La
onda expansiva de la crisis financiera estadounidense está
afectando la economía mundial. Los recursos de los países
en vías de desarrollo se van agotando mientras que el
alquiler del dinero va en aumento. Una nueva crisis de la
deuda se hace inminente y amenaza con tragarse a las economías
emergentes. Lo importante no es saber si los banqueros de
los países ricos podrán cobrar sus regalías sino cómo
podrán sobrevivir las poblaciones de los países pobres. La
situación está lejos de encontrarse bajo control y es
necesario actuar con decisión para que no sean nuevamente
los pueblos quienes tengan que pagar los platos rotos.
A pesar de representar una gran erogación en las ganancias de los poderes públicos
[1], el pago de la deuda pública no constituyó, entre 2004
y 2008, un gran problema para la mayoría de los países con
ingresos medios ni para los países exportadores de materias
primas en general. En efecto, la mayoría de los gobiernos
de esos países obtenían fácilmente préstamos con tasas
de interés históricamente bajas que les permitían obtener
los fondos necesarios. Pero la crisis de la deuda privada
que estalló en 2007 en los países más industrializados
modificó radicalmente las condiciones de endeudamiento de
los llamados «países en desarrollo» (PED), actualmente
arrastrados hacia una nueva crisis de la deuda.
Un
poco de historia
Varias crisis internacionales de la deuda se produjeron durante los dos
siglos anteriores a la historia del capitalismo. Tres de
ellas tuvieron lugar en el siglo 19 y dos en el siglo 20
[2]. Esas crisis afectaron directamente el destino de los países
emergentes [3]. Los orígenes de las crisis y el momento en
que estallan están íntimamente vinculados al ritmo de la
economía mundial, principalmente a la de los países más
industrializados.
Cada crisis de la deuda ha estado precedida de una etapa de recalentamiento
de la economía de los llamados países del Centro, etapa
que se ha caracterizado por una excepcional abundancia de
capitales, parte de los cuales ha sido reciclada hacia la
economía de los llamados países de la Periferia.
La crisis es generalmente consecuencia de una recesión o de una sucesión
de quiebras que afectan a algunas de las principales economías
industrializadas. La crisis que estalló a partir de
2007–2008 en la llamada Tríada [4] confirma esta «regla».
Entre 2004 y 2008 gran parte de los PED han registrado un fuerte aumento de
sus ingresos provenientes de las exportaciones debido al
alza de los precios de las mercancías que ellos venden en
el mercado mundial: hidrocarburos (petróleo y gas),
minerales y productos agrícolas. Esto les permitió, al
mismo tiempo, recurrir a sus propios ingresos en divisas
para pagar la deuda y mantener el nivel de credibilidad
necesario para obtener nuevos préstamos.
Además, los bancos comerciales de los países del norte, que habían
reducido drásticamente sus préstamos a partir de los años
1990 como consecuencia de las crisis financieras registradas
en los PED, fueron reabriendo ampliamente sus cofres a la
realización de préstamos entre 2004 y 2008 [5]. Otros
grupos financieros privados (fondos de pensiones, compañías
aseguradoras, fondos de inversión libre [en inglés hedge
funds]) han extendido créditos a los PED mediante la compra
de los bonos que éstos emitían en las principales plazas
financieras.
Algunos Estados han aumentado además la oferta de créditos a los PED,
desde China –que presta fondos hacia todas las regiones
del mundo– hasta Venezuela –que está financiando a
Argentina y a los países del Caribe. En general, las tasas
de intereses concedidas eran mucho más ventajosas que las
que habían prevalecido hasta principios de los años 2000.
Hay que agregar a lo anterior el abundante crédito
concedido, dentro de los propios PED, por los bancos locales
o extranjeros que operan en los países del sur.
El
viraje del año 2007
Un cambio se produjo en 2007 a raíz de la crisis de la deuda privada en los
países más industrializados [6]. El detonante fue la
explosión de la burbuja especulativa del mercado
inmobiliario en Estados Unidos, que provocó el derrumbe de
varios mercados de la deuda privada (mercados de las
subprimes, de los ABCP [7], de las CDO [8], de las LBO [9],
de los CDS [10], de las ARS [11]…). Esta crisis está
lejos de haber terminado y el mundo sólo está comenzando a
descubrir sus múltiples repercusiones.
