Al crecimiento anémico de las economías
de los 16 países de la eurozona y el Reino Unido en
2009–2010 se añade ahora la inflación.
Los precios de los países
donde el euro es la moneda corriente registraron en julio el
máximo aumento en 20 meses mientras que en el Reino Unido,
la inflación fue del 3,1%, un 1,1% por encima de la meta
fijada por el gobierno.
Según Robert Ward, director de
Predicciones Económicas Globales del Economist Intelligence
Unit (EIU), Unidad de Inteligencia del The Economist, esta
tensión inflacionaria anticipa un doble peligro.
"En el Reino Unido, la inflación
ha crecido sistemáticamente más de la meta establecida: el
peligro de una estanflación es mayor. En la Unión Europea
este peligro existe, pero es mayor el riesgo de deflación,
un riesgo que también corren Estados Unidos y Japón",
señaló Ward a BBC Mundo.
En la estanflación se mezcla el
estancamiento (falta de crecimiento económico) con la
inflación (subida de precios).
En la deflación, hay una caída
constante de los precios en un contexto de creciente
desempleo y disminución de los salarios y los valores de
los activos (propiedades, empresas, etc)
Hoy esta sintomatología se encuentra
presente con distinta intensidad en todas las economías del
mundo desarrollado.
Los precios suben
A la recesión de 2009, siguió una tímida
recuperación este año, tanto en la eurozona (con algunas
excepciones), como en el Reino Unido. Esta tensión
inflacionaria se da en este contexto.
En el Reino Unido, el director del
Banco de Inglaterra, Mervyn King, indicó que sólo en 2012
se podría cumplir con la meta del 2% de inflación anual.
En su último informe el Banco Central
Europeo (BCE) reconoce esta presión inflacionaria que
atribuye al alza de los precios energéticos y de alimentos.
En el informe el BCE anticipa que esta presión
"continuará en los próximos meses"
Dos ejemplos de este fenómeno. El
precio del trigo subió a su máximo nivel en dos años
luego de que Rusia prohibiera la exportación del producto a
partir del 15 de agosto.
En el Reino Unido, la cadena de venta
de ropas Next anticipó un aumento de un 8% en sus precios
el año próximo.
Next precisó que el aumento se debía
al alza del precio internacional del algodón y el
incremento del IVA (impuesto al consumo) que regirá a
partir de enero, una de las medidas del gobierno para
combatir el déficit fiscal.
Los precios bajan
Como con el colesterol, hay una deflación
buena y una mala. La buena es el descenso
"natural" de los precios como el de productos
electrónicos por la innovación tecnológica y los avances
en la productividad.
La mala se da con la disminución de
los precios por el desempleo y la caída de la riqueza
(deterioro salarial, valor más bajo de la propiedades,
etc), tal como sucedió en Japón en la década de los 90 y
en la gran depresión de los años 30.
En su variante más extrema, los
precios caen en picada hasta valer menos que su costo en un
intento desesperado por generar ventas.
"Ésta es la crisis más peligrosa
y destructiva de todas", alerta Ward del EIU.
En la República de Irlanda, se ve una
primera señal de la deflación: los precios bajaron en un
1,2%.
"Este es un proceso muy
peligroso", dice Sean Sherlock, diputado del Partido
Laborista irlandés. "El aumento del desempleo vuelve
mucho más difícil la reducción del déficit".
Desempleo en aumento,
EE.UU, China
El desempleo está creciendo en la
eurozona y el Reino Unido y las perspectivas no son
alentadoras si se tiene en cuenta que los planes de
austeridad todavía no han entrado plenamente en vigor.
Un cálculo por lo bajo del impacto del
ajuste en el Reino Unido, por ejemplo, estima una pérdida
de 600.000 puestos de trabajo en los próximos dos años.
En su estrategia de reducción del déficit
fiscal cortando el gasto y aumentando impuestos, los países
europeos corren un riesgo similar al de la crisis argentina
en 2000–2001: profundizar la recesión, lo que aumenta el
déficit por la caída en la recaudación que acompaña a
toda disminución de la actividad económica.
El peligro quedó patente con el
consejo que la Comisión Europea le dio a Grecia el 20 de
agosto.
Según la comisión, el gobierno que más
cortes ha ejecutado en la eurozona, Grecia, debía realizar
un corte adicional de 4.000 millones de euros (algo más de
US$5.000 millones) para cumplir con su promesa de un déficit
fiscal del 8% a fin de año debido a una recaudación menor
de la esperada.
