En
vísperas del G–20
China,
Brasil y Alemania critican a la Reserva Federal
Associated
Press, 06/11/10
Pekín.–
Cuando faltan apenas días para la cumbre del G–20, China,
Brasil y Alemania se manifestaron ayer duramente contra las
políticas económicas de la Casa Blanca y, en un hecho
inusual, hasta llegaron a poner en ridículo el plan de la
Reserva Federal norteamericana (Fed) de inyectar más
liquidez en el sistema para relanzar los préstamos y el
consumo.
La crítica
llegó en momentos en que Pekín vio cómo su creciente
influencia global era ratificada por una histórica decisión
del Fondo Monetario Internacional: el organismo aumentó
ayer el poder de voto de las grandes economías emergentes y
convirtió a China en la tercera voz más importante en esa
institución prestamista mundial.
"Este
acuerdo histórico es la reforma administrativa más
fundamental en los 65 años de historia del Fondo y el mayor
traspaso de influencia a favor de los mercados emergentes y
los países en desarrollo para reconocer su rol creciente en
la economía global", dijo el director ejecutivo del
FMI, Dominique Strauss–Kahn.
La decisión
coloca a China en tercer lugar por debajo de Estados Unidos
y Japón y por encima de potencias europeas como Alemania,
Francia y Gran Bretaña. También eleva a otras importantes
naciones emergentes como India, Brasil y Rusia a los
primeros 10 puestos de la institución.
Así,
envalentonado por la decisión del FMI, el viceministro de
Relaciones Exteriores chino, Cui Tiankai, criticó el plan
de Estados Unidos de fijar metas de cuenta corriente y
advirtió sobre los riesgos de la inyección de 600.000
millones de dólares anunciada esta semana por la Fed, política
que se denomina expansión cuantitativa.
"Creemos
que una discusión sobre una meta de cuenta corriente
esconde el tema central. Si se mira la economía global, hay
muchos temas que merecen más atención: por ejemplo, la
cuestión de la «expansión cuantitativa»", afirmó.
Cui dijo que
China vigilaría de cerca el impacto del plan de la Reserva
Federal estadounidense de comprar de forma masiva bonos del
Tesoro para estimular a la economía, anunciado el miércoles.
"Ellos
nos deben una explicación. He visto mucha preocupación por
el impacto de esta política sobre la estabilidad financiera
en otros países. Como el principal emisor de una moneda de
reserva, esperábamos que [Estados Unidos] adoptara una
posición responsable", agregó.
Cui añadió
que Pekín apreciaría la posibilidad de tener una discusión
con Estados Unidos sobre las consecuencias globales de su
expansión cuantitativa, medida que podría debilitar el dólar
y castigar así a los países emergentes y a Europa, ya que
limitaría sus chances de crecimiento mediante las
exportaciones.
"La
Reserva Federal tiene el derecho de tomar sus propias
decisiones y no necesita consultar con otro país de
antemano. Y no hay nadie que imponga un objetivo específico
sobre eso. Pero esperamos que puedan considerar los impactos
sobre otros países del mundo cuando toman decisiones, no sólo
en su propia economía", puntualizó.
En la misma línea,
se manifestó el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang
Schaeuble. "Los planes de Estados Unidos de inyectar más
dinero a la economía no resolverán los problemas de ese país",
dijo, y agregó, con un dejo de ironía, que "el mundo
necesitaba liderazgo de Estados Unidos".
"Con todo
el debido respeto, la política estadounidense está
perdida. El problema no es que falte liquidez. No es que los
estadounidense no han inyectado suficiente liquidez al
mercado y, si ahora dicen que deben inyectarle más al
mercado, eso no va a resolver sus problemas", afirmó
el ministro.
Schaeuble
mencionó que Alemania discutirá este tema en la cumbre del
G–20 que la próxima semana reunirá en Corea del Sur a
los líderes de las grandes naciones industrializadas y
emergentes.
