La reunión de los principales
funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos el 10
de agosto figura entre una de las más polémicas del período
de cuatro años y medio de Ben Bernanke como presidente del
banco central.
Con el empeoramiento de las
perspectivas económicas, el tema en discusión parecía
simplemente técnico: ¿debería la Fed modificar la manera
en que maneja su enorme portafolio de instrumentos
financieros” No obstante, el debate era más
trascendental: hacerlo pondría a la Fed de nuevo en el
centro de los mercados y propiciar un futuro relajamiento de
la política monetaria.
Al menos siete de los 17 funcionarios
reunidos se opusieron a la propuesta o expresaron sus dudas.
Al final del extendido debate, Bernanke presionó con éxito
para proceder con el cambio.
La reunión que concluyó con la decisión
de no reducir la reseserva de US$2.050 billones en deuda
hipotecaria e instrumentos del Departamento del Tesoro de
EE.UU. de la Fed, descrito por varios participantes, marcó
la pauta para una discusión aún más importante que sigue
sin resolverse: qué hacer, si acaso algo, sobre la débil
recuperación económica de EE.UU. y su preocupante baja
inflación.
Bernanke tendrá la oportunidad de
explayarse sobre esta crucial pregunta cuando él y otros
funcionarios de la Fed se reúnan el viernes y sábado,
junto con homólogos extranjeros y un grupo de expertos académicos,
durante el encuentro anual del banco central en Jackson Hole,
estado de Wyoming.
Luego de lograr evadir otra Gran
Depresión, Bernanke enfrenta una lenta recuperación. El
desempleo sigue alto y la inflación permanece incómodamente
baja. Funcionarios de la Fed, que dedicaron gran parte del año
a planificar el fin de políticas monetarias expansivas, han
sido obligados a pensar qué hacer para revivir la economía.
Representantes de la Fed enfatizan que
tienen objetivos comunes si bien están divididos sobre qué
hacer ahora: evitar una deflación, una caída general de
precios y salarios, o un resurgimiento de la inflación. Y
comparten un fuerte deseo por hacer que la economía crezca
lo suficientemente rápido como para sostener una recuperación
sin un apoyo gubernamental inusual.
La Fed ya recortó la tasa de interés
de corto plazo a casi cero, prometió mantenerla a ese nivel
por un período largo de tiempo y compró billones de dólares
en valores, con dinero impreso por el mismo banco central,
para bajar las tasas de interés de largo plazo.
El tema más polémico ahora es si se
debe imprimir más dinero y comprar más instrumentos de
largo plazo, lo que ensancharía el portafolio de la Fed aún
más. Un reciente programa de compra de bonos cesó en
marzo. La decisión depende en gran parte de si la inflación
sigue cayendo o si el crecimiento económico no logra
repuntar.
La Fed y la mayoría de analistas
privados aún esperan una aceleración del crecimiento en
2011, y pocos economistas predicen una clara deflación.
Otro tema pendiente es si la Fed debe
actuar de manera preventiva o si debería esperar a ver
evidencia más clara de que la economía realmente flaquea.
Y si decide actuar, ¿debería tomar medidas pequeñas y
cautas o grandes y radicales”
Los funcionarios de la Fed están
divididos en ambos puntos, y todas las partes sabían que la
decisión de la reunión del 10 de agosto indicaría la
inclinación de la Fed sobre estos temas. En esa reunión,
se decidió actuar.
Antes de la reunión, funcionarios de
la Reserva Federal de Nueva York, que maneja el portafolio
de la Fed, estaban preocupados, según fuentes al tanto. El
portafolio de valores respaldados por hipotecas estaba por
reducirse mucho más rápido de lo anticipado, a medida que
tasas de interés llevaban a más consumidores a refinanciar
sus hipotecas. Esto significaba que los instrumentos
hipotecarios en poder de la Fed estaban siendo pagados.
El tamaño del portafolio de la Fed se
ha convertido en uno de los instrumentos monetarios
principales del banco central. Un portafolio que se reduce
en medio de un crecimiento económico en desaceleración no
caía bien a muchos funcionarios, incluyendo al presidente
de la Fed de Nueva York, William Dudley. Equivalía a frenar
la economía de manera prematura.
A Dudley y los presidentes de los
bancos centrales de San Francisco y Boston les inquietaba
que la tasa de desempleo estuviese en 9,5%, muy por encima
del 5% a 6% que la Fed considera como empleo total. También
les preocupaba la inflación de 1%, por debajo de su meta
informal del 1,5% a 2%. Este grupo se inclinaba a actuar.
