Uno
sabe que está viviendo una situación caótica cuando: (1)
los principales medios se sorprenden constantemente por lo
que ocurre; (2) las predicciones de corto plazo de los
variados “expertos” van, de un modo radical, en
diferentes direcciones y son expresadas con muchas reservas;
(3) el establishment se atreve a decir cosas o utiliza
palabras que antes eran tabú; (4) la gente ordinaria está
asustada o enojada pero muy insegura de qué hacer. Ésta es
una buena descripción de los pasados dos años por todo el
mundo, o al menos en la mayor parte del planeta.
Consideren
las recientes enormes “sorpresas” –la elección de un
senador republicano en Massachusetts; el colapso financiero
en Dubai; la casi bancarrota de varios de los grandes
estados dentro de Estados Unidos y de cuatro o cinco de los
estados miembros de la Unión Europea; las severas
fluctuaciones cambiarias en el mundo.
Estas
“sorpresas” son comentadas a diario en la prensa
internacional y por los principales líderes. No concuerdan
en todo acerca de lo que ocurre, y menos aun acerca de lo
que debería hacerse para mejorar la situación. Por
ejemplo, he visto tan sólo dos declaraciones inteligentes
acerca de los resultados electorales en Estados Unidos.
Una
fue del mismo Barack Obama: “La misma cosa que propulsó a
Scott Brown [republicano] al cargo, me propulsó a mí a la
presidencia. La gente está enojada, y está frustrada”. Y
la segunda aseveración fue de Charles M. Blow,
editorialista afroestadounidense en el New York Times. Tituló
su artículo, “La ley de la calle”. En éste, dice:
“Demos la bienvenida a la plebe: un electorado enojado,
herido, enfurecido por la recesión, que marcha a la deriva
por todo el espectro político, que continúa ansiando el
cambio, alimentando su sed de sangre”. Primero eligieron a
Obama; ahora lo rechazan. ¿Por qué? “La plebe es
veleidosa”.
¿Qué
estamos viendo en California, en Grecia, en la mayoría de
los gobiernos del mundo? Las entradas del gobierno
disminuyeron, primordialmente porque hay menos ingresos por
impuestos, lo que a su vez está causado por el hecho de que
en todas partes la gente consume menos por temor a que se
les agote el dinero. Al mismo tiempo, precisamente porque el
desempleo en el mundo es considerablemente mayor, suben las
demandas de que haya gastos de los estados.
Así
que los estados tienen menos dinero para cumplir demandas
mayores. ¿Qué pueden hacer entonces? Pueden aumentar los
impuestos. Pero los contribuyentes están poco propensos a
aceptar que suban sus impuestos. Y los estados le tienen
miedo a que se vayan las empresas. Bueno, entonces, pueden
cortar gastos –gastos actuales o futuros, como las
pensiones. Y después enfrentan el desasosiego popular, si
no es que la revuelta popular.
Entretanto,
el “mercado” reacciona. ¿Pero qué es este mercado que
reacciona, por ejemplo, cambiando sus preferencias de
divisa? Son las grandes corporaciones o las estructuras
financieras, como los fondos de cobertura, las que manipulan
el sistema financiero mundial a fin de obtener ganancias de
muy corto plazo pero que sean significativas.
Como
resultado, los gobiernos enfrentan opciones imposibles, y
los individuos enfrentan opciones aun más imposibles. No
pueden predecir lo que es probable que pase. Pueden ponerse
todavía más frenéticos. Se desfogan siendo
proteccionistas o xenófobos o demagogos. Pero, por
supuesto, eso resuelve poco.
En
este punto entra el más grande de los expertos mundiales,
Thomas Friedman, para escribir una columna titulada “Nunca
he escuchado eso antes”. ¿Qué es lo que nunca ha
escuchado antes? Escuchó a gente que no es estadounidense
hablar en Davos acerca de la “inestabilidad política”
en Estados Unidos. Él dice que según su experiencia
anterior una frase así se usaba únicamente al respecto de
países como Rusia, Irán u Honduras. Imaginen eso. En
realidad, la gente piensa que Estados Unidos es políticamente
impredecible. Y Thomas Friedman nunca había oído eso
antes.
Hay
gente que ha estado escribiendo esto, explicando esto, por
40 años por lo menos, pero Thomas Friedman nunca ha
escuchado eso antes. Esto es porque ha estado viviendo en un
capullo autoconstruido, el del establishment político en
Estados Unidos, y sus acólitos en otras partes. Las cosas
deben andar realmente mal para que ellos reconozcan esta
realidad básica. Estados Unidos está políticamente
inestable –y es muy posible que se vuelva más inestable
todavía, no menos, en los próximos 10 años.
¿Es
Europa más estable? Sólo un poco. ¿Es América Latina más
estable? Sólo un poco. ¿Es China más estable? Tal vez un
poco, pero no hay garantía. Cuando un gigante se bambolea,
muchas cosas pueden caer con él.
Así
que así es el caos cotidiano –una situación que no es
predecible en el corto plazo, y mucho menos a mediano plazo.
Es entonces una situación en la que las fluctuaciones económicas,
políticas y culturales son grandes y rápidas. Y eso
provoca temor en casi toda la gente.
(*)
Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador
estadounidense, continuador de la corriente historiográfica
iniciada por Fernand Braudel, es ampliamente conocido por
sus estudios acerca de la génesis y transformaciones históricas
del capitalismo. Su monumental trabajo "El moderno
sistema mundial", cuyo primer tomo publicó en 1976,
analiza el desarrollo del capitalismo como "economía–mundo".
Actualmente es Senior Research Scholar en la Yale University.
En
el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S.
in a Chaotic World” (New Press).