El dinero proveniente del crédito corrió abundantemente hasta julio del año
2007, momento en que las diferentes fuentes privadas de crédito
se secaron bruscamente en los países del norte. Atrapados
en montajes de deudas mal equilibrados, los bancos privados,
empezaron a desconfiar unos de otros y a mostrarse reacios a
prestarse dinero entre sí. Los poderes públicos de Estados
Unidos, Europa occidental y Japón tuvieron que inyectar
dinero de forma masiva y reiterada (más de 2 000 millardos
[Un millardo = mil millones] de dólares y de euros en
2007–2009) para que no se paralizara el sistema financiero
de los países del norte.
Mientras tanto, los bancos privados que se financiaban vendiendo títulos no
garantizados no lograron encontrar compradores en los
mercados financieros del norte. Se vieron entonces obligados
a sanear sus cuentas pagando las enormes pérdidas
provenientes de las arriesgadas operaciones en las que se
habían metido durante los últimos años. Para poder salir
de ese atolladero tuvieron que recurrir a aportes de dinero
fresco. Al principio, ese dinero fresco vino de los fondos
soberanos de los países asiáticos y de los países del
Golfo Pérsico. Posteriormente, los Estados del norte
vinieron, en masa, al rescate de los bancos. Los bancos que
no encontraron a tiempo dinero fresco fueron comprados por
otros bancos (JPMorgan compró Bear Stearns [12] y WAMU) o
por el Estado (así sucedió en Gran Bretaña con Northern
Rock Bank, Royal Bank of Scotland y con el establecimiento
de crédito hipotecario Bradford & Bingley mientras que
el gobierno de Holanda compró ABN Amor, el gobierno belga
compró temporalmente el Fortis Bank para revenderlo después
al banco francés BNP Paribas, el gobierno estadounidense «nacionalizó»
Freddie Mac y Fannie Mae así como AIG [13], etc.).
La nacionalización de Freddie Mac y de Fannie Mae ilustra a la perfección
la privatización de las ganancias en tiempos de prosperidad
económica y la socialización de las pérdidas en tiempos
de depresión. Ambas instituciones fueron privatizadas en
momentos en que estaban produciendo enormes beneficios. Con
la crisis del sector inmobiliario, que estalló en 2007, la
situación de Freddie Mac y de Fannie Mae se degradó dramáticamente.
Al verse de pronto al borde del abismo, estas dos firmas
–que habían distribuido grandes dividendos entre sus
accionistas privados en 2007– pidieron ayuda al Estado
para que fuera éste quien asumiera sus pérdidas.
El monto de los créditos hipotecarios de ambas firmas asciende a 5 300
millardos (4 veces la deuda externa pública de todos los
PED). Hasta el muy neoliberal The Economist reconoce en su
editorial del 30 de agosto de 2008: «Este es el peor
aspecto del capitalismo: significa que los accionistas y los
dirigentes gozan de las ganancias mientras que los
contribuyentes pagan la cuenta cuando hay pérdidas».
Al
principio, la mayoría de los PED no tuvo problemas
En 2007, las bolsas de valores de una serie de PED se beneficiaron con el
flujo de capital especulativo que huía del epicentro del
cataclismo financiero, o sea de Norteamérica. Los capitales
liberados por la explosión de la burbuja inmobiliaria,
explosión que atravesó el Atlántico del oeste hacia el
este (Irlanda, Gran Bretaña y España se vieron duramente
perjudicadas y la lista de naciones afectadas fue alargándose
con el tiempo), se encauzaron hacia otros mercados, como las
bolsas de materias primas y de productos alimenticios, que
se encuentran en los países del norte (lo cual acentuó el
alza de precios) y hacia ciertas bolsas de valores del sur.
Pero ese fenómeno no duró mucho. En 2008 todas las bolsas
de valores del sur se convirtieron en las grandes
perdedoras. Algunas, como las de China, Taiwán, Brasil y
Rusia, volvieron a registrar un alza durante el año 2009.
Pero, ¿por cuánto tiempo?
Por otra parte, la decisión de la Reserva Federal estadounidense de reducir
varias veces su tasa directora de interés también alivió
temporalmente el peso de la deuda del sur. Pero la situación
cambió radicalmente a mediados del año 2008, cuando las
primas de riesgo–país aumentaron fuertemente y los bancos
del norte restringieron la oferta de nuevos créditos
destinados al refinanciamiento del pago de la deuda. De la
misma manera, los inversionistas institucionales (fondos de
pensiones, aseguradoras y bancos…) redujeron la compra de
títulos de la deuda del sur para priorizar la compra de
bonos del Tesoro estadounidense. Los precios de las materias
primas, que se habían mantenido en alza hasta julio de
2008, sufrieron una caída brutal. Además, en 2008–2009
las monedas de los países latinoamericanos se devaluaron
ante el dólar, lo cual elevó nuevamente el costo de la
deuda externa, cuyo pago se efectúa principalmente en dólares.
