En la muestra más reciente
de que los bancos europeos están en apuros, el Banco Central Europeo (BCE)
advirtió ayer que las instituciones financieras de la zona euro enfrentan
195.000 millones de euros (US$239.260 millones) en rebajas contables este año
y el próximo debido al panorama económico que sigue sumido en la
incertidumbre.
Esta noticia, parte de su
informe semestral de estabilidad económica, engancha con la ofensiva de los
gobiernos y los bancos centrales para aliviar una crisis de deuda soberana en
el sur de Europa que por ahora no ha logrado tranquilizar los nervios de los
inversionistas de que se produzca una nueva crisis financiera en el
continente.
Los gobiernos europeos ya han
ensamblado un paquete de rescate para Grecia de 110.000 millones de euros (US$135.000
millones), y otro de 750.000 millones de euros (US$920.000 millones), para
otras economías en apuros de la zona euro. Asimismo, el BCE lanzó el mes
pasado una serie de iniciativas, como la compra de deuda soberana en poder de
los bancos y la renovación de un programa para otorgar crédito barato a seis
meses a los bancos, mientras que la Reserva Federal de Estados Unidos reactivó
un plan para ofrecer dólares a los bancos europeos.
Esta seguidilla de medidas
contribuyó a estabilizar a las entidades del continente, pero el profundo
interconectado sistema bancario europeo sigue bajo presión. Los
inversionistas lo han vapuleado, los bancos están depositando montos
inusitados en el BCE (el viernes pasado sumaban 305.000 millones de euros) en
lugar de prestarles los fondos a otras instituciones, y los inversionistas
estadounidenses están reduciendo su exposición a los bancos de la zona euro.
En conjunto, los bancos
europeos poseen miles de millones de euros en deuda pública y privada
vinculada a los países débiles de la zona euro, como Grecia, España y
Portugal. Gran parte de la deuda privada está ligada a los deprimidos
mercados de bienes raíces, especialmente en España. Cuando las perspectivas
de crecimiento son anémicas, no se espera que la presión sobre las carteras
de préstamos de los bancos amaine.
Las medidas implementadas
hasta el momento, aunque contundentes, "tal vez no basten", dijo
Philippe Morel, socio de la consultora Boston Consulting Group en París.
"Lo que está en riesgo es el sistema bancario y la capacidad de los
bancos para proveer financiamiento a la economía", aseveró.
Así como la crisis
financiera de hace dos años surgió en el mercado de créditos hipotecarios
de alto riesgo en EE.UU., los problemas bancarios europeos se originaron en un
pequeño rincón de la economía global: Grecia.
Los problemas, sin embargo,
van más allá de la crisis fiscal griega. A los inversionistas les preocupa
que las dificultades por las que atraviesa Atenas se contagien a Portugal,
Irlanda y España. Las calificadoras de riesgo han reducido las notas de estos
países y advertido que podría haber nuevas revisiones a la baja. Fitch rebajó
la deuda de España un peldaño desde AAA el viernes.
Según un informe de Royal
Bank of Scotland, las instituciones financieras que no son de Grecia, España
e Irlanda tienen en sus libros 2 billones de euros (millones de millones) en
deuda de esos tres países. La preocupación de los inversionistas, los bancos
y los bancos centrales es que la pérdida de valor de esa deuda genere
cuantiosas pérdidas a los bancos europeos. "No cabe duda. Esto es
grave", afirmó Jacques Cailloux, economista europeo de RBS y autor del
informe. "Estamos hablando de riesgo sistémico y de la posibilidad de
contagio", manifestó.
EE.UU. y Gran Bretaña
actuaron con mayor decisión en 2008 y 2009 para apuntalar el capital de sus
bancos, a veces incluso con fondos públicos.
Las autoridades europeas
enfrentan la presión de la industria bancaria, la comunidad de inversionistas
y líderes de gobiernos extranjeros, incluyendo el secretario del Tesoro de
EE.UU., Timote Geithner, para que intensifique sus esfuerzos para estabilizar
el sistema bancario con nuevas iniciativas. Por ejemplo, muchos expertos
quieren que los reguladores bancarios europeos tengan un papel más proactivo
en la supervisión de la exposición de las entidades a países en problemas.
En el Reino Unido, la
Autoridad de Servicios Financieros llevó a cabo varias "pruebas de estrés"
de la vulnerabilidad de grandes bancos británicos a los problemas del Sur de
Europa. Pero no parece que haya esfuerzos similares en camino en el resto del
continente, dijo Pat Newberry, presidente de la junta de la unidad de regulación
de los servicios financieros de PricewaterhouseCoopers LLP.
EE.UU. cree que estas pruebas
pueden refortalecer la confianza de los mercados. Las pruebas que hizo el año
pasado ayudaron a mejorar la transparencia del sistema bancario.