Washington.– En un intento de reactivar la economía y la creación de
empleo, el presidente Barack Obama anunció que este año
Estados Unidos enfrentará un déficit récord de 1,56
billones de dólares, el 10,6% del PBI, el más alto desde
que terminó la Segunda Guerra Mundial, y envió ayer al
Congreso un gigantesco presupuesto de 3,8 billones de dólares
para 2011.
En su campaña y en el discurso sobre el Estado de la Unión, Obama había
prometido que combatiría el creciente déficit, un problema
que inquieta a los norteamericanos y que hace temblar al
Partido Demócrata en un año electoral. Ayer, el presidente
insistió en que la lucha contra los desfases fiscales será
firme.
"Simplemente, no podemos gastar como si los déficits no tuvieran
consecuencias, como si el despilfarro no importara, como si
los dólares que tanto les cuesta ganar a los
norteamericanos pudiesen ser tratados como dinero del
Monopoly", dijo.
El plan de la Casa Blanca es que el déficit toque techo este año (en el
ejercicio anterior alcanzó al 9,9% del PBI) y comience una
curva descendente a partir de 2011, para situarse, en ese año
fiscal, en 1,3 billones de dólares, el 8,3% del PBI.
Para los expertos, para que el nivel de déficit público sea tolerable para
una economía no debería sobrepasar el 3% del PBI. Por eso,
el gobierno demócrata apunta a que el agujero en las
cuentas públicas vaya reduciéndose a partir de 2011 hasta
llegar al 3,9% del PBI en 2014, aunque luego volvería a
crecer.
"No seremos capaces de reducir el déficit de la noche a la mañana,
dado que la recuperación está todavía en marcha",
reconoció ayer Obama.
Pero el presupuesto para 2011 marca un cambio de tono de la Casa Blanca, que
hasta ahora había enfatizado la necesidad de superar la
crisis con medidas de estímulo económico y había dejado
los déficits como un problema secundario. "Es hora de
que se exija a Washington lo mismo que las familias y las
empresas se exigen. Es hora de vivir dentro de nuestras
posibilidades", dijo Obama.
El aumento del gasto se debe, en parte, al paquete de medidas de emergencia
de 787.000 millones de dólares, aprobado el año pasado por
Obama y destinado a estimular la economía tras la grave
crisis financiera que sufrió el país. El gobierno prevé
que el PBI crecerá un 2,7% este año; un 3,8%, en 2011, y más
del 4% en los dos años siguientes.
Además, el presupuesto fija un gasto de unos 100.000 millones de dólares
para la creación de empleo.
La crisis llevó al país a una tasa de desempleo del 10%, la mayor en los
últimos 26 años, y Obama ya adelantó la semana pasada en
su discurso del Estado de la Unión que el empleo sería su
máxima prioridad.
En concreto, el Estado otorgará créditos tributarios a pequeñas empresas
y realizará inversiones en energías limpias e
infraestructuras para fomentar el empleo. En cualquier caso,
el presupuesto tiene en cuenta que el desempleo seguirá
siendo alto en los próximos años, para llegar a 2012 con
una tasa del 8,2%.
Para contrarrestar el aumento del gasto en algunas partidas, como la de
educación (con un aumento del 6%), investigación e
infraestructuras, Obama planea ahorrar limitando 120
proyectos federales, entre ellos, la misión para regresar a
la Luna (ver aparte). Exentos de los cortes presupuestarios
están los gastos en defensa y en los programas de salud pública
para los pobres y los ancianos. El presupuesto militar
aumenta un 2% e incluye más de 159.000 millones de dólares
para financiar las guerras, y una petición extra de 33.000
millones para el despliegue de efectivos en Afganistán
ordenado por Obama.
Además, el proyecto de presupuesto, que ahora tendrá que refrendar el
Congreso, no renueva las reducciones impositivas para los
contribuyentes de mayores ingresos (250.000 dólares en
adelante) aprobadas durante el gobierno de George W. Bush.
La Casa Blanca espera que esa medida genere ingresos por
unos 678.000 millones en los próximos diez años.
Obama también propone imponer un impuesto a los bancos que se beneficiaron
de las ayudas estatales para evitar la bancarrota durante la
crisis. Con esa tasa, la Casa Blanca espera recuperar unos
90.000 millones de dólares en diez años.
En su declaración de ayer, Obama achacó a la administración de Bush el
lastre que supone el grave déficit que arrastra Estados
Unidos.
Los republicanos aprovecharon el sombrío pronóstico fiscal presentado por
Obama para criticar su gestión. Judd Gregg, líder
republicano en la Comisión de Presupuestos del Senado,
advirtió que la deuda está ahogando al país. "Estas
circunstancias exigen un presupuesto audaz, que restrinja el
gasto. En vez de eso, el presidente nos ha enviado más de
lo mismo", dijo Gregg.
Los expertos recibieron las proyecciones de reducción progresiva de déficit
con una buena dosis de escepticismo. Para David Wyss,
economista jefe de Standard & Poor´s, el proyecto
presupuestario "es un paso en la dirección correcta,
pero para reducir de verdad el déficit hay que tomarse más
en serio lo de reducir el gasto y aumentar los
impuestos".
Las
cifras
• 10,6%: déficit fiscal
respecto del PBI. EEUU tendrá este año el mayor déficit
fiscal desde el fin de la Segunda Guerra Mundial: 1,56
billones de dólares.
• 3,8 billones: presupuesto
de EEUU
Las
propuestas
Empleo. Al presupuestar una
partida de 100.000 millones de dólares para la creación de
empleo, Obama pretende bajar la tasa de desocupación del
10% actual hasta el 8,2% en 2012.