El otro bando tenía dudas. El
gobernador de la Fed Kevin Warsh, temía que una decisión
para reinvertir ganancias de hipotecas en bonos del Tesoro
podía confundir a los inversionistas y hacer creer que el
banco central estaba más preocupado por la economía de lo
que realmente lo estaba.
Richard Fisher, presidente de la Fed de
Dallas, y otros expresaron su preocupación de que las
decisiones del banco podrían ser ineficaces. Luego de
escuchar el debate con atención, Bernanke tomó en
consideración las diferencias y concluyó que la Fed no
debería permitir una restricción pasiva de las condiciones
financieras causada por la reducción de su balance.
Esto implicaría en la práctica tomar
cerca de US$400.000 millones en deuda hipotecaria que vencía
e inyectar el dinero en deuda del Tesoro.
La Fed también debía reconocer el
panorama de menor crecimiento, dijo. El voto 9 a 1 disimuló
las diferencias. Ahora, el debate interno se dirige hacia el
futuro, sobre todo si se deben tomar grandes medidas. Las
opiniones otra vez son diversas.
Algo si es claro: Bernanke tiene la
determinación de evitar errores de sus predecesores que
dieron pie a brotes deflacionarios devastadores.
"Responderá de manera tajante a evidencia de una
materialización de un riesgo de proceso deflacionario. No
será ambivalente", asegura Alfred Broaddus, ex
presidente de la Fed de Richmond.
Los precios de las casas en Estados
Unidos se desplomaron en julio a medida que compradores
potenciales se mantuvieron al margen del mercado, avivando
temores de una debilidad renovada en los precios de las
viviendas y en la economía en general.
Las ventas de casas existentes bajaron
27,2% a una tasa desestacionalizada de 3,83 millones, anunció
el martes la Asociación Nacional de Realtors, el nivel más
bajo desde que el gremio de agentes inmobiliarios comenzó a
rastrear las cifras en 1999.
Se esperaba que el vencimiento del crédito
tributario para compradores de viviendas a principios de año
aguara el entusiasmo de los compradores, pero no tanto. La
caída en las ventas “junto a un aumento correspondiente
en los inventarios de casas disponibles” también
significa que otro retroceso en los precios se vislumbra en
el horizonte, dicen economistas.
Los precios de viviendas se habían
estabilizado el año pasado luego que comenzaran a bajar en
2006. Altos niveles de desempleo y un n crecimiento precario
de los salarios han hecho que los consumidores se rehúsen a
realizar compras mayores, por lo que una nueva caída de
activos inmobiliarios podría deprimir aún más la
confianza y el consumo.
"En este momento de la recuperación,
todo cuenta", señala Paul Dales, un economista para
Capital Economics. "Una caída doble en el mercado de
vivienda y en los precios de inmuebles no sería suficiente
para generar otra recesión. Ciertamente reprimiría la
recuperación".
Dales espera que los precios caigan
otro 5% luego de la reducción de 30% durante la recesión.
La renovada preocupación sobre el mercado inmobiliario se
da en un momento en que economistas ajustan a la baja sus
pronósticos económicos para este año y principios del
siguiente.
Tradicionalmente, la vivienda, y las
compras de bienes durables como muebles, ayuda a sacar a la
economía de una recesión a medida que menores tasas de
interés estimulan una mayor demanda. Pero esta vez, los
potenciales compradores de casas no tienen trabajo, carecen
de ahorros para lanzarse a comprar o temen otra caída en el
sector de la vivienda.
"Los consumidores y el sector de
la vivienda no están en una posición para sacarnos de ésta",
asegura Nigel Gault, economista jefe de IHS Global Insight.
Una caída pronunciada en las tasas hipotecarias parece
haber hecho poco por estimular la demanda. La tasa promedio
de una hipoteca de tasa fija a 30 años ha caído por debajo
de 4,5%, marcando nuevos récords, pero la demanda de nuevos
préstamos es débil.
Los analistas temen que los
consumidores pierdan la urgencia por comprar viviendas por
temor a que los precios caigan aún más. Si bien el crédito
impositivo para estimular al mercado de la vivienda ayudó a
estabilizar los mercados en todo el país este año, el
vencimiento del subsidio en abril dejó al descubierto
problemas que han frenado a este mercado.
Las ventas de casas con precios entre
US$100.000 y US$250.000, que podrían haber recibido el
mayor beneficio del crédito tributario, bajaron 35% en
julio comparado con el año anterior. El número de
propiedades sin venderse creció 2,5% a casi cuatro millones
en julio. A este ritmo, tomaría 12,5 meses vender todo ese
inventario.