G–20:
¿Hacia el fin de la globalización?
“De
Seúl sólo saldrá viento”
Por
Mario Osava
Inter
Press Service (IPS), 09/11/10
Río
de Janeiro.– Una "grave regresión" de la economía
mundial, con un brote generalizado de barreras al comercio y
al flujo de capitales, es un resultado posible ante la
previsible incapacidad del Grupo de las 20 mayores economías
(G–20) de hallar soluciones a la actual crisis.
Lo
más probable es que el G–20 empiece a sufrir un
"progresivo desmantelamiento" en su cumbre de Seúl,
el 11 y 12 de este mes, porque se asienta en
"coaliciones que no se sostienen" y sus miembros
viven conflictos insolubles, según el brasileño Fernando
Cardim, profesor de la Universidad Federal de Río de
Janeiro.
Solo
"una diplomacia sorprendente" podría en este
momento producir algún entendimiento que abra camino a
"una solución colectiva", que es la única salida
a la crisis económica mundial, sostuvo. "Ojalá la
visión del abismo" estimule el espíritu colaborativo
de los gobernantes, acotó.
El
G–20 agrupa a las principales potencias industriales y de
economías emergentes de carácter muy distinto: Alemania,
Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá,
China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña,
India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica,
Turquía y la Unión Europea.
De
Seúl solo saldrá "viento", sentenció Carlos
Tadheu de Freitas, economista jefe de la Confederación
Nacional del Comercio y ex director del Banco Central
brasileño. Él prevé un período de "estanflación"
mundial, con estancamiento o desaceleración de la actividad
económica en los países emergentes que venían creciendo,
agravada por la inflación.
"Después
de tres décadas de globalización, el sistema productivo de
bienes y servicios está integrado mundialmente" y
sufriría un serio desorden si un brote de proteccionismo
traba los flujos comerciales y de inversiones, sostuvo
Mariano Laplane, director del Instituto de Economía de la
Universidad de Campinas.
Esto
representaría "el caos" para los países asiáticos
"que dependen mucho de las exportaciones" y dañaría
gravemente a los países latinoamericanos vulnerables al
comercio exterior, como Argentina, Chile y México, prevé
Cardim.
Brasil,
por su gran mercado interno y una relativa autosuficiencia,
podría sufrir menos, coincidieron Cardim y Freitas. Esto es
atribuible a la "grasa acumulada" por el país,
cuyo crecimiento económico bajaría de cinco a cerca de
tres por ciento al año, estimó Freitas.
El
pesimismo se acentuó después de que el banco central de
Estados Unidos (la Reserva Federal, o FED) anunció que
comprará títulos del Tesoro por 600.000 millones de dólares
en los próximos ocho meses, inundando el mercado mundial
con la moneda estadounidense y devaluándola más aún.
La
reacción general será un mayor control del flujo de
capitales, como "primer paso" y, si esto no
resulta, vendrá entonces una ola de proteccionismo
comercial, provocando una "desaceleración de la
actividad económica" en los países emergentes que están
sosteniendo la economía mundial, evaluó Freitas.
Estados
Unidos busca solucionar su crisis transfiriendo los costos
al resto del mundo. La política que adoptó la FED entre
1979 y 1981, elevando paulatinamente las tasas de interés a
más de 20 por ciento al año para doblegar la inflación,
sumergió a gran parte del mundo en una crisis que costó
una o dos "décadas perdidas" a los países
endeudados.
Ahora
la "señal se invirtió", se trata de superar la
recesión y devaluar el dólar para aumentar las
exportaciones, en desmedro de los demás. Pero "los países
emergentes tienen hoy medios para defenderse", comentó
Laplane.
Brasil,
por ejemplo, adquirió abultadas reservas cambiarias, que se
acercan a los 300.000 millones de dólares, pagando un costo
brutal para mantenerlas a causa de su elevada tasa básica
de interés, actualmente en 10,75 por ciento. Como no logró
contener la devaluación del dólar frente al real, pasó a
gravar algunos capitales foráneos con tasas que se elevaron
de dos a seis por ciento.
El
gobierno tendrá que adoptar "otras medidas de selección"
de capitales, sin excluir la exigencia de que permanezcan en
el país por cierto período, como hace Chile, opinó
Laplane, aunque reconoció que "todo será insuficiente
ante la avalancha" provocada por la medida de la FED
hacia un Brasil muy atractivo por su tasa de interés y
crecimiento económico.
Estados
Unidos y China tienen sus razones para mantener devaluadas
sus monedas, pero los países emergentes cuentan con
"una fuerza moral no despreciable", pues buscan
evitar un "retroceso económico" desastroso para
todos, que daría pie a una guerra comercial y al cierre del
mercado de capitales, arguyó.
"En
algún momento prevalecerá la sensatez" en defensa de
un "sistema económico abierto e integrado" que el
G–2 (China y Estados Unidos) "está volviendo
inviable", vaticinó Laplane.
En
realidad, todos los países siempre "tratan de
transferir problemas internos hacia fuera", pero son
muy distintos los efectos de la acción de las potencias, y
"hoy todos reaccionan", lo que abre "un período
muy peligroso, con un potencial ilimitado de
conflictos", sostuvo Cardim.
En
2009, hubo un "clima cooperativo" ante el temor de
una depresión económica mundial. Pero, superado "el pánico",
volvió la tradición de "echar los costos sobre los
hombros de los demás", razonó. Además, el
fortalecimiento opositor en las elecciones parlamentarias
estadounidenses de la semana pasada impide al gobierno
moderar su apetito.
"Evitar
un colapso" como el de 1930 fue positivo, pero
"solo Dios sabe lo que vendrá después del
G–20"; será "un tiempo de tensión y regresión",
concluyó Cardim.
De
momento se desarrolla la "guerra cambiaria",
expresión acuñada por el ministro de Hacienda de Brasil,
Guido Mántega.
El
futuro "depende de hasta dónde llegue la política
monetaria de Estados Unidos", porque si sube mucho la
inflación obligará al alza de intereses, desarmando la
trampa de la creciente devaluación del dólar, según
Freitas.
La
lluvia de dólares generada por la decisión estadounidense
acentuará el alza de los precios de productos agrícolas y
minerales, por la especulación que tiende a reforzarse y
retomar los niveles de 2007. La inflación y el hambre se
sumarán al desempleo como amenazas del nuevo formato que
está asumiendo la crisis económica mundial.
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