El Banco de Pagos Internacionales (BPI, también conocido bajo las siglas en
inglés BIS por Bank for Internacional Settlements. Nota del
Traductor.) confirma que «La crisis económica y financiera
ha golpeado de lleno a las «Economías emergentes» (EcEm)
durante el último trimestre de 2008. Tras la quiebra de
Lehman Brothers, en septiembre de 2008, se produjo un
retroceso sin precedentes de la demanda de exportaciones, lo
cual coincidió con un importante reflujo de los préstamos
bancarios internacionales y de inversiones de carteras
extranjeras. Se redujeron las tasas de cambio de numerosos
países, bajó el valor de las acciones mientras que el
costo del financiamiento exterior aumentó acentuadamente.
Con el descenso del consumo y de los gastos de inversiones
en las economías avanzadas, se produjo un desplome de la
demanda de exportaciones de las Economías Emergentes, lo
cual acentuó la inversión del sentido de los flujos de
capitales y puso fin a un largo periodo de crecimiento que
había estado basado en las exportaciones y sostenido por
las entradas de fondos [14].»
Descenso
de las reservas en divisas de los PED en 2008–2009
También según el Banco de Pagos Internacionales, las reservas en divisas
en posesión de los PED empezaron a reducirse: «La reserva
de haberes de cambio, que alcanzó su punto culminante en
2008, disminuyó fuertemente en varias Economías Emergentes
llegando en enero de 2009 a más de 4 300 millardos [de dólares]
para todo el conjunto de países de ese grupo. […] De esa
forma, en el primer trimestre de 2009, el nivel de reservas
de cambio había caído en Corea y en la India al 80% de lo
que era en junio de 2008, a cerca del 75% en Polonia y al
65% en Rusia. De continuar los choques exteriores, esas
punciones provocarán interrogantes, aunque las reservas
sigan siendo abundantes, según los indicadores clásicos
[15].»
La disminución del crecimiento económico, claramente perceptible en
Norteamérica, Europa y Japón, provocó una reducción de
las exportaciones de productos manufacturados,
principalmente en China, México y otros países asiáticos.
La demanda interna china no podrá aliviar la reducción de
la demanda externa.
El reflujo de la actividad económica en los países industrializados, en
China y en otros países asiáticos grandes consumidores de
materias primas (como Malasia, Tailandia y Corea del Sur),
así como la reducción de los capitales financieros
disponibles para especular al alza en los mercados del
futuro provocaron una reducción de los precios de los
hidrocarburos y de casi todas las materias primas
(incluyendo los productos agrícolas): «La caída de los
gastos en bienes durables de consumo en los países
desarrollados durante el segundo trimestre de 2008 afectó
cruelmente las exportaciones en los sectores de la industria
automovilística y las tecnologías de la información»
(TI).
En el caso específico de la industria automovilística, que representa una
parte importante del PIB en varias Economías Emergentes (3%
en Turquía, 6% en México, 8% en Corea y Tailandia y más
del 10% en Europa central), las exportaciones cayeron, por
ejemplo, en un 45% en México en febrero de 2009 y en un 54%
en Turquía durante el primer trimestre de 2009. […] Además,
la disminución del crecimiento mundial trajo como
consecuencia una disminución de los precios de los
productos básicos. Entre julio de 2008 y marzo de 2009, los
precios del petróleo disminuyeron en un 65% y los de los
demás productos básicos en un 34%. […] El problema es
que los productos básicos representan más del 40% de las
exportaciones en Latinoamérica (más del 20% en el caso de
México) [16].»
A lo anterior se suma una fuerte reducción de las cantidades de dinero que
los emigrantes envían a sus países de origen. Grandes
cantidades de trabajadores mexicanos, ecuatorianos,
bolivianos que trabajan en el sector de la construcción en
Estados Unidos y España se ven directamente afectados por
la crisis inmobiliaria y se están quedando sin trabajo.
Condiciones
más duras para la concesión de préstamos
Mientras que los ingresos de los Estados siguen bajando, los gastos
vinculados al pago de la deuda van en aumento. Los bancos
reducen su oferta de créditos y exigen un aumento de las
primas de riesgo. Las pérdidas que los bancos deben asumir
han ido en constante aumento desde el año 2007. La cantidad
de impagos ha aumentado en los países del norte. El mercado
de los Credit default swaps, productos derivados no
regulados que deberían proteger a los prestamistas en caso
de impago, se ha hecho extremadamente azaroso debido al
enorme volumen de las sumas en juego [17].
