Estados
Unidos emitirá US$ 600.000 millones
para recomprar sus bonos
Por
Jon Hilsenrath
Wall Steet Journal, 04/11/10
La Reserva
Federal de Estados Unidos divulgó el miércoles que
invertirá US$600.000 millones en la compra de bonos del
gobierno estadounidense en los próximos ocho meses con el
fin de reducir las tasas de interés de largo plazo y
estimular el crecimiento. El anuncio constituye un esfuerzo
dramático por reanimar una recuperación económica que
calificó de "decepcionantemente lenta".
Varios
economistas, tanto dentro como fuera de la Fed, creen que se
trata de una medida desesperada con pocas opciones de rendir
fruto por parte de Ben Bernanke. El presidente del banco
central adoptó varias medidas poco convencionales durante
la crisis financiera para impedir un colapso del sistema
financiero, pero un año y medio después enfrenta una
economía lastrada por el alto desempleo, la amenaza de un
período de deflación similar al de Japón y la posible
paralización del sistema político.
La Fed dejó
abierta la posibilidad de aumentar la dosis si el
crecimiento no repunta en los próximos meses. Las nuevas
compras de US$75.000 millones de bonos del Tesoro a la
semana se suman a los US$35.000 millones mensuales que está
gastando para reemplazar bonos hipotecarios en su portafolio
que saldrán de circulación.
El Promedio
Industrial Dow Jones prosiguió el miércoles la marcha
ascendente iniciada en agosto, cuando Bernanke dejó
entrever la posibilidad de llevar a cabo un plan de compra
de bonos del Tesoro.
El indicador
avanzó 0,24% para alcanzar 11.215,3 puntos, su mayor nivel
de los últimos dos años. Los rendimientos de los bonos del
Tesoro a 10 años, que habían caído justo por debajo de 3%
finalizaron el día en 2,62%. La cotización del dólar, en
tanto, ha retrocedido en anticipación de una avalancha de
nuevos dólares en el mercado global.
La Fed opina
que estas reacciones de los mercados estimulan la economía.
Además del impacto del menor costo del dinero, el alza en
los precios de las acciones podría alentar a los
consumidores a elevar sus gastos y a las empresas a invertir
más. Un dólar débil, por su parte, abarata las
exportaciones estadounidenses.
"Todas
estas cosas son parte de lo que la Fed está tratando de
hacer y creo que han tenido éxito", dijo Lawrence
Kantor, director de análisis de Barclays Capital en Nueva
York.
Las medidas
anunciadas el miércoles se ajustaron a las expectativas de
los economistas, si bien algunos esperaban un gasto total
ligeramente inferior y un desembolso más acelerado.
De todos
modos, hay mucha incertidumbre y grandes imponderables en
torno a los anuncios. En esencia, la Fed imprimirá más
dinero para comprar hasta un máximo de US$900.000 millones
en bonos del Tesoro estadounidense de aquí a junio del próximo
año.
En condiciones
normales, una inversión de esta magnitud sería altamente
inflacionaria al inundar de dinero la economía y generar
preocupación sobre el gasto fiscal. Esto podría, a su vez,
elevar las tasas de interés de largo plazo y, de esta
manera, anular los esfuerzos de la Fed.
Los precios de
las materias primas han aumentado desde que Bernanke empezó
a insinuar, a finales de agosto, la intención de comprar
bonos del Tesoro. La cotización del petróleo, por ejemplo,
ha subido 15% desde entonces para llegar a los US$85 el
barril.
Michael Pence,
legislador republicano con el tercer cargo más alto en la Cámara
de Representantes, dijo que la Fed estaba tomando "un
riesgo incalculable". Thomas Hoening, el presidente del
Banco de la Reserva Federal de Kansas City ?quien describió
la decisión antes de la reunión como un "pacto con el
diablo"?, fue el único en desacuerdo en una votación
de 10 a 1 del comité de política monetaria de la Fed.
Hoening manifestó que los riesgos de compras adicionales de
bonos del gobierno superaban los beneficios.
