Ante el
nuevo peligro de un colapso financiero con las deudas públicas
(crisis fiscal) que se extiende de EEUU a las potencias
centrales del euro, el peligro del estallido de una burbuja
en China reviste una importancia estratégica central por el
alto nivel de dependencia y entrelazamiento que mantienen
las primeras economías mundiales con su comercio exterior.
En un contexto internacional golpeado por la crisis fiscal emergente en EEUU
y Europa, la economía china genera cada vez más dudas y
sospechas a los economistas que siguen su evolución.
La mayoría de los analistas privados cree que la recuperación económica
de China perdió fuerza en el cuarto trimestre de 2009, según
una nueva encuesta realizada por The Wall Street Journal.
La conclusión contradice las estadísticas oficiales, que muestran una
aceleración en el crecimiento, y pone de manifiesto las señales
en conflicto que envía la economía en un momento en el que
el gobierno trata de contener posibles burbujas sin
descarrilar la expansión.
The Wall Street Journal sondea regularmente a economistas que hacen sus
propias estimaciones del crecimiento frente al trimestre
anterior, conocidas como apreciaciones secuenciales.
Ocho de los 10 economistas que respondieron la encuesta más reciente
consideran que la expansión del cuarto trimestre fue más
baja que la que transcurrió entre julio y septiembre. La
mayoría pronostica un enfriamiento gradual con un
crecimiento de 9% para el resto de 2010.
La situación se complica aún más por los pronósticos recién revisados
del crecimiento trimestre a trimestre del Banco Popular de
China.
Los números muestran una trayectoria sorprendentemente pareja: tras tocar
fondo con una expansión de 4,3% en el cuarto trimestre de
2008, el crecimiento anualizado saltó a 11,4% para el
segundo trimestre de 2009, cayó levemente a 11,0% y volvió
a repuntar a 11,3% en el cuarto trimestre.
Este panorama es bastante diferente al pronosticado por la mayoría de los
economistas que participaron en la encuesta: un mayor
crecimiento en el segundo trimestre del año pasado debido a
los efectos de los planes de estímulo, seguido de un
enfriamiento a medida que menguó su impacto.
La suerte del mercado inmobiliario es un factor cada vez más importante
para la economía china.
A medida que el gobierno retira paulatinamente sus programas de estímulo,
las empresas privadas necesitan gastar más para mantener el
ritmo del crecimiento.
El Banco Mundial estima que el boom de la construcción ha sido el principal
motor de la inversión privada en el último año. Otros
sectores son reacios a expandirse ante la debilidad de la
economía mundial y el exceso de capacidad en las industrias
locales.
El gran temor mundial es que China esté incubando su propia
"burbuja" financiera, producto de la especulación
bursátil con los fondos públicos orientados (como en
Europa y EEUU) al salvataje de bancos y empresas en
problemas.
"Ahora que las exportaciones afrontan tiempos difíciles, los bienes raíces
se han convertido en un pilar del crecimiento económico de
China", señala Ji Zhu, profesor de economía en la
Universidad Tecnológica y de Negocios de Beijing.
"Nadie quiere ver caer los precios de la
vivienda", argumenta, ni los inversionistas, ni las
empresas inmobiliarias ni, mucho menos, las autoridades
gubernamentales.
La "Burbuja"
Los principales diarios financieros y analistas comparan a la locomotora
china con Japón de los años '80 (cuando los japoneses
compraron, por ejemplo, el Rockefeller Center de Nueva York)
y su burbuja económica que acabó explotando, seguida de
dos décadas de crecimiento raquítico.
Según The Financial Times, una debacle financiera china supondría la
"amenaza más seria
a las economías mundiales", sobre todo para las
latinoamericanas, cada vez más dependientes del comercio
con China para salir de la actual
crisis.
Con una moneda infravalorada, y
un crecimiento impulsado por las exportaciones y el
crecimiento del mercado interno, ya hay señales de que la
economía china se está recalentando. La inflación en
diciembre pasado, por ejemplo, fue la más alta en casi dos
años, y los precios de las propiedades inmobiliarias en Pekín
y Shanghai se han disparado.
Por otro lado, y según The Wall Street Journal, si China retira los estímulos
(rescates a empresas y bancos) de forma demasiado brusca, su
economía podría ingresar en una desaceleración.