Y estamos asistiendo solamente al comienzo del endurecimiento de las
condiciones. En junio del año 2008, el Banco de Pagos
Internacionales señalaba: «Aunque las primas soberanas (o
sea, las primas de riesgo que los poderes públicos pagan a
los prestamistas) siguen siendo muy inferiores a los niveles
observados durante los anteriores episodios de turbulencias
financieras, son mucho más elevadas que en el primer
semestre de 2007, de forma tal que las tensiones sobre los
financiamientos pudieran hacerse difíciles» [18].
Esa misma institución agregaba más adelante: «En cuanto a las empresas,
la reciente alza de las primas de riesgo de sus obligaciones
ha sido menudo más importante que la de las primas
soberanas, lo cual hace pensar que algunos beneficiarios de
préstamos están empezando a sentir los efectos de un
endurecimiento de las condiciones del crédito al cabo de
muchos años de endeudamiento fácil [19].» Y continuaba:
«En el contexto de turbulencia que sufren los bancos de las
economías avanzadas, la segunda gran fuente de
vulnerabilidad para ciertas economías emergentes es el
riesgo de agotamiento de las entradas de capitales
bancarios.
En el pasado, el sentido de esos flujos se invirtió bruscamente en varias
ocasiones, como sucedió al principio de los años 1980 en
el caso de América Latina y en 1997–1997 en el Asia
emergente [20].»
En la siguiente versión de su informe, en 2009, el propio Banco de Pagos
Internacional afirma: «En América Latina, por ejemplo,
durante el primer trimestre de 2009, varios grandes bancos
internacionales sólo prolongaron un 50–60% de las líneas
de crédito comercial concedidas en 2008. […] Además, en
ciertos casos aumentó la repatriación de las ganancias ya
que, al igual que los bancos internacionales, muchas
multinacionales necesitaron los fondos para utilizarlos en
sus mercados de origen.
Según el Centro de Desarrollo de la OCDE, la repatriación de los recursos
financieros hacia las empresas madres explica la caída de
la reinversión de las ganancias y de los préstamos
intragrupos. Como la actual crisis viene acompañada de una
contracción sin precedentes de la actividad económica
mundial, es extremadamente difícil prever cuándo y en qué
medida regresarán los capitales privados a las Economías
Emergentes [21].»
Conclusiones
Como consecuencia de la crisis que estalló en los países más
industrializados, se ha producido un considerable
endurecimiento de las condiciones de los préstamos para los
PED. Las importantes reservas de divisas que estos países
habían obtenido durante los últimos años amortiguaron los
efectos de este endurecimiento, pero es probable que no
logren protegerlos totalmente. Algunos eslabones débiles de
la cadena de endeudamiento de los países del sur se están
viendo directamente afectados por la caída de las materias
primas. En ese caso se encuentran, por ejemplo, Ecuador
(debido a la caída de los precios del petróleo) y
Argentina (a causa de la caída del precio de sus
exportaciones de soya). La situación está lejos de
encontrarse bajo control y es necesario actuar con decisión
para que no sean nuevamente los pueblos quienes tengan que
pagar los platos rotos [22].
(*)
Presidente del CADTM–Bélgica (Comité por la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo). Último
libro publicado: "Banque du Sud et nouvelle crise
internationale", CADTM/Syllepse, 2008.
Notas:
[1] Muchos países dedican entre el 20 y el 35% del presupuesto del Estado
al pago de la deuda pública. En el caso de Brasil, la parte
del presupuesto del Estado destinada al pago de la deuda pública
interna y externa es superior en cuatro veces a la suma de
los gastos destinados a la educación y la salud. Ver
Rodrigo Vieira de Avila, «Brésil: La dette publique est
toujours bien là!»
[2] Ver Eric Toussaint, La Finance contre les peuples, CADTM–Syllepse–Cetim,
2004, capítulo 7. Ver también, Eric Toussaint, Banque
mondiale: le Coup d’État permanent. L’agenda caché du
Consensus de Washington, CADTM–Syllepse–Cetim, 2006, capítulo
4.
[3] En el siglo 19, se trataba esencialmente de Argentina, Egipto, Túnez,
China y el Imperio Otomano.
[4] La Tríada es el conjunto de países de Norteamérica, Europa y Japón.
[5] «Las obligaciones transfronterizas de los bancos que presentan
declaraciones al Banco de Pagos Internacionales sobre las
Economías Emergentes se estimaron en 2 600 millardos en
2007, o sea un aumento de 1 600 millardos en cinco años»
Banco de Pagos Internacionales, 78e Rapport annuel, Basilea,
junio de 2008, p. 44.