El
ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, criticó con
dureza la decisión de la Fed". "Todo el mundo
quiere que la economía estadounidense se recupere, pero de
nada sirve que anden lanzando dinero desde un helicóptero
en la economía, porque eso no hará brotar el
crecimiento", dijo. "El único resultado que tiene
[esa medida] es una depreciación del dólar para que
Estados Unidos tenga una competitividad mayor en el comercio
internacional", dijo.
El
Banco Central Europeo se desmarca de la Fed
y provoca la subida del euro
Diferencias
entre Europa y EEUU
Por
Claudi Pérez
El País, 05/11/10
Volver a poner
en marcha la máquina de imprimir billetes, o sacar aún más
dinero de la chistera: esas son algunas de las imágenes que
mejor explican la última vuelta de tuerca de la política
monetaria estadounidense, basada en inyectar 600.000
millones de dólares (420.000 millones de euros) en la
compra de deuda pública para combatir la flojera de su
economía. La anemia de la economía europea es más grave,
pero el Banco Central Europeo se desmarcó ayer de su homólogo
estadounidense. No entrará en esa guerra: mantendrá los
tipos de interés excepcionalmente bajos –en el 1% desde
hace año y medio–, pero seguirá retirando paulatinamente
las medidas excepcionales.
Los mercados
de divisas reaccionaron profundizando la revalorización del
euro –o la otra cara de la moneda, la caída del dólar–,
que ayer escaló a máximos desde el pasado enero, hasta
rozar los 1,43 dólares por unidad. Malas noticias para las
exportaciones europeas y para la salida de la crisis en
Europa. Y buenas para EE UU.
El BCE vive
tiempos tumultuosos: por primera vez desde su creación, la
posición alemana no es la dominante. En las últimas
semanas se han visto las diferencias entre el gobernador del
Eurobanco, Jean–Claude Trichet, y su posible sustituto, el
alemán Axel Weber. Weber opina que la compra de deuda –en
la que también se ha embarcado la eurozona, en cantidades mínimas–
es poco útil, y puede traer graves tensiones inflacionistas
en el futuro. Trichet reiteró ayer que él "es el único
portavoz" del BCE. Pero más allá de ese nuevo toque
de atención, dejó las cosas como estaban: pese al
trascendental movimiento de la Reserva Federal, el BCE
prefiere esperar y ver. "Las medidas no convencionales
son, por definición, de carácter temporal", afirmó
Trichet. "Veremos lo que hacemos el próximo mes: la
cita es en diciembre", dijo. Los analistas esperan que
el BCE no se separe de la anunciada salida progresiva de ese
tipo de medidas, que incluyen tanto la compra de bonos como
la barra libre de liquidez. Pero a un ritmo muy lento para
no agravar más las tensiones en el sistema financiero.
Los mayores
bancos centrales del mundo (el estadounidense, el europeo,
el británico y el japonés) han ido de la mano en toda la
crisis adoptando medidas heterodoxas. Aunque con una
intensidad diferente, que ahora se amplía: la Reserva
Federal norteamericana sigue haciendo todo lo que está en
su mano, enfrentándose a las críticas de quienes piensan
que sus consecuencias son muy peligrosas, y el BCE opta por
una estrategia más conservadora.
En los
mercados, las consecuencias de esa divergencia son
fulgurantes. El euro mantiene una senda alcista desde que la
Reserva Federal dio a entender que se lanzaría a una
segunda ronda de compra de deuda. A pesar de todo, Trichet
se niega a acusar a EE UU de alterar artificialmente la
cotización de su divisa: "Nada indica que haya que
pensar que la Reserva Federal y el Tesoro [norteamericano]
están jugando la baza de un dólar débil".
Francia
y Alemania no opinan lo mismo. El euro "soporta el
peso" de la inyección multimillonaria de liquidez
estadounidense, advirtió la ministra francesa de Finanzas,
Christine Lagarde. Su homólogo alemán, el liberal Rainer
Brüderle, fue más directo: criticó abiertamente la política
monetaria de EE UU y aseguró que Alemania ve "con
preocupación" esa medida. Y entre los países
emergentes, ya se anuncia la respuesta. El presidente de
Brasil, Lula, avisó de que su país está preparado para
tomar "todas las medidas necesarias". Dicho en
plata, Lula no está dispuesto a que la devaluación del dólar
lastre el crecimiento brasileño y actuará en consecuencia.