Las autoridades chinas están conscientes de que las comparaciones frente al
año previo aplanan las tasas de crecimiento. El propio
primer ministro, Wen Jiabao, enfatizó recientemente la
importancia de usar estimaciones secuenciales. "Debemos
incluir el efecto base del año pasado, fortalecer el análisis
secuencial de los principales indicadores económicos y
seguir de cerca los cambios en la demanda del mercado, para
evaluar más fielmente la tendencia y hacer políticas
macroeconómicas más focalizadas y eficaces", aseveró
Wen en una reunión del Consejo de Estado el 19 de enero,
según un comunicado del gobierno.
El renaciente mercado inmobiliario apuntaló la recuperación de la economía
china durante el año pasado. Sin embargo, ahora este boom
de la construcción podría convertirse en uno de los
mayores riesgos que afronta el país a largo plazo.
En 2009, la economía china se expandió 8,7%, superando con creces la meta
de 8% fijada por el gobierno a principios del año, cuando
algunos economistas advirtieron que el crecimiento podría
alcanzar apenas un 5%.
"Nos encontramos ante una tendencia secular de una demanda que aumenta
con el tiempo pero, por otro lado, aún podría formarse una
burbuja", explica Wang Tao, economista de China para
UBS. "En la calle, desde luego, se intuye una sensación
burbujeante: la gente espera para comprarse un apartamento
de lujo como si estuviera haciendo cola para comprar
repollo".
El riesgo es que se estén construyendo demasiadas viviendas a precios
demasiado caros para encontrar compradores.
Esto, según el Journal, resultaría
en un desperdicio de inversiones y deudas incobrables que
debilitarían la economía. Incluso sin un estallido, un
mercado de bienes raíces que sirve exclusivamente a un
pequeño grupo de la élite urbana podría desembocar en un
problema político para Beijing.
Por su entrelazamiento e interdependencia global, hay tres procesos
centrales que determinan por estos días el curso de la
economía mundial: La crisis fiscal de EEUU, la crisis
fiscal de Europa, y la crisis comercial EEUU–China.
De esa relación estratégica, depende el equilibrio, o el desequilibrio,
del resto de las economías de las áreas periféricas de
Asia, África y América Latina.
Esta es la razón por la que el trípode estratégico EEUU–Europa–China,
marcado por la crisis fiscal y un conflicto bilateral (cuyo
desenlace puede detonar un nuevo colapso financiero y económico
global), va a seguir marcando la agenda de la atención
mundial en los días que se avecinan.
Por su
entrelazamiento e interdependencia global, hay tres procesos
centrales que determinan por estos días el curso de la
economía mundial: La crisis fiscal de EEUU, la crisis
fiscal de Europa, y la crisis comercial EEUU–China. De esa
relación estratégica, depende el equilibrio, o el
desequilibrio, del resto de las economías de las áreas
periféricas de Asia, África y América Latina.
La UE, en bloque, es la segunda economía mundial, detrás de EEUU. China,
individualmente, ya es, según la mayoría de los analistas,
la segunda economía y potencia exportadora mundial detrás
de EEUU.
Juntas, esas tres economías centrales (EEUU–UE–China) casi alcanzan los
dos tercios del PBI mundial, y están completamente
interrelacionadas (son dependientes entre sí) a través del
comercio de importación y exportación. Además, China,
tiene sus reservas en dólares (US$ 2,3 billones) lo que la
ata al destino de la economía norteamericana, para bien o
para mal.
Esto significa que: Cualquier desequilibrio en las economías de EEUU (en
crisis fiscal) y la UE (en crisis fiscal), impacta
directamente en China (en crecimiento pero con problemas
potenciales), que arrastra detrás de su expansión económica
exportadora al resto de las poderosas economías asiáticas,
como Japón, Corea del Sur, Indonesia, India y Taiwán,
entre otras (Si se suman estas economías asiáticas a las
de EEUU–UE–China, se supera largamente el 70% del PBI
mundial).
En el nuevo escenario dominado por la crisis, EEUU no solamente es el primer
comprador de productos chinos, sino que además China es el
principal acreedor de la primera potencia imperial.
