Los economistas esperan que
el Banco de Japón, en su previsión semianual que será divulgada el viernes,
proyecte que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) básico caerá en el año
fiscal que culmina en marzo de 2012, en al menos 0,5%. Eso representaría tres
años de deflación. El banco central ha proyectado declives de 1,5% para el
actual año fiscal y de 1% para el próximo.
Los economistas ven poco
riesgo inmediato de que Japón sufra una espiral deflacionaria, en la que las
caídas de los precios se aceleran a medida que disminuye la demanda y baja la
actividad económica. No obstante, un prolongado período de deflación puede
hacer que los consumidores no gasten y las empresas no hagan inversiones a la
espera de una mayor caída de los precios.
"Estamos muy preocupados
de que la deflación sea una carga para el crecimiento económico" de Japón,
dice Randall Jones, un economista que dirige investigaciones sobre Japón y
Corea del Sur en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Jones recomienda al Banco de Japón que mantenga su tasa de interés de
referencia cerca de cero y "se concentre en tratar de frenar la deflación".
El IPC subyacente de Japón
cayó por seis meses consecutivos, sobre una base interanual, y terminó con
un descenso récord de 2,4% en agosto. Se proyecta un declive similar para
septiembre, aunque luego las caídas serían más moderadas, y reflejarán
cambios en los precios de la energía. Excluyendo los alimentos y la energía,
el IPC de Japón cayó 0,9% en agosto frente al mismo mes del año anterior.
Pese a que Japón sigue
siendo caro, se pueden ver indicios de deflación en todos los sectores, desde
los sueldos hasta los precios de los aparatos electrónicos. Los ingresos
totales en efectivo de los trabajadores bajaron 2,7% en agosto respecto al
mismo mes del año pasado. Las bonificaciones de fin de año pagadas por 218
grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Tokio caerán 13,1% este año, el
mayor descenso desde por lo menos 1970, según una encuesta del Instituto de
Administración Laboral, un centro de estudios japonés.
"Las continuas caídas
en los ingresos está haciendo que las familias sean más ahorradoras",
señala Ryutaro Kono, un economista de BNP Paribas Securities en Tokio.
"Las compañías están respondiendo recortando precios, al sentir que no
sobrevivirían de otra forma".
En la industria de la moda,
Uniqlo, la marca de ropa informal de Fast Retailing Co., inició una guerra de
precios este año con el lanzamiento de una línea de pantalones de jeans por
990 yenes (US$10,80). Enseguida, Seiyu Ltd., una unidad de Wal–Mart Stores
Inc., rebajó su precio a 850 yenes, seguida este mes de Don Quijote Co., una
cadena de descuento, con un precio de 690 yenes.
Los precios de los alimentos
están bajando de forma gradual, un fenómeno atribuido en parte a la idea de
que la población de Japón come menos a medida que envejece. Desesperados por
impulsar los precios, las cadenas de supermercados y tiendas de conveniencia
están reemplazando los productos de grandes marcas con opciones de marcas
propias más baratas, ofreciendo paquetes más chicos y convirtiendo sus
locales en negocios que venden la mayoría de sus productos a 100 yenes.
"Por supuesto, yo
comparo los precios porque soy una ama de casa", dice Shizuko Shibata,
una jubilada de 74 años que vive con su hija en Setagaya, un área
residencial de Tokio. Shibata acababa de salir de un supermercado de 100
yenes, donde había comprado una bolsa de edamame congelado, entre otras
cosas. "No me importa mucho la calidad de estas tiendas, pero estos pequeños
paquetes son del tamaño justo para nosotros".
De todos modos, las ventas
minoristas en general cayeron por décimotercer mes consecutivo en septiembre,
con un declive interanual de 1,4%, informó el gobierno el miércoles.
Cuando los precios subieron
en 2006, las autoridades japonesas habían indicado que la deflación parecía
estar controlada. Gran parte de ese alza ahora se atribuye al aumento de los
precios de las materias primas en ese entonces.
La deflación puede ser
atribuida a los problemas estructurales de largo plazo de Japón, incluyendo
una población que envejece y una de las tasas de natalidad más bajas de los
países desarrollados. El nuevo gobierno de Japón ha propuesto un ambicioso
programa de gasto de US$ 185.000 millones al año para estimular el consumo
interno, aunque muchos economistas dicen que son necesarias iniciativas de
crecimiento a largo plazo y reformas económicas.
Se espera que el Banco de Japón
proyecte un crecimiento casi nulo del Producto Interno Bruto para el año
fiscal que termina en marzo de 2012. Previamente, había previsto una tasa de
crecimiento de 1,2% para el año fiscal 2011, tras una contracción de 3,2% en
el actual año fiscal.
"Las expectativas de una
prolongada deflación podrían estar haciendo que las compañías sean más
cautelosas con sus planes de inversión de capital", afirma Junko
Nishioka, un economista de RBS Securities en Tokio.
La deflación puede
beneficiar a los consumidores y las compañías al abaratar los costos de
bienes y servicios. Sin embargo, también perjudica a los deudores –ya sea
una persona con una hipoteca residencial o un país con un déficit fiscal–
al inflar el valor de su deuda en términos reales.