El
derroche está de regreso en Wall Street. Pero nadie quiere
admitirlo.
En
momentos en que los corredores y banqueros de inversión se
acercan a la línea de llegada de lo que parece ser un año
de auge para las remuneraciones, algunos gastan dinero como
si la crisis financiera nunca hubiera existido. Desde
escapadas de US$15.000 por una semana en el Caribe hasta
relojes pulsera de platino de US$200.000 que se ajustan de
forma automática a los años bisiestos, hay señales de que
la buena vida está de regreso.
"Lo
que hemos visto en las últimas cuatro a ocho semanas es un
repunte sustancial" en la demanda de compras
extravagantes. Estos sucede a medida que los empleados de
Wall Street se vuelven más confiados en que la pronunciada
recuperación del mercado en lo de va del año pronto les
recompensará con abundantes bonificaciones, afirma el
analista David Arnold, subdirector de Robb Report, una
revista que apunta a los superricos.
Flight
Options Inc., que vende bloques de 25 horas de vuelo en
aviones privados desde US$97.000, señala que las ventas en
el área de Nueva York aumentaron notoriamente durante el último
mes debido a la capacidad de recuperación del mercado.
Una
de las rutas más populares es el vuelo de tres horas que
conecta el aeropuerto de Teterboro, a sólo un corto viaje
en auto desde Manhattan, con el aeropuerto internacional de
Palm Beach, en Florida, cerca de lugares donde algunos
exitosos corredores y banqueros tienen una segunda
residencia.
Los
derroches no ayudarán a que Wall Street mejore su reputación,
en especial debido a que las firmas rescatadas por
contribuyentes estadounidenses se están recuperando mucho más
rápido que el resto del país. Pero los ricos que abren sus
billeteras al menos intentan evitar las muestras de
ostentación que fueron una marca registrada de los años
previos a la crisis económica.
En
2007, el gigante de inversiones de capital privado Stephen
Schwarzman contrató a Rod Stewart para que tocara en su
fiesta de su 60 cumpleaños.
Actualmente,
las instituciones financieras buscan enérgicamente buenos
precios para salones de fiestas, afirman quienes planean
eventos. Los días de las esculturas de hielo y los arreglos
florales elaborados han pasado a la historia. Lo mismo
ocurre con las bebidas alcohólicas de más categoría, que
son sustituidas por cerveza, vino y gaseosas.
Hace
poco, un banquero de inversión en una firma de Wall Street
quiso impresionar a sus clientes con entradas de primera
fila para la Serie Mundial de la liga de béisbol. La
empresa, que recibió fondos del gobierno de EE.UU., vetó
los planes, ante el temor de crear mala publicidad. El
banquero acabó sentándose con sus clientes unas 20 filas más
atrás.
"Debemos
recordar que nos juzgarán en la corte de la opinión pública",
advirtió el presidente ejecutivo de Citigroup, Vikram
Pandit, durante una reunión de empleados en noviembre. Las
fiestas de Navidad que habitualmente los banqueros y
corredores de Citigroup pagaban de su propio bolsillo se
cancelaron debido al ambiente político hostil que ha
reinado este año.
Este
mes, los banqueros de Wall Street participaron de una
subasta de arte contemporáneo en Sotheby's. La subasta
incluía una pintura de Andy Wharhol que obtuvo US$43,7
millones. Sotheby's se niega a revelar quién compró la
obra, llamada "200 billetes de un dólar", pero
los corredores de arte afirman que las expectativas de
mayores bonificaciones en la industria financiera desatan
fuertes ofertas.
"En
septiembre y octubre, las cosas comenzaron a mejorar, y
noviembre fue un mes fantástico de reservas", afirma
Tom Smyth, dueño de St. Barth Properties, que alquila casas
de veraneo en la isla caribeña de St. Barts. Una casa de
tres dormitorios con vista al mar cuesta por lo menos US$15.000
por semana.
(*)
Kelly Crow y Liz Rappaport contribuyeron a este artículo.