El entrelazamiento financiero y comercial que existen entre ambas economías
(la primera y la tercera en el orden mundial capitalista)
las convierte casi en hermanas simbióticas: Si se cae China
se cae EEUU, y viceversa.
En 2008 Pekín se convirtió en el principal acreedor de bonos del Tesoro
estadounidenses, por encima de Japón. Además, los motores
del crecimiento asiático, China, India y Japón son
dependientes del comercio exterior en dólares con EEUU.
Pero eso no es todo: La Unión Europea, la segunda economía mundial y el
otro gran comprador (en bloque) de manufacturas chinas, y
con su comercio exterior entrelazado con el de EEUU, integra
este trípode de economía capitalista interdependiente
anudado por el cordón umbilical chino.
EEUU, la Unión Europea y China, además de representar casi dos tercios del
PBI mundial, son los mayores importadores mundiales de
materias primas y energía (petróleo y gas), por lo que se
puede inferir que si se paralizan esas economías
capitalistas centrales se derrumbarían inmediatamente por
efecto dominó todas las economías exportadoras del mundo
emergente y periférico.
A su vez, del equilibrio económico del eje EEUU–UE–China
(principalmente de China y de los países asiáticos)
dependen las exportaciones de petróleo y materias primas,
el motor de crecimiento central de los países
subdesarrollados y emergentes de Asia, África y América
Latina.
Si se suma el PBI de China (US$
8 billones), Japón (US$ 4.5 billones) Corea del Sur (US$
1.3 billones) e Indonesia (US$ 932,100 millones) superan los
US$ 14 billones). Esta suma equivale al tercer PBI mundial
detrás de EEUU y de la Unión Europea simultáneamente
Si agregáramos a estas cifras el PBI de otros países asiáticos
intervinculados como la India, por ejemplo, el PBI asiático
pasaría a ocupar el primer puesto de la producción mundial
por delante de EEUU y la Unión Europea.
Esta es la mejor manera de comprobar como la locomotora china es un elemento
decisivo y detonante en el proceso, tanto de crecimiento
como de crisis, en el contexto económico a escala global.
Pero hay algo más: Alemania, la primera economía de la Unión Europea,
mantiene una fuerte vinculación con el comercio exterior
chino. Según The Wall Street Journal, Alemania se mantiene
como potencia exportadora, en parte, por la venta de equipos
industriales a China.
Según las estadísticas de la industria alemana de comercio, China es el
segundo mercado para la maquinaria alemana, detrás de EEUU.
Esto demuestra, en parte, la simbiosis EEUU–Europa–Asia existente en el
entramado de la crisis económica global que se originó en
las naciones centrales y que ya se extiende por todo el
planeta, no obstante que muchas economías centrales hayan
comenzado a crecer en forma débil..
Los
puntos rojos
En este "feed back" económico mundial, dos de los puntos rojos,
la amenaza de un estallido generalizado, están en las
crisis fiscales de EEUU y de la Unión Europea, que
atraviesan por un potencial proceso de "insolvencia de
pago" a causa del descenso abrupto de recaudación
fiscal y crecimiento débil de sus economías.
En los últimos meses fue cobrando forma visible un nuevo actor emergente en
la economía mundial: La "crisis fiscal" (producto
de los déficit siderales que aquejan a los Estados de las
economías centrales) que sucede a la "crisis
financiera" en la debacle de la economía capitalista
globalizada.
Los billonarios fondos públicos utilizados para salvar a los megaconsorcios
bancarios e industriales generaron una deuda impagable y un
rojo crónico en las cuentas fiscales tanto de EEUU como de
las naciones del euro (principalmente las más débiles).
En un proceso de crecimiento débil o de estancamiento de sus economías, la
eurozona disminuyó en 2010 su tasa de crecimiento potencial
de largo plazo (5 a 10 años) a 1%.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el déficit fiscal
estadounidense llegará al 108% del Producto Bruto Interno (PBI)
en 2014, un alza importante frente al 62% del PBI de 2007,
de no mediar medidas que son difíciles de digerir desde un
punto de vista político, como alzas de impuestos o recortes
de programas de beneficios".
La Casa Blanca acaba de proyectar para el próximo ejercicio fiscal un déficit
presupuestario de US$1,556 billones, sobre un presupuesto
proyectado de US$ 3,8 billones.
