Dubai.– Dubai vuelve hoy al trabajo. Tras los dos largos puentes de la
Fiesta del Sacrificio y del Día Nacional, autoridades e
inversores tienen que hacer frente a la incertidumbre que ha
suscitado el aplazamiento de la deuda de Dubai World. El
conglomerado gubernamental que ha liderado la transformación
del emirato en un centro financiero, de inversiones y turístico,
ha convocado una reunión con sus principales acreedores la
próxima semana. Sea cual sea el arreglo que alcancen, lo
ocurrido plantea dudas sobre la estrategia de desarrollo de
la ciudad Estado y sobre cómo va a afectar a su
credibilidad internacional. Tal vez el sol aún no se haya
puesto en Dubai World, como reza el lema de la compañía,
pero lo cierto es que tiene unas cuantas nubes delante.
Dubai World anunció el pasado lunes que quiere reestructurar los 26.000
millones de dólares de deuda del consorcio y de dos de sus
subsidiarias, Nakheel y Limitless, y que está considerando
la venta de algunos de sus activos en el exterior. Pero ya
era tarde para evitar la preocupación que sacudió la
confianza de inversores cuando cinco días antes informó,
en un breve comunicado y sin suficientes detalles, que
necesitaba una moratoria de seis meses para cumplir sus
obligaciones financieras.
El espectro de un posible impago por parte de la joya de la corona del
principal centro financiero y comercial de Oriente Próximo
se extendió como la pólvora en un momento en el que
empezaba a hablarse de recuperación económica. De
inmediato, las agencias de calificación de riesgos Standard
& Poor's y Moody's rebajaron su valoración de las seis
emisiones de bonos vinculadas al Gobierno de Dubai.
Según el diario Financial Times, cuatro bancos británicos tienen asumido
un riesgo conjunto de 5.000 millones de dólares con Dubai
World, lo que les convierte en el primer acreedor extranjero
del consorcio. Se trata del Royal Bank of Scotland, con
entre 1.000 y 2.000 millones de exposición, y HSBC,
Standard Chartered y Lloyds, con unos 1.000 millones cada
uno. Todos ellos se sentarán la próxima semana en el comité
de acreedores junto a las entidades locales Emirates NBD (el
principal consignatario, con 3.000 millones de dólares) y
First Gulf Bank. Otros posibles afectados son Barclays, BNP
Paribas y varios bancos asiáticos, pero sus préstamos no
representan un porcentaje significativo de sus activos.
Los temores aumentaron al darse a conocer que el Gobierno de Dubai no iba a
garantizar las deudas del conglomerado, cuyos compromisos
totales se calculan en 59.000 millones de dólares y
constituyen una parte importante de la deuda total del
emirato (estimada entre 80.000 y 150.000 millones de dólares,
según diversas fuentes). La noticia descolocó a los
inversores. Nakheel, la promotora de las tres urbanizaciones
con forma de palmera y de las lujosas islas artificiales con
forma de mapamundi que han atraído a ricos y famosos, parecía
demasiado importante para la imagen del emirato como para
que sus responsables dejaran que se hundiera.
"Cuando las cosas se tuercen, los bancos occidentales no pueden ir a
Dubai diciendo: 'Ustedes deberían haber garantizado esos préstamos",
defendió el príncipe Alwaleed bin Talal, presidente de la
saudí Kingdom Holding, en una entrevista con Bloomberg TV.
En su opinión, los bancos que prestaron dinero a Dubai
World deberían haber entendido los riesgos y diferenciado
"entre un préstamo corporativo y un préstamo
soberano".
Sin embargo, como explica Eckart Woertz en el último informe del Gulf
Research Center, "los ejecutivos de Dubai alentaron con
sus declaraciones la idea de que existía una garantía implícita
del Gobierno". Por ello, asegura el analista, "el
mercado siguió tratando a las compañías propiedad del
Gobierno (como Dubai World) o de la familia gobernante
(Dubai Holding) como apoderados cuasi soberanos de la
calidad de crédito del Gobierno de Dubai, que en sí mismo
sólo ha emitido deuda por valor de 3.700 millones en dólares
y moneda local y carece de calificación crediticia".
"Constituye un punto de inflexión en el desarrollo económico de
Dubai", interpreta Woertz. Además, por primera vez, el
vecino de Abu Dhabi, el emirato que extrae el 90% del petróleo
de la federación de Emiratos Árabes Unidos, no ha acudido
automáticamente al rescate. En consecuencia, la
refinanciación en los mercados internacionales será más
cara, si no imposible.
