Alemania
logra que Europa acepte imponer nuevas sanciones a quienes
violen
los acuerdos sobre déficit – Los países avanzarán en coordinación económica
La Unión
Europea endurece el plan de estabilidad
Por
Ricardo Martínez de Rituerto
El País, 22/05/10
Bruselas.– La Unión
Europea impondrá sanciones a los países que violen en el futuro el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento, convertido hoy en papel mojado por políticas
presupuestarias que han puesto a la moneda única contra las cuerdas.
"Hay consenso en el principio de sanciones financieras y no
financieras", declaró ayer Herman Van Rompuy al concluir la primera
reunión del grupo de trabajo que busca dar musculatura y credibilidad al
Pacto. En la reunión quedó de manifiesto que Alemania y sus peticiones de
disciplina, rigor y mano dura marcan la pauta en la Unión. Las dificultades
llegarán a la hora de detallar las medidas, pronostica el comisario de
asuntos económicos Olli Rehn.
La reunión de ayer era la
primera de una serie que debe concluir en octubre con la presentación del
plan de actuación elaborado por Van Rompuy a partir de las aportaciones de la
Comisión, los 27 socios y del presidente del Banco Central Europeo,
esencialmente. Esta cita se produjo en un momento de gran tensión financiera,
en una atmósfera dominada por la sensación de que hay que hacer algo,
hacerlo bien y hacerlo urgentemente para que no se vuelvan a repetir errores
que han puesto en la cuerda floja al euro y atacado la credibilidad de la
propio Unión.
En conferencia de prensa, Van
Rompuy dijo que había acuerdo de todos en cuatro objetivos. Uno,
"alcanzar mayor disciplina presupuestaria", reforzando el pacto de
estabilidad. Dos, "reducir las divergencias de competitividad entre los
Estados, al menos cuando sean muy grandes". Tres, "contar con un
mecanismo efectivo de gestión de crisis" para poder tratar con problemas
como los actuales. Cuatro, "reforzar la gobernanza económica, en términos
institucionales, para poder actuar de forma más rápida y de forma más
coordinada y más eficiente".
Como el Pacto de Estabilidad
existe, con sus exigencias básicas de mantener el déficit por debajo del 3%
y la deuda sin superar el 60%, y lo que no parece existir es voluntad o
capacidad de aplicarlo, todos los reunidos estuvieron de acuerdo en que a
grandes males grandes remedios. "Hay consensos en el principio de aplicar
sanciones financieras y no financieras", anunció Van Rompuy.
Alemania, el país de la
disciplina financiera por antonomasia en la Unión, había propuesto
expresamente sanciones de ese tenor, como suspender, y hasta revocar, la
entrega de fondos estructurales a los países que violen sus compromisos. Sin
descartar que a los infractores se le prive de sus derechos de voto en el
consejo por al menos un año.
Ayer no se entró a fondo en
los detalles, como tampoco en el deseo de Alemania, secundado con mayor
suavidad por la Comisión Europea, de que las legislaciones nacionales asuman
las obligaciones del tratado en lo relativo a la disciplina presupuestaria.
Pero por ahí van las ideas. Van Rompuy se dijo más que satisfecho con lo
escuchado: "Me ha alegrado que todos estemos dispuestos a tener un Pacto
de Estabilidad más fuerte. Si necesitamos sanciones crearemos nuevas
sanciones, más de las que ahora están previstas en el Pacto de
Estabilidad".
El pacto vigente prevé
sanciones graduales (con fiscalización muy pautada de los programas de vuelta
a la normalidad) que pueden llegar al límite de gravosas multas (con tope del
0,5% del PIB), extremo nunca alcanzado y que se evocó en 2003 precisamente
contra Alemania y Francia. Entonces, ambas potencias económicas y políticas
comunitarias forzaron una reforma del pacto para flexibilizarlo que ahora se
ha mostrado contraproducente.
Alemania se propone desandar
el camino andado en su calidad de principal contribuyente al plan de rescate
de Grecia y al fondo de 750.000 millones de euros para otros posibles
afectados. Preguntado Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas y autor
de las propuestas inspiradoras de la nueva política de mano, si Berlín
marcaba la pauta en el nuevo enfoque respondió que a él fue el primero a
quien ayer se le dio la palabra, pero que sus ideas eran sólo "una
contribución a la discusión" y que Alemania está dispuesta a escuchar
a todos los demás socios. "Debemos actuar rápido, tan rápido como sea
posible", advirtió.
Algunas de las sanciones que
se han estado considerando, incluida la atómica de expulsar a un país
recalcitrante en sus violaciones, supondrían una reforma del tratado, de lo
que los reunidos ayer también hablaron. Van Rompuy reveló que algunos países
están a favor de la reforma, otros en contra y un tercer grupo es partidario
de hacerlo, aunque con condiciones. Pero la situación es de urgencia y entrar
en retoques del tratado, algo que produce temblores en la Unión, llevaría años.
