Madrid.– Los mercados financieros son un juego de espejos. Reflejan tanto
las impurezas como el atractivo y el potencial de una economía,
de su Gobierno, de sus gentes. El problema es que a veces
los espejos deforman, distorsionan: los mercados llevan
semanas mostrando las miserias de la eurozona, la crisis
fiscal griega y su veloz contagio por el Mediterráneo, los
agujeros institucionales de una Unión Monetaria desigual,
las carencias del euro. Ese relato, convertido en la penúltima
obsesión de las Bolsas y del mundillo económico, es el
gran quebradero de cabeza de Bruselas, de Atenas, de Berlín
y de Madrid. De toda Europa. Las cifras cuentan otra
historia interesante que apenas sale en la imagen:
atendiendo sólo a los números –nada menos que a los números–,
la situación fiscal de EEUU y de Reino Unido es tan mala
como la de Europa. O peor. Hasta el punto de que alguna casa
de análisis busca la forma de incluir las iniciales de
Estados Unidos y Reino Unido en el acrónimo PIGS (cerdos,
en inglés), que en tono despectivo se usa para ilustrar los
problemas fiscales de Portugal, Irlanda (o Italia, tanto
monta), Grecia y España.
"El perfil de la deuda británica y estadounidense es tremendo,
insostenible. El mercado ha puesto el foco en Grecia y por
extensión en la eurozona, pero California y otros lugares
de EEUU están como Grecia. Tal vez eso acabe siendo una
ventaja para Europa, que parece iniciar el camino de una
inusual disciplina fiscal: ¿EEUU necesita un susto así
para enterarse del problema?", se pregunta Carmen
Reinhart, de la Universidad de Maryland.
Hay muchos indicadores de riesgo soberano, pero por encima de todos destacan
el déficit y la deuda pública. Y en ambos casos las dos
grandes potencias anglosajonas –así como Japón–
presentan cifras tan sombrías como las de la eurozona en
conjunto, y en algunos casos a la altura de los países más
vulnerables del euro. "Voy a sorprenderles",
desafiaba recientemente a la prensa el presidente del BCE,
Jean–Claude Trichet, para establecer la comparación: el déficit
de la UEM es del 6%, la mitad que en EEUU y Reino Unido, que
presentan cifras similares a las de Grecia y superiores a
las de España. La deuda europea no alcanza el 80% del PIB,
en el entorno en el que se mueven la británica y la
estadounidense. Y lo más importante: el perfil de la deuda
de esos dos países a largo plazo es terrible, peor que el
del bloque europeo en conjunto, según las proyecciones del
prestigioso Banco Internacional de Pagos de Basilea, una
especie de banco central de bancos centrales.
Los mercados calibran también otros datos, aparentemente menos
trascendentales pero capaces de tumbar países. Varios
miembros de la eurozona están peor que EEUU y Reino Unido
en los seguros de impago de la deuda. En otros indicadores,
como la rentabilidad de la deuda, hay nubes y claros: los países
sureños de Europa han recibido un severo castigo, y sin
embargo el rendimiento medio de los bonos de la eurozona
evoluciona mejor que el de los norteamericanos.
Los datos son importantes; a veces demasiado. Pero ni siquiera para los
mercados las matemáticas lo explican todo: "Londres y
Washington tienen un historial de credibilidad intachable y
un banco central poderoso, dispuesto a barrer a quien
apueste en su contra. Y los mercados conocen esas armas de
disuasión, la vertiente política de la situación
fiscal", declara Luis Garicano, de la London School of
Economics. "Sobre el papel, la situación de la zona
euro no es peor que la de otros grandes. El problema es el
riesgo político: poca gente duda de que, llegado el
momento, EEUU tomará medidas para mantener la solvencia:
recortar gasto, subir impuestos. Sobre Europa, en especial
sobre algunos países, hay cada vez más dudas", abunda
Jesús Fernández–Villaverde, de la Universidad de
Pensilvania.
