A
pesar de las masivas intervenciones realizadas por bancos
centrales asiáticos para evitarlo, el dólar se deprecia a
pasos agigantados en los mercados internacionales.
La
caída es la consecuencia de tres factores principales: la
debilidad de la economía norteamericana que provoca déficit
gemelos y aumentos constantes del endeudamiento, la inyección
ingente de dólares que está llevando a cabo la Reserva
Federal para estimular a la economía y para tratar de
aliviar la descapitalización de la banca y, por último,
los movimientos especulativos que llevan a endeudarse en dólares
aprovechando que baja su cotización. Y los bancos asiáticos,
por su parte, tratan de que no baje más para evitar que se
aprecien sus monedas y eso frene aún más sus exportaciones
debilitadas por la crisis .
Ambas
fuerza se combinan dando lugar a una perturbación cambiaria
que en realidad es muy natural que acompañe, como ha pasado
en otras ocasiones, a una crisis financiera como la que
estamos viviendo.
Pero
la situación del dólar expresa algunos otros problemas y
apunta tendencias que seguramente vayan a obligar a realizar
cambios de rumbo en los próximos tiempos.
En
primer lugar hay que reconocer que la depreciación del dólar
es la manifestación inevitable de un declive de la economía
estadounidense que ya se hace crónico y seguramente
insostenible. En realidad, la depreciación es un
instrumento proteccionista más (una de esas prácticas que
los poderosos dicen que nadie debe utilizar porque atenta
contra la libertad de mercado pero que ellos realizan
siempre que les conviene), y como tal un signo inequívoco
de que compensan su debilidad económica con su poderío político
y en este caso imperial.
Es
cierto que cuando la moneda de un país actúa como de
reserva en los intercambios internacionales es casi
inevitable e incluso necesario que ese país genere déficit
prácticamente continuos porque debe proporcionar la
constante y creciente liquidez que satisfaga la demanda de
esa divisa que hacen los demás países. Pero aún siendo así,
es preciso también que haya un cierto equilibrio y
ponderación, que la moneda de reserva disponga de
suficiente cobertura y que los déficit no sean excesivos
para que la moneda no pierda credibilidad como reserva ni un
valor excesivo.
Y
lo que quizá esté ocurriendo es que ya se haya hecho
excesivamente notorio que el dólar se mantiene como moneda
de reserva por inercia (porque quienes tienen sus reservas
en dólares no tienen más remedio que tratar de que no
pierda más valor) y gracias al poder imperial de Estados
Unidos, y no por su pujanza económica.
Al
mismo tiempo, y en gran medida como consecuencia de lo
anterior, la tensión sobre el dólar obliga a plantear si
hoy día su mantenimiento como moneda de reserva es
compatible con la estrategia de multiplicar ad infinitum el
endedudamiento que alimenta la cuenta de resultados de la
banca, el apalancamiento generalizado o, por decirlo de otra
manera más clara para todos, con la multiplicación
ficticia del capital como base de los negocios
internacionales. Un procedimiento cuyo riesgo sistémico ha
puesto de evidencia la crisis pero que, con independencia
del frenazo coyuntural que ésta ha ocasionado, nadie parece
cuestionar de modo efectivo.
Otro
de los factores que está provocando la depreciación del dólar
es, como he señalado, el extraordinario crecimiento de la
base monetaria en Estados Unidos y la cantidad billonaria de
dólares que las autoridades están haciendo llegar a los
flujos financieros. La cuestión que esto plantea se puede
contemplar desde dos puntos de vista. Por un lado,
suponiendo que a Estados Unidos no le preocupe que esa
inyección provoque depreciación porque quizá solo de esa
forma pueda evitar la deflación y un periodo
extraordinariamente prolongado de ralentización económica.
De esta hipótesis se derivaría, sobre todo si la situación
se prolongase, una amenaza quizá de muerte para el dólar o
la necesidad de un gran salto adelante en el resto del mundo
para poner en marcha políticas mucho más expansionistas y
asumir un liderazgo alternativo al de Estados Unidos que no
creo que sea algo viable, material ni ideológicamente, en
un horizonte próximo, y que en el marco no cooperativo que
más bien predomina produciría posiblemente una gran tensión
inflacionista. Lo que llevaría a concluir que quizá los
propios Estados Unidos podrían liderar una estrategia de
recambio orientada a establecer nuevas condiciones en el
sistema de reservas internacionales.
La
segunda hipótesis es que Estados Unidos logre reactivar su
economía antes de lo previsto y que, por el contrario, se
enfrentase a una fuerte presión inflacionista si se produce
un desbordamiento de los fondos inyectados en el circuitos
financieros hacia la economía productiva, que no creo que
los pudiera metabolizar sin infinidad de problemas.
Si
hubiera que apostar, más bien creo que lo haría por la
continuidad del debilitamiento del dólar que irá acompañado,
eso sí, de nuevas intervenciones in extremis principalmente
de los bancos asiáticos y también de demandas cada vez más
insistentes de creación de una nueva moneda de reserva
internacional. La duda es si Estados Unidos tendrá fuerza
para hacer frente a los órdagos que a va ir recibiendo o si
antes o después renuncia al privilegio de mantener su
moneda como la de reserva internacional.
El
derrumbe del dólar
Muchos
amigos me preguntan a menudo sobre el dólar: ¿seguirá
siendo la moneda de referencia en el mundo?, ¿podrá
mantener Estados Unidos la supremacía económica gracias al
privilegio de emitir su propia moneda?, ¿y podrá seguir
haciendo eso solo gracias a que sabe que la mayoría de los
intercambios en el mundo la utilizan, es decir, con
independencia de su situación económica?, ¿podrá seguir
inundando el planeta de dólares para poder seguir endeudándose
así gratuitamente?
No
tengo tiempo de hacer un comentario más profundo sobre este
tema pero como yo creo que a veces una imagen vale más que
mil palabras, pues voy a poner dos y creo que la inmensa
mayoría de los lectores de la web van a sacar por sí
conclusiones interesantes por sí mismos.
Gráfica
1: Muestra la
evolución del poder de compra del dólar a lo largo del
siglo XX: ¿Creéis que el dólar podrá seguir esa evolución
durante mucho tiempo más?
Gráfica
2: Evolución
de la Base Monetaria (dinero en manos del público +
reservas de los bancos + depósitos de los bancos en la
Reserva Federal) en Estados Unidos: ¿creéis que Estados
Unidos puede seguir emitiendo dinero en esta proporción
gigantesca que muestra la gráfica sin provocar un caos?