También Corea del Sur se mostró dispuesta tomar
represalias.
La
Reserva Federal y el Banco Central Europeo toman
caminos distintos
El
Helicóptero contra Míster Euro
Por
Claudi Pérez
El País, 07/11/10
Alan Greenspan
solía tocar el saxofón en una banda de swing en Times
Square, pero ni así logró nunca abandonar ese aire lúgubre
por el que le apodan El Enterrador. El banquero central más
poderoso del mundo disfrutó durante años de un estatus
legendario al frente de la Reserva Federal de EE UU.
Hoy es casi un
maldito: pese a que ya no estaba al timón cuando la crisis
estalló, se le considera uno de los grandes responsables
por su fe fundamentalista en los mercados libres, en el
delirio de la autorregulación. La historia del ascenso y caída
de Greenspan es de alguna forma la de todos los bancos
centrales, cuya reputación lleva años sometida a un
escrutinio feroz.
Cuando
empezaron los problemas se les culpó de contribuir a
hinchar la madre de todas las burbujas. Después recuperaron
prestigio al saltarse el guión para evitar una depresión.
Llega la hora del examen final: la larga salida del túnel
de la crisis les ha llevado a una encrucijada y los bancos
centrales han tomado distintos caminos en un horizonte económico
repleto de trampas, como un campo de minas.
Esas trampas
tienen nombres distintos. La recuperación es demasiado débil
para que nadie se sienta a salvo, y menos con niveles de
paro imponentes. Los bancos se han convertido en adictos a
las ayudas, sin las que muchos de ellos serían carne de cañón.
Vuelve la crisis fiscal europea. Y eso no es lo peor:
"Lo peor es que la guerra de divisas puede derivar en
guerra comercial, con movimientos proteccionistas que si se
generalizan empezarían a recordar peligrosamente a la Gran
Depresión", avisa Jordi Galí, de la UPF.
Ese es el
riesgo: un largo estancamiento, quizás algo aún peor si
cristaliza la amenaza de la guerra comercial. Y justo en ese
momento crítico de la pecualiar –y larguísima–
historia de esta crisis adquiere un protagonismo fundamental
el sucesor de El Enterrador Greenspan: Ben Bernanke. El
presidente de la Fed es un experto en la Gran Depresión.
Esa fue su obsesión como académico, y lo sigue siendo en
el banco central: "No seré yo quien presida la Reserva
Federal en una segunda Gran Depresión", dijo a
principios de 2009, tras la quiebra de Lehman. Lo más
interesante ahora para el devenir de la economía es su
apodo, Helicóptero Ben: en 2002 aludió a la posibilidad de
"usar la impresora de billetes" y "tirar
dinero desde un helicóptero" si aparecía la amenaza
de una depresión.
Dicho y hecho:
en lo peor de la crisis, Bernanke metió 1,75 billones de dólares
para salir del hoyo con la compra de bonos a la banca. Ahora
EE UU crece, pero menos del 2% y con un paro enorme para los
estándares norteamericanos: el 10%. Una salida
excesivamente lenta y plagada de peligros, que Bernanke
ataca como solía: 600.000 millones adicionales en bonos.
"Con los tipos al 0%, no quedan más arma que volcar
montañas de dinero sobre la economía para tratar de que
vuelva la confianza", dice Charles Wyplosz, del
Graduate Institute. El BCE y su presidente, Jean–Claude
Trichet, no reaccionan: el euro se dispara tras comprobar
que la eurozona se niega a seguir esa senda. "Esta no
es la historia de Trichet contra Bernanke; es la de Trichet
ayudando a Bernanke", añade.
El presidente
de la Fed adelantó esa medida en agosto y desde entonces la
Bolsa ha subido, el dólar ha caído, los tipos de interés
reales han bajado. Va apareciendo puntualmente la primera
ronda de efectos que se esperaban. Pero una cosa es llevar
el caballo al abrevadero y otra que el caballo beba:
"No está claro que la segunda ronda de efectos, sobre
el crédito y el crecimiento, sea tan efectiva; es posible
que la medida sea incluso contraproducente", critica
Daniel Gros, del CEPS.
