El economista que predijo la
crisis subprime aseguró que la eurozona corre peligro "porque ciertos países
perdieron competitividad, más allá de los excesivos déficits".
– – Usted aludió a un
posible "estallido" de la zona euro. ¿Sigue sosteniendo ese pronóstico?
El riesgo existe. El
principal problema de la unión monetaria, más allá de los excesivos déficits,
es que ciertos países perdieron competitividad. Uno de los medios para
restaurarla es renunciar al euro y volver a las monedas nacionales: dracma,
peseta, escudo. No hacerlo obligaría a esos países a bajar los salarios, lo
que causaría recesión. Optar por la solución alemana, es decir
reestructurar el aparato productivo, tomaría demasiado tiempo. En fin, la única
opción para evitar un estallido de la eurozona y recobrar la competitividad
es hundirlo. Partió de 1,50 dólares, descendió a 1,20. Puede caer hasta
alcanzar la paridad con el dólar. El Banco Central Europeo (BCE) debe cumplir
con su rol y adoptar una política monetaria concomitante.
– ¿Cuáles serían las
consecuencias de un "estallido" del euro para Europa y el resto del
mundo?
Si este escenario se
concretara no creo que fuera en el corto plazo, sólo uno o dos países
dejarían el euro. Esos procesos pueden orquestarse de una manera ordenada
para limitar el daño al sistema financiero, como fue el caso de Pakistán o
Ucrania: la antigua deuda fue reemplazada por otra nueva con vencimiento más
largo e intereses controlados. Pero si las cosas se hacen de manera
desordenada y precipitada, los perjuicios alcanzarán no solo a la región
sino al mundo, con consecuencias económicas, políticas y sociales. Si varios
miembros de la Unión Monetaria decidieran abandonar la zona euro, Europa
volvería a centrarse en torno a un núcleo duro de algunos países, más
homogéneos en términos de políticas económicas y fiscales. Así
recompuesta, la Unión Monetaria podría sobrevivir, aun con una transición
delicada.
– Europa no es la única
en problemas: EE.UU., Gran Bretaña, Japón, tienen también déficits públicos
enormes.
Sí, y pienso que estamos
en una segunda fase de la crisis. La implementación de planes de reactivación
keynesianos para que la recesión no se trasformara en depresión corrió el
peso de la deuda privada al sector público. Socializamos las pérdidas del
sector privado. Estamos en una zona peligrosa.
– ¿La situación es
sostenible en el Estado?
Pasará, sin duda mucho
antes que EE.UU. pierda su nota "AAA". Pero la enfermedad
estadounidense es un déficit presupuestario superior al 10% del PBI, 1,5
billones de dólares. No es sostenible. Por el momento, el país está
resguardado porque el apetito de los inversores sobre la deuda estadounidense
sigue vivo. Pero algún día los tenedores de la deuda podrían despertarse y
decir "hasta los EE.UU. están en situación crítica".
– ¿Qué piensa de la
multiplicación de las políticas de ajuste?
Subir impuestos y recortar
el gasto es socialmente doloroso. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿Seguir políticas
presupuestarias generosas? Los mercados ya dieron su alerta, sería ir a la
quiebra. En cuanto a la solución que consistiría en "imprimir
dinero", conduciría a una inflación galopante. La austeridad no es una
opción discrecional.
– ¿Hay que temer una
recaída de la economía?
En Europa, sí. Antes de la
crisis griega, el crecimiento en la eurozona en 2010 se estimaba en menos del
1%. Con el shock de los últimos meses, si la economía no entra técnicamente
en recesión, el crecimiento va a rondar el cero, las bolsas seguirán
cayendo, el costo del crédito subirá, va a faltar liquidez, se deteriorará
la confianza de los inversores, las empresas y los hogares. El crecimiento ya
anémico lo será aún más.
– El G20 se reunió a
fin de mes para discutir las reformas necesarias para la regulación
financiera. ¿Se van en el camino correcto?
El G20 es el organismo
mundial relevante, ya que países emergentes insoslayables como China, Brasil,
India y Rusia están en la mesa de discusión. Ya se hicieron avances para
mejorar la regulación financiera al poner en pie principios básicos de
reforma. Es necesario ir hasta el fondo. Las crisis no son "cisnes
negros", un hecho imprevisible, sino "cisnes blancos", un hecho
previsible y evitable.
– En los EE.UU. a Ud. lo
llaman Dr. Fatalidad, por su pesimismo ¿Tiene buenas noticias para
anunciarnos?
No soy el Dr. Fatalidad, más
bien el Dr. Realidad. No se trata de ser optimista o pesimista sino de
analizar los hechos. Y las cosas que yo anuncié, lamentablemente, con
frecuencia se cumplieron. La buena noticia es que, en vista de la crisis
mundial, hay una reacción política. Además, si el Norte sigue en crisis, la
economía es más fuerte que en los países emergentes. Estamos asistiendo a
un corrimiento de la economía del Oeste hacia el Este, de Europa y EE.UU.
hacia Asia, del G7 hacia el G20.