La mayoría de
los miembros del banco central, no obstante, consideran que
el riesgo de un brote inflacionario es bajo puesto que todavía
hay mucha capacidad ociosa en la economía, incluyendo una
tasa de desempleo de 9,6%, más de 14 millones de viviendas
desocupadas y fabricantes que operan a un 72% de su
capacidad productiva.
En un
comunicado difundido después de su reunión, la Fed dijo
que actuaba para "promover un ritmo más sólido de
recuperación económica" y para asegurar que la
inflación, que en la actualidad se ubica en una tasa anual
cercana a 1%, suba hasta la meta informal del banco central
de 2%.
Se trata de la
segunda vez que la Fed experimenta con un gran programa de
compra de bonos. Entre enero de 2009 y marzo de este año
adquirió aproximadamente US$1,7 billones (millones de
millones) de bonos gubernamentales e hipotecarios. Esta
decisión también hizo surgir temores de inflación, que
hasta ahora no se han materializado. El programa de compra
de bonos se conoce como relajamiento cuantitativo, o QE por
sus siglas en inglés. Puesto que la Fed ha reanudado la
medida, algunos economistas lo describen como QEII.
Al comprar una
gran cantidad de bonos y retirarlos del mercado, la Fed
espera hacer subir sus precios y reducir sus rendimientos.
Esto, a su vez, haría bajar las tasas de interés que pagan
los deudores hipotecarios, los consumidores y las empresas y
los alentaría a endeudarse, gastar e invertir. La Fed cree
que también aumentará las compras de acciones, bonos
corporativos y otras inversiones más arriesgadas que
ofrecen retornos más altos.
A
los socios comerciales de EE.UU., en especial los países en
desarrollo, les preocupa que esta inyección de liquidez de
la Fed genere presiones inflacionarias y contribuya a la
formación de burbujas de activos en sus países.
La
compra de bonos del Tesoro genera polémica
Algunos
economistas creen que tendrá un efecto limitado;
otros temen un brote inflacionario
Por
Sudeep Reddy y Luca Di Leo
Wall Steet Journal, 03/11/10
La decisión
de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) de emitir
dinero para comenzar una nueva ronda de compra de bonos, que
se espera sea anunciada el miércoles, apunta a bajar las
tasas de interés de largo plazo para impulsar la economía.
Pero tanto
dentro como fuera de la Fed, hay una inusual divergencia
respecto a los efectos de la decisión. Los defensores de
esta medida dicen que comprar cientos de miles de millones
de dólares en bonos del Tesoro dará solamente un modesto
impulso a la economía. Quienes se oponen advierten que podría
producir el resultado opuesto, al impulsar al alza el precio
de las materias primas, sembrando las semillas de un brote
inflacionario o minando la confianza en la capacidad de la
Fed para administrar, y a la larga reducir, su portafolio.
Los
detractores abarcan todo el espectro ideológico, desde John
Taylor, un economista de la Universidad de Stanford y ex
funcionario del Departamento del Tesoro en el gobierno de
George W. Bush hasta Joseph Stiglitz, el premio Nobel de la
Universidad de Columbia y ex funcionario bajo el ex
presidente Bill Clinton. Taylor ha dicho que el esfuerzo,
conocido como relajamiento cuantitativo, o QE (por su sigla
en inglés) no dará resultado y que el gobierno no debería
subir impuestos ni imponer nuevas regulaciones.
Stiglitz cree
que el QE no surtirá efecto y que la economía necesita una
dosis significativa de incremento del gasto fiscal y
recortes de impuestos.
Los
economistas ni siquiera están de acuerdo respecto a los
efectos de una nueva ronda de relajamiento cuantitativo.
Bank of America Merrill Lynch espera que ayude a reducir
para fines de año el rendimiento del Bono del Tesoro a diez
años desde 2,63% a 2%. Mizuho Securities dice que el efecto
de las nuevas compras de activos "será limitado".