Según el Wall Street Journal, la mayoría de los economistas anticipa un
crecimiento débil de la economía estadounidense en 2010,
de casi un 3%. Lo que resulta insuficiente para reducir el
desempleo a los niveles previos a la recesión.
Por su parte el proceso de
sobreendeudamiento (agregado a la caída de la recaudación
por la desaceleración económica) no solo amenaza la
estabilidad económica y la "gobernabilidad" en la
zona del euro, sino que también (y como ya sucedió con los
bancos y empresas privadas) puede hacer colapsar en cadena a
los propios Estados europeos, tanto centrales, como
subdesarrollados o emergentes.
En general, la sombra de una insolvencia de pago generalizada (producida por
los déficit y la baja de recaudación fiscal) hace temer a
los analistas del sistema
un rebrote de la crisis, no ya a nivel de los bancos
y entidades privadas, sino a nivel de los propios Estados
capitalistas de Europa.
El tercer punto rojo es China, que (pese a su crecimiento) atraviesa por una
peligrosa señal de "burbuja fianciera" y una
ascendente crisis comercial bilateral con EEUU.
China, la tercera pata del trípode, pese a la crisis mundial generalizada,
creció un 8,7% el año pasado, va camino a ser la
segunda potencia económica mundial y amenaza la supremacía
de EEUU.
No obstante, el gran temor mundial es que China esté incubando su propia
"burbuja" financiera, producto de la especulación
bursátil con los fondos públicos orientados (como en
Europa y EEUU) al salvataje de bancos y empresas en
problemas
Los principales diarios financieros y analistas comparan a la locomotora
china con Japón de los años '80 (cuando los japoneses
compraron, por ejemplo, el Rockefeller Center de Nueva York)
y su burbuja económica que acabó explotando, seguida de
dos décadas de crecimiento raquítico.
Según The Financial Times, una
debacle financiera china supondría la "amenaza más
seria a las economías mundiales", sobre todo
para las latinoamericanas, cada vez más dependientes del
comercio con China para salir de la actual
crisis. actual.
Con una moneda infravalorada, y
un crecimiento impulsado por las exportaciones y el
crecimiento del mercado interno, ya hay señales de que la
economía china se está recalentando. La inflación en
diciembre, por ejemplo, fue la más alta en casi dos años,
y los precios de las propiedades inmobiliarias en Pekín y
Shanghai se han disparado
Por otro lado, y según The Wall Street Journal, si China retira los estímulos
(rescates a empresas y bancos) de forma demasiado brusca,
su economía podría ingresar en una desaceleración.
Según la revista británica The Economist, si el gobierno chino saca las
conclusiones equivocadas de la experiencia japonesa a su
economía, podría terminar en un "peligros
declive" que arrastraría consigo
al resto de las economías mundiales.
Mas allá del crecimiento de su mercado interno, la estabilidad de la economía
china, sus posibilidades de recaudación fiscal, dependen
del comercio de exportación con países (como EEUU, la UE y
Japón) que están atravesando por un un período de
crecimiento raquítico de sus economías.
Y si esos países reducen sus compras (como lo están haciendo) la
locomotora china se quedaría sin gasolina y comenzaría a
detenerse.
Pero el punto más peligroso de contradicción se manifiesta a
través de la crisis comercial EEUU–China, cuya raíz
motora es la competencia de ambas economías en el comercio
de importación y exportación. El detonante fue la relación
cambiaria existente entre el dólar y el yuan.
Obama, en la primera visita que realizó a Pekín en noviembre, solicitó al
gobierno del primer ministro
Wen Jiabao, que revalúe el yuan, cuya paridad
cambiaria con el dólar está afectando las exportaciones
USA en los mercados asiáticos y en la propia China.
Hasta ahora China (en defensa de sus propias exportaciones) se negó al
pedido de Washington, desatando una crisis bilateral de difícil
pronóstico que amenaza con extenderse peligrosamente al
terreno geopolítico y militar (guerra fría por áreas de
influencia).
En resumen, este trípode estratégico
EEUU–Europa–China, marcado por la crisis fiscal y un
conflicto bilateral (cuyo desenlace puede detonar un nuevo
colapso financiero y económico global), va a seguir
marcando la agenda de la atención mundial en los días que
se avecinan.
(*)
Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de
estructuras del poder, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica.