La crisis avanza en Europa
sin solución de continuidad. Lo que pareció un respiro, cuando el salvataje
de Grecia y el blindaje para la eurozona, fue apenas un suspiro.
Ningún país europeo es ya
ajeno a esta crisis, crecen las diferencias entre los líderes y el sueño de
la integración está cuando menos entre paréntesis. Como imitando la expansión
de la mancha de petróleo en el golfo de México que ya amenaza a sus playas y
por ende al negocio turístico, la crisis europea se propaga y profundiza rápidamente.
Es difícil pensar que tamaña crisis en la región, que mueve el 25 por
ciento de la economía mundial, no replique en otras latitudes como EEUU, la
China y el sudeste asiático o incluso en América latina.
La maraña
de los préstamos
Quince días atrás, desde
esta misma columna, señalábamos que la deuda pública europea es hoy un 25
por ciento mayor de lo que era en el 2005 y que los préstamos por miles de
millones de euros iban de un país a otro en una verdadera maraña. Los países
más débiles son grandes deudores de los más desarrollados de la eurozona.
Merced a un informe del Bank
for Internacional Settlements publicado por The New York Times, conocemos
ahora mayores detalles de esos flujos de préstamos, que conviene reproducir a
pesar de lo tedioso de las cifras, porque permiten entender porqué la
bancarrota de un país arrastraría a los otros.
En miles de millones de dólares,
España le debe a Alemania unos 238; a Francia 220; a Gran Bretaña 114; a
Portugal 28 y a Italia 31. Italia le debe a Francia 500; a Alemania 190, a
Gran Bretaña 77 y a España 47. Portugal a España 86; a Gran Bretaña 24; a
Francia 45 y a Alemania 47. Irlanda a Gran Bretaña 188; a Alemania 184 y a
Francia 60; Grecia a Francia 75; a Alemania 45 y a Gran Bretaña 15.
La deuda pública europea se
estima del orden de los 8 billones de euros (algo más de 10 billones de dólares).
Los principales acreedores, como muestra el párrafo anterior, son Alemania,
Francia y Gran Bretaña. Sin embargo no son los Estados quiénes detentan esas
acreencias sino los bancos alemanes, franceses e ingleses que tienen en sus
carteras bonos por 500 mil, 400 mil y 350 mil millones de euros
respectivamente, emitidos por los cinco países de la periferia europea.
Sin embargo los fondos para
el salvataje griego y el blindaje europeo los han aportado los Estados (es
decir, dinero público) para auxiliar a otros Estados para que estos a su
vez... les paguen a los bancos (de capital privado) de los países
prestadores. Esto es como con el derrame petrolero que no pueden frenar pero
siguen vigentes las exploraciones marinas. Aquí fracasan en frenar la crisis,
pero avanzan por el camino que los llevó a ella, endeudándose para salvar a
los bancos. Conclusión: se enfrenta la deuda pública con más deuda pública.
La carrera
por el ajuste
Frente a esto los gobiernos,
presionados por Alemania el BCE y el FMI, no han encontrado mejor alternativa
que descargar el enorme esfuerzo que significa hacerse cargo de las deudas
sobre los trabajadores y el conjunto de las clases subalternas. Y de paso
llevarse por delante lo que queda de las redes sociales heredadas del
denominado "Estado del Bienestar".
Así los 16 países que
componen la Eurozona han sido empujados a una carrera enloquecida por ajustar
sus cuentas públicas. Buscan avanzar en el equilibrio fiscal teniendo como
objetivo retornar al tope de 3% de déficit fiscal impuesto por los Acuerdos
de Maastrich.
Algunas estimaciones indican
que el monto involucrado en este ajuste ronda los 300.000 millones de euros.
Al tope de estos recortes está Gran Bretaña que con un déficit del 12 por
ciento de su PBI deberá reducir su gasto estatal en 106 mil millones. Le
sigue Francia, con un déficit del 8 por ciento, que deberá recortar 90 mil
millones; luego España, con un déficit del 12 por ciento, 67 mil millones;
Italia, con un déficit del 9 por ciento, 38 mil y Grecia, con un déficit del
13 por ciento, 14 mil millones.
Como ya se ha comentado desde
esta columna la Comisión Europea, está dispuesta a controlar los
presupuestos anuales de los países miembros para que esos recortes se
cumplan. Los gobiernos deberán contar con la aprobación del grupo de
ministros antes de enviar los proyectos presupuestarios al parlamento. Los países
que con el euro ya han perdido soberanía monetaria ahora verán limitados sus
derechos a elaborar sus presupuestos según las necesidades e intereses de
cada uno de ellos. En paralelo la misma CE está impulsando la creación de un
Fondo Preventivo de Quiebras Bancarias" financiado por los propios
bancos, confirmando así que la crisis de la deuda en Europa no esta conjurada
y que esperan nuevos remezones.
Subordinación
de la política
La crisis no sólo se abate
sobre los gobiernos que se verán enfrentados a fuertes crisis sociales sino
que cuestiona las autonomías nacionales y pone en riesgo de disolución el
proyecto político integracionista de mercado más ambicioso de la historia.
Cada uno de principales países de la UE hace su propio juego y la política
queda subordinada a los intereses del capital financiero. Alemania que ingresó
a la UE con una estricta política fiscal y la solidez de su antigua moneda,
el marco alemán, sólo accedió a financiar a otros países ante la evidencia
de que el euro estaba en peligro, pero es claro que prioriza la estabilidad
macroeconómica y la fortaleza de la moneda común a cualquier otra medida.
Francia el principal impulsor de la integración regional busca preservar la
UE y el euro, pero está presa de una contradicción: no puede prescindir de
su alianza con Alemania, pero al mismo tiempo no puede someterse a sus políticas
fiscales duras a costa de una crisis social de proporciones. Por su parte Gran
Bretaña, un integrante tardío de la UE que está fuera del euro, necesita
sostener su vieja alianza con los EEUU (en última instancia éste será
garante de la libra esterlina) pero la contrapartida es continuar siendo la
cabecera de playa en Europa del imperio americano.
Tormentas
en el horizonte
Una vez más queda expuesta
la falta de unidad política en la UE, unidad necesaria para aplicar en forma
coordinada los recortes fiscales que parecen poco viables por más controles
que imponga la CE para evitar que algún país finalmente declare que no puede
pagar la deuda.
Según el secretario general
de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) las medidas de austeridad
adoptadas "reducen el crecimiento y minan el consumo, agravan el
desempleo, afectan a la capacidad productiva y, en fin, deprimen los ingresos
fiscales y sociales que se hundieron". En otras palabras profundizarán
la desaceleración actual de la economía y llevarán a una recesión de larga
duración en un horizonte de crisis social y políticas en la región. En España
la CGT a convocado a una huelga general de empleados públicos y a una jornada
de lucha para el 8 de este mes, se suman así a las huelgas y manifestaciones
que estan ocurriendo en Portugal, Italia y Francia. Mientras tanto la CES,
integrada por 82 confederaciones nacionales de sindicatos pertenecientes a un
total de 36 países europeos, esta discutiendo esta semana la posibilidad de
una huelga general europea.
La reacción social viene con
demoras, pero parece estar llegando. De ella depende el futuro de muchos.
(*)
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).