En un sondeo
de Dow Jones Newswires entre firmas que operan directamente
con la Fed, los economistas de Nomura Securities Inc.
dijeron que otra ronda de QE mantendría "la confianza
de los consumidores para mantener la recuperación en
curso". UBS cree que ayudaría pero
"modestamente".
Deutsche Bank
entiende que las compras podrían dañar a la economía al
depreciar demasiado el valor del dólar. En su primer
programa de compra de bonos, que terminó en los primeros
meses del año, la Fed invirtió US$1,75 billones (millones
de millones) en valores respaldados por hipotecas y papeles
del Tesoro. Se considera que la decisión ayudó a sacar a
la economía de una espiral descendente.
La expectativa
respecto a una nueva ronda de compra de bonos, aunque menor,
ya impulsó el precio de las acciones, puso presión a la
baja en las tasas de interés y deprimió al dólar. Los
inversionistas esperan que la Fed anuncie compras por
alrededor de US$ 500.000 millones en un período de seis
meses.
La decisión
no es fácil, reconocen muchos economistas. Marco Annunziata
de UniCredit advirtió que los beneficios serán
"marginales" mientras que los costos podrían ser
"enormes". Su opinión: "No va a estimular
mucho el gasto de los consumidores ni las inversiones de las
empresas".
Otros sopesan
los pros y contras y reconocen que el impacto no será
significativo. "No pienso que nada de lo que vayan a
terminar haciendo cambie, instantánea y significativamente,
la dirección de la economía" dice el ex
vicepresidente de la Fed, Donald Kohn. "Pero podría
ayudar marginalmente en lo que es una situación
insatisfactoria", consideró.
Otros
dicen que es simplemente una mala idea, incluyendo a Allan
Meltzer, un profesor de la Universidad Carnegie Mellon e
historiador de la Fed. Meltzer cree que la decisión del
banco central "no hará mucho". Desplazar a los
inversionistas de los bonos de largo plazo hacia los de
empresas o las acciones, como está tratando de hacer la
Fed, repetirá pasados errores, considera. "¿Es algo
sensato para que haga un banco central?". No lo cree.
La
emisión de 600.000 millones exacerba la presión sobre
economías emergentes
Consecuencias
para China, India y Brasil
Por
Jon Hilsenrath, Andrew Batson,
Subhadip Sircar y Enda Curran
Wall Steet Journal, 03/11/10
Un día antes
de que la Reserva Federal anuncie un plan para estimular el
débil crecimiento de la economía estadounidense, los
bancos centrales en otras partes del mundo caminaron en la
dirección opuesta y subieron las tasas de interés para
impedir el sobrecalentamiento de sus economías.
India y
Australia aumentaron las tasas el martes para combatir
presiones inflacionarias y el banco central de China indicó
que podría volver a elevar las tasas. Las medidas dejan al
desnudo la brecha que se está abriendo entre las economías
de bajo crecimiento, como EE.UU., y la robustez de los
mercados emergentes.
La Fed
probablemente anuncie hoy la reanudación de un programa
para comprar bonos del Tesoro estadounidense y, de este
modo, reducir las tasas de interés de largo plazo y
estimular el crecimiento. El esfuerzo de la Fed, conocido en
la jerga de los economistas como relajamiento cuantitativo,
significa que el banco central inyectará cientos de miles
de millones de dólares recién emitidos en la economía
mundial.
El Promedio
Industrial Dow Jones subió el martes 64,10 puntos y se
ubica en 11.188,72 unidades, muy cerca de alcanzar su máximo
nivel en dos años, continuando un repunte que comenzó en
agosto, cuando quedó claro que la Fed emprendería nuevos
pasos para estimular la economía. El alza bursátil ha ido
acompañada de un debilitamiento del dólar.
La decisión
de la Fed ha generado controversia tanto dentro como fuera
de EE.UU. (ver nota relacionada). A las autoridades de
muchos países en desarrollo les preocupa la posibilidad de
que la política de dinero fácil acabe generando presiones
inflacionarias y burbujas de activos en sus economías.
