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Ajuste
en la Unión Europea
El
eje es la transferencia de recursos
Por
Marcelo Cantelmi
Clarín, 16/05/10
En
Europa hoy están ocurriendo dos cosas entre muchas otras relevantes: la
resonante crisis derivada del colapso financiero global iniciado hace más de
dos años en EE.UU., y la más silenciosa mudanza de los paradigmas
fundacionales de la integración europea.
Hay una matriz que se está imponiendo, aprovechando las debilidades de esta
pesadilla, que causará una inmensa transferencia de recursos desde la gente
hacia el tope de la pirámide que es donde se amasó esta crisis. Eso se hará
por vía de los ajustes que se generalizan en Europa y que esmerilarán los
equilibrios sociales que rigieron ese espacio económico desde mitad del siglo
pasado.
Es
por eso que el promocionado salvataje no pasa del nivel teórico y uno de los
principales ejecutivos del Banco Central Europeo se permite, incluso, revelar
su inexistencia. Lo central en este armado es el modelo que se construye en el
sitio donde estaba el anterior.
Los
costos de ese cambio son los que se ven en los mercados. Pero este tremendo
manotazo tendrá, además, repercusiones sociales y políticas que, quizá no
deberían ser subestimadas, al menos no en el nivel que parece hacerlo el
liderazgo europeo. |
El rol de Mario Blejer como
ex presidente del Banco Central de la Argentina y ex ejecutivo del Fondo
Monetario Internacional (FMI) le otorga autoridad para criticar el paquete de
ayuda a Grecia y la falta de compromiso de los bancos en la solución del
problema.
En diálogo con La Nación,
el economista dijo que el problema más grave de Europa es su falta de
competitividad y aclaró que eso no se solucionará con planes de ajuste.
Advirtió que una de las
pocas alternativas para que los millonarios planes de rescate funcionen es
"distribuir el costo" del ajuste. Eso implicaría que también los
bonistas, y no sólo los Estados y sus contribuyentes, "paguen por él".
–¿Cómo evalúa la situación
económica europea?
–Las finanzas
internacionales están transitando una verdadera montaña rusa. La causa más
inmediata de esta extrema volatilidad está relacionada con la crisis griega y
el contagio a otros países del sur de Europa. Pero éstos son sólo
detonantes de problemas mayores, estructurales y macroeconómicos, que afectan
a las economías avanzadas.
–¿Cuál es el problema, más
allá del nivel excesivo de deuda?
–La pérdida de
competitividad de varias de las economías europeas afectadas, que deriva en
niveles muy bajos de crecimiento económico.
–¿Ambos problemas tienen
una misma raíz?
–No. Por un lado, la crisis
financiera llevó a aplicar políticas anticíclicas, que implicaron un fuerte
alza del déficit fiscal y políticas monetarias expansivas. Esta estrategia
revirtió la recesión en 2009, pero dejó a muchos países con desequilibrios
fiscales insostenibles. El caso griego es paradigmático y extremo, pero no es
el único. La segunda causa es la estructura del proyecto europeo.
–¿A qué se refiere?
–La idea de una moneda única
sin unificación fiscal implicaba un compromiso de que no hubiera salvatajes
para aquellos países en problemas y una convergencia de las economías en términos
de competitividad y productividad. Pero estos principios no se respetaron y,
para sobrevivir, deberá cambiar sus principios porque no se respetaron los límites
fiscales y hubo salvataje.
–¿Cómo queda el rol del
Banco Central Europeo tras el rescate ?
–Se destruyó su mito de
independencia y abandonó la pretensión de separar la política monetaria de
la fiscal. Correctamente procedió a estabilizar el mercado de deuda soberana
interviniendo en los mercados secundarios. El otro fracaso obvio de la
estructura europea es la convergencia de sus economías.
–O sea que no tiene ninguna
ilusión de que el rescate funcione.
–Posiblemente resolverá el
problema de liquidez de corto plazo, pero no el exceso de endeudamiento ni la
falta de competitividad, a menos que se produzca una caída significativa en
los salarios nominales o ganancias sostenidas en la productividad. Ambas difíciles
de aplicar e intrínsicamente injustas. En realidad, estos programas son
recesivos, responden a las viejas recetas del FMI y pueden ser perversos, al
aumentar la deuda.
–¿Qué recomienda como
alternativa más conveniente?
–La única solución
posible es sumar al sector financiero privado al costo del ajuste. Porque
ahora son los trabajadores griegos y españoles y los contribuyentes alemanes
y franceses –y todo el resto de nosotros, como ciudadanos de países del FMI
que aportamos al salvataje– los que garantizan el pago de la deuda. Y sólo
los bonistas parecerían quedar inmunes del ajuste.
–Esto sería como resucitar
la idea de que haya un compromiso claro de los acreedores en los salvatajes,
que nunca se aplicó...
–Para recomponer el
equilibrio macroeconómico y la factibilidad del proyecto europeo es necesario
distribuir el costo y esto requiere una reprogramación ordenada de la deuda
impagable. No se habla de un default unilateral y arbitrario, pero sí de una
reducción en el valor presente de la deuda, estirando los plazos y mejorando
los términos.
–¿Inclusive los de Grecia?
–Sobre todo. Quienes
compraron esos bonos recibieron un premio grande; no hay razón para que
queden blindados del efecto de tal riesgo.