De momento, la prueba de fuego va a ser el vencimiento el próximo día 14
de una emisión de bonos islámicos (sukuk) de Nakheel por
3.500 millones de dólares. Salvo que se alcance antes un
acuerdo para una reestructuración voluntaria, el impago
parece inevitable, lo que dañaría aún más la imagen
crediticia del emirato. Un grupo de inversores, liderado por
el hedge fund estadounidense QVT Financial LP y que
representa más del 25% del valor de los bonos, ha
contratado a la firma británica Ashurst para que les
asesore. Sin embargo, fuentes jurídicas de la región han
advertido de las dificultades. Incluso si, como afirma el
contrato, se aplica la legislación británica en vez de la
local, sería imposible confiscar activos pertenecientes al
Gobierno o a la familia gobernante.
La reestructuración de los préstamos de Dubai World es esencial para
evitar que el endeudado emirato suspenda pagos. Tal
eventualidad cortaría los canales de financiación exterior
y desencadenaría un estallido de la burbuja inmobiliaria.
Ése parece ser el temor de los inversores. El lunes por la mañana, tras el
puente del Sacrificio, no había compradores en la Bolsa de
Dubai, y al cierre de los mercados el martes, antes del
puente por el Día Nacional, su índice había perdido un
12,5% de su valor. Aunque el resultado no fue tan catastrófico
como se temía, las críticas a la gestión no sólo de la
crisis, sino incluso al modelo de desarrollo, no se hicieron
esperar. Dado que Dubai siempre se ha jactado de estar
gestionado como una corporación, parece lógico que cuando
sus empresas flaquean también se tema por la marcha de
Dubai SA y la posible extensión del riesgo.
Dos problemas preocupan a los analistas respecto a la deuda total del
emirato. En primer lugar, sus vencimientos a corto plazo:
50.000 millones de dólares vencen en los próximos tres años,
y sin la garantía del Gobierno va a ser más caro
refinanciarlos. Por otra parte, la existencia de deuda de
baja calidad que no está respaldada por activos o modelos
de negocio viable. Moody's calcula que esa partida, de la
que alguien tendrá que hacerse cargo, alcanza los 25.000
millones de dólares.
"Lo ocurrido prueba que estábamos ante un gigante con pies de
arena", interpreta un observador que siempre se ha
mostrado muy crítico con el milagro de Dubai. Para muchos,
esta ciudad Estado ambiciosa y futurista siempre ha tenido
algo de Disneylandia del desierto cuyo desarrollo basado en
la mano de obra extranjera no podía durar para siempre. El
más grande, más alto, más lejos, que ha alentado el empeño
de los Al Maktum, la dinastía gobernante, habría tocado
techo.
Para muchos analistas locales la sorpresa no ha sido la moratoria pedida por
Dubai World, sino que no se produjera antes. La tormenta
financiera se venía formando desde octubre de ese año,
cuando el Banco Central de Kuwait se convirtió en el
primero de la región en acudir al rescate de varias
entidades comerciales. Para entonces, los precios del petróleo
ya habían caído un 50% desde los cerca de 150 dólares por
barril que llegaron a alcanzar en julio, y la salida de los
inversores extranjeros dejaba las economías de los países
ribereños del golfo Pérsico vulnerables a la crisis
financiera.
En esos escasos tres meses salieron de EAU unos 54.000 millones de dólares,
según un informe del Financial Times. Fue entonces cuando
el mercado inmobiliario de Dubai empezó a manifestar signos
de debilidad. Para noviembre, algunas promociones urbanísticas
habían perdido un 40% de su valor. Hubiera sido el momento
de reestructurar deudas. Sin embargo, el Departamento de
Finanzas del emirato ofreció una inyección de liquidez de
19.200 millones de dólares para que los bancos pudieran
seguir financiando los proyectos locales (aunque los últimos
5.500 millones aún no se han desembolsado).
Hoy se estima que el mercado inmobiliario ha perdido el 50% de su valor. Los
relatos de fortunas que se han evaporado en el proceso van
desde lo anecdótico (expatriados que, incapaces de pagar
las letras de su coche de lujo, lo abandonan en el
aeropuerto cuando cogen el avión de vuelta a casa) hasta lo
trágico (inversores que se han suicidado ante la ruina).
Aun así, los analistas consideran que la moratoria pedida por Dubai World
no es el final de la historia de Dubai. "No todo en
Dubai es tan apocalíptico como un vistazo a los titulares
de la prensa puede sugerir", matiza Woertz. Para este
analista, el emirato "ha alcanzado un punto crítico
como centro regional para el comercio y puede medrar sobre
esa base". El propio conglomerado en dificultades tiene
subsidiarias lucrativas como Dubai Ports, el cuarto operador
mundial de puertos, o la Jebel Ali Free Zone. El comercio
marítimo fue precisamente el origen de la riqueza del
emirato y sus gobernantes.
Además, gracias a las inversiones realizadas durante los años de bonanza,
Dubai cuenta con unas infraestructuras de nivel
internacional que contribuyen al éxito de otros sectores,
como el tráfico aéreo. En el último año, su aeropuerto
ha registrado un incremento del 8% en pasajeros y un 17,7%
en mercancías. Otras empresas, como Dubai Aluminum (DUBAL),
que contribuye aproximadamente con un 7% al PIB, se ha
beneficiado de la mejora en los precios de esa materia en el
último año.
"Está claro que el futuro de Dubai no va a ser el que se pensaba. Pero
eso no significa necesariamente que afronte un mal
futuro", escribía Sultan Sooud Al Qassemi el pasado
lunes en el Financial Times. Este investigador de la Dubai
School of Government está entre quienes defienden que la
crisis constituye una oportunidad para que el emirato
reduzca sus ambiciones a una escala más realista y salga
reforzado. "Ninguna otra ciudad de Oriente Próximo se
aproxima hoy a Dubai desde el punto de vista de la
infraestructura y logística", concluye.
Poco a poco, el impacto mundial que produjo el repentino anuncio de Dubai
World la semana pasada también se ha amortiguado. Para el
viernes, las pérdidas por esa causa se habían superado en
todas las Bolsas. Se espera que los efectos de la crisis se
circunscriban al emirato y a un puñado de grandes
acreedores, y que los problemas no lleguen a contagiar a los
mercados más allá del golfo Pérsico. Incluso en los países
vecinos se insiste en las diferencias con Dubai. Tienen
ingresos del petróleo y miles de millones en activos
extranjeros para sustentar sus economías.
Crecimiento
sin control
La economía de Dubai, uno de los siete Emiratos Árabes Unidos, ha crecido
desenfrenadamente en los últimos seis años impulsada por
los altos precios del petróleo, que le han permitido
expandir los sectores inmobiliario, financiero y turístico.
Aunque el oro negro sólo supone el 2% de su PIB, la visión
que ya hace tres décadas tuvieron sus dirigentes para
diversificar y convertirse en el centro comercial de la región,
atrajo a vecinos más ricos en hidrocarburos que
contribuyeron a financiar ese boom.
A principios de esta década, Dubai abrió el mercado inmobiliario a los
extranjeros, que constituyen el 90% de sus tres millones de
habitantes, e incluso garantizó la residencia a quienes
compraran propiedades. La abundancia de liquidez permitió
un crédito fácil y barato que alentó la desmesura
constructiva. En lugar de competir en precios, las
promotoras buscaron distinguirse por lo atrevido o
extravagante de sus proyectos. Así, mientras unas creaban
archipiélagos artificiales, otras se empeñaban en levantar
los edificios más altos o los centros comerciales más
espectaculares. La imaginación parecía no tener límites.
Los beneficios tampoco. Hasta que llegó la crisis global en
el verano de 2008.
El sueño de Dubai se hunde, titulaba el periódico británico Sunday Times
sobre un fotomontaje que mostraba al actual soberano, el
jeque Mohamed bin Rashid al Maktum, ahogándose en un océano
de deudas. Las autoridades prohibieron su distribución y
denuncian una campaña mediática para denigrar el emirato y
su historia de éxito.
"Este exagerado rugido de la prensa no afectará a nuestra determinación",
declaraba enfadado el jeque Mohamed en su primera reacción
oficial tras el anuncio de la moratoria. "Dubai puede
debilitarse, pero no morirá jamás", escribía el
gubernamental Al Bayane. Otros portavoces subrayan que
"la ciudad ha logrado un historial de crecimiento sólido
que a otros países les llevará décadas alcanzar".