"La liquidez se crea aquí pero buena parte de ese
dinero termina en otros países como China y Brasil",
dice William Rhodes, un asesor de Citigroup en Nueva York.
La bifurcación
en la trayectoria de las tasas de interés entre los países
desarrollados y los mercados emergentes también profundiza
las diferencias en la evolución de los tipos de cambio. La
inyección de liquidez por parte de la Fed probablemente
debilitará al dólar, que acumula una caída de 7,5% desde
comienzos de junio frente a una amplia canasta de monedas de
los principales socios comerciales de EE.UU.
El Banco de
Reserva de India incrementó el martes su tasa de referencia
de corto plazo en un cuarto de punto porcentual, llevándola
a 6,25%.
El Banco de
Reserva de Australia también subió su tasa de interés en
un cuarto de punto porcentual, que dejó en 4,75%. China y
Singapur también ajustaron su política monetaria en las últimas
semanas. Otros países de la región, como Corea del Sur y
Nueva Zelanda, postergaron las alzas de tasas en medio de la
incertidumbre respecto a las perspectivas de la economía
mundial.
Los
economistas de J.P Morgan Chase esperan que Asia, excluyendo
a Japón, crezca a una tasa anual del 8,8% este año.
Australia, uno de los principales beneficiarios del auge asiático,
se expandiría a un ritmo de 3,2% anual, gracias en parte a
las crecientes ventas de mineral de hierro, carbón y otros
minerales a China. EE.UU., en cambio, ha experimentado un
crecimiento de apenas 2% en los últimos seis meses y su
tasa de interés de corto plazo está casi en cero.
La disparidad
entre el crecimiento económico y las tasas de interés está
generando una presión a la baja sobre el dólar en algunos
lugares. La reducción de las tasas en Australia disparó su
moneda, el dólar australiano, a su máximo nivel respecto
al dólar desde 1983.
El banco
central de China, que acaba de elevar por primera vez en
casi tres años sus tasas de interés, manifestó el martes
que sigue preocupado por las presiones inflacionarias en la
economía de mayor crecimiento del mundo, un problema que
las políticas de dinero fácil de la Fed y otros bancos
centrales de países desarrollados, podrían agravar.
EE.UU., por su
parte, ha insistido en que la mejor forma de combatir estas
diferencias en el crecimiento de ambos países es que China
permita una apreciación más acelerada del yuan.
Estas
decisiones se producen antes de la reunión de los líderes
del Grupo de los 20, G–20, en Seúl, Corea del Sur, en la
cual los problemas cambiarios probablemente se abordarán
aunque no está claro si algunas de las partes va a lograr
algún avance sustancial.
La
Fed desata la euforia en Wall Street, pero
las dudas abundan
Contramedidas
de los gobiernos asiáticos
y problemas en Europa
Por
Mark Gongloff y Brian Blackstone
Wall Street Journal, 05/11/10
Los mercados
financieros aplaudieron el jueves los planes de la Reserva
Federal de Estados Unidos (Fed) de inyectar una nueva dosis
de estímulo a la economía estadounidense.
Se dispararon
los precios de las materias primas y los bonos y el Promedio
Industrial Dow Jones llegó a alturas que no había
alcanzado desde antes del colapso del banco de inversión
Lehman Brothers hace dos años. El dólar cayó y algunas de
las mayores empresas estadounidenses, como Coca–Cola Co. y
Dow Chemical Co., aprovecharon las bajas tasas de interés
para colocar unos US$12.000 millones de deuda en el mercado.
El Promedio
Industrial Dow Jones trepó 219,7 puntos para cerrar la
jornada en 11.434,84 unidades, su nivel más alto desde el 8
de septiembre de 2008, justo antes de que la bancarrota de
Lehman Brothers iniciara la etapa más álgida de la crisis
financiera. El Dow Jones acumula un alza de 75% desde su mínimo
de marzo de 2009, pero está casi 24% por debajo de su máximo
histórico de octubre de 2007, un nítido recordatorio del
daño provocado por la crisis y el largo camino que la
economía estadounidense aún tiene que recorrer.