Los mercados son así: se obcecan con una historia. "Muchas, si no
todas las crisis, se basan en profecías autocumplidas a
causa de esa vena obsesiva: los ataques sobre el sistema
monetario europeo en 1993, México en 1995, Corea en 1998. Y
ahora otra vez. ¿Por qué Grecia y por qué ahora si la
deuda griega es la mitad que la de Japón y sólo algo
superior a la británica? La respuesta es esa obsesión, que
puede rendir grandes beneficios a unos pocos y es un auténtico
problema para el que no hay solución conocida", dice
Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.
La situación actual está preñada de paradojas. Los mercados examinan a
los Gobiernos y prácticamente dictan las políticas
fiscales, cuando fue la crisis financiera desatada por los
propios mercados la que obligó a los Ejecutivos a
intervenir masivamente, a embalsar enormes déficits para
evitar una debacle, como reivindicó Barack Obama hace unos
meses en pleno Wall Street. Y como advirtió Nicolas Sarkozy
en Davos hace unos días, y hasta José Luis Rodríguez
Zapatero en Londres el pasado viernes. Aun así no hay más
remedio que volver a la disciplina fiscal ante la amenaza de
incendio en las Bolsas, aunque sólo sea con promesas:
"Aunque ésta sea una crisis fiscal artificiosa, casi
inventada, los mercados obligan a tener una estrategia de
salida; de lo contrario, acabarán atacando. Pero es que
además en la mayoría de los casos es mejor anunciar los
planes y dejarlos para más adelante, ante el peligro de
truncar la recuperación", explica Juan Ignacio Crespo,
de Thomson Reuters.
Tanta contradicción deja la salida de la crisis cubierta de niebla. En
Londres, 60 economistas (encabezados por el Nobel Joseph
Stiglitz) respaldan la política del Gobierno laborista,
partidario de no aplicar aún la dura medicina de las
subidas de impuestos; pero una veintena de expertos reclama
justo lo contrario. En EEUU no hay plan: Obama ha delegado
en una comisión que aportará ideas ante la guerra abierta
entre republicanos (en contra de las subidas fiscales y a
favor de recortar gastos) y demócratas (partidarios de la
receta contraria, grosso modo). "EEUU y Reino Unido
deben anunciar ya sus planes para conseguir un perfil fiscal
más amable, aunque no sea inmediatamente, para no quebrar
la reactivación: uno nunca sabe cuándo va a llamar a su
puerta el lobo", avisa Reinhart aludiendo a la
posibilidad de un ataque especulativo como el sufrido por la
eurozona.
Europa ha empezado a transitar por esa senda, aunque sea a base de sustos.
"Los mercados han sido injustos; los anglosajones
tienen los mismos problemas fiscales y nadie parece reparar
en ello", admite un portavoz de la Comisión Europea.
Pero a renglón seguido añade que sería "un error
imperdonable" caer en la tentación de olvidar que
Grecia "está en una situación de alto riesgo" y
que la crisis fiscal "es el primer testfundamental"
para el euro.
No hay economía sin política. Y ahora más que nunca no se hace política
sin economía: los mercados ponen a prueba la idea del euro
tras 10 años de vino y rosas. "Puede que haya cierta
sobrerreacción y comportamiento rebaño, pero los
mecanismos de decisión de la eurozona son más lentos que
los de EEUU y las armas de las que dispone también son
menores y se han probado poco o nada anteriormente. Además,
las Bolsas consideran que las economías de EEUU y Reino
Unido son más flexibles, y esa percepción no va a cambiar
de un día para otro", sostiene Tomás Baliño, ex
subdirector del FMI.
Las aguas parecen haberse calmado con la decisión de Bruselas de rescatar a
Grecia si es necesario, pero la tormenta volverá a acechar
tarde o temprano a los países más vulnerables o a los que
no hagan los deberes fiscales. "En caso de crisis, el
papel de un banco central propio es clave", explica el
economista Daniel Gros. "Los bancos centrales
anglosajones no van a dudar a la hora de imprimir billetes
para salir del paso si ven acercarse una crisis
fiscal", añade Paul de Grauwe, de la Universidad de
Lovaina.
En el fondo, el euro siempre se vio con recelos desde la costa oeste del Atlántico,
incluso desde el otro lado del canal de la Mancha. Martin
Feldstein, de Harvard, llegó a afirmar poco antes de que la
moneda única viera la luz que si el euro salía bien la UE
se convertiría en un super–Estado e iría a la guerra con
EEUU; y que si salía mal habría una guerra civil en
Europa. No parece que la sangre vaya a llegar al río,
aunque por el camino algunos inversores, algunos medios y
las agencias de calificación –de marcada raíz
anglosajona– se empeñen en reflejar en el espejo
imperfecto de los mercados más impurezas en unos lugares
que en otros.
Cinco
meses de problemas de la eurozona
• 20 de octubre de 2009. El
primer ministro griego, Yorgos Papandreu, informa a Eurostat,
la oficina europea de estadísticas, de que el déficit de
su país acabará el año en el 12,5% del PIB y no en el
3,7% como se había anunciado en principio. Se descubre que
Grecia ha vuelto a mentir sobre sus cuentas públicas a la
Unión Europea.
• 11 de noviembre de 2009. El
entonces comisario de Asuntos Económicos de la Unión
Europea, el español Joaquín Almunia, advierte de que los
problemas financieros de Grecia pueden acabar por afectar al
resto de países de la unión monetaria. "Grecia es una
amenaza para toda la zona euro", afirma.
• 8 de diciembre de 2009. Día
negro para la Bolsa griega. El índice general de la renta
variable helena pierde un 6,04% en una sola jornada. La
rentabilidad de la deuda pública se dispara. Los bonos a 10
años griegos suben hasta el 5,34%.
• 30 de enero de 2010. El
presidente del Banco Central Europeo, Jean–Claude Trichet,
en una conferencia en Davos (Suiza), afirma: "Grecia no
es Finlandia, y España no es Alemania". Trichet
pronuncia estas palabras ante los primeros ministros de
Grecia y Letonia y el presidente del Gobierno español, José
Luis Rodríguez Zapatero.
• 3 de febrero de 2010. España
remite a Bruselas su plan de estabilidad para rebajar el déficit
hasta el 3% en 2013. El documento contiene propuestas
concretas para reformar el sistema de pensiones que el
Gobierno retira en apenas unas horas. Joaquín Almunia
compara la situación española con la de Grecia y Portugal.
Cunden los problemas de credibilidad sobre las cuentas públicas
de estos países y arrecia el ataque especulativo al euro.
• 5 de febrero de 2010. Las
Bolsas de todo el mundo caen. El temor a que los problemas
griegos acaben por afectar al conjunto de la zona euro se
extiende. España nota especialmente el problema. El Ibex 35
cae un 5,24%, mucho más que los de los demás países.
• 9 de febrero de 2010. Los
rumores de que la Unión Europea ante la reunión de líderes
el día siguiente prepara un rescate para Grecia impulsa el
euro. La moneda única registra su mayor subida frente al dólar
en cinco meses. El mismo día, la vicepresidenta segunda y
ministra de Economía, Elena Salgado, y el secretario de
Estado de Economía, José Manuel Campa, emprenden una gira
por las principales plazas financieras para disipar las
dudas sobre las cuentas públicas españolas.
• 10 de febrero de 2010. "No
dejaremos sola a Grecia", declara contundente la
canciller alemana, Angela Merkel. Pero la falta de concreción
sobre un plan de rescate para Grecia y el resto de países
que lo necesiten desanima a los mercados.
• 15 y 16 de febrero de 2010. La Unión Europea extrema el control sobre las cuentas de los Estados
miembros para que no vuelvan a darse casos como el griego.
En la misma reunión, el Ecofin, los ministros de Economía
y Finanzas de la Unión, exige a Grecia más medidas contra
el déficit en un mes. De hecho, la UE toma el control
efectivo de la economía helena.