"Se hará lo máximo que se pueda hacer con el tratado actual", zanjó
Van Rompuy. "Eso permitirá ir más deprisa".
"Nada está excluido y
toda discusión está abierta", reconoció el presidente del Consejo,
pero como señaló Christine Lagarde, la ministra francesa de Finanzas,
"estamos centrados en lo que se puede hacer ahora, ser pragmáticos,
eficientes y en dar musculatura a una estructura que ya existe".
España acudió a la reunión
de ayer sin un plan de acción propio, a la espera de discutir lo que
planteara Van Rompuy, de creer a la vicepresidenta Elena Salgado. "El
Pacto de Estabilidad ya incluye la posibilidad de sanciones", declaró
Salgado al concluir la reunión. "Se trata de reforzar esa parte
preventiva y considerar qué tipo de sanciones".
En la reunión de ayer también
se discutió sobre la posibilidad de emitir un eurobono para abaratar el coste
de financiación de los países con más dificultades para endeudarse, pero
Holanda y Alemania expresaron serias objeciones.
Europa:
“autodisciplina” fiscal
Por
Santiago Fernández de Lis (*)
El País, 22/05/10
El marco institucional del
euro se caracterizaba, como es sabido, por una política monetaria única y
unas políticas fiscales descentralizadas. Para evitar que el coste de la
indisciplina fiscal de algunos países tuviera que ser soportado por los demás
se establecieron dos mecanismos: el Pacto de Estabilidad (de inspiración cien
por cien alemana, y al que Francia añadió la coletilla "... y
Crecimiento") y la regla de no bail–out. El primero establecía límites
a los desequilibrios fiscales, cuyo incumplimiento ponía en marcha una serie
de procedimientos cada vez más duros, hasta desembocar en sanciones; el
segundo elemento establecía que cada país era responsable de sus deudas.
La crisis del euro es en
buena medida consecuencia de la trasgresión de ambas reglas. En los primeros
años tras la unión monetaria la igualación de los tipos de interés indujo
una expansión en los países de la periferia y un estancamiento en los países
del núcleo. Francia y Alemania experimentaron dificultades crecientes para
cumplir con el PEC, de manera que, en 2003–2004, decidieron dinamitar el
Pacto para evitar unas sanciones que hubieran considerado humillantes. El
incumplimiento por los dos principales países de la Eurozona fue
especialmente grave, no sólo por su papel de liderazgo, sino también porque,
precisamente por su tamaño, eran los que tenían un mayor potencial de
contaminación del resto de la zona.
En cuanto a la regla de no
bail–out, el rescate a Grecia y el recientemente aprobado mecanismo de
estabilización financiera suponen su trasgresión de hecho, si no de derecho.
Desactivado el PEC, la ruptura de la regla de no bail–out elimina el ancla
fiscal de la unión monetaria, dejando al euro a la deriva.
¿Qué se puede hacer para
volver a anclar el barco del euro? Hay varias posibilidades, todas las cuales
presentan cierto grado de dificultad y pueden ser complementarias.
En primer lugar, una mayor
coordinación fiscal. Europa ha dado señales de querer moverse en esa dirección,
que comporta necesariamente ciertos avances hacia la unión política. A la
larga es la única garantía de sostenibilidad de la unión monetaria, pero
representa una cesión de soberanía que no está claro que los ciudadanos
deseen ni que la clase política europea esté en condiciones de impulsar. El
actual clima de incomprensión mutua no parece idóneo para profundizar en
esta dirección.
En segundo lugar, reforzar el
PEC y los mecanismos de sanciones existentes. Es dudoso que las iniciativas en
este sentido vayan a ser creíbles. Si el problema del PEC era un marco teórico
muy estricto y una aplicación muy laxa, no es obvio que redoblando las
sanciones, por ejemplo, se vaya a ganar en credibilidad. Un observador calificó
el procedimiento de déficit excesivo del PEC como "un raro ejercicio de
sadomasoquismo colectivo", cuyos resultados han sido decepcionantes.
En tercer lugar, establecer
normas auto–impuestas de disciplina presupuestaria, como la enmienda
constitucional adoptada recientemente por Alemania, que establece un límite
del 0,35% del déficit ajustado del ciclo, aunque con mecanismos de escape en
circunstancias excepcionales.
Los mecanismos
auto–impuestos tienen la gran ventaja de que pueden ser asumidos democráticamente,
frente a las normas que proceden de Bruselas. Pueden además incorporar
dispositivos de corrección automática, que eviten dinámicas insostenibles
de la deuda como la observada recientemente en Grecia. Al establecerse sobre
el déficit estructural, es posible acomodar políticas estabilizadoras anticíclicas,
pero no más allá de los llamados "estabilizadores automáticos"...
aunque el cálculo del déficit estructural conlleva la enorme dificultad para
calibrar correctamente el ciclo ex ante. En definitiva, quizá la
autoflagelación funcione allí donde fracasó el sadomasoquismo.