[6] Para un análisis detallado del estallido de la crisis y del contexto
internacional, ver Eric Toussaint, Banque du Sud et nouvelle
crise internationale, CADTM–Syllepse, Lieja–París,
2008, capítulos 9 y 10.
[7] Los Commercial papers estadounidenses («asset backed commercial paper»,
ABCP) son títulos de obligaciones negociables que emiten
los bancos u otras empresas en el mercado financiero por un
corto plazo (de 2 a 270 días). Estos títulos de
obligaciones no están garantizados por una contraparte
(como, por ejemplo, un bien inmueble) sino que se basan en
la confianza del comprador del commercial paper hacia el
banco o la empresa que lo vende.
[8]
Collateralized Debt Obligations.
[9]
Leveraged Debt Buy–Out. Se
trata de operaciones de compra de empresas financiadas
mediante deudas.
[10]
Credit Default Swaps. La
compra de un CDS tiene como objetivo proteger al comprador
ante la posibilidad de no poder cobrar una deuda. El mercado
de los CDS ha conocido un amplio desarrollo a partir del año
2002. El volumen de las sumas vinculadas a los CDS se ha
multiplicado por 11 entre 2002 y 2006. El problema es que
estos contratos de seguros se venden sin que exista ningún
tipo de control por parte de las autoridades públicas. La
existencia de estos CDS ha llevado a las empresas a
arriesgarse cada vez más. Al creerse protegidos contra la
posibilidad de impago, los prestamistas otorgan préstamos
sin verificar la posibilidad real de pago de los
solicitantes.
[11]
Auction Rate Securities. Estos
títulos vendidos en Estados Unidos representan créditos
concedidos a municipios, universidades (para becas
estudiantiles) y hospitales. Cada semana, los clientes podían
comprarlos o venderlos a través de un sistema subastas («auction»).
En junio y julio de 2008, este mercado se desplomó y los
bancos que habían comercializado esas deudas tuvieron que
volver a comprarlas a sus clientes y pagar multas al Estado.
Las sumas en juego se estiman en 330 millardos de dólares y
las multas que tuvieron que pagar la UBS (150 millones de dólares),
Citigroup (100 millones), JPMorgan, Morgan Stanley…
totalizan varios cientos de millones de dólares.
[12] Bear Stearns, el quinto banco de negocios de Estados Unidos, estaba
completamente atrapada en el mercado de los CDS.
[13] AIG, el grupo asegurador más importante del mundo, también estaba
completamente empantanado en el mercado de los CDS.
[14] Banco de Pagos Internacionales, 79º Informe Anual 2009, p. 80.
[15] Ibid, p. 84 y p. 94.
[16] Ibid, p. 84.
[17] «En particular, numerosas empresas brasileñas, coreanas, mexicanas y
polacas habían firmados contratos sobre derivados con
bancos extranjeros o locales, en 2007 y 2008, para proteger
sus ingresos provenientes de las exportaciones ante una
fuerte valorización de las monedas locales, e incluso, en
ciertos casos, para especular sobre la continuación del
alza. Estas posiciones generalmente no figuraban en el
balance de las empresas. Cuando las tasas de cambio
retrocedieron ante el dólar o el euro, estas sufrieron
grandes pérdidas: según los estimados, cerca del 0,8% del
PIB en Corea y más del 1% en Polonia.» Fuente: Banco de
Pagos Internacionales, 2009, Op. cit., p. 89.
[18] Banco de Pagos Internacionales, 2008, Op. cit., p. 55.
[19] El Banco de Pagos Internacionales escribe también: «El crédito
bancario del sector privado se ha desarrollado enormemente
durante los últimos 5 años: de 7 puntos porcentuales en términos
de PIB en América Latina y de 30 puntos porcentuales en los
países de Europa central y oriental. No es imposible que
esta extensión haya sobrepasado la capacidad de los
establecimientos para evaluar y vigilar eficazmente su
propia exposición…», Op. cit., p. 57.
[20] Banco de Pagos Internacionales, 2008, Op. cit., p. 56.
[21] Banco de Pagos Internacionales, 2009, Op. cit., pp.92–93.
[22] Sobre las proposiciones de alternativas, ver Eric Toussaint, Banque du
Sud et nouvelle crise internationale, CADTM–Syllepse,
Lieja–París, 2008, capítulo 1 al 4. Ver
también: Eric Toussaint, Quelles alternatives pour le développement
humain?, asó como Damien Millet y Eric Toussaint, 60
questions/60 réponses sur la dette, le FMI et la Banque
mondiale, CADTM–Syllepse, 2008, capítulos 10 al 12.