Aun así,
Bernanke y su equipo defienden su apuesta. "La Fed
tiene dos mandatos: por un lado el pleno empleo, por otro
mantener la inflación en torno al 2%. La inflación está
baja, pero la economía no se reanima con la rapidez que sería
deseable: la compra de deuda persigue que eso cambie. Y
desde el anuncio de Jackson Hole [la cumbre del pasado
agosto, en la que Bernanke dijo que utilizaría toda la
munición disponible] los efectos son evidentes",
afirma desde Washington David López–Salido, economista
español y jefe de estudios monetarios de la Fed.
El problema de
algunos medicamentos son los efectos secundarios. Con los
males económicos sucede lo mismo: la activación de la máquina
de imprimir dinero provoca a corto plazo, y como efecto
colateral, un declive del dólar. Y a largo plazo puede que
una inflación desbocada. "A largo plazo todos
muertos", decía el inevitable Keynes: las protestas
arrecian desde hace semanas por las secuelas inmediatas, por
el desplome del dólar. Buenas noticias para EE UU, que
impulsa sus exportaciones. Malas para el resto de países.
Brasil, Corea del Sur y China han salido en tromba
anunciando represalias. Aducen que se va a intensificar el
flujo de capitales, que se van a hinchar burbujas, se quejan
porque un dólar bajo torpedea sus ventas al exterior, que
son la base de sus economías.
En el caso de
Europa, cuyo banquero central –Míster Euro– descarta
seguir ese camino en aras de la ortodoxia, el euro se ha
disparado hasta alcanzar los 1,40 dólares y crece la tensión
sobre la deuda de los países periféricos. "Los
efectos colaterales de la medida de EE UU suponen adentrarse
en un territorio peligroso: el de las políticas de
empobrecimiento del vecino", advierte Emilio Ontiveros,
de AFI. "La Fed viene a decir que ha llegado la hora de
arreglar sus propios problemas: Europa se enfrenta a un
escenario más preocupante si cabe y el BCE no solo no mueve
ficha, sino que anticipa que la política monetaria
expansiva está en retirada, pese a que no hay inflación,
pese a que el mercado de deuda y la banca aún están
groguis. Son malas noticias para países como Irlanda,
Grecia y Portugal, y también para España", dice.
Aunque entre los economistas la unanimidad es una rareza:
"En el conjunto de la eurozona, la situación se está
normalizando y es lógico que Trichet vaya indicando que va
a retirar medidas extraordinarias", apunta Galí.
El BCE siempre
ha sido más ortodoxo, pero las políticas de los dos
grandes bancos centrales nunca habían sido tan divergentes.
"La coordinación fue fundamental para evitar una
debacle; esa cooperación es deseable pero no necesariamente
tiene que ser duradera, por los distintos objetivos de las
dos instituciones", defiende López–Salido.
"El BCE
tiene un solo mandato, la estabilidad de precios; Alemania
se ha recuperado con vigor y podría afrontar ciertas
tensiones inflacionistas. Evidentemente, eso son malas
noticias para los países de la periferia, como España, que
van a tener que profundizar sus ajustes y ganar
competitividad sin ayudas externas de tipo de cambio. Por
eso las reformas son cruciales, aunque sean dolorosas",
remacha.
La
Gran Depresión de los años treinta sobrevuela la política
de EE UU. En Europa, el peso de Alemania hace que el
fantasma sea la inflación de la postguerra. Esa memoria
histórica se agiganta cuando hay problemas. "En su
intento por calmar mercados agitados, los banqueros
centrales deben bregar con las fuerzas más impredecibles.
La habilidad que demuestren a la hora de navegar por aguas
desconocidas en medio de estas tormentas será lo que al
final cimente o arruine su reputación", escribe
Liaquat Ahamed en Los señores de las finanzas. En juego está
la del Helicóptero Bernanke y la de Míster Euro Trichet.
Es de esperar que el ruido y la furia de los mercados no
acaben modificando esos alias por algo parecido a lo de El
Enterrador.
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