Si a esto se le suma que los dos países
que pueden actuar como locomotora a nivel mundial, EE.UU y
China, están enfrentando sus propios problemas, se ve que
el invierno europeo que se avecina será más duro que de
costumbre.
Europa ha dejado de centrar sus
esfuerzos en el desempleo y el crecimiento para poner todo
su empeño en la austeridad: en la contención del déficit.
Y ni siquiera la sorprendente recuperación de Alemania,
algo más que un indicio de que Europa empieza a ver la
puerta de salida de la crisis, consigue detener la sangría
del paro. La tasa de desempleo de la zona euro se situó en
el 10% en julio, la misma cifra que en junio y en máximos
de los últimos 12 años, según las cifras publicadas ayer
por Eurostat. Casi 16 millones de personas no encuentran
trabajo en la eurozona: el equivalente a la población
entera de Bélgica más la de Irlanda.
Eurostat dio a conocer también los
datos de inflación, que bajó una décima en agosto hasta
el 1,6%, un dato en línea con los objetivos del Banco
Central Europeo (BCE) y que demuestra que las medidas
extraordinarias de política monetaria no están tirando al
alza de los precios. La moderada inflación disipa los
temores de que el BCE adelante las subidas de tipos de interés,
que los analistas no esperan hasta 2011.
No hay problemas de precios, pero el
desempleo es alarmante y esconde otros problemas: los datos
del paro muestran con toda su crudeza la recuperación a dos
velocidades que está protagonizando Europa. Tanto en la
eurozona como en los Veintisiete. Al frente de la reactivación,
países como Holanda y Alemania, con el paro por debajo del
7% y el sector exterior tirando de sus economías. Y en el
furgón de cola, España (20,3%), y otros países como
Letonia, Lituania, Eslovaquia, Irlanda y Grecia, donde la
crisis hace estragos en el PIB y en el mercado de trabajo.
"En la periferia hay países en los que el paro
sencillamente no mejora, mientras que en el corazón del
euro las buenas noticias en el mercado laboral se
corresponden con la salida de la crisis", aseguró a
Reuters Carstern Brzeski, economista de ING.
Alemania creció el 2,2% en el segundo
trimestre, frente al 0,2% de España. El paro lleva 14 meses
bajando en Alemania y en el último año la tasa de
desempleo ha pasado del 7,6% a caer por debajo del 7%: España
presenta los peores números de los Veintisiete y en el último
año la tasa de paro ha subido dos puntos. Las diferencias
entre Alemania y España ejemplifican dos problemas. Por un
lado, que el proceso de convergencia entre los países ricos
y los periféricos se ha detenido con la crisis. Por otro,
que esa divergencia complica el trabajo del BCE: una subida
de tipos sería muy mala para los países que salen con más
dificultades de la recesión, mientras que mantener el
precio del dinero puede provocar cierto recalentamiento en
las economías que salen más aprisa.
España, además, lidera las tasas de
desempleo en todas las categorías: paro masculino y
femenino, y sobre todo paro juvenil, con una tasa del 41,2%,
más del doble que la media de la eurozona y de la UE.
"Las cifras europeas siguen siendo preocupantes:
demuestran que aunque haya recuperación en términos de
crecimiento económico, esta no se ha traducido todavía en
un aumento del empleo. En el caso de España, las cifras dan
cuenta de la dimensión del reto y de la necesidad de
reformas estructurales importantes", explicó a Efe el
portavoz europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Amadeu
Alfataj.
La lacra del desempleo es más
preocupante en Europa que en otras grandes economías. En EE
UU el paro alcanza el 9,5%, mientras que en Japón, con
serias dificultades por la apreciación del yen y la deflación,
la tasa superó ligeramente el 5% de la población activa en
julio.
El crecimiento excepcionalmente fuerte
de Alemania en el segundo trimestre –calificado de XL por
las propias autoridades alemanas– desató el optimismo
acerca de la recuperación de Europa. Pero ese cambio en el
estado de ánimo de la economía europea estaba muy
focalizado en variables como el PIB, las exportaciones o el
consumo, y deja de lado el problema con el mercado laboral
en toda Europa, especialmente cuando la gran mayoría de países
han puesto en marcha medidas de austeridad y han cancelado
sus planes de estímulo.
"Cada vez hay más gente que cree
que la austeridad puede acabar con la recuperación. Eso es
posible pero poco probable: la desaceleración en Europa será
solo moderada", aseguró Erik Nielsen, economista jefe
para Europa de Goldman Sachs.