Los países emergentes quieren más poder de decisión, pero los europeos se
oponen
El FMI, eje del debate en el G–20
Por Silvia Pisani
Corresponsal en EE.UU.
La Nación, 25/09/09
Pittsburgh.– Ya es casi un rito: Michelle y Barack Obama recibieron anoche
a sus 21 huéspedes especiales con una sonrisa, como si por
debajo no hubiera ya sordos ruidos de disputa en el intento
por impulsar en el paraguas del llamado G–20 medidas
colectivas contra la crisis financiera internacional.
"[La comunidad internacional] fue muy lejos para evitar una catástrofe
económica mundial", señaló Obama, en un mensaje
previo de bienvenida a los invitados a la cumbre, para
recordar el desplome financiero de hace un año.
"Pero todos debemos acordarnos de que nuestra tarea está lejos de
haber terminado", añadió. Para entonces, ya había señales
de la creciente disputa entre los países emergentes y los
industrializados por el poder de voto dentro del Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Con la cumbre que comenzó ayer en esta ciudad suman ya tres los encuentros
del G–20 en sólo diez meses. Todos, con el alentador propósito
de reunir a potencias y a países emergentes para que, bajo
un mismo techo (y rodeados de miles de custodios), acuerden
reformas que permitan superar la crisis financiera. Y evitar
que se repita.
El club va funcionando bien. Ya hay consenso para volver a reunirse y, como
impulsan varios miembros, la idea es hacer del G–20 el
grupo de referencia para la crisis y que, como tal, absorba
y reemplace al G–7 y al G–8, entre otros grupos
internacionales.
"El G–20 debería ser el foro de cooperación internacional´´, dijo
ayer el primer ministro británico, Gordon Brown.
En el caso de la Argentina, la sonrisa de recepción de los anfitriones fue
respondida por otra similar de la presidenta Cristina
Kirchner. "Hola", le dijo Obama. "¿Cómo está,
presidente? ¿Qué tal? ¿Qué tal?", respondió la
mandataria. Todo fue en español.
Luego vino el turno del saludo a Michelle. Era la primera vez que ambas
mujeres se saludaban, y fue eso: un saludo. Cristina dijo
algo y la primera dama norteamericana respondió con una
sonrisa.
La feliz llegada de los invitados contrastó con los ruidos de fuera y de
dentro del recinto de deliberaciones. Afuera, por el
habitual folklore de manifestantes que protestan contra la
"perversa globalización", por un lado, y la
represión policial, por el otro, que suele acallarlos en
pocos minutos. En este caso, con balas de goma y gases
lacrimógenos. Hubo vidrieras rotas, gente herida y algún
que otro detenido (ver aparte). Nada de ello pareció llegar
a los invitados.
Eso era afuera, en las calles de una ciudad tomada por la policía, mientras
que dentro del recinto los ruidos –mucho más sordos y
solapados– respondían a la disputa entre países
emergentes e industrializados, ante el reclamo de los
primeros de tener más poder de decisión en los organismos
financieros.
Todo, alrededor del vapuleado FMI, en el que los países industrializados
ostentan más de la mitad del voto, algo que los emergentes
del BRIC (Brasil, Rusia, la India y China) consideran
injusto y reclaman, por lo tanto, un traspaso en su favor
del 7 por ciento, en función del peso que sus economías
adquirieron en las últimas décadas.
"Eso debería ser lo adecuado", dijo, apenas llegado, Marco Aurélio
Garcia, uno de los hombres más influyentes dentro del
gobierno del brasileño Luiz Inacio Lula da Silva. Señaló,
también, que en las reuniones preparativas de Londres,
Estados Unidos, que tiene casi el 17 por ciento de cuota en
el FMI, propuso que las economías emergentes aumentaran su
poder de decisión en un 5 por ciento.
Los afectados
Los europeos miran con mala cara: semejante traspaso los tendría como
principales afectados y perderían algo del 32 por ciento de
cuota que ostentan ahora.
En esta pulseada, en la que hay mucho en juego, la Argentina acompaña a
Brasil, posición que cuenta con la simpatía de España,
que, pese a integrar el bloque europeo, tiene menos peso que
sus pares en el organismo. "Yo lo que espero es que
esta cumbre se comprometa con una pronta reforma del poder
de voto dentro del FMI", insistió el brasileño Garcia.
Deseoso de que la situación no se empantane, el secretario del Tesoro
norteamericano, Timothy Geithner, instó a trabajar en un
"plan concreto", ya que, según dijo, hay
"plena coincidencia" en las cosas fundamentales.
Hay consenso respecto del marco fundamental de la reforma que se debe
aplicar en el mundo financiero, según dijo el responsable
económico del gobierno de Barack Obama.
Entre otras cosas, Geithner enumeró la capitalización de los bancos, la
reforma de las bonificaciones y salarios que cobran los
ejecutivos y una supervisión estricta de los fondos de
inversión, a cuya ferviente imaginación se atribuye buena
parte del descontrol de los últimos años de burbuja
hipotecaria.
Y apuntó, luego, a la necesidad de contar con un "dólar fuerte frente
a las otras monedas", como factor fundamental para la
economía norteamericana.
El secretario del Tesoro repitió lo que es un mensaje recurrente de Obama:
hay que actuar antes de que la crisis haya quedado en el
olvido; hay que evitar que la experiencia de lo ocurrido no
sirva para tomar las lecciones del caso y obrar en
consecuencia.
Ese es el lado vacío de la botella. El lado lleno muestra que la cumbre
empieza con perspectivas más alentadoras en la economía
mundial, con síntomas de recuperación que, sin embargo, no
se llegan a trasladar, todavía, al índice de empleo, una
de las víctimas más afectadas por el tembladeral.
Los
temas
Salida de la crisis. El G–20
busca conciliar las posiciones de quienes creen que los
paquetes estatales de estímulo deben mantenerse para no
cortar la incipiente recuperación económica y de quienes
temen que esos planes hundan las finanzas públicas y den
paso a otra crisis.
Sistema financiero. Se tratarán
las nuevas reglas bancarias pedidas por los presidentes de
27 bancos centrales, entre ellas la de reforzar la
"transparencia" del sistema. Además, se discutirá
sobre los controvertidos bonificaciones de los banqueros.
Comercio. La cumbre debería
reiterar su apoyo a una resolución de la estancada Ronda de
Doha de liberalización del comercio mundial, en un marco de
nuevas medidas proteccionistas.
Reforma del FMI. Los países
emergentes pugnarán por apurar una reforma de las
instituciones financieras internacionales para adquirir en
el FMI un poder acorde a su peso creciente en la economía
mundial.
Cambio climático. Se intentará
allanar el camino a la conferencia sobre el clima que se
celebrará en Copenhague en diciembre. Pero el tema provoca
discrepancias tanto entre países ricos como entre éstos y
los emergentes.
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