(*)
Santiago Fernández de Lis es socio de Analistas Financieros (AFI).
Alemania
aprueba por poco margen la aportación para salvar el euro
Fuertes críticas
de la oposición a la gestión
de Merkel durante la crisis
Por
Juan Gómez
El País, 22/05/10
Berlín.– La aportación
alemana al fondo de rescate del euro superó ayer la prueba del Parlamento con
un margen de solamente siete votos sobre la mayoría absoluta necesaria.
Angela Merkel se apuntó así un pírrico triunfo que reveló que el
descontento por su gestión llega a algunos escaños de la coalición entre
democristianos (CDU) y liberales (FDP) que ella preside. La aportación de
Alemania (123.000 millones) al paquete de 750.000 millones que destinarán
Europa y el Fondo Monetario Internacional a la salvación del euro obtuvo ayer
en el Bundestag (Parlamento alemán) 13 votos menos de los que suman CDU y FDP.
Hubo 319 votos a favor, 73 en contra y 195 abstenciones.
El socialdemócrata SPD se
abstuvo de la votación pese a los esfuerzos de Merkel para que apoyaran la
nueva ley. Tras el duro debate parlamentario y la ajustada victoria, Merkel se
reunió en Berlín con el primer ministro británico David Cameron. La
cordialidad de la rueda de prensa conjunta no ocultó las diferencias entre
Alemania y Reino Unido sobre el futuro del sector financiero y el de la Unión
Europea. Cameron dijo estar a favor de "un euro fuerte y estable"
pero mostró sus "inquietudes" con respecto a la ofensiva de la Unión
Europea respecto de los fondos especulativos.
Pero Merkel está decidida a
sacar adelante sus propuestas de reforma del sector financiero, como la
reciente prohibición de las transacciones bursátiles al descubierto como un
gesto de Merkel hacia los socialdemócratas. En la sesión parlamentaria de
ayer tuvo que oír reproches a alguna de sus ideas como la introducción de
tasas a las transacciones financieras internacionales, que esta semana retiró.
El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, preguntó al Gobierno "por qué no
aprobamos aquí ahora" ese impuesto.
Gabriel aseguró que el SPD
"no está en contra del paquete de salvación del euro", pero acusó
a Merkel de obligar a los socios europeos a "recortes" que empeorarán
la situación, mientras ella carece de "rumbo y de meta" en su política
europea y nacional. Para rubricar su europeísmo, Gabriel apostilló que
"los socios europeos están hasta las narices de las tácticas" de
la canciller. El SPD acusa al Gobierno de falta de transparencia en sus planes
de regular el sector financiero.
Merkel no sólo se vio
expuesta a los ataques del que fuera su ministro de Medio Ambiente durante la
Gran Coalición entre CDU y SPD entre 2005 y 2009. Ayer mismo, Horst Seehofer
(CSU), primer ministro de Baviera y presidente del partido hermano bávaro de
la CDU, criticaba en el influyente diario Süddeutsche Zeitung el
comportamiento del Gobierno democristiano–liberal ante la crisis y sus
cambios de parecer respecto a las tasas sobre las transacciones financieras
internacionales.
Antes de las votaciones,
tanto el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, como el titular de
Finanzas, Wolfgang Schäuble, hicieron una encendida defensa del paquete para
el rescate del euro, que calificaron de "decisivo" para el futuro de
la Unión Europea. "El bienestar en Europa depende también de nuestra
decisión", dijo el jefe de la diplomacia alemana, quien, al igual que
Schäuble, afirmó que no hay alternativa a las medidas acordadas por la UE y
el FMI para defender la moneda única y, con ello, a la Unión Europea y sus
ciudadanos.
Tras el duro debate, la
canciller se reunió con su colega británico David Cameron. El primer
ministro británico, tras hacer una defensa de un euro "fuerte",
afirmó que se opondrá a cualquier reforma de los tratados europeos que den más
competencias a la Comisión Europea. Reino Unido "no es miembro del euro,
ni es probable que lo vaya a ser", aclaró. Merkel reconoció que ni
siquiera en el Eurogrupo hay "consenso sobre las reformas en los
tratados".
El primer ministro y su
anfitriona tampoco están de acuerdo en la manera de regular los mercados
financieros, en particular respecto a los fondos especulativos. Muchos de esos
fondos operan desde la City de Londres. Cameron salió por la tangente cuando
le preguntaron si Reino Unido seguiría la reciente prohibición alemana de
ventas a corto. Como principio general, Cameron declaró: "Vamos a
trabajar en común de cara al G–20 y al G–8, en especial, en lo que
concierne a la regulación financiera, para asegurar que los bancos están al
servicio de nuestras economías y no al revés".
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