Déficit. El plan de Barack
Obama considera que el déficit fiscal se vaya reduciendo
progresivamente a partir de 2011 para situarse en el 3,9%
del PBI en 2014, al final de su mandato.
Impuestos. El plan no renueva
las reducciones impositivas para los contribuyentes de
mayores ingresos, aprobadas por Bush.
Defensa. Con un aumento del 2%
en los gastos de Defensa, el presupuesto para 2011 incluye más
de 190.000 millones de dólares para financiar las guerras
de Irak y Afganistán.
Proyectos eliminados. Con el
fin de ahorrar en algunas partidas, el presupuesto que deberá
refrendar el Congreso elimina 120 proyectos federales, entre
ellos, los previstos por la NASA para regresar a la Luna.
Cercado por los reducidos impuestos a los ingresos y una necesidad de
cambiar una todavía frágil economía en una recuperada, un
sombrío presidente Barack Obama presentó ayer un nuevo
presupuesto que prevé un déficit record de 1,56 billón de
dólares este año y ofreció un pequeño plan en el corto
plazo para rescatar a Estados Unidos de su marea roja. La
propuesta presupuestaria, que anticipa un gasto de 3,8
billones de dólares –que puede ser corregida por el
Congreso–, fue como un frío recordatorio del peso del
desequilibrio del presupuesto de Estados Unidos. El
presidente y sus asesores económicos se están esforzando
por encontrar un equilibrio entre parecer serios para
abordar la deuda nacional y hacer lo que sea necesario para
alimentar al crecimiento económico. Los beneficiarios del
mayor gasto serán las pequeñas empresas, los desempleados
y, como pelea dos guerras, el Pentágono.
Mientras el año pasado era sobre la reforma de salud y los tambaleantes
esfuerzos para que se apruebe, éste puede ser el año en
que Estados Unidos ponga el acento en la disciplina fiscal,
en parte porque el gasto excesivo en Washington y los
efectos corrosivos del déficit han trepado a primer plano
de la preocupación de los votantes en una elección de
mitad de término. Es en parte la percepción de un gobierno
que creció demasiado y es demasiado despilfarrador y que
está preocupando a los votantes independientes, a la vez
que alimenta al movimiento antiimpositivo Tea Party.
Obama dijo que agradecería todas las sugerencias para recortar el gasto.
Pero con tono firme también dijo: “Es hora de que se
exija a Washington lo mismo que las familias y las empresas
se exigen. Es hora de ahorrar lo que podamos, gastar lo que
tengamos que gastar y volver a vivir dentro de nuestras
posibilidades”, subrayó. Y añadió: “Sencillamente no
podemos seguir gastando como si los déficit no tuvieran
consecuencias, como si el despilfarro no importara, como si
el dinero duramente ganado por los estadounidenses pudiera
ser tratado como dinero del juego Monopoly, como si pudiéramos
seguir ignorando este desafío durante otra generación”.
La Casa Blanca arrastró el anuncio del presupuesto durante días con la
promesa de congelar el gasto durante tres años para ciertas
áreas domésticas. Entre las medidas para reducir el déficit,
el presidente Obama decidió abandonar un programa de alto
valor simbólico para Estados Unidos, que permitiría enviar
nuevamente al hombre a la Luna. Asimismo, terminará con las
reducciones de impuestos para los hogares de mayor poder
económico en 2011, fijadas por su predecesor George W. Bush.
El gobierno dejará por fuera de ese congelamiento del gasto a los programas
sociales y a los asuntos de seguridad. También propone
establecer una nueva cuota a los grandes bancos para ayudar
a pagar las pérdidas bajo el impopular programa de rescate
del gobierno.
Según las proyecciones de la Casa Blanca, éstas y otras medidas deberían
ser suficientes para bajar el déficit anual hasta los 700
mil millones de dólares (cerca del 4,2 por ciento del PBI
nacional), para fines de 2013. Pero las prioridades de
gastos a largo plazo que se mencionaron ayer añadirían 8,5
billones de dólares a la deuda nacional para 2020,
aumentando la deuda como una proporción del PBI a 77 por
ciento comparado con el 53 por ciento de ahora.
Pero en el corto plazo, la administración Obama no retrocede del todo ante
nuevos gastos. El presupuesto incluye un pedido al Congreso
para que apruebe inmediatamente un programa de 100 mil
millones de dólares para impulsar el crecimiento de los
empleos. Esto, sostienen los funcionarios, será redituable
en el largo plazo porque parte del problema hoy puede
atribuirse a la pérdida de 7 millones de empleos desde que
comenzó la recesión. La falta de empleos significa
ingresos menores y gastos más altos en programas sociales.
“No podremos bajar este déficit de la noche a la mañana,
dado que todavía nos estamos recuperando –dijo Obama–.
Seguiremos haciendo lo imposible para crear empleos. Es
esencial.”
Los lobbyistas, las corporaciones y los políticos estaban todos por igual
examinando el presupuesto de 3,83 billones de dólares
buscando ítem que los afecte directamente. En sus páginas
se podía encontrar grandes recortes en financiación de vehículos
oruga para el ejército de Estados Unidos y un pedido de
poner fin a los subsidios de las cosechas para los
campesinos ricos. Las empresas petroleras puede perder 39
mil millones de dólares en amnistía tributaria.
El presupuesto será analizado durante varios meses por los legisladores
estadounidenses, y regirá desde el 1º de octubre hasta el
30 de septiembre del próximo año.