La política
de relajamiento cuantitativo anunciada por la Fed tiene el
objetivo de estimular la demanda en Estados Unidos al
reducir el costo del dinero. Un efecto colateral es que las
inversiones más seguras, como los bonos del Tesoro a 10 años,
tienen un retorno muy bajo. Eso obliga a los inversionistas
a salir en busca de activos que ofrezcan un mayor
rendimiento, muchos de los cuales están en los mercados
emergentes cuyas economías se han recuperado más rápido
de la crisis global y tienen mejores perspectivas de
crecimiento.
Las economías
de Asia y América Latina ya han sentido el impacto de una
avalancha de inversiones. Es ha apreciado a las monedas
locales y generado presiones inflacionarias. El jueves, por
ejemplo, la Bolsa de Corea del Sur alcanzó su nivel más
alto desde diciembre de 2007 y la Bolsa de Sao Paulo subió
1,5%.
El anuncio de
la Fed también le dio nuevos bríos a la racha alcista de
las materias primas. La cotización del petróleo avanzó
2,1% en Nueva York para llegar a su mayor nivel desde abril.
El oro, por su parte, saltó 3,4% para batir una nueva marca
y quedar en US$1.382,70 por onza en Nueva York. El valor de
la plata subió 6,6%, la mayor alza diaria del metal en dólares
desde diciembre de 1980.
Los gobiernos
asiáticos advirtieron de posibles medidas para preparar sus
economías contra una esperada "inundación" de
dinero tras la medida de de Fed. "La amplia liquidez
resultante de las medidas de relajamiento cuantitativo en
EE.UU. y otros países importantes está viniendo rápidamente
a los mercados de los países emergentes", observó en
un informe el Banco de Corea del Sur. "Por lo tanto,
hay preocupación, principalmente centrada en los mercados
emergentes, respecto a la creciente volatilidad de los
precios de los activos y del tipo de cambio", agregó.
El presidente
del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet,
mientras tanto, declinó proveer una nueva inyección de estímulo
a la zona euro a pesar de las señales de fragilidad,
distanciándose aún más aún de la Fed y otros bancos
centrales que han emprendido acciones agresivas para
proteger el crecimiento. Trichet dio algún respaldo verbal
a los países de Europa más atribulados como Irlanda,
Grecia y Portugal, que enfrentan costos de financiamiento
prohibitivos, diciendo que a pesar de la inactividad de las
últimas tres semanas, el programa del banco de compra de
bonos soberanos sigue vigente.
El BCE votó
para mantener su principal tasa de interés sin cambios en
1%, como era ampliamente esperado. El Banco de Inglaterra
tampoco alteró las tasas. El euro llegó a su nivel máximo
en nueve meses tras los comentarios de Trichet, acercándose
a US$1,43 la unidad y registra un incremento de 20% desde
junio. Un indicador de la percepción que existe de que
Irlanda deje de pagar su deuda, la diferencia o spread de
los seguros contra el riesgo de no pago, llegó a un nivel récord
el jueves y estaba cerca de hacerlo en el caso de Portugal.
A pesar de
crecientes señales de tensión en Irlanda, Grecia y
Portugal, el BCE ha evitado comprar bonos soberanos durante
las tres últimas semanas luego de adquirir 60.000 millones
de euros (US$84.219 millones) en bonos durante mayo y junio,
en el momento más intenso de la crisis griega. El BCE
"se está haciendo el de la vista gorda" con
Irlanda, dijo Jacques Cailloux, economista del Royal Bank of
Scotland. "Ciertamente está tomando un punto de vista
que subestima los riesgos que están en el sistema y los
riesgos de que el contagio pueda regresar", advirtió.
Trichet dejó entrever que la próxima semana la actualización
de la información del BCE mostrará nuevas compras de
bonos. "Verán que el programa existe", aseveró.
|