La débil recuperación no
permite abatir el altísimo nivel de desempleo en Estados Unidos. Esta
terquedad de la tasa de desempleo (9.5 por ciento) es inquietante y tiene
muchas ramificaciones. La más grave es que puede conducir a un estancamiento
de largo plazo en la medida en que la demanda agregada se mantenga deprimida.
¿Está relacionado esto con la pérdida de importancia de la industria
manufacturera en la economía estadounidense?
Esta es una buena pregunta
que rompe con el marco demasiado estrecho del debate sobre el estímulo fiscal
de la administración Obama. El problema no es sólo si dicho estímulo
funcionó o no, o si su efecto se agota (lo que es obvio), sino cómo se
articula con el cambio estructural que requiere la economía estadounidense
para alcanzar un desarrollo sustentable.
El sector manufacturero es
importante como motor del crecimiento porque en él se expresan con mayor
facilidad las economías de escala. Además, el proceso de cambio técnico y
difusión de innovaciones en la industria manufacturera genera mayor
crecimiento en la productividad. Todo esto es confirmado por la experiencia
histórica en Estados Unidos, Europa y los países asiáticos. Finalmente, la
industria manufacturera ha sido la fuente de empleos estables y mejor
remunerados.
Por otra parte la industria
manufacturera posee los multiplicadores de empleo más altos en la economía y
por eso mantiene un número más elevado de empleos indirectos. Los
multiplicadores de empleo permiten dilucidar si la pérdida total de empleos
provocada por el cierre de una planta en la industria manufacturera es
superior o menor a la pérdida de empleos derivada del cierre de un centro
comercial.
Para Estados Unidos un
estudio del Economic Policy Institute (www.epi.org) revela que en efecto los
multiplicadores de empleo de la industria manufacturera son más altos que en
los servicios o en el comercio. Por cada cien empleos en la industria
manufacturera, el multiplicador es 2.91 (es decir se mantienen 291 empleos
indirectos). El multiplicador en los servicios de salud es de 1.17, en los
servicios profesionales de comercialización es de 1.54 y en el comercio al
menudeo es de apenas 0.88. Es decir, la pérdida de empleos en la industria
manufacturera tiene efectos indirectos mucho más intensos que en las demás
actividades.
Al interior de la industria
manufacturera existe una fuerte disparidad entre multiplicadores de empleo. El
multiplicador de empleo más alto están en la industria automotriz (280) y en
la producción de bienes de capital y bienes de consumo duraderos (232).
La generación o destrucción
de empleos indirectos depende de dos factores importantes. El primero se
encuentra en la intensidad de los llamados eslabonamientos. Estos
eslabonamientos tienden a ser más intensos en la industria manufacturera.
Cuando cierra una planta de automóviles, se ven afectadas un mayor número de
empresas proveedoras (vidrio, cables, componentes, partes y refacciones, etcétera).
El segundo factor es el
impacto sobre las industrias en las que los trabajadores y empleados de otra
industria gastan sus ingresos. Por ejemplo, cuando cierra una empresa
industrial los nuevos desempleados dejan de comprar artículos electrodomésticos,
ropa o alimentación que son producidos en otras ramas o sectores. Esto también
tiene un efecto sobre el empleo en esas industrias proveedoras de bienes de
consumo (duradero y no duradero). Este componente también es más alto para
la industria manufacturera.
En la década de los años 90
se habló mucho de la irrelevancia de la industria manufacturera en Estados
Unidos. En esos años se intensificó el desmantelamiento de una buena parte
de la matriz industrial en ese país, mientras plantas enteras de manufacturas
cerraban sus operaciones en Nueva Jersey o Michigan y eran trasladadas a
China.
Muchos justificaron esto señalando
que el trasplante de esos segmentos del proceso productivo correspondía a un
proceso normal de maduración post–industrial. La economía de Estados
Unidos podía guardarse las fases de mayor valor agregado y alta tecnología
en la producción manufacturera (diseño y programación) y enviar a otros
lugares los segmentos intensivos en mano de obra, de manipulación física del
producto y de altos costos ambientales.
Esto recuerda la historia del
ingeniero que fue condenado a ser decapitado en la guillotina. Cuando el
verdugo jaló la palanca, la cuchilla no se movió. Nadie atinaba a explicar
qué estaba pasando. Pero el valiente ingeniero, altamente capacitado como
era, sabía cuál era el problema: la polea principal estaba oxidada y
necesitaba aceite. El verdugo le agradeció la información de alto valor
agregado y el ingeniero perdió su cabeza.
Es cierto que la industria
manufacturera en Estados Unidos se quedó con segmentos del proceso productivo
de un mayor valor agregado, pero los empleos se perdieron y ahora están en
China. La recesión será más difícil de superar debido a este
desmantelamiento de la planta industrial en la economía estadounidense.
(*)
Alejandro Nadal es economista, profesor investigador del Centro de Estudios
Económicos, El Colegio de México, y colabora regularmente con el cotidiano
mexicano de izquierda La Jornada.