestos por obra. El casino global se ha
repartido como si nada hubiera sucedido, escribía Der
Spiegel en su número de fines de julio. El semanario alemán
observa que, con lo peor a sus espaldas, los bancos se
comportan ya como durante los años anteriores a la crisis.
Para Der Spiegel, “incluso peor, porque, gracias a las
garantías públicas y al dinero a bajo coste ofrecidos por
los bancos centrales, nunca ha sido tan fácil para los
bancos hacer dinero”.
La
actuación de los bancos centrales sobre el mercado de títulos,
sumada a la dádiva directa de dineros, es un elemento
central para la realización de beneficios fáciles por
parte de los bancos privados. Se hallan estos últimos en
una posición casi monopolística (como vendedores
privilegiados) frente a los bancos centrales. La técnica es
parte del tremebundo plan de rescate de títulos sin valor
ideado por el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y por
el consejero económico de la Casa Blanca, Larry Summers,
pero que se aplica más o menos por doquiera.
La
Reserva Federal anuncia los títulos que se apresta a
comprar, con lo que dispara la subida de los precios de
venta por parte de los bancos. Es un juego de niños, señaladamente
en el nuevo contexto de hiperconcentración financiera.
Resulta de ellos un aumento de la diferencia entre los
precios de demanda de los bancos centrales y los precios
“de oferta” de los bancos privados. El diferencial opera
a favor de la banca privada, que vende sus títulos y
obligaciones a precios monopolistas.
Pero
eso es precisamente, según explicaba el Financial Times, lo
que quiere la Reserva Federal, empeñada en hacer ganar
dinero a Wall Street. La ideología dominante dice que la
recuperación del empleo pasa por semejantes políticas,
pero economistas que se hallan a años luz del marxismo,
como Paul Krugman en el New York Times, no dejan de criticar
tal desarrollo de las cosas.
Yo
creo que, en realidad, las políticas de Gaithner–Summers
andan mucho más arraigadas en el sistema de lo que suele
creerse. Expresan la mutación, endógenamente incorregible,
de la estructura económica capitalista en dirección a la
financiarización, es decir: hacia un circuito en el que el
paso del dinero a las mercancías, para luego reaparecer en
acrecido montante monetario, se ha deteriorado de manera
irreversible.
La
desmembración entre el sistema financiero y el productivo
–y medioambiental— ha sido favorecida por el propio
Estado. El efecto “keynesiano” de tales operaciones es
nulo mientras el Estado mantenga la continuidad del
desmembramiento. En efecto: si los mercados están de
fiesta, los gobiernos, como el inglés y el de Washington,
anuncian que las políticas de dádivas de dinero a los
bancos y de beodas adquisiciones títulos tienen que
proseguir, a fin de evitar que se agrave la crisis. Cada una
de esas declaraciones abre nuevas perspectivas de lucro
financiero, al tiempo que cierra todo horizonte a quien vive
y seguirá viviendo sumido en la crisis y a caballo de las
próximas oleadas de desocupación.
La
respuesta a este estado de crisis, al menos conceptualmente,
es marxista, no keynesiana.
(*)
Joseph Halevi es profesor de Economía Política en la
Universidad de Sydney y está asociado al Institut de
Recherches Economiques sur la Production et le Développement
(IREPD) de la Universidad Pierre Mendès France de Grenoble,
France. Es miembro del consejo editorial internacional de
Economie Appliquée (Paris) y del consejo editorial de
Cahiers d'Economie Politique (Paris). Está
vinculado también al centro IREPD (Institut de Recherches
Economiques sur la Production et le Développement) de la
Universidad de Grenoble perteneciente al CNRS (Centre
National pour la Recherce Scientifique) francés.
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